Mi Si, Mi No - LolaShoes

Mi Si, Mi No Por LolaShoes



Capitulo 1: Mi Voz


Las turbinas del avión me parecían increíblemente ruidosas. Lo mire y noté que él hacía una mueca de dolor. Entonces pensé en cuan ruidoso todo seria para sus oídos. Cuan estridente sonaría el roce de la manta contra su brazo. Cuan seco el aire de los respiraderos.


Cuan pesado el silencio entre nosotros.


Él volteo mi mano una y otra vez entre las suyas, trazando las líneas de mi palma con su dedo, presionando las yemas de mis dedos con su pulgar, y acariciando mi muñeca con la parte posterior de sus dedos. Su tacto era restringido como siempre, pero había algo más. Mi cerebro estaba demasiado nublado para interpretar algo de esto.


Una comida había sido servida, una película se reproducía en rojos demasiado vibrantes y verdes demasiado débiles, en la pantalla a escasos centímetros de nuestros asientos. Él no me había hablado mucho pero yo podía notar cómo me decía adiós otra vez con esta simple caricia: simple cariño filtraba de su piel.
Yo le proporcionaba la comodidad que da un viejo amigo. Yo sabía que él me quería transmitir que había hecho bien al salvarlo de morir.


Nada más.


Para ser honesta, estaba casi agradecida de que él no hablara, porque no había nada más que me pudiera decir. Su silencio significaba que él no iba a quebrarme otra vez. Esta vez, aterrizaríamos, él me besaría la frente, y sonreiría. Yo seguiría en posición vertical hasta que encontrara mi cama. Y entonces, el proceso de curación comenzaría de nuevo, después de haber visto su cara, de haber sentido sus dedos, queriéndolo tanto que el vacío me hacia doler.


Solo la idea, de tener que levantar mis pesados miembros de la cama y de intentar encontrar alguna comodidad en la rutina, me agotó, pero yo cambiaba gustosamente cualquier cosa, cualquier nivel de energía, cualquier nivel de re-recuperación, por haberlo salvado.


Sus dedos bailaron a un lado de mi muñeca y echaron mi manga hacia atrás, tomando el pulso allí. El contacto me refrescó y me quemó el brazo a la vez y yo me permití unos instantes de devastadora debilidad, pidiéndole silenciosamente que me tocara más, en cualquier parte, con un ápice de pasión o amor romántico.
Por un breve momento, quise desesperadamente aferrarme a la fantasía de que él sentía algo por mí, que yo no me lo había imaginado todo.


Quise llevarme algo que me permitiera superar las noches de angustia renovada que se alineaban delante de mí, e incluso por el momento no me importaba si era una mentira, una falsa ilusión.


Me congelé, entonces, cuando él se acerco y presionó sus labios contra mi muñeca, inhalando profundamente y cerrando los ojos. No llevo mi muñeca hacia sus labios; él acerco su cabeza. Inclinándola. Casi en un gesto suplicante.


Luego se incorporó y siguió mirándome, mi hombro, mi brazo, mi oreja, mis piernas. Donde fuera menos mi cara. Sus manos sostenían mis dedos y continuaban explorando mi piel. Sus movimientos eran tan incongruentes con sentimientos platónicos que la confusión se instalo en mi mente.
¿Acaso el lamentaba haberme dejado? Deseche el pensamiento inmediatamente.
No, él nunca mentiría. Él no me amaba.
Miré como sus ojos se movían sobre mi piel, su boca estaba abierta como si me saboreara en el aire.


Entonces inhaló profundamente, respirándome dentro de él y yo percibí que algo lo abrumaba; sus ojos simplemente no podían encontrar los míos. No entendía lo que él estaba sintiendo, que era lo que lo agobiaba, pero necesitaba hacerlo.
Necesitaba saber de que tendría que recuperarme esta vez.


Respire hondo y mantuve el aire, intentando encontrar las palabras para preguntarle cómo se suponía que yo me podría sobreponer a él otra vez si me seguía tocando de esta forma, cuando él parecía absorberme alrededor suyo.
En lugar de eso, mi voz, estridente por falta de uso, por la tensión, por la necesidad cruda y desnuda, susurro,
“No entiendo porqué estás tomándome de la mano.”



Sus ojos volaron hacia arriba y encontraron los míos al sonido de mi voz y sentí el dolor en su mirada como una aguda punzada entre mis costillas.


“Bella,” dijo con voz ronca. “Oh Dios.”


Sentía las lágrimas quemando en mis ojos, pero mire hacia arriba para evitar que cayeran.

Esas palabras podían ser el comienzo de mil diferentes tipos de angustia.

Él presionó mi mano contra sus labios y besó mi palma, en un gesto agresivo y desesperado.

“Dios te extrañé. Te extrañé más de lo que puedo poner en palabras.”


Yo repasé sus palabras en mi cabeza, sintiéndolas, oyéndolas en diversos contextos. No significaban que él me quisiera.
Él podría haber extrañado mi aroma. Él podría extrañar mi compañía. Él podría extrañar la tranquilidad que yo le proporcionaba.


Pero no se sentía como si fuera eso lo que él quería decir.


Mi pecho se astillaba pero mi corazón tartamudeo. Entonces, mis frágiles tejidos cardiacos, ensamblados azarosamente en los últimos meses, recordaron que alguna vez habían estado vivos, que habían sido carne latente y amenazaron con latir otra vez.


“Edward, tú me quebraste,” susurre, no teniendo la fuerza ni el sentido de proteger mi dolor desnudo. “Apenas sigo en pie. Por favor no me digas esas cosas.”


En un instante sus brazos estaban alrededor de mí y yo estaba en su regazo. Él se paso a mi asiento pegado a la ventanilla y se inclinó cerca de mí, con su respiración familiar y fría y dulce y suya, en mi cara.


Yo necesitaba esto.


“Perdóname,” murmuró, angustiado.


Mis manos se hundieron en su pelo y presione mi cara en su cuello, aspirando su aroma, presionando mi nariz contra su garganta. Su cuerpo estaba más hambriento de lo que recordaba, sus manos estaban menos controladas. Él me giró poniéndome a horcajadas, y sus labios se presionaron en mi pelo mientras que él gemía mi nombre suavemente. Fuertes manos me presionaron contra su pecho antes de que comenzaran a recorrer mi espalda hacia arriba y abajo sobre mis caderas y mis muslos.


Sentí las manos que recordaba tan vívidamente, que había deseado de forma tan aguda, moviéndose de nuevo hacia mis caderas y empujándome más contra él y jadeé sobre su piel. Levanté la cabeza y abrí mis ojos para encontrar los suyos, notando que él nunca los había cerrado.


La realidad nos envolvió y en un instante nuestra posición, nuestra proximidad se volvió demasiado surrealista.
Nos vi como si una cámara paneara la escena: el estaba tembloroso y traumatizado, se aferraba a mí falsamente.
Era demasiado peligroso para mi dejarlo tocarme de este modo después de todo lo que él había pasado. Era el alivio que él sentía, después de nuestro encuentro en Volterra, lo que lo motivaba.
Él se arrepentiría de esto y eso me destruiría.


Deslicé mi cadera hacia atrás alejándome de la suya. Presioné mis manos contra su pecho y sacudí la cabeza. “¿Edward? Solo se honesto conmigo. Tuviste razón al ser honesto la primera vez.”


Él me miro, horrorizado. “Fui todo menos honesto. Fui todo menos sincero contigo en el bosque.” Sus ojos buscaron los míos, frenéticos. “Bella, no puedo siquiera comenzar a darle forma a las palabras que necesito para pedirte perdón.”


Sacudí la cabeza y flexione mi brazo alejando mi mano de él en un acto reflejo, queriendo retraerme, en un gesto de auto protección, contra la nube de confusión.


“No lo hagas por favor,” susurró, alcanzando mi mano. “Dios, por favor…”


Lo dejé tomar el reverso de mi mano y él la besó una y después otra vez, antes de presionar mi palma contra su cara. El sonido de las turbinas, fuera de las ventanillas del avión, resonó en mis oídos.
“¿Qué quieres decir con que fuiste todo menos honesto?” Las palabras cayeron de mis labios pero sonaron embotadas y fuera de contexto.


Él inclinó su cuerpo hacia mí, pareciendo derretirse al comienzo de su explicación. “Yo pensé que tu merecías una oportunidad de vivir normalmente. Quise darte eso, y sabía que tenía que irme, sabía que si no podía convencerte de que no te amaba, te tomaría mucho más tiempo lograr seguir adelante con tu vida. Cuando dije que no te amaba… Mentí. Mentí y te lastimé. Mentí y casi me maté en el proceso porque te amo, te he amado siempre. Bella, te amo tanto que me partió a la mitad estar lejos de ti.”

Sus manos apretaron las mías para cerciorarse de que lo entendía, y mi mirada se centro en su boca porque no podía mirar sus ojos, no podía creer que contenían amor en lugar de la muerta oscuridad que reflejaban cuando él me dejó. “Pero tú me creíste; Pude verlo en tus ojos. Tu honestamente creíste que yo no te quería más.”


“Por supuesto,” dije llanamente, atontada y paralizada. “Nunca tuvo sentido que tú me amaras.”


Él sacudió su cabeza rápidamente, recordando la conversación que habíamos tenido muchas veces antes. Presionó su mano contra mi mejilla. “Te lastimé, te quebré, y lo siento tanto. Dios, Bella… Pienso en decirte que te amo pero me enloquece lo inadecuado que suena…” Sacudió su cabeza otra vez, y por un momento me pregunte si él habría enloquecido durante este tiempo separados.


“¿Qué…?” Una voz, en alguna parte comenzó la pregunta que yo necesitaba hacer. Sonaba como la mía, pero no me había dado cuenta de que podía hablar. “¿Qué verdad se supone que debo creer?”


“¿Que me alejé para protegerte?” él parecía preguntarse si había valido la pena pasar por todo esto. “Que yo estaba equivocado. Que mentí, y nos quebré a ambos. Bella, lo siento tanto.” Su voz era un susurro, suave y derrotado. Su frente cayó contra mi hombro y sus manos cayeron sobre los apoyabrazos.


Parpadee rápidamente y di vuelta mi cabeza hacia la ventana, mirando el avión volar en la oscuridad.
Las lágrimas caían por mis mejillas y me pregunte por un momento si me habría quedado dormida, si esto sería solo un sueño después de todo. Presioné mi mano libre contra la ventanilla y sentí la fría condensación, sentí el ronquido de las turbinas afuera, y supe que esto estaba sucediendo en verdad. Mi corazón necesitaba esto, había formado nuevas y frágiles conexiones de tejido y comenzaba el proceso de acomodar los fragmentos nuevamente dentro del molde.
Pero dolía, y lo hacía torpemente, creando pliegues y fallas. Mi esternón dolía y tosí, primero una tos leve y seca, y luego profundos y desgarrados sollozos.


“Bella, Bella,” él susurró, tirándome hacia su pecho. “Mi Bella, mi amor.”




Mi cabeza no entendía. Todos estos meses habían sido una mentira. Todo el sufrimiento arrollador, la sensación de muerte carcomiendo mi pecho, se habían debido a una mentira.


Cada reacción fisiológica que sentía se ralentizó: la sangre atronando en mis oídos, mis ojos parpadeando lentamente, tragaba sintiendo algo denso bajar por mi garganta, el tiempo se detuvo.
Luché para levantar mi cabeza y encontrar sus ojos. Sus hambrientos, familiares, ojos. Sus ojos.
Mi amor. Mi antigua vida.


“Edward. No puedo… entender… qué estás diciendo.” Las palabras salieron rotas y entrecortadas.

Él se inclinó y presionó sus manos en mi cara, queriendo decirlo tantas veces como yo lo necesitara. “Bella, cometí una terrible equivocación.”
Presionó sus labios contra mi frente. “Por favor, Bella, déjame arreglarlo. Déjame unirnos otra vez.”

Entonces lo miré fijamente a los ojos y vi que, de hecho, ahora yo tenía esa opción. Nunca espere que me fuera dada la posibilidad de volver con Edward.

Además, nunca pensé que la opción me ocasionaría alguna vacilación.


Su cara cayó y su garganta se meneó mientras que él tragaba.

“¿Es demasiado tarde? ¿Acaso te lastimé demasiado?”

~*~*~*~

Mi Si, Mi No - Capítulo 2: Mi No


 Capítulo 2: Mi No


Me di cuenta que tenía que salir de su regazo para esta conversación. Mientras dudaba, sus manos se habían mudado de mi cara y ahora sujetaban mis muslos, distrayéndome, sugiriéndome que, al menos por ahora, algunos de sus antiguos límites se estaban diluyendo,  eran negociables.



Me empuje fuera de su regazo y me senté en el asiento junto al pasillo, doblando mis piernas debajo de mí para quedar frente a él, dejando que su pregunta corriera a través de mi cabeza.



Preguntarme si él me había hecho demasiado daño tenía sentido. Él me había herido, básicamente había agujereado mi pecho, dejando una cascara vacía hecha de costillas y cartílagos, con pulmones que se expandían y contraían porque eso era lo que se suponía que hicieran, no porque yo quisiera. Pero él no me había herido demasiado. Aquí me encontraba yo, junto a él, respirando más fácilmente y saboreando la sensación de tenerlo cerca.



Pero demasiado tarde significaba que él había perdido una oportunidad. Demasiado tarde significaba que no había regresado lo suficientemente pronto… pero él nunca había planeado regresar. Ni tan siquiera una vez había vuelto para comprobar lo que había sido de mí, por lo que yo sabía. Nunca pareció que pasara por su mente que el también había apartado a su familia de mí.



No entendía que relevancia podría tener el que fuera demasiado tarde aquí, porque él no había vuelto demasiado tarde, él simplemente… nunca lo había hecho.



"¿Demasiado tarde?" Susurre. Edward nunca decía nada sin pensar.



"¿He vuelto a casa demasiado tarde  para arreglar esto?" aclaró con voz tensa.



"¿Volver a casa? Yo fui a buscarte," murmure, mirando fijamente mis manos. "¿Cómo puedes volver  demasiado tarde? Tu nunca volviste a mí."



Tragó fuertemente y puso su mano sobre la mía. Yo la aleje, lentamente, enterrándola más profundo en mi regazo. Él hizo una mueca de dolor. "Bella, yo estaba volviendo de todos modos. Antes de que Rosalie me diera la noticia, yo ya había dejado de intentar vivir de una semana a otra, o incluso de un día a otro. Yo estaba luchando para sobrevivir de una hora a otra. Era sólo una cuestión de tiempo – y no mucho – antes de que me apareciera en tu ventana y te rogara que me aceptaras otra vez." Él dudo, inclinándose hacia abajo y buscando mis ojos. "Estaría feliz de rogarte ahora, si lo deseas."



Sacudí mi cabeza. Yo no quería que me rogara. Pero había algo totalmente insatisfactorio en su respuesta, y de pronto lo supe: el me había dejado bajo el pretexto de que no me amaba. Yo había estado destruida. Y, sin embargo, aquí estaba él,  asegurándome que estaba pensando en volver porque él se había sentido demasiado torturado.



Con el estómago hundido me di cuenta de que quizás si era demasiado tarde. Demasiado tarde para preocuparse por mi seguridad, mi bienestar, mi corazón roto. Demasiado tarde para salvarme, para abrazarme, para mostrarme que me amaba. Sus acciones de estos últimos meses habían negado todos sus votos anteriores y sus promesas de mantenerme segura, porque claramente el no tenía ni idea de quién me había herido mas.



Él me había mentido.



Me había abandonado.



Sin importarle lo que eso me había provocado...



Trague y sonó muy fuerte y torpe y me sentí absolutamente poco agraciada. "¿Edward, dices que me dejaste para protegerme pero... cuando me dijiste que yo no era buena para ti...Tu me hiciste más daño del que me hizo James.” Escuche que mi voz se agitaba y trague nuevamente. Mi pecho se quebró al ver el dolor desnudo en su cara, pero mi propio dolor estaba haciendo que me sonaran los oídos, haciendo que mi boca se secara, que mis ojos quemaran.



Él se ahogo a mí lado, comprendiendo la diferencia entre dolor emocional y dolor físico. "Bella, yo haré cualquier cosa…"



Sus palabras me sorprendieron por lo tardías. Sentí como me asaltaba la comprensión, caliente y enojada y herida al entender que el necesitaba que yo le dijera cómo solucionar esto. Encontré su mirada brevemente antes de que la ira quemara mi cara y tuviera que mirar hacia otro lado. La claridad en mi voz nos sorprendió a ambos, mientras yo sentía las palabras enfebrecidas saliendo de mis labios. "Necesitaba 'cualquier cosa' cuando estaba muerta por dentro. Necesitaba 'cualquier cosa' cuando Laurent me encontró en nuestra pradera, llorando por ti. Necesitaba 'cualquier cosa' cuando me preguntaba si te había imaginado, cuando me preguntaba si sería capaz alguna vez de creer cuando otra persona me dijera que me amaba."



"Lo sé," susurró, derrotado.



Fije la mirada en mi regazo, incapaz de mirarlo a los ojos. Mientras sentía como su mirada me quemaba la cara. "Te extrañe tanto. Te amaba más de lo que podría expresar con palabras, y tú me dijiste que no me querías. ¿Tienes alguna idea de cómo se sintió eso?" Mi voz era un susurro.



"Lo sé," susurro él. "No me lo puedo imaginar. Bella…"



Nos quedamos en silencio durante largos minutos mientras Edward luchaba para encontrar palabras más allá de esas. Fije la mirada en mis manos, preguntándome si esto era todo lo que él podría darme. Pude sentir como se encerraba en sí mismo, creyendo que no tenía derecho a defender sus acciones.






"Bella…" me dijo, intentando tomar mi mano de nuevo. Yo la saque de mi regazo y lo deje sostenerla un momento, pero no devolví su gesto. "Mis sentimientos nunca cambiaron."



Sacudí la cabeza. "Ok, ¿entonces ahora me estás diciendo que me mentiste? ¿Que me dejaste para protegerme? ¿Qué tomaste esa decisión por mí? Que querías volver, porque estabas demasiado angustiado… sin importarte lo que me pasó a mí." Balbucee las últimas ocho palabras, pero sabía que él había escuchado muy bien todo lo que yo le había dicho.



"No es así, Bella." Sacudió la cabeza, frustrado consigo mismo. Su voz era apenas audible: "¿Me dejarías arreglar esto?"



Pasó las manos a través de su pelo y sus ojos se clavaron sobre mí, mientras su respiración se volvió más lenta. Estaba esperando que yo le respondiera. Parte de mí quería tanto abrazarlo, asegurarle que lo amaba más allá de toda razón. Quería hacerle saber que, a pesar de que me sentía menos segura de su amor ahora de lo que había estado tres días atrás, yo lo amaba tanto que anhelaba pasar por alto todo esto y aceptarlo de vuelta sin dudar y encontrar consuelo en él.



Quería decirle que lo amaba tan intensamente que no temblaba a causa del agotamiento que sentía, sino debido a su cercanía.



Deje que mis ojos se movieran a su rostro. Sus labios eran suaves y formaban un pequeño puchero. Su piel era lisa y familiar; yo anhelaba tocarlo, sentir sus labios acariciando mi mandíbula y mi cuello. Quería sus brazos alrededor de mí, su voz en mi oído susurrándome que todo estaría bien. Quería todo lo que extrañe cuando él se fue, todo lo que pensé que nunca tendría de nuevo.



Pero mi cabeza no asentiría, mis labios no formarían la palabra «sí». Lo amaba más allá de la razón, pero había demasiadas dudas en mi mente ahora sobre lo que él entendía por 'amor'. Yo no estaba segura siquiera de que él supiera lo que eso significaba. Él podía decir las palabras pero no sabía cómo vivir por ellas.



Para mi sorpresa, me di cuenta de que estaba agitando mi cabeza en un «no». Él registro esto al mismo tiempo que yo y su pecho se curvo dentro de su cuerpo, y su rostro se congeló de dolor.



"¿No?" me susurró.



"No lo sé," aclare en un susurro. "Tú me dejaste, y la forma en que lo hiciste me hizo cuestionar todo." Mordiendo mi labio inferior, tome una respiración profunda. "No encuentro ningún alivio en saber que siempre me has amado. Me tortura mas pensar que me amabas, pero no lo suficiente como para comprobar si yo estaba bien. No lo suficiente como para incluirme al tomar la decisión que nos rompió a ambos. Eso… duele."



"Yo si te ame lo suficiente. Lo hago. Te ame lo suficiente como para sacrificar lo que yo quería por lo que pensé que era lo mejor para ti. Realmente pensé que eso era lo que tenía que hacer, Bella. Ahora sé que estaba equivocado."



Me quede quieta, mirándolo. Finalmente le dije, "Entonces no estoy segura de que queramos decir lo mismo cuando nos lo decimos el uno al otro."



Él me miro fijamente y yo aleje la mirada. Me sentía como asfixiada. Quería estar en cualquier lugar, menos en este avión, pero no quería volver a estar lejos de él otra vez. Y la contradicción era un tormento increíble.



"Bella, mi 'te amo', significa que tu eres lo más importante en el mundo para mí, que yo pienso en primer lugar y sobre todo lo demás, en ti. Que te quiero que con cada célula de mi cuerpo – y en todos los sentidos de la palabra – y que haré todo lo que tenga que hacer para mantenerte a salvo". Su voz era feroz y aún así mantenía un tono calmado.



Me lamí los labios y cerré mis ojos, luchando por no inclinarme hacia él. "El mío significaba que yo quería estar contigo. Quería que resolviéramos todo juntos. Significaba que confiaba en ti. Yo sabía que no siempre sería fácil, Edward, pero quería estar contigo para siempre… con todo lo que eso significaba." Abrí los ojos y lo mire, sabiendo al instante que él entendía lo que yo le estaba diciendo.



Sus ojos se suavizaron y permitió que su mirada viajara sobre mi cara, observando mi profundo rubor. "No quiero eso para ti," murmuro. "Odio pensar en ti renunciando a todo lo humano por mí". Él levantó su mano y acomodo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Me estremecí.



"Sé que tu sentías eso," murmure, manteniendo todo en tiempo pasado, no presente. "Pero debería haber sido una decisión tomada entre los dos. No sólo tuya. No era sólo tu elección."



"¿Era?" Preguntó despacio, dándose cuenta de que la posibilidad de que yo alguna vez me convirtiera en inmortal acababa de ser desestimada, esta vez por mí. Aun el saber que los Volturi esperaban que yo me transformara no incidió en mi declaración. Ahora yo no quería comprometerme para siempre con él, al menos no sintiéndome tan confundida. No podía. Él pareció desplomarse, físicamente, ante la finalidad de mis palabras. "Bella, podemos hablar de todo ahora, incluso de eso. Sé que necesitamos hacerlo. Nosotros podemos resolver esto."



Sentí las lágrimas corriendo por mis mejillas, y esta vez, lo deje tomarme entre sus brazos. Se sentía tan bien. Se sentía tan correcto.



"Bella, por favor…" susurró."Intentémoslo otra vez."



"No puedo," admití suavemente. "Estoy tan confundida y temo que tú no sabes lo que quieres."



Él se desplomo contra mí y sentí que su cuerpo se agitaba en silencio. "Siempre supe lo que quería", susurró. "Simplemente no creí que mereciera tenerlo."



El necesitaba consuelo y yo lo amaba lo suficiente como para brindárselo, aunque el sentir su pecho apretado contra el mío, su aliento en mi pelo, me quebraba aún más. Sus palabras y sus acciones eran imposibles de conciliar para mí aquí, en este pequeño y estrecho espacio, que la tenue luz azul volvía surrealista. Lo deje llorar contra mí, me deje llorar sobre él. Sabía que teníamos mucho por hablar, pero estaba tan agotada que no tenía más palabras.



Finalmente, me libere yo misma de sus brazos. Él forcejeo, gentilmente, para no soltarme, pero al final, silenciosamente, cedió. Me puse de pie y di un paso hacia la fila detrás de nosotros, donde se encontraba sentada Alice, visiblemente angustiada, con la cabeza entre sus manos.



"Alice," murmure.



Ella me miró y la expresión de dolor en su rostro me resulto casi insoportable. Ni siquiera ella, sabía cómo resultaría esto.



"¿Puedo cambiar asientos contigo?" Pregunté suavemente. "Creo que él te necesita ahora."



Ella asintió y se levantó, acercándome para darme un apretado abrazo antes de pasar a mi lado para sentarse junto a Edward. Entre los asientos vi como su cabeza se apoyaba en el regazo de ella, y la mano de Alice acariciaba silenciosamente su cabello.



                                             *******************



Dormí el resto del vuelo y de nuevo desde Atlanta hasta Seattle. No hable con nadie, sólo me acurruque contra la ventana y dormí. Cuando desperté en Seattle, el avión aterrizaba, los brazos de Edward estaban a mí alrededor, y su rostro se presionaba en mi cabello.



"Lo siento," murmuro él, sin soltarme. "No podía dejarte dormir sola. No después de lo que hiciste por mí. No después de lo que te dije. Bella, sé que tú también me necesitas. Puedo sentirlo. Estuviste inquieta hasta que te abrace."



Le creí. Sabia mejor que nadie que sola nunca dormí tan bien como lo hacía cuando él me sostenía. Me senté y mire por la ventana, él me soltó y se sentó en el asiento a mi lado. Podía sentir como la conmoción disminuía, dando lugar a la ira y el dolor que ahora se mezclaban en mi pecho.



"Está bien", dije insensible, ignorando el resto de lo que dijo.



"Bella" murmuro y yo me volví hacia él, viéndolo bajar la mirada hacia sus manos. "Contrariamente a lo que puedas creer, pensé en lo que tú estarías sintiendo cada segundo que estuve lejos."



Asentí nuevamente y me volví hacia la ventana. Sabía que él había sentido que tenía que dejarme ir. Yo simplemente no podía conciliar el hecho de que aun amándome nunca había vuelto para cerciorarse que yo estuviera bien, que él hubiera pensado que era mejor romper mi corazón con una mentira con el fin de liberarlo.



"Si me hubieras visto, si hubieras visto lo que tu partida me hizo… ¿Habrías regresado?"



"Probablemente," admitió suavemente. Podía escuchar a los otros pasajeros dejando el avión. Pero no pude encontrar la fuerza para levantarme.



"¿Por eso nunca volviste a chequear que yo estuviera bien?" Aún no podía mirarlo. En su lugar, observe como el vagón de equipajes se dirigía hacia la terminal.



"Sí. Yo sabía que no era lo suficientemente fuerte como para permanecer lejos si te volvía a ver."



Lo mire y, luego mire nuevamente mi regazo. "Eso es muy ilógico, Edward."



"¿Haría alguna diferencia si te dijera que volví para comprobar que estabas bien?" Él agacho su cabeza para encontrar mis ojos pero yo continué mirando por la ventana.



"Sí," murmure, sin estar muy segura de nada. "Creo que si."



"¿Por qué?" presiono. "Si yo hubiera vuelto para luego irme otra vez, ¿No hubiera sido peor?"



Sacudí mi cabeza, insegura de que hubiera algo peor que el que se haya ido para nunca regresar. "No me importa si no tiene sentido," murmure, volviéndome para ver a los últimos pasajeros descendiendo. "Todo lo que sé es que yo no habría sido capaz de permanecer lejos de ti si hubiera sabido dónde encontrarte. No entiendo cómo lo hiciste tu."



"Apenas sobreviví," dijo en un suspiro, levantando la cabeza hacia el techo.



Exhale a través de mi nariz. Mordiendo mis labios para no responder a eso.



"Tontamente, pensé que yo sabía mejor lo que necesitábamos." Su voz sonó culposa al proporcionar esa débil defensa de sus acciones.



"Así es," me mofe, parándome finalmente para tomar mi bolso de mano. El tuvo que ponerse de pie y moverse hacia el pasillo para permitirme pasar. "Justamente."



Me baje del avión sin esperarlos, pero los podía sentir cerca, murmurando entre ellos, descifrando como manejarme. Estaba segura de que Alice había visto que yo no los dejaría llevarme a casa.



El resto de los pasajeros ya se habían dirigido a reclamar sus equipajes, y el pasillo estaba vacío al final de la terminal adonde habíamos llegado. Los patrones azules y rojos de la alfombra pasaban hipnóticamente bajo mis pies y yo intente contar mis pasos para no derrumbarme.



La alfombra desapareció dando lugar a un piso de azulejos y luego una escalera mecánica que bajaba hasta el sector de equipajes. Esperé lo más que pude antes de levantar la vista, sabiendo que toda la familia estaría allí, esperando.



Y allí estaban.



Los Cullen se situaban en un pequeño círculo cerca de donde emergimos al final de la escalera mecánica. Tan pronto como vi la cara de aflicción de Esme, vi a Rosalie dar un paso hacia mí y también note la mirada de dolor en los ojos de Jasper – un espejo de mi propia angustia potenciada por su propio remordimiento, sentí como las náuseas me volteaban el estómago y corrí al baño, vaciando el contenido de mi estómago y sollozando contra el inodoro.



Los había extrañado a todos, había necesitado a cada uno de ellos cuando él me abandonó. Todos sabían que me dejaba con una mentira, e hicieron lo que él les pidió porque no pensaron que fuera su lugar interferir.



"Bella," la voz de Alice sonó suave a través de la puerta del compartimiento.



"Sí". Conteste sonando diminuta.



"¿Estás bien?"



Hipé y suspire. "Es mucho para asimilar. Ha sido horrible sin el… Me está costando mucho comprender por qué me mintió. Y los he extrañado mucho a todos.



"Fue terrible para todos nosotros, también." Susurró, sonando destruida pero aliviada de poder decírmelo, finalmente. Podía oír su mano frotándose sobre la puerta, en el lugar que ella creía estaría apoyada mi espalda.



Asentí a pesar de que ella no podía verme. "Lo sé. No estoy enojada, Alice. Solo estoy muy cansada y realmente confundida."



"Por favor permítenos llevarte a tu casa, Bella." Su voz era tan suave y familiar, que quise usarla como una manta. "Tú has pasado por demasiado en los últimos meses, ni hablar de los últimos días."



"No estoy intentando ser obstinada," respondí, poniéndome de pie y secando mis ojos con papel higiénico. "Sólo quiero estar sola para pensar."



Abrí la puerta y camine pasando a su lado para lavar mi cara y mi boca. Ella se paro detrás de mí, luciendo agitada y preocupada.



"Él no va a dejarte sola," murmuro. "Será incapaz de hacerlo."



Intente ocultar mi reacción a sus palabras: la combinación de temor y euforia me hizo temblar.



"Él te ama."



Me encogí de hombros, todavía insegura de esas definiciones y seque mi cara con una toalla de papel.



"¿Te veré pronto?" me preguntó tímidamente.



"Por supuesto, Alice. ¿No volverás a la escuela?"



Ella asintió.



"Entonces te veré allí." Intente ofrecerle una débil sonrisa y la abrace brevemente antes de abandonar el cuarto de baño.



La familia se había dispersado, merodeando casualmente detrás de la cinta de equipaje. Edward estaba atento, parado a varios metros de la salida del baño.



"¿Estás bien?" me preguntó. La preocupación y la vulnerabilidad en su expresión me hicieron doler el pecho.



"Sí," asentí con firmeza, con la esperanza de que no oliera mis lágrimas y mi vómito y todas las poco atractivas cosas humanas. Hice que mis ojos encontraran los suyos. Los míos estaban enrojecidos e inflamados. Los suyos negros y angustiados. Miré a la distancia.



"¿Insistes en tomar un taxi?"



Asentí una vez más, viendo como Alice y Jasper susurraban entre ellos en la distancia.



Él dio un paso más cerca de mí y puso su mano en mi brazo. "¿Puedo pagar la tarifa?"



Lo mire una vez más y sonreí irónicamente, muy a mi pesar. Alice siempre estaba en lo correcto. Él no me dejaría sola. "No, Edward."



Sus ojos se suavizaron con mi reacción. "¿Por qué es eso gracioso?"



"Porque lo estoy haciendo para poner distancia. Dejarte pagar mi taxi no es… poner distancia." Me costó bastante decir esa palabra. Sólo unas horas antes "distanciarme" de Edward habría sido lo último que esperaba necesitar alguna vez.



"¿Tienes dinero?"



"Sí".



"¿Tienes suficiente? Bella, costara como unos $ 200 probablemente. "



"Tengo dinero," balbucee. No tenía $ 200, pero me las arreglaría de alguna manera antes de permitirle venir al rescate.



"¿Puedo ir a verte esta noche?" Su abrupta pregunta pareció sorprenderlo a el tanto como a mí.



Lo miré incrédula. "Estaré durmiendo." No era un sí, no era un no.



"Lo sé," murmuro, acomodando mi cabello detrás de mi oreja, alentado por mi respuesta vaga. Su desesperación me atraganto. "Al menos eso espero. Lo necesitas."



Tome mi bolso de mano y sentí que mi estómago se revolvía con náuseas. "Tengo que irme." Me volví y comencé a caminar lejos de él.



"Bella" me llamó, y su voz se rompió en la segunda sílaba. Miré sobre mi hombro hacia él. "Te veré pronto." En sus ojos vi una promesa más grande y no me permití creerle.



Alejarme de él ahora terminó de destruirme; y no pude contener los sollozos que escapaban de mi garganta. Sabía que podía oírme mientras pasaba a través de las puertas del aeropuerto y hacia la parada de taxis.



Tuve que confiar en que, si se podía salvar lo nuestro, él lo haría. Yo no estaba segura de poder hacerlo.




Capítulo 3: Mi sí

Se inclinó y presionó sus manos en mi cara, queriendo decirlo tantas veces como yo lo necesitara. “Bella, cometí una terrible equivocación.” El presionó sus labios contra mi frente. “Por favor, Bella, déjame arreglarlo. Déjame unirnos otra vez.”

Entonces lo miré fijamente a los ojos y vi que, de hecho, ahora yo tenía esa opción. Nunca espere que me fuera dada la posibilidad de volver con Edward. Además, nunca pensé que la opción me ocasionaría alguna vacilación.
Su cara cayó y su garganta se meneó mientras que él tragaba. “¿Es demasiado tarde? ¿Acaso te lastimé demasiado?”

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Mientras dudaba, sus manos se habían mudado de mi cara y ahora sujetaban mis muslos, distrayéndome, sugiriéndome que, al menos por ahora, algunos de sus antiguos límites se estaban diluyendo,  eran negociables. Quise moverme para poder hablar mejor de esto, poner cierta distancia física entre nosotros, pero estaba congelada.
Baje la mirada hacia sus manos, dejando que su pregunta diera vueltas en mi cabeza.
Preguntarme si él me había hecho demasiado daño tenía sentido. Él me había herido, básicamente había agujereado mi pecho, dejando una cascara vacía hecha de costillas y cartílagos, con pulmones que se expandían y contraían porque eso era lo que se suponía que hicieran, no porque yo quisiera. Pero él no me había herido demasiado. Aquí me encontraba yo, junto a él, respirando más fácilmente y saboreando la sensación de tenerlo cerca.
Pero demasiado tarde significaba que él había perdido una oportunidad. Una enorme grieta se abrió a lo largo de mi pecho y yo no podía ni siquiera pensar en lo que eso significaba. No quería tener que imaginarme nunca un escenario en el que nosotros no pudiéramos solucionar lo nuestro, donde Edward llegara demasiado tarde. El estaba aquí. Por ahora, eso era todo en lo que quería pensar.
Sacudí la cabeza. "No es demasiado tarde. Es solo que yo nunca pensé que tendría esa opción de nuevo." Sentí como mi estómago se apretaba a causa de su cercanía y encontré dificultad para concentrarme en otra cosa que no fuera la forma en que él me miraba. El era tan intenso que parecía como si su piel estuviera vibrando.
El momento era casi irreal y yo, una vez más, miré por la ventana y, a continuación, toque el cristal frío. No quería preguntarle si estaba soñando. Sabía que él me diría que no. Pero no estaba segura de si le creería de todos modos.
El me permitió digerir su pregunta, pero mientras tanto su rostro se tensaba de ansiedad y arrepentimiento. Me rompía el corazón, yo no quería verlo sufrir más.
"Tengo… miedo de estar imaginándome todo esto," admití suavemente, y trate de cambiar mi expresión por una más tranquila mientras me volvía a mirarlo; más comprensiva, menos entumecida.
Él sonrió con tristeza. "Ojalá lo estuviéramos imaginando, pero no. Estoy aquí, pidiéndote que me aceptes nuevamente. Ojalá nunca me hubiera ido, desearía nunca haberte hecho pasar por nada de esto."
Me encogí de hombros. No había nada que pudiera contestarle que no arrancara un sollozo de mi pecho de nuevo.
Me dejo seguir pensando en todo esto mientras sus manos se movían para acariciar suavemente  mis hombros, intentando detener mis temblores.
"No sé qué decir," admití.
Yo sabía que mi silencio le molestaba y recordaba con gran claridad cómo el silencio de mi mente en momentos como estelo afectaba - cuando estaba molesta, enojada, triste, enojado o herida – y él no podía escucharme elaborando esos pensamientos. Quería decirle que lo amaba tan intensamente que no temblaba violentamente a causa del agotamiento, sino debido a su cercanía.
"Sólo dime lo que sea que estés sintiendo," murmuro, apenado. "Por favor, Bella, permíteme componer esto.”
Deje que mis ojos se movieran por su rostro. Sus labios eran suaves y formaban un pequeño puchero. Su piel era lisa y familiar; y yo anhelaba a tocarlo, sentir sus labios acariciando mi mandíbula y mi cuello. Quería sus brazos alrededor de mí, su voz en mi oído susurrándome que todo iría bien. Todo lo que extrañé cuando él se fue, todo lo que pensé que nunca tendría de nuevo.
No quería negarnos eso a ninguno de los dos.
Asentí, pero quería decir las palabras también, decir en voz alta lo que quise decir por tanto tiempo. Quería borrar la mueca de dolor de su rostro. Sabía que mi voz sonaba insegura y ronca, pero fue lo único que mi cerebro podía procesar: "Yo sólo quiero estar contigo." Sentía las lágrimas corriendo por mi cara y sabía que yo le estaba rogando tanto como él parecía estar rogándome a mí. Estar con él era todo lo que yo siempre había querido; sabía que nada podría cambiar eso.
Él exhalo, presionando sus manos sobre mis mejillas y cerrando sus ojos. "Gracias Dios."
Yo sabía – siempre supe, realmente – que para mí sólo existiría Edward. Aunque él nunca hubiera querido volver conmigo, yo siempre lo amaría de una forma en la que nunca amaría a nadie más. Lo hubiera roto o no, mi corazón era suyo: entero o en pedazos. La cuestión era si él realmente lo quería esta vez.
"Tú no querías que yo te amara," dije en un murmullo presionando mi cara en su camisa.
"No," susurro él. "No creía que fuera bueno para ti… Realmente pensé que si te dejaba tus sentimientos  solo desaparecerían."
Sentí como una puñalada en mi pecho, aunque no estaba segura de por qué. Teniendo en cuenta todo lo que él me había dicho, esto no era exactamente una revelación. "Pero yo si te amaba," dije suspirando. "Nunca tuve opción."
Él trago, y yo me di cuenta de él que estaba llorando. "Lo sé."
"Y…" comencé a decir, confundida. "¿Deseas que te ame ahora?"
Asintió, pero paso un momento antes de que él pudiera hablar. Cuando lo hizo, fue en un susurro, "Sí, Bella. Tanto." Entonces tragó fuertemente. "Pero entenderé si…"
Le impedí terminar de hablar levantando mi mano sin mirarlo y apoyando mis dedos sobre sus labios. Yo no podía decírselo todavía, pero la idea que yo no lo amara me parecía una broma.
Lo miré y él me sonrió, juntando sus labios para besar mis dedos. Sentí el frío habitual quemando mis yemas, y me moría por pegar mis labios a los suyos, para mostrarle cuánto había extrañado su tacto. Deje caer mi mano sobre mi regazo y él murmuro, "Te extrañe muchísimo."
Asentí, sintiendo que mi pecho explotaba por la expresión de su rostro. "Yo te extrañe, también."
"Bella, háblame. Por favor. "
Me apoye una vez más contra él y mire ausente el cuello de su camisa. No sabía si podría hablar de todo eso todavía: sobre cómo me sentía al saber que él me había mentido sobre algo tan grande como sus sentimientos por mí, saber que me había amado pero que eso no había sido suficiente para mantenerlo a mi lado y preguntarme si acaso me abandonaría nuevamente si las cosas se pusieran difíciles. Esto que sentía era casi imposible de articular.
Me di cuenta entonces de que quizás nunca sabría como decirle cualquiera de estas cosas. Yo nunca podría preguntarle cómo sabía que no me dejaría la próxima vez que ocurriera algo fuera de su control. Nunca sabría cómo preguntarle cómo amarme era suficiente ahora pero no lo había sido antes.
Y lo que es más importante, no estaba segura de querer saber la respuesta, porque de alguna manera yo sabía que él nunca volvería a mentirme, y yo no podría sobrevivir si lo escuchaba decir que existía alguna posibilidad de me dejara nuevamente.
Me di cuenta de que tenía una opción. Yo podría resolver esto en mi cabeza, sola y encontrar las preguntas con el tiempo o hacer lo que mi corazón quería: hablar con él acerca de cualquier cosa menos esto, tocarlo y aliviar el dolor en mis manos, amarlo y llenar el abismo en mi pecho.
Tan sólo una hora antes yo estaba dispuesta a contentarme sabiendo no volvería a verlo otra vez después de que me bajara del avión. Ahora él me estaba ofreciendo volver a estar juntos. Aunque eso durara hasta que terminara el vuelo, o una semana, o un año, yo lo tomaba. Era toda suya.
Decidí en ese momento que dejaría que el dolor se alejara solo y no forzaría las palabras que aún no tenía la fuerza necesaria para preguntar.
El se sentaba pacientemente, viendo la miríada de silenciosos pensamientos pasar por mi cabeza. Pase mis manos sobre su pecho, viendo como sus dedos apretaban mis muslos y, a continuación, se aflojaban, frotando donde pensaba que me había lastimado. Su rostro mostraba una tensión constante; él se preocupaba por haber lastimado mis muslos con sus manos y de repente me di cuenta de cuánto le dolía  verme lastimada en lo absoluto. Su dolor era casi peor que el mío propio. Recordé cuando me dejó en el bosque y me di cuenta con un aplastante jadeo que eso debió haberlo matado. Si me estaba diciendo la verdad, el habría tenido que morir para poder decirme esas cosas.
"¿Estás bien?" Pregunté, lamiendo mis labios y conteniendo la respiración.
"Lo estaré. Contigo aquí en una sola pieza, lo estaré. ¿Lo estarás tu?"
Yo asentí simplemente, incapaz de decir cuándo o cómo ocurriría, pero sabiendo que eventualmente estaría bien. En lugar de responder en voz alta, le pregunté, "Edward, ¿qué fue lo que sucedió allí?" Había inclinado mi cabeza hacia un lado, como si Italia y los Volturis estuvieran justo a nuestra derecha.
Él se rió sin muchas ganas. "Un gran malentendido casi tuvo consecuencias interesantes."
"¿Interesantes?" Grite, incrédula. Me senté apoyándome contra el respaldo cuando me di cuenta que había llamado la atención de algunos pasajeros alrededor nuestro.
"Shh, Bella," murmuro. "Fui un poco displicente, lo siento." Él apoyo su cabeza contra el asiento, manteniendo los ojos sobre mí. "Debo admitir que todo esto probablemente haya sido tan surrealista para mí, como lo fue para ti. Estoy analizando las cosas por partes aquí: yo pensé que podría vivir sin ti y entonces me di cuenta de que no. Luego, pensé que habías muerto, pero estás viva. Viniste a Volterra para salvarme. Has aceptado permitirme tratar de ganar tu confianza de nuevo. Y ahora estás sentada a horcajadas sobre mi regazo..." me dijo, levantando una ceja en gesto sugerente y mi corazón se estrello contra mi esternón, mi pecho y mi cuello comenzaron a arder. Él trabo sus manos sobre mis caderas para impedir que yo me alejara en una reacción pudorosa. "Es simplemente demasiado para digerir," continuo suavemente, dejando que sus pulgares acariciaran suavemente mis lados. "No puedo pensar en nada más que el simple hecho de que tú estás aquí entre mis brazos."
"Lo sé, fue todo muy…loco," murmure, agitando mi cabeza y jugando con el dobladillo de su camisa.
"Exactamente", dijo, empujando mi barbilla hacia arriba con su dedo índice. "Así que estoy bien. Pero aún un poco shockeado. Me imagino que lo que yo estoy experimentando es leve en comparación con lo que estarás pasando tu."  Se detuvo y paso un dedo a lo largo de mi mandíbula. "Por eso quiero que hables conmigo."
Me trajo más cerca para que nuestros muslos descansaran uno contra el otro. Sólo pulgadas separaban mis caderas de las suyas. Mire hacia arriba y note que él se había dado cuenta de esto, también. No se movió para alejarme o para poner distancia entre nosotros. En su lugar, pasó sus manos sobre mis rodillas y hasta mis caderas y me miró.
Esperó a que yo hablara y cuando no lo hice, susurró, persistentemente, "¿Me dirás lo que estás pensando?"
Enarqué una ceja y sacudí la cabeza una vez. No me estaba rehusando; no sabía qué decir todavía. Yo sólo quería estar con él ahora.
"Bella, esto fue algo increíblemente duro, para ambos. Háblame, " dijo en un suspiro. "Puedo escuchar los pensamientos de todos los que nos rodean. Las asistentes de vuelo, el piloto, el hombre dos filas más atrás que quisiera que estuvieras en su regazo en lugar del mío. Los de todos, excepto los tuyos y eso me está matando."
"Fue duro cuando te fuiste," conseguí decirle, encontrando su mirada y sonriendo débilmente. "Pero estamos aquí". Apoye mi mano en su pecho. "Nunca pensé que te vería de nuevo. Realmente no puedo pensar en otra cosa ahora. Edward, no puedo poner en palabras todo en este momento. ¿Podrías sólo abrazarme?"
Él está aquí.
Me miró con mucha tristeza mientras inspeccionaba mi sonrisa y yo intente relajarme más. Él suspiro suavemente y me acerco a su pecho. Yo descanse mi cabeza contra él, escuchando el sonido del aire que ingresaba en ese espacio duro y frío, y luego salía. Una y otra vez.
Aquí.
Conmigo.
Aquí.
Conmigo.
Aquí.
Conmigo.
"Tú me creíste tan fácilmente," susurró. "Yo esperaba que lucharas más, que me cuestionaras."
"Nunca creía que tú me amaras en la forma en que yo te amaba," murmure.
"¿Por qué?" preguntó, mientras la incredulidad y frustración se reflejaban en su ceño fruncido.
"Tú sabes por qué." Cerré mis ojos. "Nunca tuvo sentido que tú me amaras. Por quién eres, quien soy yo… "
"Realmente no entiendo eso," susurró, acariciando mi mejilla. "Tú eres todo lo que yo siempre he querido, Bella. ¿Lo crees ahora?" Me preguntó, tirándose hacia atrás para mirarme. "¿Tiene sentido ahora que te ame?"
Lo mire y mordí mi labio. No podía mentirle. "Yo no sé cómo puedes..."  Y haberme dejado. Y haber mentido. Y haberte quedado alejado durante meses.
Sostuvo mi mirada por un largo momento y asintió, tratando de sonreír. Pero su sonrisa no alcanzo sus ojos. Por último, su mirada se suavizo habiendo comprendido. Estaba segura de que él sabía que yo me estaba conteniendo. Quería decirle que yo sólo necesitaba tiempo para encontrar las palabras, pero eso abriría mucho más de lo yo estaba preparada para discutir.
"Eres y siempre has sido mucho más que mi cantante, Bella. Yo te amo. Te amo de una manera que creo que no puedes comprender."
Me congelé cuando dijo eso, sintiendo ira y humillación ante las palabras que él había dicho con intención inocente. El estaba tratando de transmitir la fuerza de su amor, pero yo sólo me sentí pequeña e insignificante cuando comprendí su significado: yo no había podido entenderlo entonces. No podía entenderlo ahora. Nada había cambiado.
Conté hasta diez, respirando profundamente.
Sentía como las lágrimas se deslizaban hacia abajo de mi cara y me acurruque contra él en un intento de ocultarlas, sabiendo que él podía oler la sal, sentir la humedad a través del algodón de su camisa.
"El perdonar es un proceso," murmuro contra mi cabello y el sonido resonó dentro de la caverna de su duro pecho, junto a mi oído. "Yo sé eso. Y haré todo lo que necesite hacer para ganar el tuyo."
Reflexione sobre esto en silencio, aliviada por el sonido del aire expandiendo sus costillas, sintiendo como esa acción movía suavemente mi cabeza.
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"Hueles a ti," susurró, besando mis cabellos.
"Tú también," sonreí contra su camisa, apretando la tela más fuerte en mi puño.
"¿Deseas hablar sobre eso?" Su pregunta era prodigada con suavidad, pero insistentemente.
Sacudí la cabeza. "Ahora no. Sólo abrázame."
"Por supuesto," él murmuró, besando mi cabeza una y otra vez. "Siempre."
Sus dedos pasaban hacia arriba y abajo de mi brazo, dejando un rastro de piel de gallina. Ambos lo notamos, pero ninguno estaba dispuesto a renunciar al contacto.
Después de un rato él murmuro, "Se me olvidó cómo te sentías en mis brazos: tan pequeña, tan suave. Eres tan delicada."
Lo miré, con una mezcla de pánico e irritación fusionándose en mi garganta ante el recordatorio de por qué él me había dejado para empezar. Mis ojos se reunieron con los suyos y fruncí el ceño. "Nunca he sido tan delicada como tú piensas."
"No quise decir eso," susurró, aplacando mi cabello y mis nervios. "Sólo digo que te sientes familiar. Te sientes delicada pero familiar."
Asentí, calmándome ligeramente. "Yo puedo manejar más de lo que tú crees," le dije, determinada.
"Aparentemente," dijo sarcástico, relajado ante la comodidad de este intercambio familiar. "Tú puedes sobrevivir a un salto de acantilado."
Mi temperamento estallo, como era previsible. "Tú no tienes derecho a opinar sobre eso."
Empecé a bajarme de su regazo, pero me sujeto en el lugar, con ojos suplicantes. "Lo siento," murmuro rápidamente. "Bella, sé que yo no estaba ahí. Es solo que no puedo evitar la reacción protectora que tengo cuando te imagino saltando desde un acantilado."
Yo lo miré con la boca abierta. "¿Reacción protectora?" Intente calmar la creciente frustración en mi pecho. Él no sabe, me recordé a mí misma. Él no sabe lo de Laurent, el ignora todo eso.
Su cabeza se desplomo y él asintió. "Sé que suena como una flagrante contradicción de mis acciones. Yo no puedo protegerte si no estoy aquí."
"Edward, tú no puedes protegerme independientemente de todo," conteste. "Es imposible para ti, no puedes adjudicarte esa tarea. Siempre lo fue". Lo mire tan seria como pude y sus ojos se tensaron. Miró una y otra vez entre mis ojos, urgiéndolos a que le dieran una señal de cuan enojada estaba yo. Pero no estaba enojada; este intercambio continuo siempre nos había definido, probablemente siempre nos definiría, y había algo extrañamente reconfortante acerca de eso en este momento. Me fundí en una sonrisa reacia.
"¿No vas a echarme la bronca?" me pregunto mirándome de reojo.
Me di cuenta que yo no lo haría. Esto era bueno, se sentía familiar, se sentía como... nosotros.
"Echarte la bronca seria poco," me burle, pellizcando su brazo inútilmente.
"¿Taparme la boca?" gruño, con una chispa de humor en los ojos.
Me empuje lejos de él, sonriendo, pero también un poco incrédula. "¿Me estás cargando ahora? ¿Estás flirteando conmigo?"
Su expresión combinado remordimiento y alegría. "No puedo evitarlo. Estoy tan feliz de verte."
Sonreí y baje de nuevo mi cabeza a su cuello.
Mordí mi labio y lo sentí tensarse bajo mi cuerpo mientras consideraba lo que quería decir a continuación. "¿Bella?"
"¿Hmm?" Murmure. El esperó hasta que me enderece y encontré sus ojos.
"¿Qué estabas haciendo?" susurró. "¿Saltando de un acantilado?"
Miré hacia abajo, avergonzada. No respondí por un largo momento. Él levantó mi barbilla y yo murmure, "Sabía que te escucharía."
Él sacudió su cabeza como para despejarla. "Lo siento, ¿qué?"
Deje que mi cabello me cayera sobre la cara, pero él lo corrió hacia atrás, insistiendo en mirarme a los ojos mientras le respondía. "Cuando hacia cosas que tu desaprobarías o encontrarías imprudentes, podía oír tu voz".
Se tomó un momento para aplacar su reacción, tragando fuerte y cerrando sus ojos. "Odio que hayas hecho cosas que podrían haberte matado solo para sentirte cerca de mí." Sus dientes se apretaron ligeramente y él nuevamente hizo una pausa para calmarse. Cuando abrió los ojos estaban más suaves de lo que yo esperaba que estuvieran. "Especialmente después de que me prometiste que serías cuidadosa, pero no puedo reprochártelo. Yo hubiera hecho lo que fuera para escuchar tu voz, Bella. No puedo estar enojado contigo por hacer lo mismo que yo hubiera hecho."
Asentí. Parte de mí anhelaba preguntarle por qué no me llamo simplemente, si quería estar cerca de mí. Él podría haber hablado conmigo si quería. Pero no encontré las palabras, y preferí el silencio. Me acurruque cerca de él y suspire. "Lo haría todo de nuevo," murmure, repentinamente agotada. "Excepto que esta vez contestaría el teléfono yo misma."
"Estoy aquí ahora", susurró, reflejando mis pensamientos y besando mi frente. Su voz contenía algo más pesado, era vacilante, pero no pude procesarlo. De todos modos su voz me aplacaba. "Duerme."
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Dormí el resto del vuelo y todo el viaje desde Atlanta a Seattle. Me sentía confortable en sus brazos; descanse mejor de lo que lo había hecho en meses, mejor de lo que lo había hecho desde la última vez que el me había abrazado mientras dormía.
Toda la familia nos estaba esperando cuando llegamos al área de reclamo de equipajes. Alice corrió hacia Jasper, y ellos compartieron un saludo privado, lleno de miradas tranquilas y pequeñas sonrisas. Las manos de Esme se apretaban por debajo de su barbilla, deseosa de ver a todo el mundo y tocarnos  a todos. Carlisle me envolvió en un fuerte abrazo, y pareció reacio a soltarme para permitir que Emmett casi me rompiera los brazos con su apretón. Edward nunca soltó mi mano, y en su lugar permitió que los miembros de su familia recibieran un abrazo de un solo lado de mi parte.
Rosalie se situó detrás de él, con cara de desolación. "Bella." Su pequeña voz era incongruente con su presencia. "Edward."
"Hola," le dije suavemente. Edward me condujo hacia adelante, en dirección a la salida.
 "Edward, por favor. Permítele hablar," dijo Carlisle tranquilamente.
Edward se detuvo y miro a Rosalie. Ella sostuvo su mirada implacable, por todo el tiempo que fue capaz y, luego, sus ojos bajaron sobre sus manos entrelazadas.
"Lo siento tanto," susurró ella. Levanto la vista otra vez, dirigiéndose a mí. "Lo siento mucho."
"Tu conocías mi estado mental," dijo Edward con voz tranquila, controlada. "Deberías haberte asegurado."
"Lo sé," asintió ella. "Estoy muy apenada por todo lo que los hice pasar." Ella estaba angustiada y eso creó una tensión palpable. Sentí una ola de calma, pero no llegó a las facciones de Rosalie. La idea de que ella podría haber perdido a su hermano por culpa de este error requería del perdón de Edward para calmarla, no simplemente de la influencia de Jasper.
Edward asintió una vez y, luego, le proporciono una suave sonrisa. Entonces asintió hacia mí y me apretó completamente contra su costado. "Quiero llevarla a su casa."
Encontramos dos autos que nos esperaban en la entrada y subimos, Edward y yo con Carlisle y Esme.
Quería ponerme al día y enterarme cómo habían estado, donde habían ido. Hablamos un rato, ambos claramente aliviados más allá de las palabras de que estuviéramos en casa y más aun de que lo hiciéramos juntos. Esme se mostraba atípicamente concisa y comprendí que era porque estaba emocional; ella se estaba recuperando de su propio terror. La reconexión fue fácil y paciente. Pero, tan pronto como comenzaron las vibraciones calmantes del auto, tan pronto como Edward me giró en el asiento y atrajo mi pecho contra el suyo, acomodando mi cuerpo diagonalmente a través de su torso, yo me acurruque en su hombro y me quede en silencio.
A diferencia de en el avión, el silencio no se sentía pesado o nublado. Se sentía tranquilo y lleno de todo lo que no se había dicho aún, pero que se diría.
Eventualmente.
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El auto se movió discretamente a través de Forks y yo mire como Edward observaba fuera de la ventana, dolor y alivio se mezclaban en sus facciones ablandando su boca, y tensando su mirada.
"Déjenme por allí," dije, sentándome y poniendo mi mano sobre el hombro de Carlisle, en el asiento del conductor. Señalando el final de la calle, varias casas más allá de la nuestra. "Charlie no…"
"Entiendo," dijo Edward suavemente, con un tinte de tristeza, que hizo que su voz sonara más grave de lo habitual. "Charlie necesitara procesar todo esto."
Yo asentí y me volví hacia él. "Por favor no te alejes mucho."
"No lo haré," dijo, pasando su dedo índice a lo largo de mi ceja, empujando un mechón de pelo fuera de mis ojos. "Yo no podría."

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Anochecía y la patrulla estaba estacionada en la entrada. Contuve el aliento, escuchando pasos que se acercaban a la puerta.
Charlie irrumpió a través de la puerta y me tomo en un abrazo feroz, torpe, antes de dar un paso a paso atrás y suspirar fuertemente, mirando detrás de mí y agitando su cabeza. "Jesucristo, Bella. ¿Tienes idea de lo preocupado que he estado?"
"Lo siento, papá," le dije, realmente compungida. Podía notar en los movimientos rápidos y cambiantes de sus ojos cuan aterrado había estado. "Tenía que ir."
Él me miró e inhalo profundamente a través de su nariz, asintiendo una vez. "Estas hecha un desastre, Bella."
"Pase mucho tiempo en aviones en los últimos días." Le ofrecí una sonrisa, pero él no la devolvió.
"No quiero saberlo todavía," gruño suavemente, sosteniendo su mano en alto. "Necesito calmarme. Ve a dormir un poco, hablaremos mañana."
Yo asentí y me deslice a su lado, llevando mi pequeño bolso arriba y dirigiéndome directamente a la ducha. Quería lavar los últimos meses de mi cuerpo, de mi memoria.
No quería volver a pensar en eso nunca.
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Entré en mi habitación, con el cabello goteando y mi cuerpo vagamente envuelto en una toalla. Edward estaba sentado en el borde de la cama, hojeando mi maltratado y ajeado ejemplar de Cumbres Borrascosas. Intente ocultar mi reacción de euforia al verlo aquí, en una pose tan familiar.
"Hola," sonrió, mirándome.
"Hey," murmure, ruborizándome por el aspecto hambriento en sus ojos.
"Estoy contento que tenerte toda para mí," susurró.
Yo mordí mi labio y me volví para sacar algo de ropa de mi vestidor, sintiendo como me miraba desde el costado. Intente vestirme discretamente, poniéndome el short de mi pijama debajo de la toalla y volviéndome de espaldas a él antes de dejar caer la toalla para colocarme el top de breteles finitos. El bien podría haber estado poniendo fósforos encendidos sobre mi piel por la intensidad de su mirada sobre mi espalda.
Me voltee para enfrentarlo y él ni se molesto en tratar de fingir que no me había estado mirando, sus mirada siguió el rumbo de mis dedos mientras yo terminaba de bajar la tela sobre mi abdomen. Sus ojos permanecieron en mis pechos por debajo de la delgada remera.
"Intente encontrar una primera edición de este," murmuro, golpeando el libro ligeramente con su mano opuesta.
"¿Cuándo?"
Sus ojos encontraron los míos y, luego, regresaron a su regazo. "Cuando me fui, amor."
"¿Lo hubieras enviado?" Pregunté, sujetando mi cabello en un desordenado rodete y preguntándome cómo habría reaccionado de haber recibido algo de él en el correo.
"Me gusta pensar que si," murmuro, dejando que sus ojos viajaran de mis caderas a mi cuello y luego bajaran nuevamente.
Era como si me bebiera y me hiciera el amor en el mismo instante.
"Hubiera sabido que eras tú," dije en un susurro bajo, saboreando la forma en que sus ojos seguían los movimientos de mis extremidades y saltaban a mis labios, la forma en que su boca se abría un poco cuando yo arqueaba mi espalda para estirarme.
"Imagino que lo habrías hecho." Su sonrisa era torcida y yo di un paso más cerca de él.
Aclare mi punto. "Hubiera negado todo el asunto de 'Será como si yo nunca hubiera existido'."
Edward arrugo la cara adolorido."Qué cosa horrible te dije."
Asentí, susurrándole, "Y te llevaste mis fotos y mi CD. Me preguntaba si me había vuelto loca imaginándote."
"Ah sí," susurró. Él golpeo con su pie un tablón flojo del piso cerca de la cama. Este se abrió hacia arriba bajo el movimiento simple y fuerte.
Yo mire fijamente el pequeño espacio y pude ver un pedazo de papel asomándose por encima de la madera. Di un paso más cerca y me agache, sacando el trozo de papel fuera y, a continuación, una foto y el CD.
"¿Esto estuvo aquí todo este tiempo?" Exhale, poniéndome de pie.
Él asintió.
Miré la foto en la que estábamos Edward y yo, y era exactamente cómo la recordaba. Pude sentir que me miraba mientras yo acariciaba su cabeza con mi pulgar en la foto. El aire en mi habitación zumbo ligeramente por el silencio, mientras ambos sucumbíamos al recuerdo de todo lo que rodeaba aquella época: la locura que provoco mi corte con el papel, Edward encerrándose en sí mismo, Edward dejándome. Exhale, poniendo la foto detrás el CD y pasando mi dedo sobre el borde de plástico, presionándolo contra él y observando la línea blanca que aparecía en mi piel.
"¿Estás bien?," murmuro él.
Asentí ausentemente. El tercer elemento en mi mano cayó al piso y me incline para recoger el pequeño trozo de papel, recorriendo el borde dentado con mi dedo. Su prolija caligrafía apareció a través de la hoja.

Puede que no te merezca,
Pero siempre te querré.
Edward

La hoja había sido cortada arriba de esas palabras.
"El papel está cortado," le dije con una pregunta en mi voz.
Edward asintió una vez, equilibrando su peso en la cama para alcanzar su bolsillo y extraer su billetera. Saco la otra parte de la nota de un compartimiento. Se veía muy ajada, como si la hubiera tocado diariamente. Me estire y la tome con cautela.

Bella,
Te amo. No existe mayor verdad.
Siempre me asombrara que me hayas amado alguna vez.

No me di cuenta de que estaba llorando hasta que Edward se paro delante de mí, secando las lágrimas de mi cara con las yemas de sus pulgares. "Shhh, Bella," susurró. "Lo siento mucho. Por favor no llores."

"¿Por qué lo rompiste?" Pregunté, limpiando mi nariz. No podía pensar cómo hacer la pregunta más importante: ¿por qué había dejado esto donde era tan improbable que yo lo encontrara?
Él dudo. "Quería tener un recordatorio de que habíamos existido. Que tú me amabas." Besó mi frente. "Por favor entiende que me doy cuenta de cuan egoísta fue no permitirte tener el mismo símbolo."
Me sentí enojada, triste y aliviada. No había posibilidad de que yo pudiera articular todo lo que sentía y elegí perderme en la sensación de sus brazos alrededor de mí en lugar de hacer las preguntas que sabía que ninguno de nosotros podría responder nunca.
"Esperaba que la encontrarías algún día. No podía soportar pensar que tu creías que mis sentimientos habían sido una mentira. Aunque no me quisieras mas," murmuro contra mi cabello. "Pensé que la habías encontrado."
"¿Qué? ¿Por qué?"
"Cuando viniste por mí a Volterra… la forma en que me dejaste tocarte en el avión…"
"Oh," susurró, empezando a comprender.
"Pero, luego, me preguntaste por qué yo estaba sosteniendo tu mano, y me di cuenta de que no habías encontrado esto, y que me estabas dejando tocarte incluso después de todo lo que te hice, aún pensando que yo no te quería. Me ofreciste consuelo sin esperar nada a cambio." Su voz se volvió baja y reverente.
"Porque yo te amo," le dije simplemente. "Yo no esperaba que volverías a mí."
Sus ojos se cerraron y sus cejas se juntaron en una expresión de alivio, de dolor y necesidad cuando me oyó decir esas palabras en tiempo presente. Él se acerco a besarme entonces, finalmente, sus labios deliciosamente suaves y hambrientos contra los míos.
La densa tensión física entre nosotros se había fundido de algo chispeante y eléctrico  en algo fluido y natural. Mis labios se abrieron para él y mis manos encontraron el cabello de su nuca y tironearon. Él gimió, bajo, en mi boca. Este beso se sintió nuevo, ilimitado y un extraño sentimiento creció dentro de mí: poder. Sus brazos no me mantienen a cuidadosa distancia; sino que me apretaban contra él, dejándome sentir como temblaba para restringir su fuerza y el grado de su necesidad. Podía sentir mis curvas contra las duras líneas de su cuerpo cuando sus manos se amoldaban a mi silueta recorriéndola, hacia abajo de mis brazos y arriba otra vez, hacia abajo de mi espalda y hasta mis hombros. Los temores y la euforia de ambos se disolvían en el alivio y la admisión de que esta había sido la forma en que deberíamos haber estado siempre.
"Bella", susurró y sonando desesperado. Alimentando mi lujuria, alimentando mi confianza. Él se alejo un poco, dándome la opción de alejarme de sus brazos. "No quiero contenerme, pero…"
"Por favor, no" exhale, pasando mis manos hacia abajo de su pecho y subiendo por su espalda hasta sus hombros, tirándome yo misma contra él. Yo estaba en puntas de pie y recorrí con mi nariz el largo de su mandíbula. "Por favor."
Abrí la boca y deje que la punta de mi lengua trazara la línea de su mandíbula. Había una atracción entre nosotros que yo sabía que él no podía resistir mas; sus brazos temblaban, él murmuraba contra mis labios y las palabras que puede entender eran suplicas frenéticas por más.
Todo era diferente.
Esto era lo que necesitábamos.
Así era cómo podríamos superar todo.
Sus manos corrían hacia abajo de mi espalda y sobre la curva de mi cola, palpándome suavemente antes de deslizarse hacia debajo de mis muslos y alzarme, enredando mis piernas alrededor de su cintura.
Nuestros cuerpos se alinearon… ahí.
Gemí cuando lo sentí: duro y tenso contra la parte frontal de sus jeans.
"¿Estás bien con esto?" susurró, caminando hacia atrás y sentándose en el borde de la cama, manteniendo mis piernas alrededor de su cintura.
"Iba a preguntarte lo mismo," sonreí contra sus labios, haciendo un movimiento experimental con mis caderas.
No me decepciono su reacción. Sus ojos se cerraron y su boca se abrió, liberando el sonido más sensual que yo hubiera oído nunca.
Necesitaba escuchar ese sonido de nuevo inmediatamente, y por instinto me empuje hacia abajo contra él, sintiendo los botones de sus jeans y su cuerpo, debajo del fino material de mis shorts.
"Jesús," susurró, mientras sus manos ayudaban a mis caderas a encontrar un ritmo. "El calor…"
Mis labios recorrieron su cuello, sentirlo debajo de mi así, sin que sus manos me alejaran, me hizo gemir suavemente, mientras mi boca lamia y mordisqueaba su piel.
"Dios, Bella…"
"¿Demasiado?" Jadee, acercando mis labios a los suyos.
"No, es solo…" él se quedo en silencio mientras yo dejaba besos en las esquinas de su boca, permitiendo que mi cuerpo asumiera el control. Sus manos acariciaron los costados de mis muslos antes de meterse debajo de mis shorts y moverse hacia atrás para recorrer la forma de mi cola, apretándome suavemente y atrayéndome más cerca de él. Pude sentir que sus labios se movían, formando palabras en voz demasiado baja para que yo las escuchara. Sus manos me guiaban hacia arriba y abajo de su longitud y yo gemí en su boca, dándome cuenta de que podía acabar tranquilamente de este modo.
"¿Sólo qué?" ronronee, retándolo a que me detuviera.
"Es solo que no puedo concentrarme en la conversación cuando hacemos esto…"
"¿La conversación?" Pregunte, ralentizando mis movimientos sobre él, dejando que mis caderas continuaran girando vagamente sobre él mientras yo hacia un camino de besos desde su cuello hasta su oreja. Lo sentí temblar ligeramente debajo de mí. El movió sus manos de mis shorts y acaricio ligeramente mis muslos.
"Sí, Bella," susurró, inclinándose hacia atrás y mirándome intensamente. El fervor en su mirada se sentía como fuego en mi cara. "Um… la conversación sobre cuales son nuestros nuevos límites."
"¿Perdon?" Pregunté, no estaba acostumbrada a escuchar ninguna vacilación de su parte sobre este aspecto de nuestra relación. Sentí que mi pulso se aceleraba, cuando me di cuenta de lo que yo le estaba haciendo a él, lo que el quería de mí.
Él bajo su cabeza a mi cuello, me beso suavemente y murmuro contra mi piel. "Sí, amor. Nuestros límites, como ahora, por ejemplo… ¿nos detenemos aquí y hablamos un poco más? O… ¿seguimos haciendo lo que estamos haciendo?" Bajó su voz y llevo una de sus manos hacia abajo por mi muslo y hacia arriba hasta llegar a donde estábamos unidos, acariciando con el reverso de sus dedos mi piel caliente mientras yo me movía sobre él. Cuando habló otra vez, sonaba… indeciso, necesitado, ¿inseguro? "Bella, si no dejas de hacer lo que estás haciendo… me vas a hacer acabar."




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Capítulo 4: Mi estatua

Tome mi bolso de mano y sentí que mi estómago rodaba con náuseas. "Tengo que irme". Me volví y comencé a caminar alejándome.

"Bella," me llamó, y su voz se rompió en la segunda sílaba. Miré por encima de mi hombro hacia donde él se encontraba. "Te veré pronto." En sus ojos vislumbre una promesa pero no podía permitirme creerle.

Alejarme de él ahora terminó de destruirme; y no pude contener los sollozos que escapaban de mi garganta. Sabía que podía oírme mientras pasaba a través de las puertas del aeropuerto y hacia la parada de taxis.

Tuve que confiar en que, si se podía salvar lo nuestro, él lo haría. Yo no estaba segura de poder hacerlo.


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Los neumáticos del taxi se deslizaron sobre las pequeñas piedrecillas a lo largo de la acera enfrente de la casa de Charlie. Sentía como si hubiera estado ausente durante años. Saque un montón de billetes arrugados del bolsillo de mi abrigo, así como algunos crujientes billetes de veinte dólares que supongo que Alice habría escondido allí cuando me abrazó en el aeropuerto. Entregue el dinero desordenado al chofer del taxi, esperando a que él lo contara y me dijera que no era suficiente. Pero el me devolvió algunos billetes de veinte y me agradeció.

Podría haberse quedado con todo y yo nunca lo hubiera sabido. Estaba segura de que el hombre había visto los oscuros círculos bajo mis ojos y la pequeña lastimadura en mi labio, donde me había mordido sin descanso.

Ese pequeño gesto de humanidad me calmó infinitamente.

Era el anochecer y la patrulla de Charlie estaba estacionada en la entrada. Contuve el aliento, mientras escuchaba pasos cerca de la puerta de entrada.

Charlie irrumpió a través de la puerta y me tomo en un abrazo feroz, torpe, antes de retroceder unos pasos y suspirar fuerte, mirando detrás de mí y agitando su cabeza. "Jesucristo, Bella. ¿Tienes idea de lo preocupado que he estado?"

"Lo siento," murmure. "Tenía que ir."

Él me miró por un momento, y sus ojos se fijaron sobre mi rostro. "No entiendo este lío, Bella. No lo entiendo."

"Lo sé. Lo siento, papá."

Él asintió una vez y sus ojos se suavizaron ante mi afectada expresión, mis hombros curvados hacia adelante, mi labio lastimado. "Te ves como la muerte en zapatillas. Vete arriba y duerme un poco. Tenemos una larga charla en nuestro futuro".
Asentí, sin ignorar que 'una larga charla' para Charlie significaban unos diez minutos. Sabía también que las conversaciones que podría tener con Edward serían largas en el orden de varias horas. El solo pensamiento me hizo sentir más agotada. Me puse en puntas de pie y bese la mejilla de Charlie. Sus ojos se cerraron brevemente y él exhalo a través de su nariz.

"Buenas noches, papá," murmure.

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Abandone mi ropa en el piso del baño y me quede bajo el agua caliente de la ducha por una eternidad, sintiéndome totalmente disociada de mi cuerpo. Mis pies parecían pegados a las piernas de otra persona; apenas podía sentir mis manos al frotar el jabón sobre mi piel. Sabía que estaba agotada. Sabía que estaba abrumada. Necesitaba dormir.

Me envolví en una toalla y me arrastre a mi habitación.

Edward se encontraba sentado en el umbral de la ventana, mirando impaciente hacia la puerta cuando entre en el cuarto. No me sorprendió en absoluto verlo allí. Él se estremeció y cerró los ojos cuando me vio envuelta en la toalla, con mi cabello goteando hacia abajo de mis brazos y espalda. No supe si era porque estaba demasiado delgada, o porque vio el corte en mi labio, o si habría otra cosa que lo había molestado. Miré hacia abajo, observando mi cuerpo para deducir que era lo que él podría haber visto.

"¿Tuviste tiempo para pensar en el taxi?" me preguntó suavemente.

Lo miré. Sus ojos se encontraban todavía cerrados. "Supongo," murmure, insegura de si eso era verdad. Las horas habían transcurrido sin darme ninguna claridad. "Pero yo no puedo hablar esta noche. Estoy demasiado cansada."

"Lo sé, cariño." Abrió sus ojos. Baje la mirada al escuchar el término cariñoso, sintiendo como el rubor teñía mis mejillas. "¿Me puedo quedar contigo?" Su voz era baja y desesperada. Sabía que si se lo pedía, se iría. "Simplemente no soporto la idea de estar lejos de ti ahora."

Yo nunca podría pedirle que se fuera.

"Entiendo," murmure.

Él me miro fijamente, intentando descifrar si mi respuesta era un permiso o simple resignación.

Siendo completamente honesta, era un poco de ambas. Yo no podía decirle que lo único que deseaba era que él se quedara aquí conmigo, a pesar de que estaba sin palabras, herida y que temía que él estuviera aquí por culpa, en lugar de amor. Quería preguntarle si estaba aquí porque les había dicho a los Volturis que yo sería convertida eventualmente, o porque realmente me quería para siempre.

Estaba demasiado insensibilizada para preguntarle nada. Ni siquiera tenía la energía para decirle que necesitaba ponerme la ropa de cama. Rápidamente se volteo, alejándose de mí, cuando deje caer  la toalla y me coloque una remera y unos shorts.

Me di vuelta una vez que hube terminado de cambiarme y nuestros ojos se encontraron en el reflejo de la ventana. "¿Me estabas mirando mientras me cambiaba?" Le pregunté quedamente.

"Sí", dijo en un susurro intenso, y supe que los dos habíamos comprendido el pacto silencioso que yacía entre nosotros en ese momento: si realmente sentía todo lo que me diría esta noche, nunca volvería a mentirme. "Eres tan hermosa, Bella." Él no intento enmascarar el anhelo en su voz, y yo comprendí el gesto en su cara cuando me vio entrar al cuarto cubierta solo por una toalla.

Yo sabía que debía sentirme enojada o violada o que de alguna manera él no me estaba dando espacio, no me estaba dejando pensar, pero estaba muy cansada y lo necesitaba demasiado. Tropecé en mi camino a la cama y sentí como él me agarraba de los codos, enderezándome. Sus manos permanecieron en mis brazos mientras yo me acostaba, rodando de lado y lejos de él.

Su voz era suave y mis lágrimas interminables habían empapado la funda de mi almohada, mientras él me tarareaba mi nana por primera vez en meses.

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Me desperté sintiéndome pesada y rígida. Supe antes de abrir los ojos que Edward se había ido. Miré en la almohada junto a mí y encontré una pequeña nota.

                                                     Te veré pronto. Te amo, Bella. –E.

Hice un esfuerzo considerable para empujar las mantas de mis piernas y levantar mi cuerpo de la cama.

Charlie estaba esperándome sentado a la mesa de la cocina, mirando silenciosamente por la ventana. Se volvió para mirarme cuando me acerque caminando, todavía en mi pijama.

"Te quedaras en casa hoy." Su voz era suave pero no escuche ira en ella.

Me di cuenta que no era una pregunta, sino una orden. Intente sonreír. Sin dudas no estaba de ánimo para ir a la escuela, e imaginé que me vería para el demonio. Me serví café y me hice unas tostadas antes de sentarme.

Charlie limpio su garganta, pero no hablo durante unos minutos. En su lugar, él miro fijamente mis manos mientras yo estudiaba los patrones aleatorios de vetas oscuras en la mesa de fórmica blanca.

"¿Vamos a tener un drama Edwardiano cada primavera?"

"Espero que no," murmure, bebiendo mi café.

"El doctor Cullen llamo anoche," comenzó a decir Charlie. Mis ojos se dispararon y encontraron los suyos, oscuros y calmados. "Dijo que era tu historia para contar, pero que lo que hiciste por Edward fue muy abnegado. Yo le dije que no me sorprendía para nada. Todos querían asegurarse de que hubieras llegado bien a casa, ya que no los dejaste traerte."

Mis ojos se movieron hacia mi taza de café y sentí como mis párpados inferiores se llenaban con lágrimas.

El se inclino hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa. "¿Bells?" Su voz sono llena de incredulidad. "¿Cómo es que no los dejaste traerte a casa? Después de irte a rescatarlo de algún problema, durante los últimos tres días, ¿tomaste un taxi para volver del aeropuerto?"

Asentí, no queriendo explicar.

"¿Qué te hizo ese chico?" Susurró, angustiado. Me di cuenta de que él me estaba estudiando, esperando que le respondiera, pero yo arrastre mi pulgar a lo largo de la chapa de aluminio de la mesa en lugar de encontrar sus ojos. Su voz fue un áspero susurro: "¿Vas a permitir que ese chico te lastime una y otra vez?"

"No," dije temblando.

"Mmhmm," murmuro Charlie dentro de su taza, sonando poco convencido.

"No es así, papá," murmure quedamente. "Él piensa que no es adecuado para mí. Hace estas cosas porque piensa que debe permanecer lejos de mí."

"¿Has pensado que quizás él no sea adecuado para ti? ¿Qué él debería permanecer lejos de ti?" me pregunto Charlie, depositando suavemente su taza sobre la mesa y rascándose la nuca.

"Sí."

Él suspiro, "Me parece que es demasiado drama, Bells."

Bueno, yo no podía argumentar contra eso. Mordí mi labio en lugar de responder, pensando. Probé sangre y lo libere, y pase mi dedo índice ausentemente sobre él, para luego mirarlo por un momento, preguntándome si alguna vez volvería a ver la sangre del mismo modo.

"Entonces, ¿ellos han regresado?" pregunto Charlie, apoyándose en su silla.

Me encogí de hombros, colocando la mano sobre mi regazo otra vez. "Eso supongo."

"¿Sabes que estás castigada, verdad? Hasta que yo decida que no lo estas." Dijo, mirándome directamente. No pude leer exactamente su tono pero me pareció más protector que enojado.

"Ya tengo dieciocho años, papá."

"Y vives bajo mi techo. Estarás en casa cuando oscurezca, sin excepciones."

"¿Cuándo oscurezca?”

"Cuando oscurezca", confirmó, asintiendo una vez con la cabeza.

Fije la mirada sobre la mesa una vez más, dándome cuenta que no me importaba si nunca volvía a salir de casa otra vez.

"¿Y…Bells? Verás a ese chico en la escuela y no hay una maldita cosa que yo pueda hacer para evitarlo. Pero el volverá a poner un pie de nuevo en esta casa sobre mi cadáver armado."

Él se puso de pie, llevo su taza a la bacha de la cocina, agarró su cinturón y se fue.


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Llame a Jake más tarde esa mañana, pero él no respondió, y no devolvió mi llamado. Incluso aunque él me llamara, yo sabía que no tenía a nadie con quien hablar sobre todo esto: Sobre que Edward hubiera regresado, sobre la cuestión de los Volturis, sobre si yo podría superar alguna vez el dolor que sentía, por sentir que no había posibilidad de que Edward me amara de la misma forma en que yo lo amaba a él.

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Edward vino a mí una vez más esa noche, pidiendo perdón con sus ojos y su voz. Él se sentó en el suelo junto a mi cama. Me hablo sobre su regreso a la escuela, acerca de las miradas curiosas y las preguntas susurradas acerca de donde estaría yo. Me hablo sobre lo extraño que le había resultado volver a su casa, lo raro que se sentía estar allí, cómo cada espacio le parecía vacío sin mí.

Su voz era lo único que llenaba mi habitación esa noche.

Me prometió no renunciar nunca a nosotros. Me dijo que me amaba una y otra vez hasta que yo, finalmente, sucumbí al sueño.

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Al día siguiente regresé a la escuela, un jueves.

Dejé mi casa, acorazada en unos pantalones de jean oscuros y una pesada parka. Edward estaba afuera, apoyado contra el Volvo. Me saludo con la mano ligeramente, y yo me subí a mi camión.

Él me siguió a la escuela y estaciono al otro lado del parque junto a Alice. Ambos me esperaron hasta que pase caminando a su lado, para seguirme dentro, en silencio. Un silencio pesado y triste.

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La escuela era un zumbido de voces y, tal y como me había dicho Edward, todos especulaban  acerca de por qué los Cullen habían regresado, adonde se habían ido y si Edward y yo volveríamos a estar juntos. Pude sentir a todo el mundo viéndome, pero el calor real provenía de sentir los ojos de Edward sobre mí cada vez que estaba cerca. Alice camino conmigo de clase a clase conversando y manteniéndome cuerda. Comí el almuerzo con Ángela y Ben; ellos eran reservados y nunca me presionaron para obtener información. Note que a menudo se miraban el uno al otro y encogían los hombros, no sabiendo qué hacer mientras yo jugaba con mi almuerzo. Hubiera querido saber que decirles.

Sentía su presencia en todas partes. En los pasillos, cuando yo tropezaba, su brazo llegaba a mí y, luego desaparecía, cuando yo me paraba segura sobre mis pies otra vez. En el almuerzo sentía su mirada hambrienta, necesitándome. Al final de la jornada me observo subir a mi camión y me siguió a casa nuevamente para seguir de largo, luego de que yo estacionara. Cualquiera podría pasar por alto la proximidad, podría no notar la vigilancia. 
Pero yo podía sentirlo ahora, incluso cuando estaba al otro lado de la habitación o al final de un pasillo atestado en la escuela.

Estábamos conectados y ambos lo sabíamos.

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Nuestra rutina nocturna se convirtió tranquila y firmemente en algo establecido. Edward vendría a mi habitación a las diez. Yo colapsaría en la cama y él se sentaría en el suelo o sobre la silla y me hablaría, tararearía o leería para mí hasta que yo me durmiera. En la mañana, él se habría ido de mi habitación, dándome espacio para prepararme para la escuela lejos de sus ojos hambrientos. Cuando yo saliera de la casa, estaría allí, apoyado contra su auto. Él me saludaría con la mano y yo subiría a mi camión.

Nunca intentó tocarme excepto para evitarme un tropezón en la escuela.

Me dijo que me amaba cada noche.

Se volvió más y más difícil para mí no decirle lo mismo. No porque todo estuviera bien, y no porque creyera que queríamos decir lo mismo con amor, sino simplemente porque era la verdad. Lo amaba con cada molécula de mi cuerpo. Lo extrañaba aún más ahora que había vuelto. Era la única persona cuyo consuelo yo necesitaba, y también era la razón por la que yo necesitaba consuelo en primer lugar. Yo no podía liberarme de ese dolor circular cada vez que trataba de seguir adelante.

Después de la segunda noche, Edward comenzó a contarme lo que había hecho cuando se fue. Se había sentido miserable, cercano a la locura. Sus palabras eran erráticas y entrecortadas y a menudo resultaba evidente que sus acciones no habían tenido sentido ni siquiera para él. Intente sofocar la reacción de protección cuando me contó que él había estado siguiendo a Victoria; En lugar de gritarle, me lo quede mirando fijamente durante largos segundos, hasta que el dejó de hablar y susurró, "¿Qué?"

Después de eso, mis ojos volaron lejos de su suave mirada y volvieron a posarse sobre mis dedos que tironeaban un hilo suelto del pantalón de mi pijama.

No tenia palabras para explicarle que lo amaba y que eso me consumía, que la idea de que el  luchara contra Victoria hacia que mi cabeza latiera, y, sobre todo, que yo quería ser capaz de dejar esto en el pasado, pero que simplemente no sabía cómo. No quería hablar hasta que pudiera explicarle cómo se había sentido que él me dijera que no me amaba, sólo para enterarme luego que  había mentido. Un dolor dibujado sobre otro.

No quería hablar hasta que yo subiera que podía decir lo que necesitaba decirle sin quebrarme y rogarle que me abrazara. No quería hablar hasta que supiera que el estaba aquí porque me amaba y no porque me estimaba y simplemente odiaba lastimarme. Yo quería asegurarme de que él no podía existir sin mí, de la misma forma en que yo sabía que no podía existir sin él.

Escuche todo lo que me dijo. Deje que sus palabras y su voz me inundaran, tratando de encontrar errores en sus dichos, tratando de encontrar duda en sus promesas. Pero después de cada noche, con él hablando y yo escuchandolo, no encontrando nada más que verdad en sus palabras, se hizo más y más difícil no arrastrarme hasta donde se encontraba él y darnos lo que ambos queríamos. Se volvió más y más difícil en las mañanas subirme a mi camión en lugar del Volvo. El nunca se mostró sorprendido de que yo no viajara con él, y sin embargo se presentaba cada mañana, me saludaba, me seguía a la escuela y me miraba todo el día.

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Habíamos estado juntos en mi casa durante una semana y todavía no había vuelto a hablarle desde que le había preguntado si él me estaba mirando desde el reflejo de la ventana.

"Quiero escuchar tu voz," me dijo en un suspiro, de repente, inclinándose hacia adelante en la silla y poniendo su cabeza entre las manos. "No me has dicho una sola palabra en tanto tiempo."

Exhale ruidosamente por la nariz, significativamente. Unos pocos días no eran nada.

"Puedes preguntarme lo que sea," susurró, parándose y caminando cerca de la cama. "Acerca del tiempo que he estado lejos, sobre lo que siento. Sobre lo que quiero. Tú puedes decirme lo que sea, también, Bella. Sobre cómo te sientes, o como fue para ti…”

Apoye mi libro en el piso y me acosté, mirando el techo. Quería hablar con él; su dolor era palpable y mezclado con el mío propio, era la peor forma de tortura. Quería hablarle para que nosotros pudiéramos avanzar.

Mientras yo permaneciera muda, estaríamos ambos en el purgatorio.

"Bella, por favor, escucha." Su voz sonó suave, casi rota. Susurró para sí mismo, derrotado: "No se siquiera si escuchas lo que te digo."

Me voltee dándole la espalda, pero murmure, "Escucho cada palabra, Edward."

Entonces habló con energía renovada ante el sonido de mi voz. "Entonces habla conmigo. Participa en esto… este lío entre nosotros. No puedo seguir adelante. Nunca seguiré adelante. Haré lo que sea para convencerte de que estaba equivocado al alejarme de ti… y esa tarea no se siente terminada todavía."

"Eso no es amor," murmure hacia la pared. "Es obligación. Es culpa. Es deseo de proteger mi frágil cuerpo humano con un olor delicioso. No quiero ninguna de esas cosas. Nunca las quise. Yo solo quería que me amaras."

"¿Cuándo vas a creerme? Después de las miles de veces que te he dicho que te amo, ¿cómo dejaste que una palabra rompiera tu fe en mí?"

Me voltee, pero aun sin mirarlo. Cerré fuertemente mi puño, hasta que mis nudillos se pusieron blancos, y mis uñas se clavaron en mis palmas. "No fue una palabra, Edward, y no es eso. Yo te creo. Tú me has asegurado que crees que me amas." Comenzó a protestar mi fraseo hasta que levante mi mano. "Simplemente no sé si alguna vez significo lo mismo… Edward, cuando amas a alguien la única persona que puede hacerte sentir indigno es la misma persona a la que le has dado tu corazón. Si esa persona de repente dice: ‘Sabes, tú no vales la pena para que yo intente hacer que esto funcione. No confío en que puedas tomar esta decisión conmigo. No me importa mentirte si yo pienso que es lo mejor. No eres capaz de entender la complejidad de esta situación…’ a continuación, esa es la única verdad. Así es cómo logras hacer sentir a esa persona en lo profundo y no puedes deshacerlo negando tus palabras. Es como que dejaste escapar una profunda verdad cuando me dejaste."

"Bella…" suspiro, frustrado.

Él no lo entendía.

Finalmente levante la vista hasta él y cuando hablé, mi voz fue suave pero firme. "Edward, ¿nunca escuchaste la historia del niño y los clavos?"

"No", susurró, claramente sorprendido de que yo buscara sus ojos y mantuviera su mirada.

Un niño pequeño les estaba diciendo cosas desagradables a sus amigos, y su padre lo escucho un día. El chico se disculpó; él dijo «Las retiro.» El padre llevó al niño al campo con una taza de clavos y un martillo. Dijo que los clavos eran como las palabras desagradables. Le dijo a su hijo que clavara los clavos en un poste del vallado. El niño golpeó todos los clavos en el poste y, a continuación, su padre le dijo: ' Ahora, retíralos. Retira todas las palabras desagradables que dijiste.»

“El niño extrajo todos los clavos del poste.”

"A continuación, el padre dijo, 'ahora mira el poste. Tu las retiraste, pero mira  lo que le has hecho al poste.» Y el niño vio todos los agujeros en la madera.”

Edward se quedo congelado, su cara era una máscara de dolor.

Me senté, permitiendo que la manta cayera de mi cuerpo, exponiendo mi cuerpo cubierto por una remera que solía quedarme ajustada; ahora la tela colgaba vagamente de mis brazos demasiado delgados. Mi pelo estaba opaco y sin vida. "Edward, mírame," susurre. "Yo estoy llena de agujeros."

El estaba demasiado aturdido para hablar.

Después de un momento, murmure, "Sentía que tu nunca podrías desearme realmente. Sé que durante mucho tiempo ese fue mi problema. Pero esta vez lo hiciste tú. Tú lo dijiste. Todavía no sé qué verdad creer, porque tú fuiste muy convincente cuando me dejaste."

El reacciono, moviéndose a una velocidad que me hizo verlo borroso, hacia un lado de la cama, para quedar, finalmente, arrodillado delante de mí.

"Bella, no. Tu eres la única persona que yo he deseado jamás," dijo exhalando repentinamente, y empujando el pelo fuera de mi cara. "Eso siempre ha sido cierto. Nunca pensé  que yo te mereciera."

Lo mire fijamente, sin molestarme ya en detener mis lágrimas. Yo sabía que no él no estaba tratando de decirme que mi escaso peso, mi cabello opaco o los círculos oscuros bajo mis ojos irritados no le molestaban. 
El quería decir que me deseaba a mí, todo de mí. No pude ver nada más que sinceridad en sus ojos.

Sentí el bloque de hielo en mi pecho aflojarse, comenzando a descongelarse.

Suspiro y busco en mi cara. "Bella, la peor tragedia que surgió de mi horrible elección es que tú te hayas sentido mal contigo misma, que hice que te sintieras indigna o tonta. Fui un idiota por no anticipar eso."

Lo entendí bien, sin embargo. "Tal vez tu no comprendiste que quitarme tu amor se sentiría como un rechazo para mí." Empuje mi cabello detrás de mis oídos y trate de limpiar mis ojos, logrando solo desparramar más las lágrimas a través de mis mejillas. Sus dedos subieron hasta mi cara e hicieron un mejor trabajo, borrando los senderos húmedos de mis mejillas, dejando que sus dedos permanecieran sobre mi piel. "Tu pensaste que me daría cuenta de que yo merecía algo 'normal', alguien mejor que tu..." Incluso ahora, yo no podía concebir que existiera dicha persona. Sabía que mi voz había comunicado esto, pude ver cómo mis palabras lo afectaban: cómo sus ojos se iluminaron cuando comprendió que yo había dicho implícitamente, que el todavía era el único para mí.

"Pero tú no lo comprendiste," susurró, mirando mis labios. Se notaba lo mucho que él deseaba besarme y eso hizo que mi corazón bailara debajo de mi esternón.

"No, no lo hice. Más que nada, yo quería tu amor. Eso era…increíble para mí."

"Ahora lo entiendo," murmuro, pasando sus dedos a través de mi pelo, desenredándolo con suaves tirones y pasadas de sus dedos. "Nunca lo negare de nuevo, incluso si ya no significa lo mismo para ti."

Asentí y me acosté, rodando lejos de él nuevamente. Esta noche ya no podría darle más, al menos no sin querer acurrucarme en su regazo. Pero ese consuelo llegaría a expensas de una resolución mayor, que yo aun necesitaba encontrar.

"Bella, yo no puedo deshacer el daño que cause. Pero necesitas saber que tú eres la única persona que quiero. Tu eres lo más especial del mundo para mí." Habló a mis espaldas, instándome  a mirarlo.

Trague fuerte y puse mis manos debajo de mi barbilla, acurrucándome en una bola en lugar de mirarlo.

"Desearía que tú pudieras saber cómo te veo yo…" Su voz sonó suave detrás de mí. "Tus ojos son infinitos. Me consumes completamente cuando observo lo expresivos que son. Eres la primera persona que realmente vio a través de mí."

Deje escapar una risa seca ante la ironía.

"Bella", dijo con voz tensa. "Tuve que morirme para poder mentirte. Ese no era yo. Era la única forma de que me dejaras ir. Bella, tú me conoces. Yo sé que si."

Sentí que un sollozo cerraba mi garganta e intente, en vano, tragar. En su lugar me atragante. Yo si lo conocía. Aquí, en esta habitación, sentí que lo conocía tanto como conocía mi propio corazón. Era fácil cuando él estaba aquí conmigo, hablando. Pero cada vez que me quedaba sola, las dudas reptaban nuevamente dentro de mí. Las preguntas volvían entonces, acerca de por qué él me había mentido, por qué él no había confiado en mí lo suficientemente como para compartir sus temores después de que Jasper me atacara, por qué él nunca había vuelto a chequear que yo estuviera bien. Las dudas llenaban mi pecho de dolor.

"Estoy admirado de ti", susurró. "Sé que esto es difícil para ti. Sé cuan herida estás."

Me quede en silencio.

"Y aún ahora, que te ves tan quebrada y enojada, cuando estás retraída y distante… eres hermosa para mí." Él tragó fuerte. "Todo acerca de ti es hermoso."

Continuó y su voz se oyó más cerca, él había apoyado sus codos sobre la cama, quizás detectando lo frágil que me sentía. "¿Crees que podrías volver a confiar en mi otra vez?"

Dudé por un largo minuto y el esperó pacientemente. "Quiero hacerlo," susurre, apenas audible a mis propios oídos. Él apoyo su cabeza contra mi espalda, un pequeño ahogo se escapo de su garganta.

"¿Crees que podrías permitirme abrazarte otra vez?"

Asentí y él trago.

"Bella, ¿piensas que alguna podras amarme de nuevo?"

Me quede callada ante esa pregunta, sabiendo que con esa admisión me lanzaría sobre él. Aun así, yo sabía que él podía escuchar mi latido agitado.

"Yo puedo esperar. Esperaré todo el tiempo que tu necesites que lo haga."

"Está bien," susurre, dándole al menos eso.

El colchón se movió cuando él se apoyó un poco y permaneció en silencio unos momentos detrás de mí.

"¿Sabes que tus orejas solo se ruborizan cuando las beso? Si no, solo tus mejillas lo hacen. El rubor se extiende sobre ellas en un arco perfecto a lo largo de tus pómulos. Es hermoso." Él paso un dedo a lo largo de la curva de mi oído antes de quitarlo completamente. Sentí un escalofrío, e intente ocultar mi reacción, sabiendo que era inútil.

Sentí el calor crecer entre mis muslos, sentí mis pezones endurecerse. El inhalo profundamente, detectando mi reacción, hablando con mi cuerpo ahora.

"Bella, tu eres el objeto de cada fantasía que yo he tenido."

Mordí mi labio y me desee que mi sexo detuviera la sensación pulsante ante el nuevo y honesto tenor de su voz. La admisión de su deseo por mi fue tan cruda y profunda que sólo podía ser verdad.

"Tienes los labios más sensuales," murmuro en un gruñido ronco. "Son tan hambrientos y rellenos." Él dudó y, a continuación, respiro, "Bella, yo quiero sentirlos en todas partes."

Sabía que él no me estaba manipulando. Él simplemente me mostraba cómo estaba aprendiendo a confiar en sí mismo y en la intimidad entre nosotros. Que él pudiera pensar en hacerme el amor me demostró, por último, que él ya no temía no ser adecuado para mí. Exhale, necesitándolo más de lo que podría articular.

Cerré los ojos fuertemente, queriendo que esta deliciosa tortura acabara, pero deseando que él nunca se fuera. "Edward, no," gemí.

"Shh, Bella. Necesitas saber esto. Es todo en lo que pensaba cuando estaba lejos de ti." Sentí como trazaba un sendero con su dedo de uno de mis hombros al otro antes de que él pusiera su mano otra vez en la cama, detrás de mí. "Me contuve durante demasiado tiempo. Quiero que sepas cómo te veo."

Él inhalo y yo pude sentir que se inclinaba más cerca de mí.

"Amo la peca en tu clavícula izquierda. Amo la pequeña cicatriz en tu codo derecho. Tiene la forma de un signo de interrogación, y nunca quiero saber cómo te la hiciste porque es un misterio perfecto para mí". Él presiono sus labios contra mi espalda y me sintió agitarme, olió mis lágrimas. "Por favor, no llores, Bella."

Mordí mi labio, intentando detenerme.

"Incluso ahora, puedo sentir como te relajas cuando estoy cerca de ti. Me da confianza de que estoy en lo correcto al intentar convencerte de que nos pertenecemos el uno al otro. No debería haber  dudado nunca de que éramos lo suficientemente fuertes como para superar cualquier cosa." Esta admisión fue suave, pero bien podría haberla gritado por las vibraciones que envió a través de mi columna vertebral. "Debería haberte escuchado más."

Su voz fue más firme, más determinada, cuando él comenzó nuevamente después de un largo silencio. "Tienes una marca de nacimiento diminuta en la parte posterior de tu muslo derecho. Una vez, puse mi dedo allí cuando te estaba llevando sobre mi espalda. Yo la había visto antes, cuando usabas shorts y sabía que mi dedo la cubría mientras te cargaba. Es la única marca en tus piernas – más allá de alguna cicatriz ocasional en tus rodillas – y me siento tan posesivo de ella. Odio la idea de que nadie nunca te toque allí." Su mano rozo mi costado, pasando apenas un centímetro por encima de mi cuerpo. "No quiero que nadie te toque… en ningún lugar."

Sentí su peso sobre la cama detrás de mí, sentí el frío de su cuerpo sólo a centímetros de mi espalda. "Hueles a frutas y a aire, es el olor de tu piel… pero es más que eso. Es lujurioso y dulce y fuerte, todo a la vez." Él exhalo suavemente. "Tu olor me consume completamente."
Mi respiración se corto cuando me di cuenta que él no estaba hablando de mi sangre. Sentí el pulso pesado entre mis piernas por primera vez en meses. Mi corazón comenzó a golpearse contra mi pecho y lo oí respirar despacio, inhalando a través de su nariz. "Vuelve a mí, Bella," susurró. "Te necesito tanto. Siento mucho haberte lastimado."

Él presiono una mano en mi cadera y yo me estremecí, pero él no movió su mano.

"Siempre has sido exactamente lo que yo quería. Me fui porque no confié en mí, en mi familia, y en lo que somos. Nunca porque no confiara en ti o no te amara. Eres mi única fantasía. Nunca habrá nadie más para mí."

Su mano se trasladó desde mi cadera a mi costado, sintiendo mis costillas debajo de mi delgada remera. "No quiero sólo esta noche o la noche de mañana contigo. No sólo quiero las noches. Quiero comprar una casa contigo. Quiero verte durmiendo una siesta envuelta en una manta en nuestro jardín. Quiero discutir sobre colores de pintura y muebles. Quiero verte leyendo un libro, acurrucada en nuestra sala de estar, en nuestra casa."

Me deje llorar silenciosamente, sintiendo que el quitaba los últimos clavos de mí, sintiendo como los agujeros se llenan con el sonido de su voz.

"Quiero acariciar tu cabello de nuevo, cantarte hasta que te duermas con una sonrisa en la cara, ser capaz de decirte que te amo cada día. Quiero hacerte reír. Quiero que leas para mí."

Su voz cesó y lo oí dudar antes de admitir, "Quiero sentir tus manos en mi piel – en todas partes. Quiero estar desnudo contigo, Bella. No temo ya. Necesito que me beses. El solo pensarlo me desespera." Trasladó su cuerpo más cerca del mío, dejándome sentirlo estirado detrás de mí.

Se sentía como estar casa.

Él presiono sus labios a mi oído. "Quiero saber cómo se siente moverme dentro de ti."

Contuve el aliento.

"Me pregunto qué sonidos harás cuando te este haciendo el amor. Me pregunto cómo sera sentir tu cuerpo."

"Edward, yo…" Me quede en silencio, sin saber lo que iba a decir.

Esperó a que yo terminara y cuando no lo hice, susurró, "Te conozco tan bien, ahora sé que nunca podría herirte. Sólo necesitaba confiar más en mí... Bella, ese siempre fue el problema. ¿Lo sabes ahora?"

Asentí. Encontrando que ahora lo sabía. Lo había entendido.

Su voz se volvió tensa e insegura. "Quiero oírte decir que me amas. Sé que quizás nunca vuelva a escucharlo, pero de todo lo que te dicho esta noche, tu perdón y tu amor es lo que deseo más. No lo merezco – nunca lo hice – pero quiero ganármelo de nuevo, porque sé que tu realmente estuviste enamorada de mi una vez."

Lo estaba. Lo estoy.

Quería gritárselo y él quería escucharlo, pero aún tenía tanto miedo de lo que sucedería si lo hacía. ¿Podría realmente confiar en él nuevamente, después de que me había hecho creer la peor mentira posible? Si lo dejaba volver, si bajaba la guardia y comenzábamos de cero, y el volvía a dejarme una vez más, yo sabía que nunca me recuperaría. El me había acusado una vez de no tener ningún sentido de autoconservación. ¿Acaso había desarrollado uno ahora? La única persona en el mundo cuya palabra creía por sobre todas, me había mentido. Había tomado mis peores temores, inseguridades y dudas sobre mí y sobre cómo algo tan hermoso como él pudiera desearme y las hizo realidad. ¿Podría él ahora vencer los miedos y las inseguridades que el mismo creó?

Me quede callada durante varios minutos y él se alejo de mí minuciosamente, rodando eventualmente fuera de la cama y parándose. Me había relajado tanto bajo sus caricias. Deseaba tanto pedirle que se quedara conmigo.

Pero no podía.

"Bella, te amo. Lo siento mucho." Sus dedos pasaron sobre mi cabello. "Estaré cerca si me necesitas. Nunca te dejare de nuevo. Yo soy sólo tuyo."

                       
                              ***************************************************

Mi Si, Mi No - Capítulo 5: Mi Necesidad



Me desperté sola y sentí como todo volvía a ser como lo recordaba: la soledad devastadora, el agotamiento de, simplemente, tratar de respirar.

Había sido un buen sueño, lo que hacía que todo fuera mucho más difícil, hacia que mi cuerpo se sintiera mucho más pesado. Cerré los ojos, todavía poco dispuesta a dejar escapar la sensación de su cuerpo por debajo del mío, el sonido de su voz en mi oído.


"Bella, si no dejas de hacer lo que estás haciendo… me vas a hacer acabar."

Las palabras se enredaban alrededor de mi cabeza, presionándose más y más profundo en mis oídos. Se habían sentido tan reales.


Sentí las lágrimas caer, entonces,  supe que hoy sería un día muy difícil. Sabía que tenía que comenzar todo de nuevo cada vez que tenía un sueño tan real. Un sollozo se desgrano desde mi pecho y me voltee, enterrando mi cara en la almohada.

Mi mejilla se pego a un papel, que crujió suavemente debajo de mí. Entonces me senté, trayendo la nota conmigo.

Bella, Alice me dice que Charlie hará que te quedes en casa hoy.
Te veré esta noche, a menos que necesites espacio.
Por ahora, tendré que conformarme con mirarte desde la ventana.
¿Por favor?
Edward

Me senté y volé hacia la ventana, abriéndola de golpe y viéndolo apoyado contra su auto en la acera, vestido con pantalones de jean negros y un sweater gris oscuro bajo su sobretodo. Sentí que mi garganta se cerraba con un pequeño sollozo de alivio.

Fue real.

Él había estado mirando ansiosamente la ventana y su rostro se rompió con la sonrisa más bella cuando me vio.

"Hola," susurre, sabiendo que me escuchaba.

"Hola," sus labios dijeron a cambio.

"Pensé que te había soñado", dije, retirando la maraña de mis cabellos fuera de mi cara y torciéndolo sobre mi hombro.

Pareció apenado por un momento y me di cuenta que él debía haberme escuchado llorar. Él sacudió su cabeza y sus labios dijeron: "Estoy aquí."

Nos miramos fijamente por un largo momento. Se veía mejor; él debía haber cazado durante la noche cuando yo dormía. Comenzó a dar un paso hacia la casa, casi como si estuviera siendo atraído hacia mí, pero sus ojos se movieron a la puerta del frente, escuchando lo que estaba pasando en el interior. Me miró de nuevo e inclinó su mentón hacia arriba, indicándome que debía irme.

Mi pecho dolió. Necesitaba tocarlo. Pude ver el mismo anhelo en su expresión pero él dio un paso atrás hacia su coche y me guiño un ojo ligeramente.

Sonreí. "Te veré esta noche."

Él asintió. "Esta noche."

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Además  del simple hecho de que él hubiera regresado, todo había cambiado. Sus acciones me dijeron que esta vez sería diferente, y yo confiaba en que por aquí era por donde necesitábamos comenzar. Simplemente necesitábamos aprender cómo tocarnos  y dejar que el paso del tiempo eliminara las cicatrices que no podíamos ver.

Abrí el agua en la ducha tan fría como  pude tolerarla, tratando de recrear la sensación de su lengua en mi cuello, sus manos acariciando mis muslos.

"Bella", había dicho. "Si no dejas de hacer lo que estás haciendo… tu harás…me harás acabar."

Yo lo había mirado entonces, y había disminuido ligeramente mis movimientos. "¿Está bien así? ¿Estás…bien con esto?"

Él había asentido, y recordé cuan lento me pareció el gesto, cuan pausada su reacción. Él tragó fuerte. "Bella, estoy tan cerca..." Se veía tan nervioso y excitado como yo me sentía.

Una descarga eléctrica corrió hacia abajo de mi columna bajo el agua, exactamente como la que había sentido cuando él me había dicho eso anoche. Sus palabras me habían atraído más cerca de él, y yo había apretado mi pecho al suyo. Recordé haber mirando sus ojos brevemente antes fijar la vista en su boca – ligeramente abierta, hambrienta por lo que estábamos haciendo.

"Yo quiero que acabes," susurre, ligeramente ruborizada pero sin detener mis movimientos. "Quiero que me des eso."

Era cierto. Había necesitado que él me diera todo cuando estuvimos juntos, que confiara en nosotros. Incluso en este momento,  a solas, me sentía dolida sin él. Pase mi mano hacia abajo de mi cuerpo, tratando de recordar cómo lo había sentido contra mí. Yo no me había tocado de este modo en meses.

"¿Darte...?" había murmurado y entendí que estaba confundido. No entendía aún que al darme permiso para tocarlo de este modo, incluso el hecho de que él confiara en sí mismo para estar así conmigo, era el bálsamo que mejor calmaba mi fracturada confianza.

Me ruborice bajo el agua fría, recordando cómo había besado su mentón, sus mejillas, sus labios y sus párpados cuando sus ojos se cerraron. Me había movido sobre él con tanta confianza, que me sorprendía incluso ahora. Sus manos se habían relajado lentamente, siguiendo mis movimientos y guiándome.

Mi piel estaba sensible bajo mis dedos y recordé cómo los botones de sus pantalones se habían sentido incómodos con el roce. Yo no había querido detenerme y había intentado moverme un poco de costado sin romper mi ritmo. Mis ojos se cerraron, mientras recordaba sus manos. Cuando gentilmente me detuvieron cuando él entendió lo que sucedía.

El era tan fuerte, tan grácil. Me levantó con un brazo y en un veloz movimiento, desabotono sus pantalones y los empujó hacia abajo de sus muslos antes de volver a sentarme sobre él.

Mis dedos se movieron más rápido mientras recordaba. Mi estimulación se sintió como una escasa representación de la lujuria que había sentido cuando había mirado hacia abajo, fijando la vista en el algodón de sus bóxers, y en como el suave vello de la parte inferior de su abdomen desaparecía por debajo del elástico.

Él había esperado a que yo observara todo antes de continuar, sin precipitarme nunca, sin empujar, aunque sus manos se movían sobre las sabanas, apretando y soltándolas a la altura de sus caderas.

Me había movido hacia adelante sobre él lentamente y en este momento apretaba mi mano hacia abajo contra mi centro más fuertemente, tratando de recordar cuan duro había sentido su cuerpo debajo de mí.

Él había gemido en mi boca, cuando me moví sobre él por primera vez con sus pantalones ya descartados. Sus dedos se habían apretado casi dolorosamente en mis muslos.

"Por favor," me pidió, conteniendo el aliento y, liberándolo a continuación, sólo para inhalar mi aroma en un jadeo agudo. "Por favor, acaba tu… primero."

Acabe con sorprendente rapidez bajo el agua, al igual que la noche anterior cuando él me había susurrado esas palabras. Sabiendo cuán cerca estaba el, después de sólo unos movimientos de mis caderas, yo había experimentado un orgasmo muy fuerte, que me dejo jadeando silenciosamente contra él. Había abierto entonces mis ojos y cuando encontré los suyos él comenzó a acabar, moviéndose tan despacio como pudo, con movimientos irregulares y erráticos hasta que termino.

Nos quedamos en silencio y sin movernos por varios minutos en los que él me había comunicado con su mirada suavizada, que estaba aún aquí conmigo, yo me había levantado fuera de su regazo lentamente, sorprendida de lo rígidas que se sentían mis caderas y cuan adolorida estaba. Me vio incorporarme sin hacer ningún movimiento. Yo me acomode, estirando mi ropa y mirándolo fijamente, mientras el permanecía aún sentado en el borde de mi cama en su remera y bóxers.

Yo no sabía qué decir y no estaba segura de por qué, pero había sentido las lágrimas pinchando las esquinas de mis ojos. Alejarme solo unos pasos de él provoco que todos mis temores volvieran, y me había sentido aterrada.

Él puso sus manos suavemente sobre mis caderas y me atrajo cerca de él, apoyando su frente contra mi estómago.

"Te amo," me susurró. "¿Estás bien?"
Ante esas palabras, yo enterré mis manos en su pelo, tragando un sollozo y asentí, a pesar de que sabía que él no me estaba mirando.

Apague la ducha y cerré fuerte los ojos. Mi estómago se apretó de ansiedad y vergüenza, recordando ahora, lo que le había dicho:

"Ya no puedo volver a lo de antes..."

El me había mirado, con expresión ilegible, y había apoyado su mentón suavemente contra mi ombligo. Era tan importante que él supiera lo que su retorno significaba para mí, que le di la única admisión que pude encontrar, abriéndome sólo por la duración de la frase: "No puedo vivir sin ti."

Había cerrado sus ojos y se veía apenado mientras inclinaba su cabeza hacia abajo y presionaba sus labios contra mi estómago. En lugar de decir algo – tal vez sin encontrar palabras para decirme– él se puso de pie, me alzo y se sentó en la cama conmigo  entre sus brazos.

Me quede dormida en su regazo, con mis brazos alrededor de su cuello y mi cabeza sobre su hombro.

En algún momento me desperté sobresaltada y junto a él: nuestras extremidades entrelazadas, los dedos enredados en el cabello del otro, y sus tranquilizadoras palabras en mi oído.

Más tarde había soñado que plantaba un pequeño árbol en un campo. Tallando mi nombre en el delgado tronco antes de irme, deseando que el supiera que pertenecía a alguien, aun cuando yo me hubiera ido. Miré la imagen de la  bolsa en la que había llegado y anticipe las vibrantes flores  que él árbol me daría en primavera. Pero al regresar a verlo meses más tarde, mi árbol no había crecido en absoluto.

                                                                    ☼☼♥☼☼

Charlie me esperaba en la mesa de la cocina mirando en silencio por la ventana. Se volvió para observarme cuando entre. Me dirigí a la alacena y me serví un tazón de cereales.

"Buen día, papá," le dije suavemente, saboreando la calma antes de la tormenta.

"Te quedaras en casa hoy," dijo gruñón. "Ya es tarde. Además, te ves agotada, y necesitas un día libre para recuperarte de todo esto, para pensar en lo que vas a hacer.

Me serví café y lleve mi comida a la mesa sentándome a su lado. Después de haber leído la nota de Edward, las instrucciones de Charlie no me sorprendieron. Sólo me decepcionaba un poco el no estar en la escuela con Edward hoy. Estar a solas y pensando, era lo único que no deseaba hacer hoy.

Parte de mí sospechaba que ese también había sido un factor de motivación para Charlie.

"OK", murmure, dando un sorbo a mi café.

Charlie aclaro su garganta, pero no hablo durante varios minutos. Él sacudió la cabeza y yo capte el movimiento con mi visión periférica.

"Siento haberte preocupado," le dije finalmente, y su mirada encontró la mía. "Sé que lo que hice debe haber sido… duro… para ti. Espero que sepas que fue… –"

Él me corto. "¿Vamos a tener un nuevo drama con Edward cada primavera?"

Trague fuerte, sintiéndome culpable y preocupada ante la frustración en su voz. "Espero que no," suspire, bebiendo  mi café.

"El Dr. Cullen llamo anoche," comento Charlie. Mis ojos se dispararon y encontraron los oscuros ojos de él, más calmos. "Dijo que era tu propia historia para contar, pero que lo que hiciste por Edward fue muy abnegado. ¿Quieres contarme que sucedió?"

Mis ojos se desplazaron nuevamente a mi taza de café y me encogí un poco. Carlisle seguramente, habría intentando controlar un poco los daños. Sospeche que eso había ayudado. No podía imaginarme la ira de Charlie esta mañana sin esa llamada del Dr. Cullen.

El se inclino hacia adelante, apoyando sus codos sobre la mesa. "¿Bella?" Su voz se llenó de incredulidad. "¿Qué sucedió?"

Lo miré y suspire, "Edward estaba en problemas."

Él se reclino contra el respaldo de su silla y paso una mano a través de su pelo. "¿Qué te hace este chico a ti? Él se fue durante meses, Bella. Tú anduviste como una zombi ¿durante cuánto tiempo? Meses. ¿Y luego, sales corriendo para ayudarlo cuando él está en problemas?" Me daba cuenta de que él me estudiaba, esperando a que yo respondiera, pero yo no sabía que decirle. ¿Qué podría decirle?

Me enamore de él.

El me dejó.

Intentó suicidarse, pero lo detuve.

Necesito mantenerlo a mi lado, pero no sé si podré.

La intuición de Charlie nunca deja de sorprender y consolarme. Su voz sonó como un susurro áspero: "¿Vas a permitir que ese chico te lastime una y otra vez?"

"No", dije, para tratar de infundirle seguridad a mi tono.

"Mmhmm," murmuro Charlie dentro de su taza, sonando poco convencido.

"No es así, papá," suspire, sintiéndome a la defensiva por Edward. "Él cree que no es adecuado. Hace estas cosas porque piensa que debe permanecer alejado de mí."

"¡Jesús, Bella!" gruño Charlie, incorporándose y golpeando una de sus manos sobre la mesa. "¿Has considerado que él puede no ser el adecuado para ti? ¿Qué debería permanecer lejos de ti?"

"No." Le dije levantando la vista, pero sin buscar sus ojos.

Él suspiro y sacudió la cabeza, "Sólo me parece que es demasiado drama, Bells."

Mire fijamente la mesa por unos momentos. Yo no podía argumentar muy bien contra eso. Termine mi cereal y lleve el tazón al fregadero, lo lave y lo coloque en el escurridor.

"Así que, ¿ellos han regresado entonces?" Pregunto Charlie con resignación, apoyándose en su silla.

"Sí," le dije firmemente, rogando que eso fuera realmente cierto.

"¿Sabes que estás castigada, verdad? Hasta que yo decida que no lo estas mas." Dijo mirándome directamente. Sus ojos estaban oscuros de frustración. Él no me estaba castigando por ser tenaz u obstinada. Él lo estaba haciendo para protegerme.

"Ya tengo dieciocho, papá".

"Y vives bajo mi techo, Bella. Estarás en casa al atardecer, sin excepciones."

"¿Al atardecer? Gemí.

"Atardecer", confirmó, asintiendo una vez.

Tome mi taza de café e inhale profundamente dando un sorbo en lugar de descargar mi frustración y mis temores sobre Charlie. Comencé a salir de la cocina, pero su voz me detuvo.

"¿Y, Bella? Sé que verás a ese chico en la escuela y no hay una maldita cosa que yo pueda hacer para evitarlo. Pero el traspasara la puerta de mi casa de nuevo solo sobre mi cadáver."

Asintió una vez y me dejó en la cocina.

                                                             ☼☼♥☼☼

Pasé el día adelantando mis tareas. Escribí un informe sobre el uso de vacunas para prevenir infecciones parasitarias. Leí “Un Mundo Feliz” por tercera vez. Le envié un correo electrónico a Renee, respondí una docena de mensajes de texto de Alice y evite mirar el reloj.

Edward me envió un texto una vez, diciendo sólo,

A las diez en punto. Te extraño.

Para cuando se hicieron las nueve de la noche, yo estaba hecha un lío: haciendo todo lo que podía para disuadirme de llamarlo, pidiéndole que viniera antes.

Más a menudo de lo que probablemente me daba cuenta, mi atención se dirigía a la ventana; el panel abierto hacia el fresco de la noche, las cortinas volando y el cristal vibrando al capricho del viento de afuera. Me pregunte por un instante si Alice habría visto y comunicado las exactas palabras de destierro de Charlie o simplemente su espíritu en general. En cualquier caso, mi ventana siempre había simbolizado a Edward, destierro o no, y yo le rogué al aire a mi alrededor que el pasara a través de ella pronto.

Por supuesto, el apareció en mi ventana exactamente a las diez, despeinado de correr, ojos dorados y calmos, obviamente, por haber cazado, e inmediatamente se dirigió a mí.

Yo me levante de la silla del escritorio donde estaba sentada y tropecé, dando un paso hacia atrás cuando mi pie aterrizo sobre lo que podía haber sido un zapato, o un libro o una sartén, poco importaba. La alta figura de Edward y la forma en que se movía hacia mí apagaron cualquier otro pensamiento en mi cerebro, excepto que él estaba aquí y que probablemente iba a besarme.

Caminó hacia mí y me tomo por la cintura acercándome, y en el mismo movimiento fluido, me beso con un alivio y anhelo que reflejaban los míos perfectamente. En ese instante mi pulso se acelero, se profundizo y mi piel comenzó como a encenderse. Mis brazos volaron alrededor de su cuello y me perdí completamente en él.

Su boca cubrió la mía, presiono suavemente para abrirla pero me degusto con impaciencia. Sus brazos se envolvieron completamente a mi alrededor y se doblaron sobre sí mismos, sosteniéndome y levantándome, literalmente, tan fuerte como podía sin romperme. Poniéndome  al borde entre el rojo del amor y el negro del dolor de forma precisa, inquebrantable. Él sabía exactamente cuánto yo podía soportar.

Mi mente, al principio, sólo podía procesarlo a él: labios, aroma, sabor, cabello, manos, piel y sonidos. En algún momento llegamos a la pared, mi espalda se presiono contra ella y su cuerpo se inclino para besar mi clavícula mientras sus manos corrían hacia abajo de mis costillas y detrás, hacia mi espalda.

Mientras su boca se trasladaba a mis hombros y hasta mi cuello, lo oí susurrarme, "Estás temblando."

Estoy aliviada, murmure mentalmente. Estoy desesperada por ti. Estoy asustada de descubrir cuánto te necesito tocándome para sentirme  normal.

"Me tienes presionada contra una pared, besándome hasta dejarme sin aire, y tocándome el trasero," dije en cambio y sonreí. "No me sorprende estar temblando."

Él rió contra mi cuello y se enderezo delante de mí, plantando un beso suave en mis labios. "La poesía que derraman estos labios..." Dijo sacudiendo su cabeza simulando admiración.

Sonreí y, luego, me reí, sintiéndome humana por primera vez en horas. Con el alivio y la euforia, también me llegó un denso agotamiento. La pesada combinación bajo a mis extremidades.

Me apoye en él antes de tomar su mano y llevarlo hacia la cama. El arqueo una ceja juguetonamente antes de empujar sus zapatos con sus pies y acostarse junto a mí.

Pase una de mis piernas sobre las suyas y me acurruque contra su pecho, respirando profundamente su olor.

"¿Cómo fue tu día?" susurró, pasando su mano hacia abajo por mi brazo.

"Aburrido."

Él se rió suavemente. "El mío, también."

Lo miré y él me sonrió, reflejando una extraña combinación de contento y melancolía. "¿Cómo estuvo la escuela?"

Él hizo una mueca breve y miro hacia la pared detrás de mí, trayendo mi cabeza hacia su pecho. "Estuvo bien", dijo suavemente.

Su reacción me  había confundido; era distinta a la reacción habitual hacia el tedio que le provocaba, escuchar los contenidos que él podría enseñar más fluidamente que cualquiera de los profesores en la secundaria de Forks. Me aleje y lo mire de nuevo.

"¿Qué significa 'bien'?"

Él suspiro y doblo un brazo detrás de su cabeza. "Bien significa que Alice y yo fuimos objeto de una gran curiosidad. Era de esperarse, pero aún así, resulto agotador."

Me reí suavemente. "Apuesto a que lo fue."

El no pareció encontrarlo tan divertido como yo.

"¿Estás bien?" Pregunté, presionando un beso en su cuello. Su distancia se sentía familiar y aterradora.

En lugar de responderme él murmuro, "Todos se preguntaban dónde estarías tu."

La forma en que lo dijo y la simplicidad de sus palabras me dejaron entrever que el cuerpo estudiantil de Forks había hecho mucho más que preguntarse donde estaba yo. Acaricie su mejilla con mi dedo, tratando de descifrar su expresión.

"Volveré  mañana." Las palabras me salieron como un susurro, casi como una disculpa.

Él asintió, pero no pareció tranquilo o particularmente a gusto ante esa perspectiva. "Todos se preguntaban si tu y yo volveríamos a estar juntos."

Yo mordí mi labio y mire fijamente su camisa. ¿Por qué parecía molestarle eso? Tranquilice mi respiración y me di cuenta que me estaba mirando, tratando de descifrar el por qué de mi pulso repentinamente acelerado.

"¿Bella?" susurró, besando mi frente. "¿Qué es lo que está mal?"

Sonreí, pero solo logre una sonrisa temblorosa. "Nada," le dije encogiendo mis hombros. "No tenemos que estar juntos en la escuela, si eso lo hace más fácil para ti. A mí no me importa."

Él se tiro hacia atrás boquiabierto. "¿De qué estás hablando?"

Trague y trate de darle a mi voz el tono más firme e indiferente que me fue posible. "Me pareció que te molestaba la idea de que la gente se ande preguntando si estábamos otra vez juntos."

"¿Qué?" preguntó, confundido. Entonces sacudió la cabeza, de forma insistente. "No, Bella. No es así en lo absoluto."

Asentí contra él, como si lo entendiera, pero no lo hacía. No entendía nada.

Nos sentamos en silencio durante varios minutos antes de que él me preguntara en un susurro, "Bella, ¿cómo era la escuela para ti cuando yo me había ido?"

Un millón de imágenes se apresuraron a través de mi cabeza, pero de repente entendí su elección de palabras. Era demasiado para explicarle. "Bien," suspire, besando su pecho y acercando mi cara aún más a él.

Lo sentí contener el aliento por un largo minuto antes de que me abrazara más fuerte y besara la parte superior de mi cabeza.

                                                   ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥

Esa segunda noche el sólo me abrazo. Quería sentir sus manos sobre mí, quería que nos sintiéramos incapaces de contenernos igual que la noche anterior, pero me sentía paralizada, tímida e insegura. El parecía estar replegado en sí mismo, y yo tenía demasiado miedo de preguntarle sobre eso. Lo que habíamos compartido la noche anterior parecía haber sucedido hacia  semanas, a dos personas diferentes, despreocupadas y sin condiciones.

Recuerdo haber despertado dos veces a causa de sus susurros y besos antes de sucumbir bajo el sueño otra vez.

Cuando desperté en la mañana, se había ido. Había una nota en mi almohada de nuevo y la leí una y otra vez intentando develarla, como si escondiera un anagrama que, de alguna manera escondía el mensaje que haría desaparecer todo lo que empañaba mis pensamientos.

Eres hermosa cuando duermes,
Desayuna algo y ven a mí.

Complete mi rutina matutina, permitiendo que el apurado y familiar ritmo me calmara. Charlie estaba trabajando el turno de la mañana, y me sentí aliviada de poder saludar a Edward de la forma que mi cuerpo me rogaba. Apenas calenté mi pan en la tostadora, salí por la puerta del frente, corriendo a través de la ligera llovizna, con mi impermeable y mochila dejando una estela tras de mí.

Él dio un paso hacia adelante y me alzo en sus brazos, gruñendo. Nuestro abrazo fue casto, pero tan frenético como lo había sido la noche anterior, antes de que los ánimos cambiaran y la atmósfera entre nosotros se volviera tensa y cargada. Me abrazo por varios minutos, completamente en silencio, salvo por el sonido tranquilo de su respiración.

"Lo siento," susurró.

Me eche hacia atrás, cargando mi mochila sobre un hombro. "¿Por qué?" Murmure mirando mis zapatos, y sabiendo que su respuesta podría ir en un centenar de diferentes direcciones. Esperé que dijera que lo que lamentaba era haberme abandonado, o que sentía que hubiéramos ido demasiado rápido la otra noche, o acaso, que lo sentía pero que no deseaba que me vieran con él en la escuela.

"Hoy será un día difícil para ti", susurró, acomodando mi cabello detrás de mi oído e inclinándose para besar mis labios, dulcemente. "Todo el mundo va a estar escudriñándote."

"¿Escudriñándome?" Pregunté, buscando sus ojos.

La misma expresión apenada que había visto anoche parpadeo a través de su rostro y él asintió, antes de tomar mi mano y caminar hacia el auto.

La comprensión me golpeó casi como si él hubiera presionado su mano sobre mi pecho y empujado. Su reacción ayer por la noche no fue porque temiera ser visto conmigo. Se debía a todo lo que había visto en la mente de los otros estudiantes cuando él y Alice recorrían la escuela ayer. Se trataba de su miedo a que el día de hoy trajera imágenes aún más vívidas de mí, mientras él se había ido: sorda, desperdiciada, ausente y sin vida.

Cerré mis ojos y gemí al sentarme, mientras él cerraba la puerta del auto por mí. Yo no podía mantener sus pensamientos alejados de Edward, pero al menos, podría mostrarle que ahora estaba bien.


                                                                            *****


Fue tan difícil como Edward anuncio que sería: los susurros, las miradas, las cabezas moviéndose de un lado a otro, reconociendo la obviedad de cuán rápido yo lo había aceptado nuevamente. Intentó consolarme, escudarme de ellos, pero él sabía que yo podía escucharlos hablar de mí y sentir sus miradas. Peor aún, sabía que había más y que todas las palabras y los pensamientos que yo no podía oír, el si las escuchaba.

Aunque Edward y yo estábamos juntos en la mayoría de las clases, teníamos un par de períodos separados. Mi aparente calma en su presencia y falta de ella cuando nos separábamos no me sorprendieron exactamente, pero resultaron completamente agotadoras.

Para el momento en que él me llevó a casa, yo estaba callada y somnolienta. Me dejo, besándome una vez y prometiendo que me vería a las diez en punto.

*****

Estaba acostada, mirando el techo cuando él llegó.

Necesitaba que me abrazara, nada más. Él se saco sus zapatos y medias y se acostó junto a mí, acercándome hacia su pecho.

Su mano  recorrió de arriba a abajo mi brazo.

"Hola," murmuro.

Yo me aovillé contra él e inhale profundamente.

Me dormí sin darme cuenta, cayendo lentamente, encerrada en la comodidad de su abrazo.

                                                                        *****

Durante nuestra cuarta noche juntos, él me insto a hablar antes de que me durmiera.

"Bella, realmente no hemos hablado sobre esto," susurró, mirándome mientras yo ataba mi cabello y apagaba la luz. “¿No es un poco extraño?”

"Lo hicimos," le dije, pasando sobre él para acostarme a su lado. "En el avión."

Su mandíbula se flexiono y asintió ausentemente.

Tanto como yo confiaba en que simplemente necesitábamos tiempo, parte de mí sabía que él tenía razón. Que debíamos hablar sobre todas las preguntas que se formaban en mi cabeza, acerca de lo que les habíamos prometido los Volturis, sobre que había fortalecido su amor o debilitado su determinación esta vez. Pero tan pronto como me abrazo, sentí que mi cuerpo se rendía al sueño nuevamente, y él no me detuvo.

Yo tampoco lo intente.

Sus brazos creaban el santuario que yo había necesitado durante tanto tiempo y yo simplemente necesitaba a dormir.

                                                                         *****

Desperté sintiendo sus manos acariciando mi espalda, mi pierna cruzada sobre la suya y sus labios en mi sien. Tenía su camisa apretada en mi puño, estirando el grueso algodón con la tenacidad de mi agarre sobre él.

"Lo siento," susurre, liberando la tela y tratando de estirar las arrugas que se formaban sobre su pecho.

El detuvo mi mano. "No lo lamentes."

Consideré cómo debía sentirse con esto, si él sentía algo cercano a lo que yo sentía en ese momento, a oscuras: desesperada por contacto, y sin embargo viéndose forzado a yacer a mi lado, viéndome dormir.

En lugar de acostarse dolorosamente inmóvil sobre su espalda, como lo había hecho tantas noches, su pierna estaba doblada para permitir que la mía se curvara  alrededor de ella. Una de sus manos cubría la mía sobre su pecho y su otro brazo se enroscaba por debajo de mi cuerpo, manteniéndome contra él, mientras, su mano jugaba con mi cabello en la parte baja de mi espalda.

Me moví más cerca de su rostro. Sintiendo su aliento a través de mi boca y acariciando suavemente sus labios con un beso, instándolo a venir a mí.

"Bella", susurró. "Tienes que dormir."

Rodó de lado para quedar frente a mí y su cuerpo y su expresión comunicaban lo mucho que él me quería despierta.

"No quiero dormir," murmure, acercándome nuevamente, dándole sólo un leve beso, tratando de sugerirle que él podía tenerme de la forma que quisiera.

Gimió suavemente y el sonido sacudió mi cuerpo entero.

Él apoyó sus labios sobre los míos  y me beso larga y lentamente, como recordando. En la oscuridad de la noche, el ambiente se sentía tan íntimo, como si solo existiéramos nosotros dos en este pequeño momento robado. Mientras todo el mundo que nos rodeaba estaba dormido, ajeno a las monumentales emociones que rodaban a través de mí, en mi habitación.

Él profundizó el beso, murmurando palabras suaves y entrecortadas cada vez que se separaban nuestros labios, sus manos se movían gentiles pero hambrientas, desde mi cadera a mis costillas y hacia mi espalda otra vez.

"Su piel… y muslo… contra me… necesito sentirla…" Captaba palabras y fragmentos de ellas aquí y allá, saboreando simplemente el sonido de su voz que resonaba entre nuestros besos.

Necesitaba sus manos sobre mí, debajo de mi ropa, tocando mi cuerpo.

Como si presintiera mi silente y hambrienta petición, él rodó sobre su espalda, tirándome encima suyo. Mire su rostro, iluminado sólo por la luz de la luna y las lámparas de la calle. Él había echado mis cabellos hacia atrás, manteniendo la cortina que ellos formaban a un lado de nuestros rostros.

"Te amo." Sus ojos me rogaban que lo creyera. "Bella, quiero encontrar un camino que nos traiga de vuelta a nosotros."

Baje mi boca a la suya, mostrándole cómo podíamos hacerlo. Mis piernas se deslizaron a sus costados y doble mis rodillas, a ambos lados de su cintura. "¿Está bien esto?”

"Lo que quieras," susurró, pasando sus manos por mi espalda.

Levante mi cuerpo un poco, dejando que mi remera se enrollara hacia arriba, invitándolo. Sus manos obedecieron, resbalando por mi estómago y deslizándose debajo de mi remera. Gemí en su boca ante el contacto; no tanto a causa del frío sino por el impulso magnético de sus dedos acariciando mis lados, sintiendo la carga eléctrica que se desprendía de su piel contra la mía. Sus dedos subieron a mis costillas y el recorrió suavemente la forma de la parte inferior de mis pechos. Jadee y me arquee contra sus manos, necesitando más. Apoyada en mis codos por encima de él.

"Bella" él suspiro, rompiendo el beso y mirándome. Sus manos se trasladaron lentamente hacia arriba tocando mis pechos. Yo era incapaz de mantener mis ojos abiertos o mis caderas quietas; mientras me movía  suavemente hacia atrás y hacia adelante sobre él.

"Eres exquisita," susurró. "Tu cuerpo fue esculpido sólo para mis manos."

Un arranque de audacia nació dentro de mí en la oscuridad. Me senté, deslizando mis caderas hacia atrás y frotándome sobre la suya. Lentamente, donde él estaba más duro e insistente. Alcance el borde inferior de mi remera y en un impulso tembloroso, la tire encima de mi cabeza, arrojándola al piso.

Al ver su gesto boquiabierto, inmediatamente lamente lo que había hecho y me estire para recoger mi remera del piso, murmurando mi disculpa. "No sé lo que estaba pensando... Es demasiado pronto, lo sé..."

Fuertes manos me impidieron llegar al piso. Sus dedos se cerraron alrededor de mis muñecas y las sujetaron, mientras él se incorporaba lentamente, sentándose debajo de mí, y dejando que sus ojos vagaran desde mi cuello hacia abajo, hasta mis pechos.

"Por favor, no te ocultes de mí," me susurro, inclinándose para trazar un camino de besos siguiendo la ruta de su mirada: mi cuello, mi clavícula, la curva superior de mi pecho. "Nunca."

Sus labios permanecieron allí, me inclinó hacia atrás mientras besaba el contorno de uno de mis pechos. Movió mi brazo a un lado, sin liberar mis muñecas y dibujo un camino con su lengua desde mis costillas, alrededor de mi pecho, hacia arriba y, a continuación, hacia abajo de mi esternón, dejando que sus labios descansaran sobre mi corazón.

"Edward," jadee suavemente, dándome cuenta de que estaba arqueándome hacia adelante, instando a su boca a acercarse a mi pezón.

Soltó mis muñecas, una vez que se dio cuenta de que yo no iba a malinterpretar su respuesta. Llevo sus largos dedos hacia los huesos de mis caderas, moviéndome cuidadosamente hacia adelante y hacia atrás. Alentándome, con ese simple gesto a que me moviera sobre él, como yo deseara, mientras me exploraba.

Mis manos se apoderaron de su cuello y yo me moví  lentamente sobre él. Mientras él gemía y comenzaba a moverse suavemente debajo de mí. Su boca regresó a mi cuello, su mano sostuvo mi pecho mientras su pulgar dibujaba un círculo lentamente sobre mi pezón. Cambió de posición mis caderas, tratando de descubrir cómo moverme  para sentir lo que había sentido la primera noche cuando regresamos: orgasmo inminente, un ritmo fácil que lo haría gemir mi nombre de nuevo. Me detuve y comencé nuevamente, gimiendo en voz baja, mientras su mano bajaba despacio y sus dedos exploraban de forma más precisa la forma de mi pecho.

Las puntas de sus dedos acariciaron mi pezón y yo jadee, moviendo mis caderas directamente sobre él, finalmente, rodando ahora con más insistencia. Sus ojos siguieron la ruta de sus dedos, entonces, su cabeza se inclino hacia adelante y besó la punta de mi pezón una vez, dulcemente, antes de gemir y tomarlo entre sus labios, permitiendo que su lengua saboreara mi piel.


"Edward," gemí, queriendo sus manos sobre mis caderas, guiándome a hacer lo que el deseara. Quería que estuviera conmigo, que acabara conmigo. Necesitaba darle todo.

Sus ojos se dispararon ante el temblor de mi voz y, a continuación, bajaron hacia donde nuestras caderas se juntaban, gimiendo suavemente.

"Déjame tocarte." Su voz era ronca y me miro, esperando mi permiso.

"Quiero hacerte…"

El me cortó, "Déjame tocarte, Bella."

Yo nunca había sido tocada allí antes, y sabía que Edward, en todos sus años, nunca había tocado a alguien así. Estaba nerviosa de que fuera diferente de lo que él esperaba, de que se sorprendiera de lo húmeda que yo estaba, de que de alguna manera eso estropeara este momento.

Él percibió mi duda. "Por favor déjame. No quiero que tu próximo orgasmo conmigo sea a causa de otra cosa que no sean mis manos."

Él me miró y pareció leer mi nerviosismo, pero vio también cómo sus palabras me habían afectado. Mi corazón había comenzado a latir casi como si fuera un pesado péndulo, golpeando mi pecho con un duro y pulsante ritmo. Sentí una ola de humedad liberándose entre mis piernas. Dejó mi pecho, pasando lánguidamente su pulgar sobre mi pezón. Su otra mano, descanso sobre mi muslo.

"Puedo saborearte en el aire y eso me está volviendo loco," murmuro, arrastrando sus dedos a la cara interna de mi muslo y subiendo lentamente por él, hasta tocarme a través de la tela de mis shorts. "Puedo olerte. Eres lo mejor. Este aroma es el mejor… incluso más que tu sangre, porque es tu cuerpo respondiendo a mí."

Sus dedos se movieron empujando a un lado la tela de mis shorts y luego se detuvo, mirándome. "Dime lo que deseas." Su voz era baja, poco familiar y seductora.

"Quiero que me toques," susurre. Quiero que me desees. Quiero ser irresistible para ti.

"Y yo quiero sentirte," murmuro, convenciéndome, arrastrando su dedo a lo largo de las arrugas del short alrededor de mi cadera y jugando con el elástico. "Quiero sentir lo que mis manos te provocan."

"Oh..." Jadee, viendo como sus dedos se introducían debajo de mi pijama y lo deslizaban hacia debajo de mis caderas.

Él me miró mientras sus dedos presionaban el algodón húmedo de mi ropa interior y yo sostuve su mirada. Engancho un dedo por debajo de la tela y deslizó un nudillo a lo largo de mis labios y ambos gemimos ante ese contacto, y nuestras bocas se unieron, abiertas y húmedas.

"Oh mi Dios," susurro él. "Te sientes..." comenzó a murmurar pequeñas frases y palabras sueltas que yo apenas podía entender.

Volteo su mano para tocarme con las puntas de sus dedos y dio un grito ahogado, inclinándose contra mí. Sentí que mis ojos se cerraban ante la enormidad del momento, tenerlo aquí, acariciándome, deseándome.

Sus besos se volvieron desorganizados y desesperados y me encontré elevándome y arrodillándome sobre él, montada a horcajadas sobre sus piernas. Él gimió en mi boca, moviendo su brazo dentro del nuevo espacio que se abrió entre nosotros, obteniendo mejor acceso a mi cuerpo. Sus dedos acariciaban el largo de mi piel, explorándola suavemente. Abrí mis ojos para encontrar los suyos abiertos, observando mi reacción a todo lo que él hacía y no ya no pude alejar mi mirada de su rostro. Viéndolo tocarme de este modo, sintiendo lo que sus caricias me provocaban – en este momento – podía sentir cada dimensión de su amor por mí.

Sus dedos encontraron mi entrada y él presiono uno hacia adelante, suavemente. "Dime lo que sientes," me susurró. "Dime si lo estoy haciendo bien."

"Oh, Dios…oh…" Gemí, sintiendo su dedo avanzar suavemente antes de volver hacia atrás. Él parecía mirarme casi en trance.

"Oh mi Dios," susurre una vez más, arqueando mis caderas hacia adelante, tratando de sentir más su mano sobre mí.

Movió su pulgar a mi clítoris, murmurando, "por supuesto…" para sí mismo. Yo respingue bajo  su mano y atraje su cabeza a la mía, besándolo desesperadamente.

Paso un tiempo antes de que yo pudiera concentrarme en las sensaciones que me provocaban sus caricias más que en la idea misma de lo que él estaba haciéndome, hasta que logre que mi cuerpo simplemente lo sintiera. Su dedo encontró un ritmo lento y su pulgar encontró la presión exacta que me hizo sofocar. Una vez que me entregue a las sensaciones, empecé jadear suavemente en su boca, perdiéndome ante la visión de su brazo de moviéndose, y su hombro flexionándose. Él gemía en voz baja con cada suave empuje de su dedo.

"Tan húmeda, ¡Ah!, Bella, estás tan húmeda en mi mano…"

Sentí que mi cuerpo se dejaba llevar y comencé a acabar.

"Oh… por favor…" Susurró. Empecé a tensarme, y mis manos se apretaron en su cuello rogándole que siguiera haciendo exactamente lo que hacía.

"Tus gemidos, Jesús, Bella, tus gemidos…" jadeo, llevando su dedo más profundo dentro de mí.

Empecé a acabar y lo sentí sonreír contra mi boca. "¿Si?," me pregunto, emocionado. Él acelero los movimientos de sus dedos ligeramente. "Estas acabando… Oh, Dios…"

Mordí su labio inferior para no gritar, dejando que mis caderas se balancearan hacia adelante contra su mano debajo de mí, y su dedo dentro mío. Él jadeo al sentir que mi cuerpo se  contraía alrededor de su dedo, mientras mis dientes mordían su labio.

Mi cabeza cayó hacia atrás y mis ojos miraron brevemente la ventana, desenfocados, llegando a ver la luz de la calle antes de que se cerraran y de que mi cuerpo explotara completamente. Círculos de color amarillos estallaron tras mis parpados y se extendieron, pulsando detrás de mis ojos cerrados. Oí que Edward gemía mi nombre y presionaba sus labios contra mi cuello, sintiendo mi pulso acelerado. Sentí que mi cuerpo lo apretaba, confesando mi desesperada necesidad de él con músculos en lugar de palabras.

Mis caderas se detuvieron,  mi fuerte respiración se fue normalizando mientras liberaba pequeños gemidos. Pero su mano todavía me tocaba, se había quedado conmigo, y se movía lentamente para calmarme.

Mi cabeza cayó a su hombro. "Oh Dios, oh Dios…" Gemí en voz baja. "Oh…"

Él besó mi hombro y me acaricio una vez mas casi como resistiéndose a la idea de quitar su mano de mí. Me senté y empuje mi pelo húmedo fuera de mi cara y me incline para besarlo, intentando comunicarle con ese beso todo lo que sentía.

Mi amor.

Mi alivio.

Mi necesidad.

Mi corazón comenzando a sanar bajo sus dedos.

Él levanto su mano húmeda y pintó con su dedo una línea sobre mi seno, inclinándose para seguirla con su lengua y sus labios. Me di cuenta con un suave gemido y el rubor calido en mi cara lo que él estaba haciendo.

Él jadeo entonces y su voz sonó casi apenada.

"¿Estás bien?" Pregunté suavemente, preocupada.

Él asintió contra mi pecho pero pude sentir que sus dedos me apretaban más enérgicamente, su boca presionándose un poco más sobre mí.

"¿Edward?" Pasé mi mano hacia abajo de su pecho, empujándolo un poco para poder ver su rostro. Él se inclino contra mi clavícula, pero luego encontró mi mirada. Sus ojos estaban entrecerrados y sus labios húmedos.

"Bella" gimió suavemente y el sonido de su deseo fue inconfundible. Le sonreí y me estire para acariciarlo por encima de su ropa interior. "Sí, oh Dios… por favor, tócame… tu sabor me está enloqueciendo."

Me incline mas y moví el elástico de la cintura de sus bóxers hacia abajo, saboreando la vista de sus caderas, su ombligo, el suave vello. Él se apoyo sobre sus manos y levanto sus caderas, permitiéndome empujar sus bóxers hacia abajo de sus piernas. Los tire en el suelo, distraída.

Edward estaba desnudo en mi cama.

Lo observe, sin rastro de pudor, devorando su cuerpo con mis ojos, y me subí sobre sus muslos. El estaba duro y totalmente parado. No tenía ni idea de que estaría tan… erecto.

Me observo en silencio. Sus piernas temblaron ligeramente y su mano empujo mi cabello detrás de mi hombro, para poder tocar mis pechos mientras yo reunía el valor necesario para tocar su erección. Su pene se movió ligeramente y lo miré, sorprendida.

"Se movió," le dije, mordiéndome para reprimir una sonrisa.

Él dejo escapar una pequeña carcajada. "Por el amor de Dios, Bella, tócame."

Baje mi mano y pase mi pulgar y dedo índice hacia abajo por sus lados, sintiendo su piel. Él se sacudió violentamente frente a mí y su cabeza cayó hacia atrás. Yo mire fijamente mi mano sobre él. Se sentía diferente de lo que esperaba, a pesar de que su carne era dura, su piel era más suave que la de su rostro o su pecho. Era suave; y me maree ante la imagen de su miembro entre mis manos.

Mis dedos llegaron hasta la base y volvieron a subir un poco, antes de envolverse alrededor de él y subir para detenerse justo debajo de la cabeza.

Dudé. Parecía realmente… apretada. ¿Le dolería si frotaba esa parte con mi mano?

"¿Estás bien?" preguntó, tenso.

Lo mire y arrugue el ceño. "Yo no sé cómo hacerlo. No quiero lastimarte."

Él sonrió tranquilamente y cerró sus ojos como si yo hubiera dicho algo más absurdo de lo que creía. Comprendí en ese momento lo ridícula que le parecía la idea de que yo pudiera lastimarlo, pero no había encontrado ninguna otra forma de expresar mi temor de que el movimiento de mi mano fuera demasiado, se sentía como si su piel estuviera demasiado estirada.

"No te preocupes, no duele," me dijo sonriendo de nuevo, y abriendo sus ojos para mirar mi mano sobre él. Yo le apretó suavemente. "Ni… oh… siquiera un poquito…"

"Note rías de mi," lo rete en un susurro. "Nunca antes hice esto."

Él levantó uno de sus brazos y paso su dedo sobre mi mejilla antes de bajarlo a donde yo lo tenía rodeado con mi mano. Su mano se envolvió alrededor de la mía y la apretó, moviéndola hacia arriba y sobre la punta antes bajar una vez más hacia la base.

"Jesús," él gimió.

Entonces aflojo su mano sobre la mía, permitiéndome hacerlo sola. Moví nuestras manos de nuevo y él gimió en voz baja, sentándose y besándome.

"Bella", susurró contra mis labios.

"¿Qué?" Pregunté, inclinándome hacia abajo ligeramente para besar su cuello. Intentando imitar la ruta a lo largo de su miembro, que me había mostrado, mientras él colocaba sus manos en cada lado de mi cara. Sus labios besaron mi boca, mis mejillas, ojos y oídos.

"No puedes imaginarte lo que siento cuando me tocas así... oh Dios, yo no soy... Es decir, no puedo..."balbuceo en susurros.

De repente sujeto mi mano y coloco sus dedos sobre mis labios en silencio. Empecé a preguntarle que estaba sucediendo cuando escuché a Charlie subir las escaleras y pararse frente a la puerta de mi cuarto.

Instintivamente me aleje de Edward y me levante de sus piernas. Él se quedo sentado, aparentemente poco preocupado de que Charlie pudiera entrar y encontrarlo desnudo.

"¿Bella?" susurro Charlie. "¿Todavía estas despierta?"

Permanecí en silencio, escuchándolo suspirar detrás de la puerta. Pareció quedarse un momento más antes de dirigirse hacia su habitación.

Exhale aliviada y mire a Edward en la oscuridad. La luz que venía de la calle era muy leve, y no pude distinguir sus facciones. El se mantenía en silencio.

"¿Edward?" Susurre, nerviosa. La atmosfera había cambiado tan rápidamente, que sentí frío por primera vez en horas.

El no respondió. Lo vi pasar una mano a través de su pelo y él murmuro, "Bella… ¿tú gritas cuando duermes?"

La pregunta pareció retumbar en mis oídos, y paso un momento antes de que la comprendiera. "¿Qué?" Pregunté, aunque ambos sabíamos que lo había oído perfectamente.

"¿Tu gritas?" me preguntó nuevamente.

Recordaba las pesadillas demasiado bien, la sensación de completa oscuridad que lentamente me comía desde adentro. Pero no quería que se preocupara por mí. Eso traería el peor resultado posible: que ante sus ojos, yo siempre sería frágil, en todos los sentidos de la palabra.

"Edward…"

Subí nuevamente a su regazo, pero él se veía distante y recogido. Bese sus labios, mostrándole donde lo habíamos dejado, apoyando mi mano sobre su abdomen y arañándolo ligeramente. El tomo mi mano y la llevó a su mejilla, descansando su cara en mi palma.

"Todavía tiene pesadillas cada noche, sabias," me dijo en un susurro. "Cada noche."

Mordí mi labio y aleje la vista, sintiendo mi garganta demasiado estrecha para respirar.

"¿Me odiabas?" susurro. "¿Cuándo me fui?"

"Por supuesto que no," grite, volviéndome a mirarlo. Había un millón de razones para que él me dejara. Mis sentimientos por él no estaban entre ellas.

"¿Cómo podrías no hacerlo?" Casi parecía estar preguntándose a sí mismo.

"No quiero hacer…" empecé a decir, pero él me corto.

"Parecías estar muriéndote." Su voz era plana, y me asusto. "Te vi en la mente de Charlie. Y en la de todos en la escuela. Te veías tan diferente para ellos cuando regresé, y no puedo dejar de pensar sobre lo que eso significa, como debes haber estado... antes. Bella, lo que sucedió entre nosotros fue enorme. ¿Puedes hablar conmigo de eso?"

"Edward..." dije y me quede en silencio.

Él me miró expectante, pero cuando me quede callada su expresión esperanzada se volvió triste. "¿Cómo puedes dejarme tocarte?" susurró. "¿Cómo puedes desearme?"

"Edward, no," le rogué.

"¿Cómo puedes creerme una sola palabra de las que te he dicho, después de esa mentira negra y horrible?" Su voz se había vuelto y gemido bajo.

"Por favor no hagas esto." Me sentía desesperada. Podía ver nuestra historia desplegándose nuevamente, volviendo hacia el momento en que Edward recordara por qué me dejó comenzando con: Bella es frágil e ingenua y yo soy venenoso y animal; y llegaría al punto en que él me dejaría una vez más. Me esforcé por transmitir fortaleza con mi cara. "No creo que tengamos que hablar de eso. Ambos sabemos lo que ocurrió. Ambos hemos cometido errores. Revivirlo sólo nos hará sentir mal a los dos."

Él miro fijamente su mano en la cama junto a su muslo pero no me contesto. Sentí mi pulso acelerarse.

Miré hacia abajo a mis piernas sobre las suyas y lo necesite tanto, aquí, debajo de mí, tocándome. Conmigo. "Te necesito," le dije atragantada. "Te necesito aquí."

Él me miró, apenado. Dejo que sus ojos vagaran por toda mi cara y relajo sus facciones, comprendiendo adonde se había dirigido mi mente, y cuál era la razón por la cual mi pulso delataba el pánico que yo estaba sintiendo. Él sacudió su cabeza ligeramente. "Bella-"

Lo interrumpí, aterrorizada de que sus palabras se oyeran planas y poco convincentes. "No hagas esto." Me acerque a él tanto como pude, envolviendo mis piernas y brazos alrededor de su cuerpo.

Se tenso y, luego, se relajó un poco y sus manos recorrieron hacia abajo mi espalda calmándome. "Bella, no se trata de eso. No me estoy yendo."

Todavía. Eso significaban sus palabras. No me estoy yendo, todavía.

"Te deseo." Necesitaba esa conexión otra vez. Necesitaba sentir lo que habíamos sentido tan sólo unos momentos atrás. Hundí mis dedos en su pelo y comencé a besarlo suavemente, murmurando contra sus labios, "por favor sólo quédate conmigo ahora."

"Bella tenemos que hablar" dijo, pero sus brazos permanecieron en mi espalda, sujetándome contra él. Suspiro mientras lo besaba y yo abrí mi boca para él, deslizando mi lengua entre sus labios y gemí suavemente. El comenzó a besarme lentamente, reconfortándome con sus labios, suspirando suavemente y acariciando mi piel con sus manos.

Me sentí mas tranquila cuando él comenzó a tocarme, gimiendo bajo mis caricias. Me sentí entera cuando él tembló bajo mis manos, murmurando la palabra "más", una y otra vez.

Finalmente, él pareció rendirse completamente a esto, renunciando a alguna pequeña batalla. "Necesitamos esto," susurró, casi para sí mismo. "Ahora, esto es lo que necesitamos."

"Sí," le dije, bajando mi mano para tocarlo. Basto sólo un suave toque de mis dedos para que él estuviera erecto de nuevo y gruñendo ligeramente ante mis caricias a lo largo de su miembro.

"Soy todo tuyo, oh Dios..." jadeo mientras yo lo acariciaba."¿Cómo puedo hacer para que me creas?"

Bese su boca mientras me hablaba, sintiendo cuánto me necesitaba y dejando que eso lo atara a mí, aunque fuera por ahora. No pude cerrar mis ojos y perder de vista su rostro mientras lo tocaba.

"Me tienes para siempre, por favor, Bella…" En este momento, yo solo quería que el me deseara.

Pasé mi mano sobre él, volcando cada sentimiento que tenia por él en esa acción, mostrándole que yo podía hacerlo sentir bien y que podía darle todo lo que el deseara.

Recorrí su labio con mi lengua y él tembló, comenzando a besarme con más insistencia. "Tan cerca," jadeo, "Bella, oh Dios…"

Lo apreté más y, a continuación, baje mi otra mano y comencé a mover ambas a lo largo de su miembro.

Cuando hice esto, él gimió, casi gritando, y su cabeza cayó ligeramente. Seguí con mis labios, su mentón y hacia abajo de su cuello.

Sentí su eyaculación fría contra mi mano, corriendo bajo mis dedos. La sensación fue casi familiar, una pulsación mientras el gemía, el líquido salió con menos fuerza de la que yo esperaba de su cuerpo y sus piernas se relajaron debajo de mí sólo por un breve momento antes de tensarse una vez más, necesitando más. Yo no deje pasar la oportunidad y en su lugar, continué besándolo, oyéndolo hablarme suavemente. Lo sentí ponerse duro de nuevo y extendí el líquido untuoso de su clímax a lo largo de erección.

"Te sientes bien," le susurre, tocándolo con renovada energía mientras el comenzaba a gemir pidiendo más. Su cuerpo se sentía cómodo en mi mano. Su peso me relajaba. Su forma era algo que sólo yo había visto y saber eso me abrumo y me alivio inmensamente.

Dude y cerré mis ojos. Todavía necesitando escucharlo. Baje mi voz, "Dime que me necesitas."

Puso su mano sobre la mía y freno mis movimientos, desplazando nuestras manos juntas a lo largo de su longitud y sobre la punta antes de apretar hacia abajo de nuevo.

"Te necesito," susurró, inclinándose a besarme suavemente, mirándome.

Sonreí contra sus labios y me aleje, dejando que mi mirada cayera a su boca.

Él se inclino hacia atrás y esperó hasta que mis ojos volvieran a encontrar los suyos. "Te necesito mucho," repitió, deteniendo nuestras manos. "Siempre te he necesitado."

Asentí, sosteniendo su mirada. Mi corazón tembló y latió fuerte y rápidamente. El había leído  algo en mi pregunta, algo más profundo e inconsciente. Sus ojos encontraron los míos y me comunicaron que entendía.

Se inclino hacia adelante y me besó una vez más, abriendo sus labios ligeramente y probándome con la punta de su lengua. "Yo te necesito, Bella," insistió.

No podía evitar su mirada y sentí que algo se aflojaba y se rompía dentro de mí. Mi corazón comenzó a azotarme mientras el no solo me hablaba a mí, sino también al órgano rasgado y deforme debajo de mi pecho.

Nuestras manos comenzaron a moverse de nuevo con deliberada lentitud, y nuestros dedos se entrelazaron.

"Te necesito, siempre," susurró, besando un costado de mi boca, y mi mejilla.

Mis ojos se habían cerrado fuertemente y yo luche por contener las lagrimas mientras él me rompía para intentar reconstruirnos.

Él se apoyo en mi cuello, murmurando, "te necesito… tanto…"

Trague fuerte y un sonido ahogado escapó de mi garganta mientras luchaba contra una marea de emociones: miedo, amor, soledad, deseo – todas ellas amenazando con romper a través de mí en un sollozo.

Nuestras manos siguieron el mismo ritmo y el llevó su otra mano a mi cara, acariciando mi mejilla suavemente.

"Te necesito," susurró, pacientemente, limpiando una lágrima con su pulgar.

"Por favor," rogué.

"Haré lo que sea…"me susurro en un suspiro mientras yo apretaba más nuestras manos alrededor de su miembro. "Hare lo que sea para hacerte entender."

Quédate, quise decirle. Eso es todo. Sólo quédate.

"Bésame..." Le susurre en cambio, con la esperanza de que el sintiera la misma desesperación. Me incline hacia adelante y cubrí su boca con la mía, saboreando la sensación de su boca moviéndose con la misma necesidad que yo sentía.

Sus besos comenzaron a suavizarse, y su boca comenzó a alejarse mientras él frotaba sus labios hacia adelante y hacia atrás sobre los míos. Su mano abandonó mi mejilla, y bajo a mi regazo, hundiendo sus dedos en mi ropa interior y tocándome. Tan pronto como sintió cuan húmeda estaba acabó en nuestras manos, gimiendo mi nombre.

Paso sus dedos por el costado de mi pecho. "Te lastime," susurró. "Lo siento. Yo…"

Miré hacia abajo y sacudí mi cabeza. "No duele."

Él frunció el seño y paso su pulgar nuevamente sobre el moretón antes apretar sus frios labios suavemente sobre el círculo azulado. "Eres tan hermosa. Prometo que aprenderé como tocarte sin hacerte daño."

"Lo hiciste perfecto," le dije intentando tranquilizarlo, y sintiendo el rastro de sus labios sobre mi seno. Sentí la pesadez del sueño invadiéndome; la comodidad de su cuerpo era el alimento perfecto para mi somnolencia.

"No quiero volver a lastimarte nunca más cuando estemos así de cerca." Lo vi llevar sus labios a la parte inferior de mi seno descansando allí e inhalando mi aroma, mientras cerraba sus ojos. "Me aterroriza lastimarte."

Una claridad que nunca antes había experimentado se extendió a través de mí y de repente estuve segura de que Edward volvería a dejarme. Él se daría cuenta de que yo era demasiado frágil, que se me hacían moretones con demasiada facilidad, que era demasiado humana.

Hundí mis manos en su pelo, una en la parte superior de su cabeza y otra en su nuca y lo sostuve contra mí, sintiendo que mi pecho comenzaba a capear por el esfuerzo por contener el llanto.

"¿Por qué lloras, Bella?" Él se libero de mi agarre suave pero fácilmente, y se sentó a mi lado. "Por favor habla conmigo..." Su voz era tan baja que apenas lo oí.

Estaba casi dormida y ya no sentía la necesidad de mantener ocultos mis miedos, sino solo de dejarlos desaparecer. Había intentado protegerlo de mis temores, de su necesidad de cuidar de mí, pero las palabras sólo cayeron de mi boca: "Me siento tan cerca de ti cuando estamos juntos así, pero de alguna forma  siento que tu aun estas lejos." Fue la admisión más honesta que pude darle y me desgarre por dentro.

Ayúdame.

Ayúdanos.

Él suspiro suavemente y me giro para que quedara frente a él, besando mis lágrimas.

"Lo siento," me susurro. "Yo te hice esto, y lo siento mucho."

Mi corazón se rompió por los dos cuando me dijo eso, porque necesitaba tanto solucionar esto y nada de lo que yo hacía parecía aliviar el dolor en mi pecho. En su lugar, yo estaba haciendo que él se cuestionara todo otra vez. Yo lo estaba alejando de mí, una vez más.

"Yo te amo," susurró en mi cabello. De alguna manera, esas palabras no me tranquilizaron tanto como esperaba, porque me di cuenta de que no importa cuánto el me amara. En algunos aspectos, cuanto más me amara, más probable era que me dejase.

Él me envolvió lo mejor que pudo con mantas sin mover mi pierna de entre las suyas.

"No me dejes," susurre, desesperada. "Puedo solucionar esto. Puedo ser mejor."

Él se quedo inmóvil y un sollozo se escapo de su garganta. Me abrazo mas fuerte contra su pecho y susurró, "Oh," en mi cabello. "Bella, por favor... no. Nunca digas eso."

No supe qué responderle. No, ¿porque no vale la pena? No, ¿porque no deseas volver a acercarte tanto de nuevo? No, ¿porque tú sabes, en el fondo, que yo no puedo mejorar?

Él se quedo quieto y pude sentir su mano contra mi pecho, esperando a que me calmara. Nos sentamos juntos en silencio, pero mi corazón no dejaba de latir fuerte con absoluto pánico.

El se quedo sin palabras, y mi corazón se rompió otra vez.

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Mi Si, Mi No - Capítulo 6: Mi Perdón - By LolaShoes


¿Podría volver a confiar en él después de que me hizo creer la peor mentira posible? Si yo lo dejaba entrar en mi vida otra vez y bajaba la guardia, haciendo borrón y cuenta nueva y él volvía a abandonarme, yo nunca me recuperaría. El me había acusado una vez de no tener ningún sentido de auto-preservación. ¿Acaso estaba apareciendo toda ahora? La única persona en el mundo cuya palabra creía por sobre todas las demás me había mentido. Había tomado mis peores temores e inseguridades, mis dudas de mi misma y de cómo alguien tan hermoso como él podría jamás desearme y las había hecho realidad. ¿Podría ahora erradicar todos los miedos y las inseguridades que el mismo creo?



Se quedo en silencio durante varios minutos y se alejo de mí muy lentamente, rodando fuera de la cama eventualmente, para permanecer de pie. Yo me había relajado tanto bajo sus caricias. Tanto… que desee pedirle que se quedara a mi lado.

Pero no podía.

"Bella, te amo. Lo siento mucho." Sus dedos recorrieron mi cabello. "Estaré cerca si me necesitas. Yo nunca te dejare de nuevo. Soy sólo tuyo.”

                                                        *****

Me despertó el sonido de un viento feroz fuera de mi ventana. Una rama se partió y cayó del árbol fuera, golpeando el revestimiento antes de estrellarse sobre el camino de la entrada vacío. La lluvia había salpicado la ventana. Edward la había cerrado bien, para mantenerme seca y segura cuando se fue durante la noche.

Nuestra conversación sólo horas antes fue tan diferente. El se había desnudado emocionalmente, siendo crudo, y honesto – como lo había hecho todas las otras noches. Pero con la charla de anoche, el me había ayudado también a entender que se estaba rindiendo a nosotros. Iba a confiar más en sí mismo esta vez. Y eso casi significaba más para mí que toda su insistencia en decirme que lamentaba haberme mentido o que él estaba aquí para quedarse.

Mire fijamente el patrón que dibujaban las gotas de lluvia en el vidrio de mi ventana, cada uno de ellas serpenteaba aleatoriamente y terminaba en un charquito a un costado del marco. Había tantos caminos que Edward y podríamos tomar para seguir adelante. Pero, me había dado cuenta ayer por la noche, que todos ellos nos conducían al mismo lugar. Lo amaba más de lo que podía expresar en palabras y comenzaba a creer que él siempre me había amado de ese modo. Cuando se llegaba a este punto en cualquier relación, era solo una cuestión de rendirse y entregarse a ella. Para Edward, perder el control se sentía como algo aterrador debido a cómo se veía a sí mismo: dañado, al punto de ser peligroso. La ironía más grande era que su mayor rasgo de humanidad se hacía visible a través de su arrepentimiento, su dedicación a lo que había entre nosotros y su voluntad de hacer lo que fuera que me ayudase a sentirme segura de nosotros otra vez.

Él estaba saliendo de su zona de comodidad para intentar confiar más en sí mismo. Para que pudiéramos superar esto, yo tenía que poner algo de mi parte también.

Me puse un viejo y raido pantalón de jean y un suéter y camine hacia la puerta antes de dudar. Volví entonces sobre mis pasos, buscando en mi armario, y me cambie a un par de pantalones ajustados y una remera negra sin mangas, poniéndome un cárdigan rojo arriba de ella. Al diablo la lluvia; yo quería deshacerme de la ropa triste.

Como de costumbre, Edward estaba esperándome afuera. Se incorporo de un salto de su posición contra el auto cuando salí y se paro frente a mí, sus ojos recorrieron de arriba a abajo mi cuerpo comiéndome con la mirada sin pudor. No pareció notar cuan delgada estaba pero lo vi soltar un pequeño gemido sofocado cuando encontró mis ojos. Tal vez él habría notado que mis ojos estaban volviendo a la vida, también. Supe que Edward había comprendido cuando me vio que yo me había vestido para él. Mordí mi sonrisa al ver su reacción y, a continuación, dude, dándome cuenta de que había pensado en subirme a su auto, aun sin darme cuenta.

Y sin embargo, no podía ir con él. Necesitábamos hablar, necesitábamos averiguar dónde nos encontrábamos antes de que los pequeños gestos y las rutinas diarias regresaran. Antes de que todo regresara.

Lo miré casi disculpándome y me subí a mi camioneta.

El resto del día fue como todos los demás, mis inseguridades regresaron lentamente incluso cuando su mirada se volvía más hambrienta con el paso de las horas diurnas.

                                                        *****

Termine mis deberes después de la cena y me quede dormida, esperando que se hicieran las diez de la noche.

Como la mayoría de las noches, mi sueño fue sobresaltado. Caliente y fría. Mi cama se sentía más vacía de lo que había estado en todos los meses que pase sin él.

Desperté de un sueño ligero y la cortina se agitaba en la noche sin viento. Sabía que él había estado aquí.

"Vuelve," susurre, llamándolo por primera vez, desde que habíamos vuelto a Forks.

Edward entro a través de la ventana, evitando a mi mirada y pasando una mano a través de su pelo. Se veía avergonzado y hambriento. "Lo siento. Vi que estabas dormida… No quise despertarte."

Murmure, "Necesitas cazar más. Te ves agotado."

"Estoy cazando lo suficiente. Te necesito a ti," susurró insistentemente, mirando fijamente al pie de la cama.

Me senté, empujando las mantas fuera de mis piernas y frotando mi cara fuertemente. No me importaba estar medio desnuda, usando sólo una remera y mi bikini. Deje caer mis manos y vi la lucha en su rostro, el deseo en sus ojos.

"¿Cómo es para ti venir a mí por la noche, cuando estoy tan confundida que jamás te hablo?" Le pregunté suavemente, cruzando mis piernas sobre la cama. "¿Cómo puedes soportarlo?"

"Yo no puedo permanecer alejado," me contesto en un murmullo. "Yo te amo, y eso me consume. Me sentía así también mientras estuve lejos, pero no tenía la posibilidad de mirarte. Cuando duermes, es el único momento en que tu cara se relaja estando yo cerca y fantaseo que todavía me amas. Es una ilusión pero me aferro a ella". Él dio un paso atrás y se apoyo contra mi vestidor. "Lo siento."

"¿No puedes permanecer alejado?" Pregunté suavemente, centrándome en estas palabras y preguntándome si el intentaba echar por tierra la única cosa que me preocupaba aún. Que él pudiera irse de nuevo.

"No," murmuro. "No soy lo suficientemente fuerte."

Desafortunadamente, yo ya había oído una variación de esas palabras antes, y él me había dejado menos de un año más tarde. Pero esta vez no era una explicación, era un alegato.

Yo nunca hubiera sido lo suficientemente fuerte para permanecer lejos tampoco. O tal vez, yo era lo suficientemente fuerte como para arreglar esto. Él no podía hacerlo solo, yo sabía eso ahora.

Yo lo necesitaba. Yo sabía que necesitábamos una catarsis esta noche, o seguiríamos con este patrón de una Bella silenciosa y un Edward descorazonado y ninguno de los dos quería que esa combinación nos definiera nunca más.

Me puse de pie y levante un par jeans del piso. El no podía mirar hacia otro lado, y sentí que sus ojos seguían el camino de mis pantalones mientras cubrían mis piernas desnudas, cubriendo mi bombacha negra. Su mirada se sentía como dedos acariciando mi piel y sentí que mis propias manos se agitaban mientras me abrochaba el botón. Sus ojos encontraron los míos. Me puse una remera y camine hacia él.

Él se incorporo parándose muy derecho frente a mi vestidor, con las manos en sus costados, y la cara apenada. Me di cuenta con una punzada, de que yo no le había hablado desde Volterra, y, lo que era más importante, no lo había tocado voluntariamente desde el avión. Levante mis manos y las sostuve delante de él, probando mi habilidad para tocarlo en pasos medidos y tratando de no lanzarme a sus brazos. Mis manos se sacudieron cuando las apoye lentamente contra su pecho. Mi piel latía paradójicamente caliente por el contacto y él gimió, dejando caer su cabeza y cerrando sus ojos. Cerré mis ojos también, sintiendo la corriente a través de mis brazos y hacia abajo de mi columna vertebral, atrayéndome más hacia él. Mis dedos exploraron los contornos de su pecho y se arrastraron hacia abajo sobre su abdomen, bordeando la cintura de sus jeans.

"Te extrañé," murmure. Su cabeza se disparó hacia arriba y él me miró. "Estoy contenta de que volvieras esta noche".

"Bella…" él gimió mientras sus músculos se contraían bajo mis dedos.

"¡Shhh!," susurre contra su hombro. "Necesito hacer esto a mi manera."

Camine alrededor de su cuerpo, deteniéndome frente a su espalda. Pase mis manos sobre sus hombros, hacia abajo por sus costados y puse mis brazos alrededor de él, arrastrando mis manos por su torso. Apreté mi frente contra su espalda y sentí que sus pezones se endurecían aún más por debajo de mis palmas, sentí un jadeo apretándose dentro de su pecho.

Empecé a treparme a su espalda y él me levantó el resto del camino, poniendo mis piernas alrededor de su cintura. Apreté mis labios junto a su oído. "Llévame a los bosques."

Edward dudó por un momento y, a continuación, saltó desde la ventana y corrió hasta el borde de los bosques detrás de la casa. El aire era totalmente negro y seco. Él caminó por el sendero cientos de metros y se detuvo, empezando a bajarme.

"No aquí," susurre en su cuello. No quería que me llevara al lugar donde me dejó. Quería saber si él me había seguido hasta donde yo había dejado de correr, donde yo había colapsado después de perseguirlo.

Él tembló comprendiendo. "Bella, yo no puedo llevarte allí."

Había estado ahí, me había visto.

"Por favor, Edward." Oí la desesperación en mi voz.

Corrió más por los bosques, sosteniendo mis muslos, apoyando su cabeza ligeramente en mi cuello. Yo sabía ahora que su dedo índice derecho estaba trazando la forma de la mancha de nacimiento debajo de mis pantalones.
Él disminuyó la marcha y se detuvo en un pequeño claro, bajándome suavemente al piso. Yo no habría sido capaz de encontrar el punto exacto por mi cuenta, pero tan pronto como estuvimos ahí, supe que era allí donde me había encontrado Sam.

Lo vi mirar alrededor. Estaba oscuro, pero yo sabía que él podía ver todo, podría recordar todo. El olor de los árboles y las hojas y el gran tronco pudriéndose en el piso. Los sonidos de las hojas cayendo y moviéndose. Los susurros vibrando todo alrededor de nosotros, de criaturas nocturnas evacuando ese espacio para nosotros.

El aspecto de dolor en su rostro era idéntico a la última vez que habíamos estado en estos bosques juntos, pero yo lo entendía ahora porque tenía un contexto. Aquí era donde él había roto su propio corazón, también, donde me dejó acurrucada y temblorosa. Esta vez sus ojos no se veían muertos – sino esperanzados, pero perdidos y solitarios.

"¿Qué sentiste estando aquí?" Le pregunte.

"Quería vomitar." Él pronuncio cada consonante con fuerza.

"Pero tu pensabas que me estabas quitando la posibilidad de tener una vida normal." Le dije esas palabras tan suavemente como pude. "Tu creías que estabas haciendo lo correcto."

"Sí", susurró.

"Tenías miedo de lastimarme. Físicamente." Agregué la última palabra para recordarle que el otro tipo de daño era infinitamente peor.

"Sí."

"¿Aún tienes miedo de lastimarme?" Esta vez yo no aclare.

"No, nunca podría hacerlo." Su respuesta fue rápida y determinada.

"Me dejaste porque me amabas." Él asintió. Yo susurre, "Tu todavía me amas. Todavía me deseas."

"Sí, Bella," dijo dejando escapar el aire por su boca. "Nunca dejé de hacerlo." Había alivio en su voz y parecía casi calentar el aire que nos rodeaba: yo, finalmente, reconocí que me amaba. Pero era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que esta no era la raíz de mi descorazonamiento; la admisión de que yo sabía que me amaba tenía un doble filo. Yo sabía ahora que su amor por mí no había sido lo suficiente para mantenerlo conmigo.

“¿Y estás seguro ahora? ¿Estás seguro de que no puedes permanecer lejos de mí?"

"Bella –"

Lo corte una vez más, queriendo ser totalmente clara. “¿Tu no me dejaras nuevamente? ¿Ni siquiera si alguien viniera tras de mí? ¿Ni si me besas demasiado fuerte o si me haces un moretón? ¿Tú nunca me dejaras nuevamente?"

"Dios, no," él gimió, cayendo de rodillas. Sostuvo su peso sobre sus manos en la tierra húmeda. Tomó una respiración profunda y se sentó sobre sus talones, pasando una mano a través de su cabello y arrastrando una hoja allí en el proceso. Él la ignoro.

Su rostro se ensombreció con pena y confusión. Yo me arrodille a su lado. El pudo haber sido capaz de encerrarse dentro de sí mismo aquí una vez, pero yo nunca podría.

"Me viste caer, ¿verdad? Me viste acurrucarme y perder la razón. Te quedaste para torturarte a ti mismo, para recordar por qué estabas dejándome en primer lugar – porque pensabas que no eras bueno para mí."

"Sí."

"¿Cómo me veía?" Le susurre, arrodillada a unos pocos pies de distancia de él. Él me miró, confundido.

"Cuando me dejaste."

"Rota." Su voz apenas se oyó.

Me voltee hacia él de rodillas y apoye mi mano en su rostro, dejándola vagar desde su frente hacia abajo de su mejilla, y hasta sus labios. Él se inclino hacia adelante apoyándose en ella y su cara se descompuso; sus lágrimas eran secas pero implícitas.

"¿Aún crees que estoy mejor sin ti?"

Abrió sus ojos y me miró. "Espero que no," dijo con voz ronca.

El me dejó, tal vez por una razón que tenía sentido en aquel momento, pero lo había hecho terriblemente mal. Él me había mantenido fuera del proceso porque creía que yo realmente no entendía su naturaleza. Él había permanecido lejos porque pensaba que tenía que hacerlo.

"¿Es así como me veía yo?" Me pregunte en voz alta, trazando su frente con mis dedos, intentando suavizar las líneas de angustia que aparecían allí. Su tristeza era demasiado para mí.

"No sé cómo me veo ahora, sólo se cómo me siento."

"Te ves agotado y destruido."

Él asintió lentamente. "Entonces sí."

Entendí en ese momento lo que le costó a él negar su amor, negar su instinto de protegerme. El pensó que cada parte suya debía ser refutada, incluso las partes que eran buenas y dignas. Negó su amor porque él había asumido que, eso también, estaba mal. Incluso simplemente negándome a decirle que lo amaba en voz alta esta semana, yo estaba negando el mío.

Ya no podía negarle nada más.

"Debe haberte matado dejarme aquí. Debes haber estado muerto por dentro." Me mataría a mí dejarlo ahora, viéndolo así, y yo quise que el escuchara cada pedacito de mi perdón. Deje que mi aliento acariciara su mejilla.

"Lo hizo. Lo estaba," exhalo. Su rostro se relajo bajo mi caricia, con mis palabras.

Le susurre, "Tu eres bueno para mí."

"Quiero serlo," murmuro, y sus ojos encontraron los míos hambrientos.

Me acerque más a él sobre mis rodillas, presionando mi pecho contra sus hombros. Apreté su cabeza contra mi pecho y él lanzó sus brazos alrededor de mí, tirándome sobre sus piernas y balanceándose conmigo. Una de sus manos acaricio mi cabello bajo mi espalda, la otra me había anclado a él alrededor de mis caderas. Sentí que temblaba agitado contra mí.

"¿Edward?"

"Sí," murmuro.

Me incline hacia atrás y él me miró. "Yo te amo," le susurre. "Nunca dejé de amarte, tampoco. Edward, estoy muy enamorada de ti."

"Oh Dios…" Se desarmó, presionando frenéticos besos en mi clavícula. "Más que a nada," dijo ahogado. "Te amo tanto, Bella."

"Lo sé," le susurre. "Puedo sentirlo."

Habíamos hecho un lio con todo. Tenía que pedirle ayuda, tenía que mostrarle que necesitábamos hacer todo juntos de ahora en adelante. El había aprendido que no podía tomar decisiones tan trascendentales sin mi participación, y yo aprendí que él no podía arreglar o nuestro sin ella, tampoco.

Nos balanceamos juntos lentamente durante un largo tiempo, escuchando los sonidos que nos rodeaban, escuchando la respiración del otro. Sentí que la tirantez en su pecho se aflojaba, sentí que el agujero en el mío propio comenzaba a cerrarse.

"¿Estás bien?" Murmure en su cabello, rascando suavemente su cuero cabelludo.

"Lo estaré. Si tú me perdonas, estaré bien."

"Lo hare. Lo hice. Simplemente no podía decirlo, realmente, hasta que pudiera decirte que te amo una vez más, porque de lo contrario hubiera sido incapaz de dejar de decírtelo, y primero necesitaba estar segura de que podíamos arreglar lo nuestro."

"Entiendo. Lo entendí anoche. Pude sentir cómo reaccionabas a mí."

Sonreí, "Lo sé. Mi cuerpo traidor."

Él sonrió contra mí, "No, no, para nada. Tu cuerpo indulgente, tu mente cautelosa." Él me besó el cuello una vez suavemente.

"Mi cuerpo nunca ha sido capaz de resistirte," le susurre.

"Gracias a Dios por eso." Pasó sus manos hacia abajo de mi espalda y envolvió sus brazos alrededor de mí, trayéndome más cerca. "Yo temía que decidieras que nosotros no podíamos estar juntos."

"Yo también temía eso," admití.

Nos quedamos abrazados por un largo tiempo después de eso, sintiendo como el otro se relajaba, finalmente.

"Necesito un nuevo recuerdo," murmure, levantando mi cabeza para mirarlo. "Necesito que me des algo nuevo aquí."

Yo no sabía exactamente lo que le estaba pidiendo, pero él pareció comprenderme. Se estiro sobre sus rodillas, tirando mis piernas alrededor de su cintura, antes de acostarme suavemente sobre las hojas húmedas donde yo una vez había yacido sola, sin él.

Esta vez cubrió mi cuerpo con el suyo, sosteniendo su peso por encima de mí con sus antebrazos.

"Nunca te dejare de nuevo," me susurró, presionando besos contra mi cuello y a lo largo de mi mandíbula hasta mi oído. "No quiero existir sin ti."

"Lo sé."

Él miro fijamente mis labios, hambriento y aliviado. Saboreo el momento, viendo como mi lengua pasaba a través de mi labio inferior, viendo como mi boca se curvaba en una sonrisa de anticipación.

Él me devolvió la sonrisa por primera vez en días. "Extrañe tu sonrisa," me murmuro, haciendo eco a mis pensamientos.

Bajó su cabeza y presiono sus labios contra los míos una vez, suavemente. Sentí su beso a través de mi cuerpo entero, sentí como él se entregaba completamente a nosotros. Él se movió hacia atrás y sonrió antes de besarme de nuevo varias veces, dejando pequeños besos sobre mi boca. Gemía cada vez que nuestros labios se tocaban. Por último, tuvo suficiente con los besos castos: él inclino su cabeza, pasando su lengua a través de mi labio y cubriendo mi boca con la suya. Ambos gemimos cuando nuestros labios se separaron al unísono, dejando que se tocaran nuestras lenguas, y nuestros besos se volvieron rápidamente frenéticos.

"Edward," jadee, sintiendo sus caderas balancearse hacia adelante, sugiriendo más de lo que nunca pensé que podría darme. Mantuvo su cuerpo por encima del mío, por lo que todavía no podía sentirlo.

"Dios," gimió, haciendo un camino de besos en mi cuello. "He querido oírte decir mi nombre de esa forma por tanto tiempo…"

Perdí el sentido del tiempo en el suelo húmedo, con su boca en la mía, sus manos en mi piel. Él nunca me freno, nunca me impidió necesitar más profundo, más hambriento, más. Sus dedos corrían hacia arriba y hacia abajo por mis lados, sólo deteniéndose para tomar mi cadera una que otra vez, cuando se permitía a si mismo empujar contra mí, casi tocando mi cuerpo, pero sin hacerlo completamente. Mis caderas subían para encontrar las suyas, pero él se mantenía siempre fuera de mi alcance.

Su mano se movió de mi cadera a mis costillas y yo me arquee contra él, rogándole con mi cuerpo que me tocara en todas partes. Su mano toco suavemente mi pecho sobre mi remera y él gimió, dejando que su cabeza descansara sobre mi hombro. Grité, presionando mis labios en su cuello.

"Bella" murmuró en mi cuello, abriendo mi campera. "Me está costando mucho frenarme." Él paso sus labios a lo largo de mi mandíbula y se detuvo en mi oído. "Te necesito. Así. Tendrás que ser tú la que ponga los límites esta vez."

Sus palabras no me sorprendieron como podrían haberlo hecho alguna vez. Sabía que él había sido honesto cuando me dijo cuánto me deseaba sexualmente. Pero no quería hacer el amor aquí. Sabía que ambos lo lamentaríamos. Sin embargo, él quería todo de mí esta noche y no podía ser el que dijera “basta”.

"No de este modo," murmure contra su boca. Quería que nosotros nos descubriéramos el uno al otro y lo saboreáramos, no que lo hiciéramos por desesperación y necesidad de alivio.

"Lo sé. Pero no puedo… necesito…" Sus labios se movieron hacia abajo de mi cuello y su mano estiro el cuello de mi remera hacia abajo, besando el borde superior de mi pecho. "Oh Dios, Bella…"

"Tócame," susurre. "Quiero que tú me hagas… que me toques."

Él gruñó suavemente ante mis palabras y rodo a mi lado, empujando un brazo debajo de mi cuello, para que descansara mi cabeza sobre su bíceps. "¿Qué te haga…? ¿Bella?" Él se acerco a mí, jugando con la cintura de mis pantalones y necesitando confirmar lo que yo le estaba pidiendo. Sus ojos encontraron los míos y sentí todo mi cuerpo ruborizarse. "¿Aquí?"

Asentí. "Por favor."

Él exhalo un gemido suave, y me beso mientras desabrochaba mi pantalón y bajaba el cierre, saboreando el momento. Su mano se deslizó por debajo de mi jean y paso a lo largo del elástico de mi bikini, sintiendo la piel suave de mi ombligo.

"Dios, Bella…"

Sus dedos presionaron hacia abajo, arrastrando su mano debajo de la tela alejándola de mi piel, y dejando su mano suspendida por encima de mí.

"Yo quiero…"él se quedó callado, besándome con lo que se sintió como apenas controlada moderación. "Yo nunca…" Su mano bajo y tocó mi piel, apenas sintiéndome.

Yo me arquee contra su mano, presionándola contra mí y él deslizó su dedo medio entre mis labios. Ambos gemimos en voz alta y, ante el shock de sus fríos y suaves dedos tocándome de este modo, ataque su boca con la mía, besándolo enloquecida, presionando mis dientes contra sus labios.

Paso su dedo a lo largo de mi clítoris y hacia abajo contra mi entrada. "Edward, por favor…" Gemí.

Su toque era suave y lento, probando cuánta fuerza y velocidad debía usar sobre la delicada piel. Sus dedos no eran fríos como el hielo, sino frescos como el aire que nos rodeaba, hipnóticos.

"Tan húmeda," murmuró. "¿Estás así de húmeda por mí?"

Asentí.
“Y suave. Bella, eres tan suave." Él sonaba asombrado y abrumado.

Yo abrí mis piernas y subí contra su mano, y él deslizó otro dedo entre mis labios, frotando a lo largo de mi sexo antes de presionar tentativamente y encontrar el lugar donde yo lo deseaba dentro de mí. Se movió lentamente, aprendiéndome. Froto la yema de su pulgar contra mi clítoris mientras sus dedos se movían dentro de mí. Uso tres dedos para frotar mi clítoris. Delineaba mi sexo en trazos largos. Mientras me tocaba, sacudió su mano contra mí, arrastrando su boca desde la mía hacia mi mejilla y luego hacia abajo de mi mandíbula.

"Pensé mucho en como seria tocarte aquí," murmuro contra mi piel. "Tantas horas he dedicado a imaginar cómo sería tocarte de esta forma."

"Yo también lo pensé," admití suavemente, sintiendo que mis caderas hallaban un ritmo contra sus dedos.

"Es devastadoramente mejor de lo que me imagine. Bella, no tienes idea de lo bien que se siente tocar tu piel."

Él volvió a besarme entonces, y nuestros besos se volvieron más intensos y profundos. Su mano fue paciente mientras que no lo era su boca: se tomó su tiempo tocándome, aprendiendo cómo respondía mi cuerpo a cada sensación antes de, finalmente, comprometerse a una sola acción, presionando dos dedos justo dentro de mi entrada – gentil y poco profundamente – y dejando que la base de su pulgar se friccionara contra mi clítoris rítmicamente.

"Esto," susurró. "Esto es lo que deseas."

"Sí," murmure. "Edward, oh Dios…"

Él tomó el ritmo y me miró mientras yo me perdía en la sensación de sus dedos tocándome de este modo. Gemimos y susurramos en voz baja, creando un nuevo idioma, ambos inmersos en la profundidad del momento y escuchando los sonidos que sus dedos húmedos hacían al deslizarse contra mi piel.

"Es tan…" Jadee.

"Lo sé," asintió el contra mis labios. "Es tan correcto, hacerlo ahora."

"Sí."

Yo estaba cerca. No se parecía a nada de lo que había sentido nunca antes a pesar de que me había llevado al orgasmo yo misma muchas veces. Me mantenía suspendida en el espacio que hay entre la tensión previa a la liberación, necesitando repentinamente sentir su cuerpo, necesitando saber que él estaba aquí conmigo.

Él sintió mi duda: "Déjate ir, Bella," susurró."Necesito darte esto. Puedo sentir tus músculos tensarse. Por favor, déjame hacerte acabar."

Sacudí mi cabeza contra sus labios, sabiendo lo que necesitaba. El mantuvo su cuerpo lo suficientemente lejos de mí para que yo no pudiera sentir lo que esto le estaba haciendo a él, no me había dejado sentir su erección contra mí ni una sola vez. "Es solo que… tu siempre has sabido cómo me afectas…" Le dije, hablando contra sus labios. "Tú siempre has sido capaz de olerme. Ahora me estás tocando y puedes ver lo que me haces… pero yo no he podido tocarte. Necesito saber que tú sientes esto también. No sólo el amor, el deseo también."

Él dudó, mirando hacia abajo y, a continuación, extrajo sus dedos de mí. Era una deliciosa tortura, saber que él iba a darme algo más antes de hacerme acabar: iba a permitirme sentirlo. Él levantó su mano y pasó sus dedos húmedos sobre mis labios, mojándolo con mi propia excitación. Tomo mi mano y la paso por su pecho, a través de su abdomen y más abajo hacia el frente de su pantalón, donde él movió sus caderas contra mi palma, presionando su erección contra mi mano. Gemimos juntos ante la sensación, incluso a través de sus pantalones. El era perfecto, lo supe instintivamente. Era una sensación familiar y excitante y pude sentir que su cuerpo pulsaba dolorosa por mí.

Mantuve mi mano allí mientras él desabrochaba los botones de sus jeans fácilmente y atraía mi mano junto con la suya dentro de su pantalón, sobre sus bóxers. Él curvo mi mano alrededor de su miembro y mi cuerpo asumió el control, moviendo mi mano hacia abajo de su longitud y apretándolo, sintiendo su peso a través del algodón, aprendiendo su tamaño, tocando la carne dura que pulsaba bajo mi mano.

"¿Sientes eso?" susurró con voz tensa, besando mi oído. "Te deseo tanto. ¿Lo sientes ahora?"

"Sí."

"No me sueltes." Él se acerco a mí y me sonrió antes de pasar su lengua sobre mis labios, probando mi sexo por primera vez sobre mi propia boca.

Su erección se movió hacia adelante endureciéndose mas en mi mano y sentí que sus testículos se apretaban por debajo de mis manos mientras él me saboreaba. Dejo escapar un gemido bajo en mi boca. Tiró hacia atrás su cabeza y respiro lentamente, intentando calmarse. "Dios, Bella… tu sabor," jadeo, mirando hacia abajo. Su lengua y labios limpiaron mi boca antes de que él me besara tan suavemente como pudo. Su cuerpo zumbaba por la intensidad.

"¿Cómo es mi sabor?" Susurre, elevando mi cabeza y presionando mi boca a la suya.

Él se sacudió de repente y empujo contra mi mano. "No tengo palabras para eso." Me besó nuevamente, moviendo sus caderas hacia adelante y hacia atrás. "¿Ves lo que me haces? Esto es lo que siempre me has hecho."

"Sí," asentí.

Él sacó mi mano de sus pantalones y yo gemí ante la pérdida.

"Necesito hacer esto a mi manera," susurró en mi boca, explicándome. "Necesito aprender de tu cuerpo sin distracciones esta noche. Por favor, Bella."

Yo enrede una mano en su pelo y apoye la otra en su pecho mientras sus dedos descendían por debajo de mis pantalones y dentro de mi bikini.

Sus dedos recordaron al instante, moldeándose contra mi piel.

"Tu piel es tan caliente," murmuro, presionando dos dedos suavemente en mí mientras su pulgar retomaba el ritmo que yo necesitaba.

"Más profundo," gemí, queriendo empujarlos más adentro de mí.

"No quiero tomarte de esta forma," suspiro. "Mis dedos son demasiado fuertes y demasiado grandes. Ya siento lo que te están haciendo."

Arquee mis caderas, sin que me importara, necesitándolo dentro de mí. "Por favor. Más. "

El movió sus dedos más profundo, antes de detenerse. "Bella…"

Traje su cara hacia la mía. "Por favor, necesito sentirte dentro de mí de esta manera."

Él cerró sus ojos y asintió consintiendo, tiro sus dedos hacia atrás y cruzo un tercero sobre ellos, presionando lentamente en mí. "Dios…" gimió."Bella… Amo saber que nadie te ha tocado nunca de esta forma. "

Jadee ente el escozor de sus dedos estirándome, pero su piel fría me calmo inmediatamente.

"¿Estás bien?" susurró en mis labios.

Asentí.

"¿Te estoy lastimando?"

Yo grite un tenso, "Dios, no."

Me sentía tan llena, pero necesitaba más, necesitaba más rápido.

"Por favor," gemí. "Edward, estoy tan cerca."

Su mano reaccionó perfectamente, leyendo mi cuerpo.

"Dime cuando estés acabando, Bella... ”

"Oh Dios…" Me sobresalte, sintiendo que mi estómago comenzaba a tensarse.

"Puedo sentir todo lo que estás haciendo. Pero quiero oírte decírmelo." Su voz era ronca. "Necesito escuchar tu voz esta noche."

"Estoy acabando," susurre, agarrando su cuello y tirando su cara a la mía. "Oh, oh… Estoy… "

Sus gemidos habían igualado los míos, como si mi placer fuese el suyo propio. "Lo estas, oh Bella, estas acabando…"

Grite agudamente mientras mi cuerpo entero convulsionaba debajo de él, y el sonido de mi clímax sonó a través de las oscuras sombras de los árboles.

                                               *****

Sentí el rubor desaparecer de mi cuello y logre recuperar el aliento. Abrí mis ojos y lo mire.

Él me estaba mirando, sus ojos pasaban de mi cara a mi cuello, y luego al lugar donde sus dedos desaparecían dentro de mis pantalones. Tenía una expresión casi de incredulidad. Una vez más, sentí el rubor inundar mis mejillas.

Se agito, sintiendo mi pulso acelerarse y saco suavemente sus dedos de mí y de mis pantalones. Gemí un poco y, a continuación, le sonreí.

"Wow," exhale. "Eso fue…" Me quede sin palabras, frotando mi cara.

"¿Estás bien?" pregunto, besando mi frente donde había visto mi expresión de dolor.

"Estoy mejor que bien," le dije a través de una larga exhalación.

"Bella, yo… Quiero decir, yo en realidad…" susurró y, a continuación, estalló en una enorme sonrisa. "Te he dado un orgasmo."

"Lo hiciste," le dije sonriendo, y traje su cara otra vez hacia abajo, a la mía. "Y ahora me siento como si fuera de gelatina."

Él se rió y fue el sonido más perfecto que nunca había oído.

"Bésame," le susurre, sonriendo.

                                                *****

Pude sentir el talón de su mano descansando sobre mi cadera, sus dedos curvados y lejos de mí mientras su boca se movía sobre mis labios, mis mejillas, mi barbilla, mi garganta. La postura de su mano se sentía incómoda; quería su mano sobre mi cuerpo, no inmóvil sobre mi cadera. Me preguntaba si él estaba teniendo una reacción de pánico sobre lo que acabábamos de hacer. Cerré mis ojos y trague fuertemente.

"¿Edward?"

"¿Mmmm?" me murmuro, chupando suavemente mi clavícula. Él abrió más mi campera y subió mi remera para apoyar sus labios por encima de mi pezón, provocándome.

"Lo que sucedió recién… lo que hicimos… ¿estuvo bien? ¿Fue demasiado rápido?"

"Bella", susurró, levantando la cabeza y esperando a que yo abriera mis ojos. "Estoy listo para darte cualquier cosa. Nada es muy rápido o demasiado. Yo te pertenezco a ti."

Fue entonces que me di cuenta de que mantenía su mano así porque había sangre en sus dedos. Me di cuenta de que eso era lo que él había querido decir antes con: "No quiero tomarte de esta forma. Mis dedos son demasiado fuertes y demasiado grandes. Ya puedo sentir lo que te estoy haciendo."

Lo mire fijamente. "Edward, ¿hay sangre en tus dedos?"

"Sí," me contesto en un murmullo. "No mucha, pero sí." Entonces se acerco para besarme ligeramente, tratando de distraerme.

Me incline hacia atrás. "¿Estás bien?"

"Sí", susurró nuevamente. "Sin embargo, el olor de tu sangre combinado con el olor de tu sexo, es intoxicante…" Me dio una sonrisa de lado y me besó una vez más.

Temblé ante sus palabras: tu sexo.

Me estire para tomar su mano y el traje cerca de mi rostro, justo entre nosotros. Él no hizo ningún gesto ni reacciono de modo alguno; sino que mantuvo el mismo aspecto de lujuria y deseo que tenía antes. En la oscuridad, yo no podía ver la sangre en sus dedos, pero sabía que él podía olerla. "¿Quieres probarme?" Susurre.

El me miro, midiendo mi reacción, me pareció que intentaba descifrar cual sería mi reacción ante cualquier respuesta. "Bella, me siento bastante en el control de mi sed, pero ofrecerme esto… bueno, eso es poner demasiada fe en mí. Esta sangre… es diferente para mí… lo que representa… "

"Lo sé," le susurre suavemente, pasando mi otra mano por su pelo. Quería hacerle saber que yo sabía qué y quién era el. Y que lo amaba por ello. "Si puedes hacer esto, puedes controlar cualquier cosa. Lo sabes."

"Lo sé", susurró.

Entrelace mis dedos con los suyos y él dudó un momento antes de llevar nuestros dedos índices a sus labios y suavemente dentro de su boca. Sus ojos se cerraron brevemente antes de que se abrieran y él me mirara con lo que sólo puede ser descripto como cruda lujuria. Una vibración baja escapó de su pecho y él gimió mi nombre.

Su lengua lentamente lamio en círculos nuestros dedos y tuvo cuidado de no tocar mi piel con sus dientes.

"Te deseo tanto," me dijo mientras liberaba cambiaba nuestros dedos índices llevando los medios dentro de su boca. Él presiono su lengua contra ellos y succiono suavemente. Tembló y cerró sus ojos, probándome en nuestros dedos. "tanto, Bella."

Retire una de mis manos de su cabello y la lleve hacia abajo a sus pantalones, metiéndola dentro y sintiéndolo a través del algodón de sus bóxers.

El libero mis dedos y levantó mi brazo por encima de mi cabeza y lo mantuvo sujeto allí, inclinándose para besarme. Sus caderas se sacudieron lentamente contra mi mano. Yo misma podía degustarme en su lengua: el sabor de mi cuerpo y el sabor ligeramente cobrizo de mi sangre.

"Lo hiciste bien," murmure. "No me pareció que te costara."

"Ya no lucho para resistir tu sangre," dijo, significativamente, sonriendo contra mis labios y sosteniendo sus caderas hacia adelante contra mi mano.

"¿Puedo tocarte?" Pregunté en voz baja, subiendo mi mano hasta el elástico de sus bóxers. "Puedo…"

Él tiró hacia atrás sus caderas levemente. "No esta noche. Esta noche es sobre ti. Tenemos para siempre, Bella". Él me besó para mostrarme que no me estaba rechazando, sino que él sentía que necesitaba ser el único que proveyera placer esta noche.

Nos sentamos juntos en silencio y lentamente, el medio ambiente comenzó a hacerse sentir en mi piel: frías y húmedas hojas debajo de mí, una ocasional gota de agua cayendo de las hojas por encima de nosotros. Los fríos labios de Edward sobre los míos. El calor que me había dado todo lo que sucedió entre nosotros comenzó a evaporarse, cuando el agotamiento y el alivio tomaron posesión de mi cuerpo. Comencé a temblar.

Edward asintió contra mis labios. "Déjame llevarte a la cama."

Me ayudó a incorporarme y acomodamos nuestra ropa antes de que él me levantara, esta vez, sujetándome frente a él. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y enlace mis dedos alrededor de su cuello, apretando mi pecho contra el suyo.

"Te amo," le susurre antes de besarlo, manteniendo mis ojos abiertos esta vez.

"Yo también te amo."

Me llevo a casa, con sus labios sobre los míos. Sus palabras de alivio, de felicidad, de arrepentimiento, se empujaron suavemente contra mi boca.
Por primera vez en meses, se mantuvo envuelto alrededor de mí, toda la noche, mientras yo dormía.

                                                        ************************* 


La noche siguiente, él se deslizó en mi habitación y se sentó en el umbral de la ventana, mirándome  mientras  yo terminaba de escribirle un e-mail a Renee.

Presione Enviar y me voltee hacia él, sonriente. Su cara se veía tensa y yo me daba cuenta de que el luchaba por verse relajado.

"¿Qué pasa?" Pregunté, caminando hacia él.

"Charlie está pensando en Jacob," murmuro. "Se pregunta dónde está y si ustedes dos están peleados." Sus ojos cayeron al suelo.

Yo sabía que Charlie sospechaba que Jake y yo éramos más que amigos. Sabía que Edward vería esto. Esta sería una larga noche.

"¿Qué te ha contado Alice?" Susurre.

"Nada," dijo en un murmullo, y alzo la vista para mirarme. "Ella no quiere interferir con nada de lo que sucede entre nosotros últimamente. Está bloqueándome.  Yo ni siquiera se realmente que es Jacob para ti ahora."

"Okay." Cerré fuerte mis ojos e inhale, asintiendo una vez. "Sí, necesitamos hacer esto."

                                          *****

Él se sentó en la silla y me miro mientras dormía esa noche. Yo no estaba segura de si él no quería tocarme o si no se sentía merecedor de hacerlo.

Tal vez ambos.

Fue una conversación difícil, llena de susurros iracundos de él y respuestas gritadas por mí. Después de que yo le recordé que prefería perder una extremidad a manos de un amigo licántropo  a que mi corazón fuera desgarrado de mi cuerpo por mi amante, su rostro se mantuvo con  expresión acerada que más tarde cambio a horrorizada cuando le describí lo que había sucedido con Laurent en nuestro prado. Después de eso, él no hablo durante horas.

Me quede dormida después de las 3 a.m. de puro agotamiento. Dormí sobresaltada hasta que lo sentí acomodarse en la cama detrás de mí, y envolver sus brazos alrededor mío  llorando.

Me voltee para enfrentarlo en el negro de la noche, besando sus ojos secos.

“No llores." Puse mi mano sobre su cuello, midiendo cuan cerrada estaba. "Por favor, Edward."

"Me enferma pensar que te deje tan vulnerable." Susurro.

"Estoy aquí," le dije. Fue lo único que se me ocurrió decirle.

Me acurruque contra él y tome su camisa en mi puño, oliéndolo.

Nos quedamos en silencio durante mucho tiempo y sentí como el sueño me tomaba  nuevamente hasta que el me susurró, "¿Lo besaste?"

"No," le dije, pasando mis manos por sus hombros y su cabello.

Él dudó, pero yo podía sentir la tensión de siguiente pregunta. "¿Él quería besarte?"

"Sí." Me crispe y presione mi cara contra su cuello.

Él trago fuerte y sentí su garganta moverse contra mi frente. "¿Tú querías que él lo hiciera?"

Yo quería ser honesta. "No lo sé. Yo sabía que tú querías que hiciera mi vida, pero no sabía cómo. Estuve confusa sobre muchas cosas durante mucho tiempo."

Él tembló suavemente. "¿Y ahora?"

Lo acerque más a mí en respuesta.

El quería escucharme decirlo. “¿Bella? ¿Lo quieres?"

"No." Lo mire y supe que él podía  ver la respuesta claramente en mis ojos.

Su boca encontró la mía, entonces, aliviada y frenética. Me acostó de espaldas, posándose sobre mí cuidadosamente y me besó profundamente, murmurando suavemente contra mis labios.

                               *****

Pasamos el sábado en un arroyo cercano, viendo el agua curvarse alrededor de las rocas.

"¿Alguna vez empezaste a volver a mí?" Pregunté, lanzando una piedra en el agua.

Él asintió. "Un par de veces comencé a preparar las pocas cosas que tenía antes de darme cuenta de que no podía volver."

"¿No podías, por qué?"

"Porque te lo prometí," dijo, sacudiendo su cabeza. "Pensé que quizás eso era lo único que yo haría bien para ti. Sinceramente pensé que tu seguirías adelante."

Me reí secamente y limpie un poco de tierra que había en mi zapato.
Él miró el cielo. Pareció dudar antes de admitir, "en un momento pensé que había vuelto a ti."

"¿Qué?" Pregunté, volviéndome a mirarlo.

Froto su cara entre sus manos. "No había cazado en un tiempo," dijo en un murmullo, bajando sus manos. "No,  más que eso…"se quedo en silencio."En realidad estaba loco sin ti. Pensé que estábamos aquí en tu habitación, en Forks y que yo había vuelto." Él sacudió su cabeza. "Yo no me acuerdo muy bien. Sólo recuerdo que me incline a besarte. Estábamos desnudos. Y presione mi cara más cerca de ti, pero por supuesto que no eras tú, era la almohada. Olía a lavandina y cigarrillos. Ese olor me saco de cualquier trance en el que había estado. Cuando mire las noticias, me di cuenta que había estado en esa habitación durante dos semanas, rogándote que me dejaras volver contigo. Acababa de convencerte cuando me di cuenta que estaba todo en mi imaginación."

"Oh mi Dios," susurre, moviéndome  más cerca de él.

"Lo sé," asintió. "Completamente sicótico."

Mi mente voló a la imagen de Edward quebrado y perdido, y supe que tenía que dejarla ir. Hablar sobre lo que nos ocurrió en el pasado se había convertido en algo tan terapéutico durante los últimos días, ya casi no me sentía traumatizada. Nosotros solo estábamos comparando cicatrices, besando las heridas del otro.

Pase su brazo alrededor de mis hombros y observe cómo cambiaba su expresión mientras el dejaba de mirar los árboles para verme.

"Hola," sonreí, inclinándome a besarlo.

Él se rió contra mí. "¿Todavía quieres a este loco de atar, entonces?"

Asentí, empujando su boca con la mía para callarlo. "Ese loco de atar alucino conmigo desnuda," sonreí, sintiendo como mis ojos se estrechaban pícaros.

Él se rió suavemente y me tiró sobre su regazo. "Ese es el detalle en el que te centraste," murmuro, besando hacia abajo de mi cuello. "Me encanta."

Pude sentir su ansiedad al contarme cuán loco había estado. El todavía no entendía lo que me había ocurrido cuando él me abandonó.

"Tome medicamentos," admití tranquilamente, mirando sobre su hombro a la pared de árboles detrás de él. "Pero dejé de tomarlos."

"¿Qué?"

"Lexapro."

Se tranquilizó y me miró. "¿Por qué dejaste de tomarlos?"

"Me ayudaban a dormir pero no me dejaban soñar. Incluso las pesadillas eran mejores que nada."

Él asintió y continuó besando mi cuello, comprendiendo.

Cerré mis ojos y me permití disfrutar de la sensación de sus labios moviéndose en mi piel. "¿Edward?" Susurre.

"¿Sí?" Sus labios se movieron al otro lado y fueron subiendo por mi cuello lentamente.

"¿Tu crees que haremos el amor?"

Él se quedo congelado justo debajo de mi mandíbula. Pude sentir como su boca se abría y luego se cerraba, mientras él pensaba qué decirme. "Sin duda espero que sí.”

Contuve el aliento. “¿Pronto?”

El no me mentiría, lo sabía. Su cabeza se movió para mirarme. "¿Quieres hacerlo?"

Asentí.

"Yo, también," me susurró, aliviado. "Mucho."

Sentí mi corazón latiendo frenéticamente ante sus palabras. “¿De verdad?” Pregunté, cerrando mis ojos.

"Dios, sí." Sus labios acariciaron los míos.

"Entonces ¿por qué no volviste a tocarme?" Escuche como mi voz se quebraba. Él no había hecho nada, excepto besarme durante días. Abrí mis ojos para verlo mientras me contestaba.

"Te dije que necesito que seas tú la que establezca los límites," murmuro, dejando que su mirada cayera hacia mi boca.

Me apoye hacia adelante y lo bese suavemente, resbalando mi lengua sobre su labio. "Está bien," le dije sonriendo tranquilamente.

                                                          ~@~




Esa noche él entro a través de mi ventana y el aire en la habitación inmediatamente se torno casi húmedo a causa de la creciente tensión sexual entre nosotros.

El se veía ligeramente iluminado por las luces del patio fuera de mi ventana, y cada línea dura de su cuerpo gritaba cuanto me deseaba.

"Te extrañe," murmure. Aunque sólo habían pasado unas horas desde que me había dejado en casa.

Se arrodillo en el piso junto a la cama, pasando su mano sobre mi rodilla. Subió su mano a mi cara y se acerco más a mí, susurrando, "Yo también te extrañe."

Yo me agache y traje su cara  más cerca de la mía, y él me beso larga y lentamente.

Sonreí contra sus labios. "Se siente tan diferente ahora. Como que puedo tenerte todo y  tú  nunca... "

"¿Me negare?," murmuro. "No lo hare."

Tome  valor desde lo profundo de mis entrañas y me senté, empujando las sabanas fuera de mis piernas, y palmee el colchón delante de mis rodillas flexionadas. Él se puso de pie y se sacó sus zapatos y calcetines, observando cómo mis ojos devoraban cada uno de sus movimientos. Comenzó a inclinarse hacia la cama pero yo lo mire señalando primero sus pantalones y luego mi propia ropa: una apretada musculosa negra y un bikini color lavanda.

Él desabotono sus pantalones y los empujó hacia abajo de sus piernas, sacándoselos sin dejar de mirar nunca mis ojos.

“¿Mejor? Sus labios se curvaron en una sonrisa.

"Mejor," asentí. Mi respiración se volvió agitada y poco profunda.

Se sentó sobre el colchón, frente a mí y estiro sus piernas junto a las mías aun dobladas.

"Hola," me dijo sonriendo.

"Hola." Mis dientes encontraron mi labio inferior y mordieron las comisuras suavemente. El me miro hacerlo. Sentí que mi corazón se paraba.

"Pareces nerviosa", susurró.

"Un poco," admití, sonriendo.

Él se inclino hacia adelante y me besó una vez. "Dios, extrañe tu sonrisa. Creo que jamás me sobrepondré a lo que me hace el verte sonreír."

"No tienes idea," susurre. El flash de dolor que paso a través de sus rasgos sugirió que él, de hecho, tenía idea.

Me moví más cerca, extendiendo mis piernas sobre sus muslos y detrás de él, dos pares de tijeras entrelazadas. Edward observo como nuestros cuerpos se acercaban mientras yo apoyaba mi sexo contra el suyo a través de sólo dos delgadas capas de algodón.

Él tragó ruidosamente.

Su reacción me emociono. "Esto es aún mejor", dije exhalando, mientras entretejía mis dedos en su pelo y me inclinaba para besarlo. "Me encanta sentirte." Moví mi cuerpo inclinando mi peso sobre él y sentí como mi carne se acomodaba a lo largo de la suya fácilmente. "Así."

"Bella…" susurró.

El momento se volvió cargado y ninguno de nosotros podía dejar de moverse contra el otro, labios fríos contra calientes, tan húmedos como  frenéticos. Edward intentó ser gentil conmigo y mayormente lo logro; sus gemidos bajos me hacían retorcer contra él casi instantáneamente.

Tome en mis manos el dobladillo de su camisa y la levante, insegura de cuánto me dejaría sacarle esta noche, pero de repente sentía la necesidad de ver y sentir toda su piel. Lleve mis manos detrás de él, tirando el dobladillo hacia su cuello con manos sorprendentemente temblorosas y la saque por sobre su cabeza antes de lanzarla al suelo.

Sentí como que todo lo que nos rodeaba se desaceleraba mientras yo lo miraba fijamente.

El era increíble. Sentí sus duros y largos músculos debajo de mis manos y todas las hermosas líneas de su torso, su bello suave atrajo mis ojos a su pecho y hacia abajo hasta el elástico de sus bóxers.

"Tócame," susurró, con la voz apretada de deseo. "Por favor."

"¿Dónde?" Pregunté, pasando mis manos hacia abajo de su pecho y a través de sus costillas.

Sus ojos se cerraron y él balbuceó algo antes de susurrar, "En todas partes."

"¿Qué dijiste?" Deje que mis dedos danzaran a través de su estómago.

"Dije 'en todas partes'."

"Antes de eso."

Abrió sus ojos y me susurró, "Dije ‘Ella me está tocando´."

Subí mis manos hasta su pecho y arrastre mis uñas delineando la forma de sus pezones.

Él murmuro algo de nuevo.

"¿Qué?" Susurre, inclinándome hacia adelante y besando su boca, permitiéndole sentir cuánto lo deseaba a través de las carreras de mi pulso debajo de mi piel.

"Dije, 'sus manos son suaves y calientes'."

Me incline hacia atrás para verlo y le sonreí. "¿Por qué haces eso? ¿Por qué susurras para ti mismo en lugar de decirme lo que piensas?"

Él se encogió de hombros, dándome una sonrisa adorable. "Creo que me ayudará a controlar mi fuerza si pongo en palabras todo lo que voy sintiendo. No quiero olvidarme, ni siquiera por un segundo."

"No lo harás," le susurre, inclinándome hacia abajo para captar su atención. "Confía en ti mismo conmigo."

Él asintió. Succionando mi labio y yo volví a acariciarlo, mientras el murmuraba silenciosamente contra mi boca al tiempo que mis manos se movían sobre su piel.

"Déjame oírte," le rogué.

"Está bien," él sonrió contra mi boca.

Mis manos se movieron hasta su pecho y mis dedos trazaron círculos en sus pezones, pellizcándolos ligeramente.

"Me encanta eso," gimió suavemente. "Quiero más, más fuerte."

Clave mis uñas en su piel y él se sacudió debajo de mí, gimiendo en mi boca.

"Quiero su boca, sus dientes. Dios, es tan caliente y húmeda. Quiero sentirla en todas partes." Estaba tomando profundas, ruidosas respiraciones.

"¿Tú estás…oliéndome?" Susurre, emocionada. Sin poder encontrar ninguna otra manera de describir lo que él estaba haciendo.

"Yo puedo olerte," dijo suavemente. "Pero quiero saborearte."

Yo lo empuje hacia atrás y el descansó su peso en sus codos mirándome mientras yo hacia un camino de besos hacia abajo de su pecho al tiempo que él murmuraba cosas como: temperatura, seda, humedad y acabar demasiado pronto.

Sus palabras lo mantenían enfocado, lo centraban. "Puedo sentir su pulso en sus pulgares contra mi pecho. Me quema y esta latiendo fuerte y, Dios, se siente tan bien."

Mis dedos pasaron cerca de su erección a través de sus bóxers y él miro fijamente cada uno de mis movimientos, mientras sus labios se separaban.

"Necesito que se envuelva alrededor de mí, que me cubra."

Me trepe por su cuerpo y me senté a horcajadas sobre él mientras nos besábamos. Sus manos alcanzaron tentativamente el dobladillo de mi remera y sus ojos me pidieron permiso mientras que sus dedos lentamente levantaban la tela por mis lados.

Levante mis brazos, agradecida por el breve momento en que no podía ver la intensidad en sus ojos mientras él sacaba mi remera por sobre mi cabeza.

Cuando la arrojó a un lado, sus ojos se movieron hacia abajo de mi cuello a mis pechos. Instintivamente, curve mi cuerpo hacia adentro.

"Oh, Dios, no, Bella," exhalo. "Por favor, permíteme mirarte. Tu no tienes idea cuan perfecta eres."

Me ruborice ante sus palabras y él jadeo, trazando la línea de rubor hacia abajo de mi cuello y a través de mi pecho. Su mano se mantuvo sobre mí, sintiendo la forma de mi pecho. Me arquee hacia adelante, presionándome contra el hueco que la palma de su mano y sus dedos habían creado de forma tan precisa. Mis pezones se endurecieron inmediatamente ante su caricia y él gimió, retirando su mano para fijar la mirada en el rubor que se desvanecía, a causa del frío de sus dedos.

Puso su mano en mi piel y sus ojos encontraron los míos. "Se sienten más pesados de lo que había imaginado…" susurró. “Llenos y cálidos.”
Se inclino hacia adelante, oliendo primero mi piel antes de besar todo el largo de mi clavícula. Su lengua delineo la cima de mi pecho e hizo un círculo alrededor de mi pezón lentamente. Yo inhale profundo y me presione contra él mientras Edward gemía suavemente, cambiando mi peso sobre él. Sus manos se tomaron su tiempo aprendiendo a tocarme, como lo habían hecho esa noche en el bosque, cuando el tocó mi sexo: al principio tentativamente y luego como si me hubiera tocado miles de veces antes.

Ambos estábamos completamente consumidos, él por el descubrimiento de mi cuerpo y yo por la sensación de sus manos sobre mí. Entonces atrajo mi pecho hacia el suyo y los dos gemimos, sintiendo nuestra piel junta de esta forma por primera vez. Descanse mi cabeza sobre su hombro y cerré mis ojos, concentrándome en respirar, y en simplemente sentir.

Yo quería más. El quería más; su cuerpo vibraba por debajo de mí. Pude sentirlo presionado contra mí, atrapado entre nosotros. Estoy segura de que mi aroma invadía toda la habitación. Pero la simple sensación de su piel contra la mía me resultaba abrumadora.

Y por esta noche, esto era suficiente. Sólo recordar respirar era suficiente.

                                        *****

Me llevó a nuestro prado el domingo por la tarde, estirando una manta sobre la hierba para nosotros.

Me senté y él se colocó detrás de mí, estirando las piernas a lo largo de la mías.

Miramos fijamente las flores silvestres que parecían haber explotado en la hierba, escuchamos a las aves y el viento.

"Odio que este lugar se haya arruinado para ti," dijo, echando de costado mi cabello y beso desde mi nuca hasta mi cuello. "Odio que hayas venido aquí para encontrar alguna conexión conmigo, que era un lugar tan simbólico para ti, y casi moriste." Él dejo escapar una risa corta, dura y frustrada y, a continuación, murmuro, "Aunque supongo que hay alguna simetría cósmica allí."

"No se ve nada parecido a como se veía cuando vine aquí la última vez," dije, frotando su pierna junto a la mía, intentando alejar los pensamientos que yo sabía que todavía lo atormentaban de vez en cuando. "Ahora se ve como cuando vine aquí la primera vez, contigo. En eso si hay simetría cósmica."

Me apoye más hacia atrás contra él, y él envolvió sus brazos alrededor de mis costillas, sus manos tomaron el antebrazo opuesto. Sus pulgares rozaron la parte inferior de mis pechos.

Sentí sus labios contra mi cuello y ellos se curvaron en una sonrisa. "Tu corazón ya comenzó a galopar."

Me reí, "¿Lo hizo?"

Él subió una de sus manos y la ahueco suavemente en mi pecho izquierdo. Esperó, escuchando. "Pues sí, lo hizo."

Me reí, retorciéndome.

Su otra mano se trasladó a mi estómago, y dibujó espirales sobre mi suéter. Sus labios succionaban suavemente el lóbulo de mi oreja.

Te dije que necesito que tú establezcas los límites.

Arquee mis caderas ligeramente, instando a su mano a que bajara más. El reaccionó inmediatamente y observe como sus dedos tentativamente encontraban su camino hasta la cintura de mis jeans. Me reí y lo sentí sonreír contra mí. Sus dedos se volvieron decididos, desabrochando hábilmente mis pantalones. Él había trazado la piel justo debajo, tarareando tranquilamente en mi oído.

Incline mi cabeza hacia atrás y sentí su lengua en mi cuello, y sus palabras que fluían suavemente contra mi piel.

"Todo lo que quiero…sentirla de este modo… arrancar su… me gustan sus sonidos…"

Cerré mis ojos, queriendo recordarle que me permitiera escucharlo, pero demasiado distraída por la sensación de sus dedos tirando de mi cierre y, luego, deslizándose por debajo de mi ropa interior.

Sus dedos me encontraron, lista y deseosa de ser encontrada. Él gimió y yo jadee su nombre.

"…por días, y… de esta forma, cuánto la… loco sin ella…"

Él simplemente trazo la línea de mis labios, sin dejar que sus dedos se introdujeran en mí.

"Esta ella… adolorida, pero aquí… y se mueve conmigo…"

"Edward," gemí.

"¿Estás bien?" me preguntó suavemente. "¿Te estoy lastimando?"

Sacudí mi cabeza, sintiendo mis caderas moverse con su mano. Su otra mano se refugió bajo mi suéter y alejo mi sostén de mi pecho, su pulgar se arrastro a través de mi pezón antes de que su palma descansara allí, presionándolo suavemente. Sentí sus caderas empujarse contra mi espalda y comprendí que esto lo excitaba, tocarme de este modo, y ese descubrimiento hizo que mis piernas temblaran.

Las abrí más y sentí como su mano de deslizaba mas adentro de mis pantalones.

"Jesús," él gimió, tirando mi cuerpo más arriba de su pecho.

"Oh," susurre.

Lo oí gruñir, "Sí."

Su brazo se sacudió suavemente contra mi torso.

Su muñeca se arqueo ligeramente con cada estocada de su mano.

Yo podía ver su mano moverse debajo de mi ropa.

"Oh…"

"Sí."

Su antebrazo tembló y sus dedos lucharon por mantener un ritmo constante.

"Oh… Dios…" Grite.

"Bella, sí…"

El comenzó a gemir de nuevo y fue ese sonido, el sonido que había ansiado escuchar por días, lo que me empujo completamente al éxtasis.

Voltee mi cabeza a su hombro y susurre, urgente, "Bésame. Estoy acabando, Edward. Bésame."

Él se inclino hacia abajo y yo abrí mi boca a la suya, empujando mi lengua dentro para degustarlo. Sentí su gemido vibrar en el espacio que habíamos creado. Mis labios se arrastraron sobre los suyos y deje que mis ojos se movieran sobre sus rasgos, mientras sentía que mi cuerpo se desarmaba debajo de sus dedos.

                                             *****


Su mano descanso contra mí, pero su dedo medio se volteo hacia abajo, iniciando mi excitación nuevamente en mi entrada.

"¿Desearías que te bese aquí alguna vez?" Introdujo un dedo dentro de mí y, luego, lo saco, para rodear mi clítoris. "Quiero probarte."

Yo me sentí ruborizar y él se inclino para permitir que sus labios siguieran el rubor floreciendo en mis mejillas.

"¿Hoy la idea te avergüenza?" me pregunto sonriendo.

"Sí," susurre, respondiendo a sus dos preguntas.

Me senté y me volví, arrodillándome entre sus piernas. Subí el cierre de mi pantalón y me incline hacia adelante, besándolo. Él arrastro su lengua sobre la mía y sonrió. Me senté y le sonreí también.

El sabía a mí.

En el momento que me tomo darme la vuelta, él había lamido sus dedos.

"¿Lo ves?" murmuro. "Sabes sorprendente."

"Es diferente sin la sangre," dije, ruborizándome de nuevo.

"Muy," estuvo de acuerdo en un gruñido. "Me afecta bastante poderosamente."

Arquee una ceja, buscando confirmación. Él se rió y me miro mientras yo bajaba mi mano a su muslo.

"¿Puedo tocarte?" Era mi turno de dejar caminar mis dedos hasta la cintura de su pantalón.

Él lamio sus labios y, luego, asintió. "Sí," dijo soltando su respiración. Yo abrí los botones de sus pantalones y presione mi mano sobre él, apretándolo a través de sus bóxers.

Él gimió y se empujo contra mi mano, dejando que su cabeza cayera hacia atrás.

"Bella", susurró.

"Mmm", murmure, inclinándome a besar su cuello.

Su brazo detuvo mi mano de meterse dentro de sus bóxers. Con el dedo índice de su otra mano señaló el cielo del crepúsculo. "Hora de volver."

                                        *****


"¿Qué te tiene tan ansiosa, Bells?" Charlie se rió mientras yo dejaba caer los cubiertos de camino a la mesa.

"Tengo un montón de tarea," mentí, escondida detrás de mi cabello.

"Mmhmm." Él me miro cuidadosamente.

Puse su plato frente a él y tome una cerveza de la heladera antes de unirme a él en la mesa.

"Esto se ve bien," dijo, sonriente mientras abría la lata.

Devore mi cena, deseando que el reloj se moviera más rápido hacia las diez en punto.

"Has recuperado tu apetito," observo Charlie, masticando un bocado.

"Sí."

"Sabía que lo harías," dijo, con la boca llena de comida. Él trago y me señaló con su tenedor. "Tú eres como tu viejo. Engáñame una vez, y te perdono. Engáñame dos veces y te pateo el culo."

Lo miré y él me guiño el ojo, dando otra mordida a su cena. Lo oí chasquear la lengua suavemente mientras yo me mordía para esconder mi enorme sonrisa.

                                         *****

Yo había caminado en círculos durante al menos treinta minutos cuando el prácticamente irrumpió a través de la ventana hacia mí.

"Has estado caminando en círculos casi por media hora," me murmuro, apretándome entre sus brazos.

"Si estabas ahí afuera, ¿por qué no viniste antes?" Pregunté, atrayendo su cabeza a la mía antes de que él pudiera responderme.

"Charlie…no se habi… acostad…" él intentó decir como mejor pudo bajo mis labios.

Yo puse mis manos en su pecho y lo empuje hacia la cama.

Él se rió contra mí. "Ya voy, ya voy… No quiero que me patees el culo."

"¿Escuchaste eso también?" Le sonreí, sentándome sobre él mientras el se sentaba en el borde del colchón. Él asintió mientras yo succionaba su cuello, mordiendo su piel casi bruscamente. "Bueno, ya sabes entonces," le dije en tono burlón.

"Dios, Bella," él jadeo, enterrando sus dedos en mi cabello. "Estas absolutamente salvaje hoy." Él sonó sorprendido y encantado con mi estado.

Bajó sus manos tirando mi remera hacia arriba y por sobre mi cabeza.

Sus manos se movieron hasta mis lados y acariciaron mis pechos mientras yo chupaba su labio inferior en mi boca. Sus labios dejaron los míos y viajaron a mi hombro, succionando suavemente.

Yo introduje mis dedos en su pelo y murmure, "Edward..."

"¿Mmm...?" contestó, presionando mis pechos juntos y lamiendo una línea entre ellos.

"Edward..." Dije, un poco más coherente esta vez. Tirando de su pelo.

Se detuvo y me miró, preocupado. "¿Te lastime?"

"No, no. Yo solo…" Me ruborice y mire mis piernas sobre las suyas.

Él sonrió y sus dedos se deslizaron desde mi rodilla hasta mi muslo, intentando moverme más  arriba.

Detuve sus manos con las mías.

"¿Qué?" preguntó, mirando una vez más el rubor florecer a través de mi cuello y pecho. Yo apunte dos de mis dedos hacia mis pechos y luego, lentamente los subí hasta mis ojos, viendo como sus ojos seguían el movimiento. Su mirada encontró la mía y él se rió.

"Quiero tocarte," dije exhalando, y llevando mis dedos a sus pantalones y palpándolo.

Él bufo un soplido y puso su mano sobre la mía, alejándola de él suavemente. Puso sus manos sobre mi rostro y me beso tiernamente.

"¿Qué sucede?" Pregunté, buscando en su rostro.

"Tengo miedo," admitió.

Mi voz se redujo a un susurro. "¿Edward, por qué?"

"Bueno, para empezar, podría no durar mucho," él se rió adorablemente, me beso y cerro sus ojos encogiéndose de hombros.

Yo sabía que esto no era lo que lo preocupaba, no realmente.

"Dime," dije, besando su mentón y empujándolo hacia arriba para que me mirara.

Abrió sus ojos y me miró, mis ojos, mis labios, mi cabello, mis pechos desnudos, mis manos. Volvió entonces a  mis ojos. "Realmente no quiero lastimarte. ¿Entiendes cuánto me aterroriza?"

"Lo sé," le dije, presionando mi mano en su pecho.

"No me puedo imaginar cómo se sentirá cuando tu realmente me… toques. Me temo que voy a sentirme abrumado...”

Yo tome su rostro entre mis manos y busque sus ojos. "Yo te ayudare. Prometo que te diré si me haces daño," le susurre.

Él cerró los ojos y asintió antes de mirarme. "Bella, ¿estás segura de que deseas esto?"

La pregunta se sintió más grande que la simple suma de las palabras.

Mi tono fue silenciado, reverente. “Por supuesto.”

"¿Sabes lo que te estoy preguntando?" Sus manos encontraron las mías y él entrelazo nuestros dedos. "Quiero decir…a mí. Me quieres a mí."

Asentí, aturdida.

"Porque yo nunca deseare a nadie más, Bella. Nunca querré que alguien me toque de la forma que quiero que tu lo hagas, en la forma en que necesito que lo hagas. Necesito que entiendas lo mucho que yo te amo."

Registre algo húmedo en mi cara, pero no supe que estaba llorando, hasta que ya no pude verlo claramente.

Él no se movió para limpiar mis lágrimas. Me miro, necesitando oírme decirlo.
"Yo te conozco. Sé quién eres. Yo sólo te he deseado a ti," le susurre. "Yo te amo de la misma forma que tu a mí."

Él se inclino hacia adelante y me besó una vez antes de tirarse hacia atrás y parándose, me deposito suavemente sobre mis pies delante de él.

Se agacho para besar la curva de mi cuello, pasando sus manos hacia arriba por mi espalda, debajo de mi cabello y hasta mis hombros.

"Te deseo," susurró.

Mis dedos se atropellaron para encontrar el borde de su camisa. La subí por su cuerpo y el término de sacársela, trayendo sus manos hacia mí y abriendo su boca contra la mía.

Pase mis manos hacia abajo de su pecho. Recorriendo con mis dedos índice sus pezones, y  pellizcándolo suavemente una vez y, a continuación, con más fuerza. El comenzó a susurrar, pensamientos de calidez y de cómo sentía que su pecho explotaría por lo mucho que el necesitaba esto.

"Yo también," le asegure. "Confía en mí." Mis palabras tenían un significado literal y también retórico.

Pase mis manos alrededor de él, sintiendo su espalda. Sus hombros se movieron bajo mis manos cuando él deslizó las suyas debajo de la parte posterior de mi pijama, apretando mi cola y buscando con sus dedos mis caderas. Bajo mis pantalones por mis piernas, dejándolos caer al piso. Sus manos se deslizaron bajo mi bombacha y él la bajo por mis caderas, inclinándose hacia un lado ligeramente para ver como sus manos me desnudaban.

Yo no podía esperar más. Casi arranque los botones de sus jeans y ellos se abrieron fácilmente, el denim se deslizo hacia abajo de sus caderas. Sostuve sus bóxers lejos de su cuerpo y hacia abajo, empujándolos por sus piernas junto con su pantalón.

Escuche cada sonido en la habitación y me pregunte si él lo hacia también, o si sólo oía los latidos de mi pulso.

Nos quedamos mirándonos y estiramos tentativas pero hambrientas manos el uno hacia el otro, juntos y totalmente desnudos por primera vez.

Mi piel le era familiar al tacto pero nueva a su vista. La suya era nueva en mis manos, nueva para mis ojos.

Miramos nuestras manos. Las suyas descansaban en mis caderas mientras yo pasaba las mías  hacia debajo de su ombligo y tocaba el suave vello allí antes de bajar mis dedos y apretarlos alrededor de su miembro.

"Tan caliente y suave... oh Dios... tocándome...como quería esto... tranquilo... va a hacerme... y pronto..."

Captaba sólo partes de lo que él iba susurrando.

"Edward, ¿qué hago?" Le susurre, mirando su rostro.

Sus ojos encontraron los míos y él sonrió, tragando fuertemente una vez. "Es bastante sencillo, me parece. Tu me tocas y yo me desarmo en miles de pedazos."

Miré hacia abajo nuevamente y lo moví entre mis manos, sintiendo su forma y la suavidad de su piel.

Él gimió suavemente y movió su mano de mi cadera. Paso su dedo sobre la punta, por encima de donde yo había envuelto mi mano alrededor de él. "Es más sensible aquí..." Tomando mi mano, pasó mi dedo sobre la parte inferior de la cabeza, mostrándome. Yo lo arrastre hacia abajo de su glande. Él tembló. "Sí..." Entonces envolvió su mano alrededor de la mía.

"Estás apretando mi mano demasiado," le susurre y él se agacho a besarme, disculpándose  contra mis labios y aflojando su agarre.

"Gracias, Bella."

La pequeña advertencia parecía haberlo aliviado inconmensurablemente. Sabía que yo podría decirle si él me lastimaba.

"¿Dime si se siente bien?" Susurre. "¿De esta forma?" Deslice mi mano hacia debajo de su miembro y arriba otra vez.

Él mordió su labio y asintió, instando a mi mano para que cubriera la cabeza cuando me movía. "Justo… de esta forma…"

Cuando sentí la humedad en la punta la frote entre mis dedos, confundida.

"Yo no… Es decir, es sólo un poco… "él balbuceo, tímidamente. "Yo no acabe todavía." Dijo más claramente. "Es simplemente lo que sucede."

"Oh," asentí, permitiendo que el liquido cremoso se untara en mis dedos y me ayudara a deslizarlos sobre él más fácilmente.

"Apriétame tan fuerte como desees, no duele..." me dijo. Comenzó a murmurar nuevamente, en voz baja. "Dios, es tan bueno. Tan... y sus dedos son perfectos...quiero todo de ella..." Él soltó mi mano y puso las suyas sobre mis caderas.

Yo seguí moviéndola cómo él me había mostrado, totalmente hipnotizada por la forma en que él se veía y sentía en mi mano. No creo que me haya gustado nunca nada más que esto en toda mi vida. Habló todo el tiempo, manteniéndose centrado el mismo, en este momento conmigo, permitiéndose expresar cada pensamiento que tenia.

Su piel era suave y fresca, su punta lanzo líquido cuando yo lo apreté y él gimió, viendo mi mano moverse.

"Nada como cuando yo... y oh Dios, quiero tocarla pero... concentrarme en esto y Jesús, voy... tan fuerte y... dos manos, por favor sostenme..."

Lo hice como él pidió y envolví dos manos alrededor de él, pero deje que una se arrastrara hacia la base de su erección, apretándolo.

"Oh, Dios, oh... tira... Dios es tan... sus sonidos..."

Yo no estaba segura de si a el le gustaría que lo tocara en otros lugares también. Baje una de mis manos, y toque su escroto, que se sintió sorprendentemente maleable entre mis dedos. Él aspiro violentamente y miro mis dedos sobre él.

"¿Quieres que te toque aquí?" Pregunté, insegura.

"Puedes hacerlo," susurró, dejando escapar un gemido suave y, a continuación, agrego, "yo lo hacía… cuando yo… a veces…"

Lo miré y nuestros ojos se reunieron. Me di cuenta de que no me sorprendía que él lo hubiera fraseado de ese modo, 'Yo lo hacía,' como si hubiera pasado bastante tiempo ya desde que él había sentido placer, incluso bajo sus propias manos.

"¿Cuándo fue la última vez?" Pregunté suavemente.

Sus ojos cayeron nuevamente a mis manos sobre él. "La mañana de tu cumpleaños."

Asentí, sintiendo que mi pecho se estrechaba al pensar en nuestros meses de privación, dolor y soledad compartidos. Mi mano se aquietó, pero mantuve mis dedos envueltos alrededor de él.

Trague fuerte y espere hasta que él me miró de nuevo. "¿Alguna vez pensabas en mi… cuando... lo hacías?"

Sus ojos se suavizaron y el respiro, urgentemente, "Sólo en ti." Sus pulgares dibujaron suaves círculos en mis caderas.

La curiosidad estalló en mi garganta y yo anhele preguntarle cuán lejos se había permitido llegar en sus fantasías, cuando él había sido tan estricto en nuestra intimidad. Mis ojos volaron alejándose y luego volvieron  a él, descansando en su mandíbula, incapaz de sostener su mirada cuando le pregunté: "¿En qué pensabas…cuando pensabas en mí?"

Él dudó y, luego, murmuro, "En todo, Bella," como si fuera la cosa más evidente en el mundo.

Yo no estaba segura de si su 'todo' significaba lo mismo que mi «todo». Yo sólo podría estar segura preguntándoselo. Quería escuchar detalles de cómo había pensado él en mí, en la época en que el mantuvo tantas cosas en secreto para mí.

"¿Te acuerdas de cosas específicas que me puedas contar?"

Él asintió, murmurando, "Recuerdo cada vez, cada fantasía."

¿Mi mirada perduró en su mandíbula y susurre, "¿Y esa última vez? ¿en qué estabas pensando?"

Le tomó mucho tiempo para responder y yo busque en sus ojos para intentar entender lo que él estaba sintiendo. Él parecía sentirse culpable, como si no quisiera contarme, y se veía atribulado, también, seguramente recordando nuestro voto silente de honestidad.

"Era tu cumpleaños, Bella," me susurró reverentemente, explicando su culpabilidad.

"¿Cuéntame?" Lo apreté entre mis manos, urgiéndolo inconscientemente.

Él lamio sus labios y dijo, "Tu boca estaba sobre mí."

A pesar de que era mucho más inocente de lo que yo había previsto, su dulzura me robo un pequeño suspiro y me incline hacia adelante para presionar mi boca a la suya, mientras me imaginaba que él se tocaba a sí mismo mientras nos besábamos de esta forma. Sus labios respondieron a los míos, pero él parecía estar frenado, esperando algo. Abrí mis ojos y lo encontré mirándome curiosamente. En ese instante entendí que él no estaba hablando de mi boca sobre la suya. Mis ojos se agrandaron con la comprensión. El estaba hablando de mi boca sobre él.

"Umm," gemí, soltándolo y atrayendo su cabeza a la mía, sintiendo mi cuerpo temblar ante la comprensión de que él me había imaginado haciéndole sexo oral, más que por el hecho de que yo no lo hubiera ni tan siquiera imaginado.

Sus brazos parecieron dudar a mis lados antes de que sus manos se trasladaran desde mis caderas a mi cintura, tirándome más cerca de él, y aprisionando su miembro entre nuestros cuerpos.

Él gimió cuando mis labios se movieron hacia abajo de su mentón a su cuello. "Bella, yo no espero que tú hagas eso."

Lo empuje hacia atrás en la cama. "¿Por qué?"

"Bella", susurró, vacilante cuando sus rodillas encontraron el borde del colchón y yo lo empuje hacia abajo presionando sus hombros para que él se sentara.

"¿Edward?" Le pregunte. "¿Acaso no quieres que haga esto?"

"No es eso… “

"No lo hare, si tu no lo deseas," balbucee, insegura. Me obligue a mí misma a mirarlo, ignorando mi rubor. "Yo no hare nada que tu no desees."

"Lo deseo," jadeo. "Jesús, cuanto lo deseo."

"Entonces, ¿qué sucede?"

"No de rodillas. No en el piso…no…"

"¿Por qué no?" Pregunté suavemente.

“¿De rodillas en el piso? No, Bella, es degradante para ti.”

"No, no lo es," le dije con tanta fiereza como pude. "Además, será la posición más fácil para que tú puedas controlarte."

Él me miró, y pude ver todas las posibilidades que se barajaban en su mente. De esta forma, sería menos probable que él se empujara contra mí.

"Bella…" él gimió, atrayéndome nuevamente hacia él y besándome. Él rompió el beso y se acostó sobre el colchón. Sus dedos se movieron entre mis rodillas y por mis muslos hasta mi sexo, palpando mi respuesta física ante la idea.

Jadeo, alentado, pero mantuvo sus dedos allí, cayendo en la familiar comodidad de darme placer.

"Edward," dije, presionando un beso suave en la parte superior de su cabeza. "Por favor."

Él me permitió sacar su mano de mi cuerpo, pero arrastro sus dedos sobre mi estómago y se inclino hacia adelante para besar mi piel.

"Ella es distinta a todo… dulce pero…incluso más que eso..."

"Pon tus manos a los lados de la cama", murmure, centrándolo. El puso sus manos debajo suyo y  se recostó. Yo coloque una almohada en el piso y me arrodille entre sus piernas, mordisqueando su estómago, lamiendo sus caderas.

"Podría… con sólo su lengua en mis piernas… quizás yo… ella necesita saber…" Su voz sonaba frenética. Emocionado, pero nervioso.

"Yo te amo," le susurre, lamiendo su cadera y tomándolo entre mis manos.

Me incline hacia adelante y observe su reacción cuando apoyé mi lengua sobre la hendidura en la punta de su miembro, probándolo. Él gimió fuerte y maldijo en voz baja, mirando mi boca.

"Oh Dios, Oh Dios… demasiado suave…que hago…" Sus palabras eran apresuradas y sin aliento.

El sabía como aire dulce, como agua con una pizca de tierra y azúcar. Él sabía igual a como olía.

Lo lamí de nuevo, disfrutando la forma en que su cuerpo se estremecía y los fuertes quejidos que el intentaba reprimir. Él gimió mi nombre y lo vi apretar entre sus puños el edredón de mi cama.


"¿Sabe ella? ¿Sabe ella?" Susurro esas palabras una y otra vez.

Lo sé, le dije con besos suaves en toda la longitud de su miembro. Sé exactamente cómo te sientes.

Continué puramente por instinto, tratando de cubrir los lugares que él me había mostrado que le gustaba que tocara. Baje mi boca sobre su cabeza, dejando que mi mandíbula se acostumbrara a todo antes de intentar hacer cualquier otra cosa osada, como chuparlo. Pasé mi boca bajo su longitud, varias veces, antes de necesitar respirar y no pude descifrar cómo hacer las dos cosas a la vez.

"Oh Dios, ella esta… y… ella…" él intentó hablar, entre jadeos.

Después de un par de pases ya estaba respirando a través de mi nariz y era capaz de tomarlo más profundamente, apretándolo con mi puño donde ya no podía alcanzar a envolverlo con mi boca. Me di cuenta de que gran parte de esto era realmente visceral y que sus roncos gemidos y sus respuestas balbuceadas eran una buena indicación de lo que le gustaba – atención en la punta, un leve raspado de mis dientes (descubrimiento accidental), una de mis manos sosteniendo su escroto.

Él no estaba hablando ya, pero gemía suavemente, y yo había encontrado un ritmo cómodo. Estábamos completamente en sincronía, simplemente dejando que nuestros cuerpos hicieran todo el trabajo.

Comencé a moverme más rápido y sentí una urgencia edificarse en mi estómago. El acto era sorprendentemente erótico y apreté mis muslos, gimiendo alrededor de él. Él jadeo cuando lo hice, y su mano se disparo de la cama, voló sobre mí y, luego, volvió de nuevo lentamente al colchón.

Esto seguía siendo tan nuevo para nosotros, sin importar lo bien que se sintiera. El todavía tenía miedo de lastimarme.

Recordé respirar.

Subí una mano hasta su torso y lo libere de mis labios, besando a lo largo de su muslo. "Te amo," susurre.

Lo vi intentar hablar y renunciar a ello mientras él me observaba, hipnotizado.

Me estire hacia adelante y tome la mano que él había levantado, instándolo a confiar en sí mismo ahora que él sabía cómo se sentía mi boca sobre él. Puse su mano sobre mi hombro y nuestros ojos se encontraron.

"Por favor," le susurre. "Confía en nosotros."

Es un cliché decir que el tiempo se detuvo, porque, por supuesto que no lo hizo. Nada se congeló o se detuvo, ni siquiera se volvió más lento. Pero todo cambió: el mundo, el aire, la habitación, la cama.

Le sonreí mientras besaba toda su longitud. "Quiero que me toques mientras hago esto."

Confío en ti, le dije con la mirada. Pase mi lengua alrededor de él y lo chupe suavemente. Él gimió.

Quiero esto, me contesto su mirada y movió su mano desde mi hombro, permitiendo que su dedo trazara el espacio donde mi mejilla se ahuecaba antes de llegar a mis labios y al lugar donde ellos se envolvían alrededor de él.

"Bella" gruño él, dirigiéndose abiertamente a mí. La importancia de esto era abrumadora. "Bella, voy a acabar…"

Sus ojos se cerraron y él gimió y quito su mano de mi cara. Vibro contra mi lengua y sentí el líquido en mi boca, más espeso que el agua y tan dulce como salado. Trague y en el proceso lo lleve más profundo en mi boca, sintiendo como mi garganta lo apretaba. Él grito y su cadera se levantó de la cama.

Yo no podía quitar mis ojos de su rostro: Edward teniendo un orgasmo era toda una visión; su mandíbula estaba relajada, su rostro completamente desprovisto de la tensión que a menudo poseía.

Él levantó una mano para detener mis movimientos, tiritando debajo de mí. Yo saque mi boca de él y me senté otra vez sobre mis talones.

Hubo un sonido reverberando en la habitación, pero yo no supe lo que era o incluso si solo estaba en mi cabeza.

Él se inclino hacia abajo y me subió en la cama, acomodando las sabanas sobre nosotros.

Paso un dedo hacia adelante y hacia atrás sobre mi labio inferior. Le sonreí y atraje su cabeza a la mía, abriendo mi boca y pasando mi lengua sobre la suya.

Él gimió mi nombre, echándose hacia atrás y sonriéndome.

“¿Lo ves?” Le dije soltando el aire, y me incline a besarlo nuevamente. "Tú sabes increíble."

Nuestras piernas se enredaron mientras hablábamos en suaves susurros durante horas.

                               ****

Me sorprendió el sol brillante. Había visto a Edward tantos días seguidos, que me tomó un momento darme cuenta de que no lo vería nuevamente hasta la noche. Me dolió el pecho.

Me voltee en la cama y vi un lápiz y un papel allí, en blanco, excepto por las palabras, "Bella Swan" y la fecha en la parte superior.

Había un post-it pegado a la hoja y lo levante, inspirando mientras mis ojos se ajustaban a la luz.

Necesito esto si voy a estar lejos de ti todo el día.

Déjalo aquí y yo lo buscare.

No puedo ni siquiera describir lo que siento hoy.

Decir que te amo, difícilmente sea suficiente o adecuado. ~ E.

Mire fijamente el papel por un momento antes de apoyar mi cabeza contra la almohada y sonreír, comprendiendo. Tome el lápiz y puse el papel contra un libro, y garabatee sobre la hoja, mientras pensaba acerca de anoche.

Le escribí la única carta de amor que el necesitaba.

Edward Cullen Edward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward Cullen EdwardCullenEdward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen BellaCullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward CullenEdwardCullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward y Bella Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen BellaCullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen CullenEdwardCullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward Cullen EdwardCullenEdward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward CullenEdward Cullen Edward Cullen EdwardCullen Edward Cullen Edward y Bella Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward CullenEdwardCullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen Edward Cullen




                                                            ~@~

4 comentarios:

cels dijo...

hey sin querer llegue a tu blog y di click a este fis y me parece genial... no he parado de leerlo desde que lo encontre´y fue hoy jajaja, muy bueno!!!
me gusta este edward más suelto y libre jajajaja
gracias por escribir, una pregunta: hay más capis???

LADY G (LG) dijo...

CELS:ANTES QUE NADA, BIENVENIDA!!!
TE CUENTO QUE DE ESTA HISTORIA QUEDA UN SOLO CAPITULO QUE MRS JONES ESTA TERMINANDO DE TRADUCIR PERO COMO TIENE UNA "BEBA NUEVA" ESTA MEDIO OCUPADO. PERO A LA BREVEDAD LO SUBIREMOS.
TE INVITO A SEGUIR LEYENDO LAS DEMAS HISTORIAS.
BESOSSSS

Anónimo dijo...

Es lo primero q leo de este blog y me ha encantado..
Gracias por y traducir
besos

Mareenma dijo...

Me encanta la historia, pero llevo dos días buscando el capítulo final y el epílogo, y por más enlaces que abro no los encuentro. Supongo que debe estar terminado, ya que la ultima anotación es de hace casi un año.

Realmente me ha cautivado esta versión, el manejo del lenguaje, de las emociones...si pudiera tenerlo completo sería un tesoro digital para mí. Gracias por escribir así.

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