martes, abril 20, 2010

La Oficina - Capítulo 16: Oui

OUI



Capítulo 16: Oui

Ella me amaba.
Suspire profundamente, apoyado contra su cálida piel, moviéndome para acercarme más al sonido del latido de su corazón.
Cada noche que pasamos juntos, yo me encontraba al despertar en esta misma posición: yaciendo encima de ella, mi cara presionada contra sus pechos y mis brazos envueltos firmemente alrededor de ella. Era atraído por Bella aun mientras dormía, como si mi cuerpo la anhelara incluso cuando mi mente consciente dormitaba.
En mis veintiocho años, había pasado la noche con varias mujeres, a menudo abrazándolas al dormir, pero nunca de esta forma. Justo como cuando estábamos despiertos, no podía conseguir acercarme lo suficiente, como si mi cuerpo creyera que apretándola la ataría a mí por siempre. Tuve que admitir que esa imagen sonaba mejor cada vez que acudía a mi mente.
Incorporándome levemente apoye mi peso sobre mi codo, y la miré. La luna llena fuera de la ventana iluminaba su cuarto lo suficiente como para ver, pintando imágenes de árboles a lo largo de las paredes y echando sobre ella un resplandor azulino.
Ella suspiró en sueños, frunciendo sus labios y el ceño levemente mientras que reajustaba su posición. Su cabello oscuro enredado por mis propias manos se encontraba disperso sobre la almohada blanca, su mano derecha estaba apoyada al lado de su cabeza, y la izquierda contra su pecho. Nunca dejaría de impresionarme lo hermosa que era.
Distraídamente, alcancé su mano izquierda, pasando mis dedos a lo largo de la suave piel. La levanté suavemente y deje un beso en su palma, admirando sus largos y delicados dedos, carentes del adorno de joyería o esmalte. Un quejido suave se escapó de sus labios mientras que yo masajeaba ligeramente su palma. Me maravillé de lo pequeña que se sentía su mano entre las mías y me detuve a observar su dedo anular desnudo.
Una repentina imagen paso por mi mente. Me vi con una rodilla inclinada, deslizando un hermoso anillo en ese dedo, pidiéndole que me tomara como suyo por siempre y que me dejara tenerla a cambio. La claridad de esa imagen era tal que me dejo casi sin aliento.


Presione mi frente contra su pecho y cerré los ojos firmemente, queriendo calmarme, para disipar la extraña mezcla de pánico y elación que esa imagen evocó. Me impacto lo diferente que esa idea se sentía ahora en comparación con el pasado.
Por primera vez, el futuro me resultaba incierto, y eso me aterrorizaba.
Como si comprendiera mi lucha, Bella enredo sus dedos alrededor de los míos aun dormida, calmándome sin siquiera darse cuenta. Algunas respiraciones profundas y treinta y dos latidos del corazón de Bella después, me sentía más calmado… y también completamente despierto.
Me levante separándome de ella, y rodé sobre mi espalda; me quede mirando el techo a oscuras sin verlo realmente. Me perdí en pensamientos sobre Bella, sobre nosotros, y sobre lo que quería darle. Después de unos momentos ella cambió de posición, acomodándose a mi lado, su cabeza se apoyo en mi hombro y su pierna cubrió mi cadera. La acerque más a mí, girando mi cuerpo hacia el suyo y cerrando los ojos otra vez, concentrándome en cómo ella cabía perfectamente contra mí. Pase mis dedos distraídamente a través de su cabello, y pensé en cuan cerca estuve de estropear todo.
Me moví lentamente, estirándome hacia el borde de la cama, para tomar mis pantalones, sacando el largo y delgado estuche de Dior del bolsillo trasero.
Volví a reclinarme en la cama, la abrace fuerte otra vez y abrí el estuche, pasando mi dedo a lo largo de la delicada y simple pulsera con la palabra ‘Oui’ conectando las dos mitades. El claro de luna brilló sobre la superficie y aunque en cuanto a joyería se refería era muy simple, representaba todo lo que Bella era: sencilla, elegante y hermosa. La simple palabra, tallada en platino, nos representaba a nosotros: nuestra conexión, nuestra pasión, y nuestra promesa el uno al otro.

Con suerte, ella entendería el significado.
Quitándola del estuche, la sujeté alrededor de la muñeca de Bella, luchando un poco para asegurar el minúsculo broche en la oscuridad. Me preocupo por un momento que ella se opusiera o que objetara que yo le hiciera un regalo, pero el sentimiento de orgullo que me embargo al verla dormida a mi lado usando solo mi pulsera, eclipsó rápidamente mis miedos.
Después del fiasco con Emmett en mi apartamento ayer por la mañana, yo sabía que necesitaba encontrar la forma de demostrarle lo que sentía, algo tangible que le recordara lo que significábamos el uno para el otro. Yo había pasado el resto del día en mi oficina de casa llamando a algunos viejos colegas de Louis Vuitton MH, intentando conseguir precisamente esta pulsera. No había sido una hazaña simple recibirla con tanta velocidad, pero era una de las ventajas de tener el dinero y el poder para lograrlo.
Mi estómago se retorció recordando el dolor y la desilusión en sus facciones, cuando ella dejó mi apartamento ayer, sabiendo que yo había sido quien los causara.
Yo me había quedado de pie, impotente, frente a Emmett, sabiendo que ella estaba en el otro cuarto escuchando cada palabra. Incluso me sorprendí de cuan fácilmente me salieron las mentiras; y como me había deslizado naturalmente de nuevo dentro de ése frío, y despiadado personaje detrás del que me había ocultado diariamente por meses.
Sabía que Emmett había notado que yo actuaba sospechoso pero no tenía idea de que el se había dado cuenta ya de todo. Considere brevemente la posibilidad de que Rose le hubiera dicho algo, pero la deseche rápidamente. Ella me había dado su palabra y sin importar nuestras diferencias, le tenía confianza.
Incluso durante nuestra infancia, Emmett había sido siempre la persona que me conocía mejor, viendo siempre más de lo que yo quería. Ayer el había sido implacable, convencido de que me estaba comportando de forma inadecuada.
Me mató que él tuviera razón.
Repentinamente sintiéndome enojado y arrinconado; me desencaje, gritándole que ella no significaba nada para mí. En el momento en que las palabras dejaron mi boca un sentimiento de culpa y pavor se caló profundamente dentro de mi pecho, sabiendo sin siquiera haber visto su cara, que la había lastimado.
Finalmente convencido, Emmett se había dado la vuelta para irse, deteniéndose cuando el sonido de un teléfono celular llenó el cuarto. Lo mire mientras el comprendía que yo no estaba solo. Sin embargo, me sorprendió que el asumiera que yo tenía a otra mujer conmigo… Disculpándose en varias ocasiones, finalmente se fue.
Él no era la persona que necesitaba disculparse.
Cuando fui a ella, supe inmediatamente que el daño estaba hecho. Bella se veía distante y desencajada, y evito mis ojos mientras se vistió, inventando como excusa que había quedado de ver a su amiga.
Intenté calmar sus miedos, recordándole que yo solo había dicho esas cosas porque le prometí guardar nuestro secreto. Había deseado discutir con ella sobre eso, sugerirle que le dijéramos todo y ya. Juzgando por la reacción de mi hermano, había sido algo bueno que ella me frenara.
Ella intentó decirme que todo estaba bien, pero ahora yo la conocía demasiado bien, y ella no podía fingir más conmigo. De alguna forma logre convencerla de pasar la noche conmigo otra vez, jugando con su debilidad por mis caricias. Dije una plegaria en silencio cuando ella acepto renuente, prometiéndome a mi mismo arreglar las cosas.
Haría las cosas bien porque la necesitaba, porque la amaba.
Por primera vez en mi vida, sabía la profundidad de esas palabras.
El sonido de mi estómago vacío me recordó que nunca habíamos cenado. Sonreí cuando se me ocurrió que eso parecía sucedernos muy a menudo.
Depositando un beso suave sobre su pecho y uno en sus labios salí de la cama, con cuidado para no despertarla.
Casi me reí mientras intentaba contar cuántas veces me había imaginado como seria estar en su dormitorio. Una de mis fantasías recurrentes había sido acostarla en su cama y cogerla hasta que me pidiera piedad, en segundo lugar apenas detrás de la que tenía de tomarla encima de mi escritorio.
Encontré mis boxers en una silla cerca de la cama, me los puse y me dirigí a la sala de estar, cerrando la puerta suavemente detrás de mí.
El cuarto era más grande de lo que me había dado cuenta, y las anchas ventanas que se alineaban en medio del chocolate profundo que coloreaba las paredes evitaron que tuviera que encender cualquier luz. Los pisos eran de la misma madera de cerezo que el dormitorio, y también cubiertos por una amplia alfombra. Era obvio que había puesto mucha dedicación en el cuidado de cada detalle del cuarto; los retratos en blanco y negro que adornaron las paredes, la lámpara de cristal que colgaba sobre dos grandes y cómodos sofás dispuestos delante de la chimenea,  adornada por dos candelabros blancos.

Tome una manzana de una fuente encima de la mesa de café, y me di un momento para admirar algunas de las fotos, reconociendo a Bella inmediatamente. Había fotos de quienes asumí serian sus padres, algunas de un grupo de adolescentes, y varias más recientes. Me detuve brevemente cuando reconocí una que me parecía haber visto antes. La misma foto que adorno mi escritorio por años en un marco digital estaba aquí en su chimenea.
Una hermosa muchacha de cabellos castaños, parada en medio de mis padres me sonrió desde la fotografía. Yo sabía que la chica de la fotografía era Bella desde que comenzamos a trabajar juntos, pero ver la fotografía aquí en su hogar era surrealista.
Yo siempre supe que Bella pasaba tiempo con mi familia, pero obviamente, había  subestimado la importancia que ellos tenían en su vida. Pensé de nuevo en cuando la había visto con Carrington. Parecía tan cómoda, como si fuera la cosa más natural del mundo para ella estar en los brazos de Bella. Verlas juntas me provocó un anhelo extraño que yo nunca había sentido antes. Por primera vez en mi vida la idea de tener niños propios me parecía una posibilidad, más que un vago acontecimiento situado en un futuro lejano.
Mi cuerpo se tensó y me quede parado mientras dos brazos cercaron mi cintura.

“Allí estas,” susurró ella reservada, poniendo un beso en mi espalda.
“Tenía hambre,” Murmuré, volteándome en sus brazos e indicando mi media manzana comida. “Intenté no despertarte.”
“Hmm. Bueno, se había ido mi manta,” contestó ella, apretando su abrazo y levantando la barbilla. “Te extraño cuando no estás ahí.”

Sonreí y me incliné, depositando un suave beso contra sus labios y amando que ella se refiriera así a la forma en que yo la abrazaba mientras dormía.
“Veamos qué podemos hacer para cerciorarnos de que no tengas que extrañarme,” Susurré contra sus labios. Ella asintió, y yo acaricié suavemente con la parte posterior de mi mano el largo de su mejilla.
“¿Recuerdas la regla que pusiste que dice que no puedo irme sin darte un beso de despedida?”
“Sí,” Dije, mientras continuaba frotando ligeramente su cara.

“A mí me gustaría aplicar la misma regla para ti,” ella habló suavemente, y percibí un dejo de tristeza en su voz. Mi mano se detuvo y la mire a los ojos. ¿La idea de que yo me hubiera ido la había preocupado?
“Te prometo que nunca me iré sin darte un beso de despedida. Yo no me iré a ningún lado bebé… y además te bese. Justo aquí,” Susurré, pasando mi pulgar a través de su labio inferior, y posando un suave y largo beso allí.

“Y aquí.” Me aleje un poco y me incliné, poniendo un beso con mi boca apenas abierta sobre su pecho mientras que ella gemía. “¿Te he dicho cuánto amo verte usando mi camisa?”
“Puede que lo hayas mencionado,” suspiró ella, cuando mi boca se movió de uno  de sus pechos al otro. Ella enredo las manos en mi pelo, apretándome contra su pecho. Mi lengua recorrió su pezón endurecido a través del fino algodón, y lo mordí ligeramente, sintiendo que me endurecía con los sonidos que ella hacía.
“¿Acaso no habías dicho algo sobre comer?” me pregunto sin aliento,  y sus dedos ahora se movían más fuerte sobre mi cuero cabelludo.
“Oh, ya llegaré a eso.”
Caí de rodillas delante de ella, empujando hacia arriba la parte inferior de la camisa y envolviendo mis manos alrededor de sus caderas, para acercarla a mí. Los músculos de su estómago se tensaron debajo de mis labios mientras que yo dibujaba un caminito de besos hacia su ombligo.
“Pero…” comenzó a protestar.
“Shh,” Contesté, empujándola suavemente sobre el sofá, y escuche el sonido de los almohadones de cuero crujiendo cuando ella cayó sobre ellos. “No puedo esperar.”

“Edward,” susurró ella suavemente, y sus ojos buscaron los míos en la obscuridad.
Colocando mis palmas en el interior de sus muslos, los empujé apartándolos, dejándola abierta y expuesta a mí. Mis ojos viajaron bajo su cuerpo, iluminado perfectamente por un rayo de luna. Deslice mis manos hacia sus caderas, y la traje hacia el borde del sofá, haciéndola jadear suavemente. Sin perder ni un segundo, levanté sus piernas y las puse sobre mis hombros, girando mi cabeza para besar a lo largo de su muslo.

“Dime, Bella,” Murmuré contra su piel. Ella gimió en voz alta y me tiro del pelo, impulsándome hacia adelante.
“Te amo,” susurró. Escuchar esas palabras otra vez rompió mi última pared de compostura y restricción.
Desde el momento en que mis labios la tocaron no pude apagar el gemido que emanó desde lo más profundo de mi pecho. Pase mis labios de lado a lado a lo largo de su piel delicada, desnuda, cerrando los ojos para controlar la sobrecarga de emociones. Todo sobre ella me abrumaba: sus sonidos, su aroma y especialmente la manera que ella sabía. Inhalando profundamente, gemí otra vez, siendo literalmente capaz de probarla segundos antes de que mi lengua hiciera contacto con su piel.

Su cuerpo parecía vibrar debajo de mí y apreté mis manos en sus caderas.
“Tranquila, bebé. Se paciente,” Le susurré, con mis labios asomando apenas sobre ella. “Tú ya sabes lo bien que puedo hacerte sentir.” Levanté mis ojos hacia los suyos. “¿No es cierto?” Podía ver la oscura forma de sus pezones endurecidos que traslucían contra la humedad de la fina tela de mi camisa, sus pechos se levantaban y caían rápidamente con su respiración acelerada. El verla tan excitada y físicamente afectada por la mera anticipación de mi tacto le envió una oleada de deseo, a mi ya duro y adolorido miembro.
“¿No es cierto, Bella?” El aire caliente que mis palabras aventaron sobre su piel desnuda, hizo que sus caderas se levantaran del sillón de cuero. Aumentando la fuerza en mis manos, la sostuve más firmemente, emocionado cuando un ‘Si,’ susurrado dejo sus labios, sonando más como una súplica que una respuesta.
Siempre muy suavemente, pasé la punta de mi lengua contra ella, rodeándolo lentamente, pero sin tocar su clítoris.
Ella gimió suavemente pero con una sonrisa en sus labios abiertos mientras que yo la probaba en movimientos largos, dándole finalmente lo que ella deseaba.
“Sí. Oh Dios, Edward, Si.”
El sonido de su voz, tan desinhibida y cruda me impulso y grite de placer contra ella.
“¡Oh mierda, Edward!”
Dios, si ella seguía así, yo iba a acabar solo de escucharla.
“Te quiero adentro mío,” me rogó, mientras sus dedos acariciaban mi cara.
“¿Quieres decir de este modo?” Quitando una mano de su cadera, la mantuve abierta y deslice mi lengua dentro de ella, gimiendo ante el leve sabor que aun permanecía de nuestro amor.
“Mierda, bebé,” Dije, moviéndome para substituir mi lengua por mis dedos. “Puedo probarnos a ambos en ti. ¿Tienes idea de cuan jodidamente sexy que es eso?”
Me volví insaciable, lamiéndola, chupándola y probándola, dejando que sus sonidos y el movimiento vibrante de su cuerpo, cuando ella buscó su orgasmo, me abrumaran. Levantando mis ojos, esperé, queriendo ver que el momento exacto en que su clímax la tomara.
Ella se veía muy hermosa. Ojos cerrados, boca abierta, totalmente abstraída de todo por un momento,  menos del placer que yo le estaba dando. Deseaba tanto empujarme dentro de ella, para aliviar la necesidad casi dolorosa que sentía, pero quise que esto fuera solo para ella. Un pequeño, insignificante agradecimiento por todo lo que ella había traído a mi vida.
Tome su clítoris en mi boca, mordiéndolo ligeramente, mirando maravillado como su cuerpo se arqueaba y apretaba alrededor de mis dedos. Sus manos tiraron de mi pelo fuertemente y ella grito mi nombre mientras que acababa. Puse un beso en cada uno de sus muslos temblorosos, y apoyé sus pies en el piso, besando todo su cuerpo mientras lo hacía.
“Eres tan jodidamente hermosa cuando acabas,” Susurré contra la piel suave debajo de su oído. Agarrando mi pelo ella tiró de mí hacia ella, besándome profundamente y gimiendo en mi boca cuando ella se probo a sí misma en mi. Ella bajo las manos por mi pecho y mi estómago y los dos nos estremecimos cuando sus dedos acariciaron mi miembro. Tomando sus manos en las mías, sacudí la cabeza.
“No, bebe.”
“Pero…”
“No, ningún pero. Esto es todo sobre ti,” Susurré contra sus labios. “Yo siempre estoy excitado cuando estoy cerca de ti, de todos modo.” Ambos nos reímos y yo pase la mano a través de su cabello enredado. “Solo déjame darte esto a ti.”
Ella pareció pensativa por un momento, antes de tomar mi cara y besarme suavemente.
“Hablando de darme algo,” comenzó ella, indicando a la pulsera que ahora se envolvía alrededor de su muñeca. “¿Te importaría decirme de dónde vino esto?”
Tomando su muñeca, puse un beso contra la delicada pulsera y miré en sus ojos. “Quería darte algo,” Dije, repentinamente inseguro de mi. “Algo que te recordara… lo que…”  Me quede en silencio, inseguro de cómo expresarlo.
“Entiendo,” susurró ella. “Y es hermosa. Yo no me la sacare nunca.”
Las palabras no podían expresar cuánto amaba a esta mujer. Torciendo mis manos en su pelo la atraje hacia mí, intentando transmitirle todo lo que sentía mientras que la besaba apasionadamente.
Cuando me alejé, mi respiración estaba muy agitada, y recliné mi frente contra la suya.
“Te amo, Bella. Recuerda siempre eso.” Ella asintió, su pecho se levantaba con el mismo entusiasmo que yo sentía.
“Yo también te amo. ¿Me dejaras alimentarte ahora?” Ella se rió nerviosamente cuando yo levante mi ceja. “Comida,” aclaró.
“Por favor,” Reí, besándole la frente antes de ofrecerle una mano y de ponerla de pie.
“Allí está la cocina,” me indicó. Yo solo me voy a duchar rápido y te veré enseguida.
La miré caminar hacia el dormitorio, admirando la forma en que sus largas piernas se exhibían con mi camisa, y no pude evitar sonreír. El estar con ella era tan natural y sencillo, tan diferente a cualquier otra relación que yo hubiera tenido en el pasado. Ella me entendía, a menudo acababa mis oraciones antes de que yo siquiera terminara de pensarlas en mi propia cabeza. La misma visión que había tenido en mi sueño apareció frente a mis ojos y me pregunte como sería pasar todos los días de esta forma.

Agitando mi cabeza, me di cuenta de que me estaba adelantando demasiado; todavía necesitábamos decirle a todo el mundo. Mi estómago se retorció y yo rápidamente corrí ese pensamiento. Sólo me centraría en el presente. Nosotros estábamos juntos aquí ahora, y yo estaba jodidamente feliz. Por una vez podía dejar de ser tan obsesivo y tan sólo disfrutarlo.
Entre en su cocina, encendiendo una pequeña lámpara sobre un escritorio cerca de la puerta y mire alrededor. 

El espacio era grande y obviamente diseñado por alguien que pasó mucho tiempo aquí. Como en las otras habitaciones era luminoso y espacioso, lleno de cosas que eran tanto prácticas como adorables. Extensiones enormes de gabinetes de Madera clara cubrían las paredes y había una isla de la misma madera en el centro del piso de mosaicos. Era hermosa y elegante, e imaginé la cara de mi madre si la viera alguna vez. Otra ola de culpa paso a través de mí cuando  me permití  preguntarme por primera vez lo que ella pensaría si supiera lo nuestro.
Oí el ruido de agua corriendo a través del pasillo y me moví hacia la nevera de acero inoxidable, abriéndola para examinar el contenido. Cuando escuche el sonido de sus pasos, saque una pizza congelada y me voltee para ver a Bella caminando dentro de la cocina vestida solo  con un conjunto de color marfil compuesto de un short y un top de encaje. Al parecer el aspecto de mi rostro había traicionado mis pensamientos, porque ella se rió. Carajo, yo amaba escuchar ese sonido.
“Pensé que si tú tienes que andar en tu ropa interior", dijo señalando mis bóxers negros,               “entonces, yo también lo hare.”

"Creo deberíamos hacer de esto una nueva regla", respondí travieso, con mis ojos vagando arriba y abajo de su cuerpo. "Amo verte usando mi ropa, pero no me escucharas quejándome de esto".

"Trato", respondió tranquilamente, y parándose en puntas de pie me beso, con una sonrisa juguetona en sus labios. 

"Añadiré eso a la lista. Y no vamos a comer esto.”  Ella tomó la pizza de mis manos y la devolvió al congelador, sacando otros alimentos y colocándolos en la mesada. "Si quieres comer pizza, haremos una." 
Ella se detuvo y miró el reloj de la cocina, "A menos que estés cansado, claro".

Yo seguí su mirada hacia el reloj de metal colgado en la pared y vi que era la  1: 15 a.m.


"No estoy cansado para nada", dije rápidamente, y mi corazón se salteo un latido ante la brillante sonrisa que ilumino su rostro. "Dime donde me quieres."

Ella levanto una ceja mientras su mirada vagaba hacia abajo de mi cuerpo y yo sacudí la cabeza, satisfecho.

Ella había encendido el horno y sacando un molde de piedra para pizza de un armario, se movió para colocarlo dentro a precalentar. 

"Sólo usaremos una base que ya tengo amasada. ¿Quieres cortar o rallar?"

Durante los siguientes veinte minutos trabajamos juntos y, al igual que en la oficina, fue sin esfuerzo. Hablamos y nos reímos; mientras yo le robaba besos y la pescaba mirando fijamente mi pecho en más de una ocasión. Limpie la mesada mientras ella reunía platos y cubiertos, colocándolos en una bandeja. El temporizador sonó mientras terminábamos y yo la seguí con nuestra comida y una botella de vino a la sala de estar para comer.



Una hora más tarde, con estómagos satisfechos y una botella casi vacía de vino tinto, nos sentamos juntos en el piso. Bella se apoyó contra el sofá y yo coloque mi cabeza en su regazo, mis ojos se cerraron mientras ella pasaba sus manos a través de mi cabello.


"Dime ¿que querías ser cuando fueras grande?" preguntó, continuando el juego de veinte preguntas que habíamos comenzado antes. La respuesta era fácil.

"Mi papá".

"¿De veras? ¿El? Es decir, no hay nada malo en eso. Él es un hombre increíble y lo amo tanto como a mi padre, pero los niños pequeños quieren ser bomberos o súper héroes o algo por el estilo".

"Yo no," dije con nostalgia. "Siempre ha sido el tipo de hombre que yo quería ser. Además de amarlo por las razones obvias, lo respeto más que a nadie. Le vi construir la empresa de nuestra familia desde bien abajo. Nadie tiene más integridad… él es todo lo que yo desearía ser". Mi voz se silenció, el sonido de mis propias palabras casi me sonó burlón.



Bella se quedo en silencio por un momento.

"Creo que te subestimas. Tu padre se llena de orgullo cuando habla sobre ti. El día que me ofreció el ascenso, me dijo cuan orgulloso esta de ti; Lo difícil que fue para el verte partir, pero que sabía lo diferente que eres de tu hermano y que entendía la necesidad que tenías de lograr el éxito por tu cuenta. Desearía que tú hubieras visto el aspecto de su rostro cuando anunció que venías a casa. "


"¿De verdad?" Me volví hacia ella shockeado. Mi padre me había pedido varias veces a lo largo de los años que volviera a Chicago, pero yo siempre me había negado, no queriendo apoyarme del apellido Cullen. El día que las cosas terminaron con Rachel, supe que era tiempo de volver. La inminente jubilación del actual CFO presentaba una oportunidad que parecía casi destinada. Dentro de las veinticuatro horas siguientes, había dado aviso a LVMH y comencé a hacer planes para dejar París. Nunca había soñado que mi regreso significara  tanto para mi padre.


"De verdad," me aseguró ella, inclinándose hacia delante y besándome suavemente. Ella continuó jugueteando con mis cabellos mientras yo pensaba en lo que me había dicho. Pasaron varios minutos antes de que el sonido de su voz me sacara de mis pensamientos.


"Me encanta tu pelo", susurro ella, más para sí misma que para mí.

"Ya debería cortármelo," respondí, y mis manos pasaron instintivamente a través de él.

"No, todavía no. Tú generalmente lo dejas crecer un poco más antes de cortarte," respondió distraídamente, enredando sus dedos en mi cabello.

"¿Lo hago?"

"Mmhmm," asintió ella.

"¿Notaste eso?"

"Por supuesto. Tu cabello fue una de las primeras cosas que note de ti… incluso antes de que nos conociéramos.

Me senté y me volví para verla de frente, tirándola sobre mis piernas abiertas, por lo que nuestras caras quedaron sólo a un centímetro de distancia. "¿Qué quieres decir con antes de que nos conociéramos?"


Ella se veía un poco avergonzada y yo incline su barbilla hacia arriba, obligándola a mirarme.

"Bueno, yo pasé mucho tiempo en la casa de tus padres y tu madre tiene un montón de fotografías tuyas alrededor de la sala. Recuerdo haber preguntado acerca de ti, y haber pensado en lo hermoso que eras."


"¿Lo hiciste?" Pregunté sorprendido. Continué mirándola, tratando de ajustar mi mente al hecho de que ella pensara en mí, incluso antes de que nos conociéramos.


"Eres terriblemente hermoso, Edward. Tu sabes eso," dijo con una sonrisa. "De hecho... no importa," añadió, sacudiendo su cabeza.


"¿Qué?"

"No. No es nada. Sólo algo tonto." Ella evitó mis ojos, repentinamente interesada en una pelusa inexistente en el borde de su remera.


¿Qué cara…? Y, a continuación, se me ocurrió.

"¿Es sobre mi apodo"?

Sus ojos se agrandaron y se dispararon hacia los míos.


Bingo.


"¿Cómo lo sabes?" Ella exhalo, horrorizada. Tuve que reír ante la expresión mortificada de su rostro. “¿Fue Ángela, no es cierto? Dios, yo sabía que ella no podría mantener un secreto si tu le sonrieras."


Ella dejo caer su cabeza de nuevo contra el sofá y cubrió su rostro con sus manos.

"Bella" empecé, fallando en mi intento de ocultar la risa en mi tono. "Bella, mírame. No fue Ángela quien me lo dijo. Vamos, siéntate".

A regañadientes ella me permitió ponerla en posición vertical, su cara estaba roja de vergüenza.


"En primer lugar, no fue Ángela, fue mi familia. Y en segundo lugar, no hay nada de que avergonzarse. Yo fui un bastardo. Un bastardo frío, arrogante, que hizo tu vida miserable y lo lamento más de lo que te imaginas." Con esto ella me miró desde la esquina de su ojo, el color comenzaba a desvanecerse de sus mejillas un poco.


"En realidad, cuando me dijeron, mi primera reacción fue sentirme halagado. Tu, la mujer más sexy e intimidante, que jamás conocí, pensabas que yo era hermoso. No tienes idea de lo que fue para mí." Una esquina de mi boca subió mientras ella me miraba de frente por primera vez. Yo había pasado mi mano a lo largo del interior de su brazo y me acerque un poco más a ella.


"¿De verdad?  ¿No estabas furioso?" me preguntó incrédulamente.


"No, bebe. He de admitir que me enoje un poco cuando me enteré de que hasta mi mama sabía sobre esto.  Pero puedo decirte que pase muchas noches sentado en mi cama, pajeándome y pensando en ti llamándome de ese modo." Ella sonrió y continué. "Y tengo una confesión propia, yo también vi tu foto antes de conocerte."


"¿Cuándo?"


"En unas fotos que mi mamá me envió hace un año." Señalé hacia su chimenea. "Esa misma foto que tienes allí, con mis padres. Yo estaba tan intrigado por ti," susurre, mi mano se movió hasta su brazo y hombro y luego a su cabello. Estabas tan preciosa... y sin embargo había algo más, algo más profundo que aún no podía nombrar. La primera vez que te vi, me quitaste el aliento."

Nuestras caras se acercaron más, nuestras bocas permanecieron solo una pulgada aparte.


"A veces me pregunto," murmure, pasando mis labios ligeramente contra los de ella. "Por cuánto tiempo te he amado realmente."



                                       ~*~*~*~*~*~*~*~*~



A la mañana siguiente me desperté en sus brazos, agotado, adolorido y más feliz de lo que nunca había estado en mi vida. Miré el reloj en la mesita de noche y luego a Bella, que aun dormía profundamente. Habíamos estado despiertos hasta las cuatro de la madrugada; la resistencia realmente no era un problema para mí, después de todo. Moví el cabello de su rostro y me acerque dejando una línea de besos a lo largo de su cuello y hacia su oído.


"Bella, me tengo que ir," susurre suavemente.

Ella gimió adormilada y se volteo hacia mí. "No, no te vayas. Quédate y duerme."


"Bebe, tengo que irme. Aquí no tengo nada de ropa y tengo una reunión dentro de tres horas en el centro de la ciudad.


"Mierda", protesto ella. "Yo también. ¿Qué hora es? Me siento como si acabara de dormirme."


"Eso es porque es cierto," sonreí contra su clavícula. "Son las siete".


"Sabes, yo solía ser mucho más organizada, iba al gimnasio cada mañana antes del trabajo. Tu seriamente has acortado mi rutina de ejercicios," me reprocho sonriendo.

"Oh, yo creo que tú te has ejercitado bastante," gruñí. Ella gimió ruidosamente mientras yo trabajaba mi camino hacia abajo entre sus pechos.


"¿No dijiste algo acerca de una reunión?" preguntó, aunque sus manos me empujaban más cerca.

Con un gruñido de frustración, puse un último beso contra su pecho y maldije a mi siempre presente erección. "Sí," conteste con un suspiro exacerbado.

Rodando de lado, ella se sostuvo con sus codos, mientras que yo me bajaba de la cama. Revise el piso en busca de mi ropa interior, pero no podía encontrarla.


"¿Buscas estos?" Me voltee para ver su larga pierna extendida en el aire, la sabana envuelta alrededor de su cadera y la tela negra colgando de su pie. Dios, como amo a esta mujer. Bien dos pueden jugar este juego.


"No," dije desinteresado, recogí mis pantalones del piso y los tire hacia arriba por mis piernas. 
"Te dejare quedártelos por esta vez." El aspecto de su cara fue invaluable mientras yo le sonreía burlón desde encima de mi hombro. Termine de vestirme rápidamente y me senté en el borde de la cama para ponerme los zapatos.

Oí el sonido de las sabanas moviéndose y sentí que sus brazos se envolvían alrededor de mis hombros. El calor de su cuerpo presionado contra mi espalda irradiaba a través del delgado algodón de la sabana. Volviendo mi cabeza, la bese, mis manos se movieron hacia atrás, encontrando solo su cálida piel desnuda.


"Mmm, Bella. No estás jugando limpio."

"Creo que alguien dijo una vez, en la medida en que te obtenga a ti, no me importa."


Me puse de pie frente a ella, mientras se arrodillaba en la cama, su cuerpo desnudo ahora se presionaba contra mi ropa.

"Me tienes, nunca lo dudes", dije, y mi pulgar recorrió intencionadamente su pulsera.


"No lo hare," susurró ella, mientras terminaba de abotonar mi camisa. "Te veo en unas horas."

"Unas horas," sonreí, tranquilizado por las palabras. "Te amo."

La bese lenta y largamente antes de alejarme a regañadientes.


Ciento sesenta y tres minutos más tarde, me sentaba frente a mi padre, mi hermano y otro ejecutivo en la parte posterior de una limosina de la empresa, escuchando sólo la mitad de la charla que ellos mantenían sobre el estado de su actual reemplazo. Aparentemente mi falta de enfoque había causado que me pierda el anuncio de la contratación de un nuevo ejecutivo. Con un suspiro resignado, me prometí no cometer ese error otra vez.


Esa promesa fue enviada al demonio al instante en que un par de largas piernas y unos tacones dorados aparecieron a través de la puerta abierta del auto. ¿Estaba ella...? Mi pija comenzó a endurecerse con el solo pensamiento de que ella podría estar usando ese vestido otra vez. 

Escuche su voz fuera del auto y tuve refrenarme para no salir a verla.

Ángela entró comenzó a moverse pasando a mi lado para tomar asiento junto a Emmett. A pesar de mi distracción intente saludarla de forma casual, manteniendo mis ojos lejos de la puerta por apenas unos segundos. Podía oír a Bella hablando, despidiéndose del  joven conductor. ¿Cuál era su nombre? ¿Jared? ¿Jeffrey? Lo que fuera, no me gustaba la manera en que él siempre estaba buscando hablar con ella. Estaba a punto de salir y tirarla sobre mi hombro, cuando me habló mi hermano.


"Guau, ese chico de verdad está loco por Bella," dijo en tono de murmullo, con su cuerpo inclinado hacia mí.

"Sí," intente, parecer desinteresado. "Me doy cuenta."


Momentos más tarde, ella apareció en la puerta y no pude mantener mis ojos alejados. Ella se deslizó en el asiento junto a mí, y mi corazón y mi pito se agrandaron ante la visión de Bella vestida otra vez de blanco. La puerta se cerró detrás de ella y yo mire hacia abajo


"Caballeros", dijo ella tranquilamente, asintiendo hacia cada uno de los hombres en el auto.

"Bella, ¿cómo has estado?" preguntó amigablemente mi padre. Estaba claro por su tono que le alegraba verla.


"Muy bien, Carlisle. ¿Cómo está usted?"


Continué mirándola por el rabillo del ojo mientras ella hablaba con todo el mundo, notando la manera en que ella cruzaba las piernas, la forma en que sus ojos se posaban sobre quien fuera que  ella estuviera hablando, y cómo sus dedos pasaban distraídamente por el brazalete que ahora adornaba su muñeca.


Mi regalo.


Llegamos unos minutos más tarde y yo le hice gestos para que ella se quedara, explicando a los demás que nosotros los seguiríamos enseguida. En el momento en que la puerta se cerro, la atraje hacia mí, mi mano tomo su cabello, y mis labios se pegaron a los suyos. Ella gimió cuando la acerque más a mí, el sonido rápidamente se convirtió en un jadeo cuando su cuerpo se derritió contra el mío.


"¿Sabes cuánto deseaba hacer esto?" Dije contra su cuello. "Ese vestido... No creo que yo puedo llevar adelante el día contigo en ese maldito vestido."


"¿Este vestido?" preguntó confundida. "Edward, este es uno de los vestidos más sencillos que tengo."

"Dios, lo sé, no tiene sentido. Pero hay algo acerca de él... el color y lo bien que te queda... me hace preguntarme qué llevas debajo." Mis manos comenzaron a subir hacia sus muslos, arrastrando la tela con mis dedos.


"Está bien, escucha," me dijo, deteniendo la exploración de mis manos. "Si puedes manejarte durante el día," dijo haciendo una pausa y levantando una ceja. "Te dejo quitármelo esta noche."


"Jesucristo," gemí. Mi cabeza cayó contra el asiento mientras pasaba mis manos a través de mi cabello. "Estoy tan jodido."

Me volví ante el sonido de su risa, y la miré estrechando los ojos. "Esto no es gracioso."

Ella trató, sin éxito, de ocultar su sonrisa. "Venga, podemos hacer esto."


"Es fácil de decir. Tu no serás la que tenga que caminar con una erección masiva durante todo el día." En ese momento ella ni siquiera intento ocultar su risa. Trate de mirarla con enojo, pero me fue imposible. Con un suspiro resignado tome su rostro entre mis manos. "¿Un beso más?"

Ella se acerco y presiono sus labios contra los míos suavemente antes de moverse hacia la puerta.

Asintiendo, tome mi laptop y el maletín y salí antes que ella, sosteniendo la puerta y ayudándola a salir hacia el brillante sol de la mañana. La luz jugaba con los colores de su largo y oscuro cabello, que caía en grandes ondas por su espalda. Mi mano ansió tocarla mientras entrabamos en el edificio, entrelazar mis dedos con los suyos o colocar la palma de mi mano en el centro de su espalda. Sólo tenía que lograr reunir un poco más de control sobre mí mismo.


La sala de conferencias estaba en el piso principal y entramos sólo unos minutos después que los otros que todavía estaban saludándose entre sí. Vi como mi padre le sonreía a Bella, mientras caminaba por delante de mí y le acercaba una silla. Mi estómago se tenso con una mezcla de culpa y celos de no poder hacerlo yo mismo.


"Srta. Swan, ¿tiene los informes de PEG?" Pregunté tranquilamente, ocupando el asiento junto a ella. Ella comenzó a pasar a través de varios archivos, llegando inmediatamente a la parte inferior de la pila y colocando el que le solicite en mi mano.

"Sí, Sr. Cullen." Nuestros ojos se cruzaron brevemente, pero sus dedos perduraron contra los míos unos segundos más de lo necesario, la yema de su dedo índice pasó a lo largo de la parte posterior de mi mano. El simple pero íntimo contacto provoco que mi pulso aumentara ligeramente.


"Gracias," murmure, y sus ojos encontraron los míos de nuevo. Pude ver que esta iba a ser una reunión interesante.

La siguiente hora paso volando. Con Bella sentada a meras pulgadas de mí, tomando notas y entregándome  la información en el momento adecuado, pero yo estaba constantemente atento a cada uno de sus movimientos. No me di cuenta de lo difícil que sería mantener la distancia una vez aceptados mis sentimientos. Sabía a nivel cerebral que era mejor mantenerlo entre nosotros por ahora, pero ya estaba sintiendo la dificultad emocional que eso me causaría.


Estaba orgulloso de estar enamorado de Bella y aún más orgulloso de que ella me amara. No quería ocultarlo. A pesar de nuestro acuerdo, ya podía ver que tendríamos que hacer algunos cambios pronto.


Me pare para dar mi propia parte de la presentación, comentando las ganancias proyectadas y los márgenes de beneficio, consciente todo el tiempo de que ella me miraba. Incluso a través del cuarto oscurecido, centrado en el PowerPoint de la presentación, sentía esta implacable atracción hacia ella. Diferente de cualquier cosa que hubiera sentido nunca antes.


Al  volver a mi asiento, con mi parte terminada por ahora, mis ojos se desviaron hacia sus piernas cruzadas. El más mínimo indicio de encaje se colaba por debajo del dobladillo de su vestido; un trocito tan delgado e insignificante que nadie podría incluso notarlo. Pero yo lo hice. 
Mis dedos morían por tocarlo, por llegar a su muslo cremoso y o bien ocultarlo o exponerlo más; yo aun no me había decidido.


Pasaron unos minutos más, y con cada uno de ellos, mi atención se centraba más en la pequeña franja de encaje color marfil. Mire alrededor y satisfecho de que nadie estuviera prestando atención, deslice mi mano debajo de la mesa y estire su falda, quitando la tentación de mi vista.


"No estoy seguro si hice eso por ti o por mí," le susurre.


Ella mordió su labio y me sonrió suavemente, mientras nuestros ojos se encontraban en la oscuridad. Mi mano aun no había dejado su muslo, y yo podía sentir, literalmente, la corriente que pasaba entre nosotros. Consciente de los demás en la sala, le di a su pierna un pequeño apretón antes de quitar mi mano de su cálida piel, mis dedos hormiguearon con la pérdida de contacto.


Vi como ella aclaraba su garganta tranquilamente y regresaba su atención a los documentos delante de ella. Una pequeña, ligeramente avergonzada sonrisa se escapo por la esquina de sus labios y yo estaba encantado de ver que ella estaba tan afectada por mí como yo lo estaba por ella.


Diez minutos después de las doce, con los contratos preliminares en la mano, nos dirigimos a la Oficina. La conversación fue animada ya que Emmett nos contó la historia de cómo trato de enseñarle a Carrington a atrapar un balón de fútbol durante el fin de semana. Normalmente eso habría captado toda mi atención, pero yo me había mantenido ocupado con mi BlackBerry.


A través del correo electrónico ordene para Bella, un arreglo floral de enormes orquídeas rosadas, a entregarse esta noche. Ahora, yo sabía que se verían perfectas sobre la mesa de noche de su dormitorio. No pude evitar sonreír mientras escribía el mensaje que quería en la tarjeta. La mire fijamente, ahora ella se sentaba frente a mí, aparentemente absorta revisando su agenda. Aparentemente ella era mejor que yo para centrarse y mantenerse cerrada a las distracciones. Debajo de mis pestañas observe como ella golpeaba el lápiz contra su labio inferior antes de tomarlo suavemente entre sus dientes. Gemí interiormente y mirando otra vez hacia mi teléfono, le escribí un mensaje.



Faltan 6 horas para que ese vestido desaparezca.



El teléfono vibro suavemente en su mano y ella pulso una serie de botones. Vi cambiar la expresión de su cara en el momento en que ella se dio cuenta de que era yo. Elevando una ceja ella me miró antes de escribir algo y regresar a su agenda.



En realidad, 5 horas y 37 minutos. Créeme, estoy contando.


Joder. Ella era buena en esto.


¿Qué traes debajo de ese vestido?



Una vez más, ella se mostro muy despreocupada mientras miraba en su teléfono y escribía su respuesta, que hasta me hubiera podido engañar a mí de no haber sabido lo que estaba sucediendo. Ella parecía tardar un poco más en responder que antes, pero eso se explicó tan pronto como mi teléfono vibro. En lugar de un mensaje había un simple enlace.



http://www.laperlausa.com/USA/servlet/SetIDWebObject?ID=10613&IDType=prd


Dulce Jesús. El enlace me llevo directamente al sitio Web de La Perla y a una foto de la bombachita que ella llevaba puesta ahora. Maldición, ese pequeño trozo de satén y encaje sería tan fácil de romp–


“¿Edward? ¿Estás bien?" La voz de mi padre me saco de mis pensamientos y levante mi barbilla para mirarlo. Cinco pares de ojos interesados se volvieron a mirarme, incluyendo los de Bella.


Qué buena actriz!


"Por supuesto," respondí, agitando mi mano. "Sólo estoy respondiendo algunos mensajes de correo electrónico." Apaciguado, él asintió y volvió a su conversación. No se me escapo la pequeña sonrisita que ella hizo antes de regresar a su trabajo.



¿Saldrías a almorzar conmigo?


Esperé, tratando de mirarla disimuladamente.



Me encantaría.


Cuando estacionamos en el garaje y nos bajamos, le prometí a mi hermano que lo vería esa tarde para una reunión antes de que todos nos dispersáramos.


“¿Tienes hambre?” Le pregunté, señalando hacia mi auto.


Muero de hambre," me contesto riendo.


Abrí la puerta para ella, viendo como se agachaba suavemente para ubicarse en el asiento, y silenciosamente, me prometí a mi mismo que me comportaría. Salíamos juntos a reuniones y almuerzos todo el tiempo, por lo que no estaba particularmente preocupado por las apariencias.

No hubo un solo momento aburrido en la conversación mientras nos dirigimos a un pequeño restaurante italiano en las afueras de la ciudad. Sostuve su mano todo el tiempo, saboreando el simple hecho de poder tocarla y me tranquilizo inmensamente su pulgar dibujando perezosos círculos en mi mano.


Mientras estacionamos, y yo apagaba el motor, me volví hacia ella.


"Gracias por venir."


Ella me dio una sonrisa brillante, y yo me sentí consumido de adoración por esta mujer.


"Me alegra tenerte toda para mí por un ratito."


Nos quedamos sentados en el auto, bajo la sombra de un gran roble. Las señales del verano estaban a todo nuestro alrededor – el verde brillante de la hierba, los vívidos colores de las flores, multitud de personas disfrutando del sol – pero todo lo que yo veía era a ella. Sus ojos se movieron rápidamente a mi boca mientras yo acomodaba una onda caprichosa en su pelo, su respiración se corto cuando mis dedos viajaron hacia abajo del sedoso mechón que rozaba la parte superior de su pecho derecho.


"No puedo creer cuánto te deseo justo ahora", dije, y mi voz sonó apera y tensa. "¿Dejara de ser así alguna vez?" Deslice mi mano a través de su cabello, tomando la parte posterior de su cuello, y tire de ella hacia mí mientras mi pulgar rozaba la suave piel a lo largo de su garganta.


"Espero que no." Su susurro pasó contra mis labios abiertos y cerré mis ojos al probar su aliento cálido en mi lengua. Cerré la distancia entre nosotros, y ella presiono su boca suavemente contra la mía, tomando delicadamente mi labio inferior entre los suyos. Jadee, cuando el simple y casto beso envió una oleada de deseo a lo largo de mi cuerpo y me sentí endurecer, entonces maldije el hecho de que mi coche no tuviera un asiento trasero.


Me aleje, apoyando mi frente contra la suya, y sentí su rápido pulso latiendo debajo de mi pulgar.

"Por más que me encantaría quedarme sentado aquí y besarte todo el santo día, si queremos comer antes de mi próxima reunión necesitamos salir de este auto," murmure.

Ella se rió y yo bese su cabello, sonriendo ante el familiar aroma a naranjas.


"Quédate allí," le indique, deslizándome de mi asiento y camine para abrir su puerta. La ayude a salir, admirando una vez más la forma en que ese maldito vestido abrazaba su cuerpo y coloque una posesiva mano en su espalda baja, mientras caminábamos dentro del restaurante.


Pedí una mesa pequeña, semi-recluída, cerca de la parte posterior de la sala y corrí su silla para que ella se sentara.


"Nunca he estado aquí," dijo ella mientras leía el menú.


"A mi me encanta. Vengo aquí cuando necesito alejarme de la gente en la ciudad," agregue, sin necesidad de mirar mi propio menú. "Tienen el mejor Ossobuco que he probado fuera de Italia".


Ella sacudió la cabeza, sonriendo. "Nunca lo he probado."

"Bueno, entonces puedes probar del mío." La ayude a decidir qué ordenar y continuamos con nuestra conversación de antes.


"Está bien," comenzó, mirándome apreciativamente mientras me sacaba la chaqueta del traje y la colgaba en la parte posterior de mi silla. "¿Vacaciones familiares favoritas?"

La alcance a través de la mesa y entrelace nuestros dedos. 

"Hmm...Es difícil. Tuvimos la oportunidad de viajar mucho mientras crecíamos, pero creo que mis recuerdos favoritos son del tiempo que pasamos en nuestra casa de verano en la costa. Jugando en la arena, aprendiendo a nadar en el océano, cuando apenas era un niño. ¿Qué hay de ti?"

Ella suspiro. 

"No he estado en el océano en mucho tiempo…, apuesto a que eras adorable de niño."


"Bueno, tendrías que preguntarle a mi madre," me reí, rodando los ojos. Y estoy seguro de que a ella le encantaría hablar sobre ello. Ahora responde a mi pregunta."


"Solía venir a Chicago cada verano para quedarme con mi mamá. Supongo que es por eso que me quede después de que ella murió, para sentir que todavía la tenía cerca." Apreté más fuerte su mano.


"No tienes idea de lo agradecido que estoy de que lo hicieras," respondí suavemente.

Llegaron nuestros platos y continúe con las preguntas mientras comíamos.


"¿La primera vez?" Me miro con las cejas elevadas a través de la mesa.

"¿Primera vez de qué?" me preguntó con los ojos achinados. Me incline hacia adelante con mis codos sobre la mesa, muriendo de curiosidad.


"Primera, primera vez," dije, haciendo hincapié en cada palabra.

"¿De verdad?"

"De verdad."


Ella aclaro su garganta y tomó un largo trago de su agua.


"Yo tenía diecisiete años y el dieciocho, salimos durante la mayor parte de mi último año en secundaria". Sentí como mi presión arterial aumentaba imaginando a algún patán adolescente tocando a la hermosa joven que había visto en las fotografías de su casa.


"En realidad tu lo conociste," mencionó, moviendo distraídamente su mano.

“¿Perdón?” Pregunté, mirándola sorprendido.

"Sí," ella asintió, girando su pasta alrededor del tenedor. "David, el chico que nos encontramos antes de ir a Seattle".


AH. David.


Mi mano subió automáticamente al puente de mi nariz, recordando el día en que se topó con su ex novio. El mismo David, que puso sus brazos alrededor de ella y la hizo reír. El mismo David que ella estuvo encantada de encontrar, que obviamente todavía estaba enamorado de ella y que ahora vivía en Chicago. Ese David.


"Con David fue tu primera vez". Mi voz era plana, y de alguna manera no logre darle el tono de pregunta que había intentado. Realmente había querido saber acerca de su primera vez, pero simplemente no comprendí que sería tan ...real. “¿Y?”


"¿Y qué?”


"Cuéntame," dije, tratando de enmascarar el duro ataque de celos que se desataba dentro de mí.

"Bueno, fue en un campo de maíz. Todavía recuerdo el sonido del maíz ondeando al viento."


“¿Un campo de maíz? Suena como el comienzo de una película de terror," balbucee. ¿Qué tipo de patán lleva a una chica a un campo de maíz para tener relaciones sexuales por primera vez?


"Es verdad, suena extraño escucharlo ahora que lo dices," respondió riendo. "Pero fue dulce, y  suave. En líneas generales, no fue una mala manera de perder la virginidad. "

Hice una pausa mientras consideraba mi siguiente pregunta. ¿Lo quiero saber?


"¿Lo amabas?"


Levante mis ojos a los suyos, aterrorizado de lo que encontraría allí. Aterrorizado de que todo este amor que yo sentía por ella y sólo por ella, Bella lo hubiera sentido por otra persona.

"Pensé que si… pero esos sentimientos que tenia por el me parecen juveniles e ingenuos en retrospectiva. No creo que realmente entendiera lo que esa palabra significaba hasta que te conocí". Ella reforzó el apretón de mi mano mientras hablaba, intentando calmarme. 

Evidentemente, yo sabía que ella había estado con otros hombres antes de mí, pero saberlo y escuchar los detalles eran dos cuestiones diferentes. Literalmente, podía sentir mis tendencias cavernícolas propagándose debajo de la superficie de mi temperamento.


"¿Qué hay de ti?"

"¿Qué?" Pregunté, distraído. Yo me había abstraído, calculando mentalmente cuánto tardaría en encontrar  la oficina donde David trabajaba y estrangularlo.


"¿Tu primera vez?" Me recordó ella suavemente.


"Oh, no fue nada tan emocionante como un campo de maíz, eso es seguro."  Odie el sarcasmo en mi voz, pero no podía ahogarlo.


Ella achino sus ojos de nuevo y me miro con enojo.


"Está bien, está bien. Tenía 16 años y era un estudiante de segundo año. Habíamos estado en un partido de fútbol  y un montón de nosotros fuimos a casa de mi amigo para pasar la noche. Bien el tenia esta hermana quien era un poco mayor y bueno...tu sabes." Encogí mis hombros. 

"¿Entonces, estuviste con él más de una vez?"


"Espera, espera, espera," me interrumpió ella. "¿Tu tenias dieciséis y ella cuantos tenia…? ¿Dieciocho años?"


"Supongo. Pero tú no contestaste a mi pregunta.

"Y tú no estás respondiendo a la mía".


"No hay realmente mucho para decir. Duro como dos minutos. Yo estaba prácticamente listo para acabar antes de que ella accediera. Me alegra que te parezca tan divertido," replique sarcásticamente, enojado de que ella se doblara de la risa. "Ahora responde a mi puta pregunta."


"Oh Dios," ella apenas podía hablar. Sentándose más derecha, ahora secaba las lágrimas de sus ojos. "Es que...conociendo la forma en que eres ahora…Dios. Esa pobre chica, si sólo supiera de lo que se perdió."


Joder, como amo a esta mujer.


"Y sí, tuve sexo con él más de una vez," contestó ella y mi mandíbula se cerró en respuesta.

"¿Cuánto es más de una vez?"


“¿De verdad, Edward? ¿Con cuántas mujeres has tenido relaciones sexuales?"

"Bueno..."


"¿Amaste a alguna de ellas?" Me sorprendió mucho lo directa que fue su pregunta.


"Te amo a ti," le dije, con la esperanza de poder apaciguarla.

"Y yo te amo, muchísimo. Pero eso no es lo que pregunte."


Mi estómago se tenso con culpa, como siempre lo hacía cuando pensaba en ella.


"Sí". Mantuve mi voz pareja, con la esperanza de que nada del dolor que sentía se notara.

"¿A quién?" ¿Pude ver la misma batalla que unos momentos antes había librado yo haciendo estragos en sus ojos: ¿ella realmente querría saber esto?


"Su nombre era Rachel. Yo la conocí cuando vivía en París."

"¿Qué pasó?"


"Terminó".


"¿Por qué?" Ella bebió su agua, intentando sonar  casual.

"Solo... termino," le dije con firmeza. "¿Por qué se termino con David?"

Me miró sorprendida de que de repente el foco volviera a ella.


"Umm... David era genial, él es genial, pero se iba a la Universidad y yo no quise intentar seguir la relación a larga distancia."


Sentí como mi mandíbula se apretaba, duramente. "¿Así que no fue que las cosas no funcionaran, o que hayas perdido interés?"


"No,  sólo pensé que si tenía que ser, sería. Acabaríamos juntos de alguna manera. Es por eso que estaba tan sorprendida de verlo ese día."


Mi puño se cerró debajo de la mesa. ¿Es eso lo que ella había estado pensando entonces? ¿Que él había vuelto a entrar en su vida como si esa estupidez del "destinados a estar juntos" fuera cierta?


Lanzando abruptamente mi servilleta sobre la mesa, le clave la mirada.

"¿Has terminado?" Mi voz sonó un poco más severa de lo necesario.


"¿Qué?" preguntó, con expresión claramente confusa. Cerré mis ojos, y exhale profundamente.

"Pregunte. ¿Has. Terminado. Ya?"


Revoleando sus ojos, ella apoyo su copa en la mesa y se paro. "Buee." Tomando su bolso, la agarre del codo y nos conduje fuera del restaurante.


"¿Cuál demonios es tu problema?" exigió ella, tironeando su codo lejos de mí mientras la confusión en su cara se reemplazaba rápidamente por irritación.


Evite su pregunta y sus ojos mientras caminábamos hacia el coche, sus pasos se aceleraron para abrir su puerta antes de que yo pudiera llegar a ella.


Subiéndome, encendí el motor y salí del estacionamiento, apreté el volante tan fuerte que mis nudillos estaban blancos. Por supuesto, ella había pensado eso. ¿Cómo me metí a mi mismo en este puto lío? Yo había tenido suerte hasta ahora con Mike y aparentemente con David, pero algún día, alguien iba a venir y la reclamaría como suya.

La reclamaría de una forma en que yo no podía hacerlo mientras nos estuviéramos ocultando.

Mi sangre hervía pensando en todas las cosas que yo quería hacer con ella, pero no podía, todo debido a la situación en que nos pusimos.

"¿Vas a decirme que carajo te está pasando?" me exigió ella desde el asiento del copiloto.

"¿Es eso lo que pensaste ese día que lo viste? ¿Que tu príncipe azul había vuelto a tu vida para salvarte del imbécil de tu jefe?"


Sus ojos se agrandaron con incredulidad.


El chillido de mi teléfono celular corto el silencio cuando ella abrió su boca para hablar.


"¡Mierda!" Grite, sacándolo de mi bolsillo. Tome una respiración profunda y respondí, mi tono no dejaba ninguna duda de mi actual estado de ánimo.


La voz confundida de un posible cliente se escucho en el otro extremo. Hice mi mejor esfuerzo para calmarme y suavizar cualquier daño que había podido hacer para el momento en que llegamos al estacionamiento de la oficina. Bella ni siquiera espero hasta que me hubiera detenido completamente antes de abrir la puerta,  cerrándola de un golpe para dirigirse rápidamente al edificio. ¿Acaso este jodido día podría ponerse peor?


"¡Bella!" Grite a su silueta que se alejaba. Ella no miro hacia atrás y desapareció en el vestíbulo.

Rápidamente termine mi conversación telefónica, corriendo hacia nuestra oficina, sabiendo que era a donde ella se dirigiría. Estuve seguro, cuando escuche cajones y archivos golpeándose tan pronto como salí del ascensor.


"Tu. Mi oficina, ahora." Dije apenas rozándola al pasar cerca de ella.


"¿Estás totalmente loco?" gritó ella detrás de mí. Me volví para hacerle frente después de cerrar la puerta y tropecé hacia atrás, cuando sus palmas colisionaron con mi pecho. "No puedes volver a hablarme así nunca más."


"Aclaremos bien esto, Bella," dije, acechándola. Ella dio tres pasos hacia atrás, y un pequeño jadeo dejo su garganta, cuando su cuerpo entró en contacto con la ventana de vidrio junto a mi escritorio. Coloqué mis manos a ambos lados de su cabeza, reteniéndola.


"Tu," susurre rudamente, acercándome para que mi boca flotara cerca de la suya, "eres mía. Nadie, ni Mike, ni David, ni nadie te va a alejar de mí. Es mi nombre el que gritas en la noche. 

Soy yo el que te hace acabar más fuerte que nunca antes. Es mi pija por la que imploras. Soy yo al que amas, Bella. Yo."


Sus ojos se cerraron y ella se estremeció cuando mi mano se trasladó a su mejilla, su pecho subía y bajaba por su respiración agitada.


"Mírame," le gruñí, mientras mi mano temblaba contra su mejilla. "Te amo más allá de toda razón, Bella. Nadie va a alejarte de mí."


Con aliento tembloroso, abrió sus ojos y sus manos se deslizaron a mis caderas. Nuestros ojos se trabaron, nuestros alientos se entrelazaron cuando ella apretó más su abrazo y me atrajo, acercándome más. Este momento era tan parecido y sin embargo tan diferente a aquel donde todo comenzó. Dos personas obstinadas llenas de ira innecesaria y de lujuria insaciable, parados en el borde de un precipicio, sabiendo que el siguiente paso podría cambiarlo todo.


Sin embargo, la diferencia era más grande que cualquier emoción que precediera. Esta vez mi lujuria no era impulsada por mi necesidad avasalladora de control, sino por el amor inmenso y consumidor que sentía en cada aliento y cada latido.

¿Podría estar completa mi vida manteniendo en secreto mi amor por ella?


La respuesta era No.


Mi siguiente paso estaba decidido, yo arreglaría esto.


Pero primero....


Lleve mi mano a su cabello y lo tome fuertemente, cerrando cualquier distancia entre nosotros. Mi pulso rugió en mis oídos cuando la probé, un suave gemido se escapo cuando mi lengua se deslizó contra la suya, el sonido fue directamente a mi pija. Sus dedos se enredaron estrechamente en mi cabello, conduciéndome a donde me quería.

Mis manos se deslizaron hacia abajo de sus curvas, y me encontré con su piel cálida cuando acariciaba la parte posterior de su muslo. En un movimiento fluido, enganche su pierna en mi cadera, presionándola aún más contra el vidrio frio.


Sus uñas corrieron ligeramente a lo largo de mi piel cuando ella empujó mi chaqueta fuera de mis hombros, dejándola caer en una pila a mis pies.

Ella gimió cuando la levante ligeramente, y el movimiento reposicionó nuestros cuerpos, mi erección ahora se presionaba contra ella. Mis labios encontraron su cuello, succionando y mordiendo a lo largo de su garganta, sin importarme si la marcaba. Ella era mía; su corazón, su mente y su cuerpo.


Tire de ella alejándola del mundo exterior, y trayéndola más cerca, mis labios nunca cesaron mientras camine los cuatro pasos a mi escritorio. Aflojando mí agarre, la senté sobre la madera brillante y me ubique entre sus piernas abiertas.


"Nadie podría jamás alejarme de ti," susurró ella contra mi boca abierta, sus manos ahora tiraban frenéticamente mi camisa fuera de mis pantalones. "No he amado nunca a nadie como a ti..."


Ella gimió cuando empuje su vestido fuera de su hombro, exponiendo tanta piel como podía; mis dientes mordían su piel cremosa, perfecta.


"Es como si no pudiera respirar hasta que estoy contigo." Su voz era cruda y desesperada, cuando ella aflojo mi corbata con sus manos y dijo esas palabras, sentí como se aflojaba el nudo de celos en mi pecho. "No soy más dueña de mis pensamientos... todo... lo que soy te pertenece a ti."


Sus dedos lucharon para deshacerse de mi camisa, antes de tirar de ella, mi pecho ahora estaba expuesto a sus febriles besos mientras los diminutos botones de marfil se dispersaban a través de la oficina.

Coloque mis manos en sus caderas, y la atraje hacia mí, gimiendo cuando sentí su calor a través de mis pantalones.

Dedos temblorosos viajaron hacia abajo de mi estómago a mi cinturón, el sonido de la hebilla de metal y su respiración frenética hizo eco alrededor nuestro. Bajando mi cremallera ella empujo mis pantalones bajo mis caderas, colocando besos húmedos a lo largo de mi piel a medida que ella la recorría.


"Te amo tanto, Bella," susurre, guiando su espalda para que yaciera sobre la mesa.


Era la realización de cada fantasía que había tenido: su cabello oscuro esparcido sobre mi escritorio, su hermoso cuerpo abierto y expectante. Levantando la cabeza, ella tomo mi camisa, y me tiro sobre ella.


"Esto se tiene que ir", gruñí, empujando su vestido hacia arriba de sus caderas, los diminutos trozos de encaje color marfil finalmente estaban visibles para mí.


"Oh, mierda, sí," rogó. "Por favor."


Escucharla rogándome, tan necesitada y deseosa de mí, me corto la respiración. Envolví las delicadas tiritas en mi puño, utilizándolas para atraerla contra mí, y la longitud de mi miembro se deslizo contra el encaje húmedo.


"Sí," gruñó ella, y su mano subió por encima de su cabeza haciendo que mi teclado se estrellara contra el piso. "Mierda, hazlo de nuevo."


Repetí la acción; y su cuerpo se deslizo por la suave madera y volvió a bajar contra mí.

"Mierda, Bella. Todos esos meses de querer tocarte... deseando que me tocaras. Tal vez cuando termine te de vuelta y te tome nuevamente desde atrás. Sé cuánto te gusta eso. ¿No es cierto, Bella?" La apreté mas, retirándome bruscamente una vez más, el sonido de sus gemidos y el sonido de la tela rompiéndose llenaban mis oídos cuando arroje el encaje andrajoso al piso.


"No puedo esperar para llevarte a casa y arrancarte este vestido completamente," jadee, mientras mis manos acariciaban su pezón cubierto por la tela. "Quiero tenerte totalmente desnuda para mí, tu cabello esparcido sobre mis almohadas y tus preciosas tetas rebotando mientras te cojo."


Presione la cabeza de mi miembro contra su entrada y apreté fuerte sus caderas, observando como ella tomaba la longitud de mí miembro dentro de su cuerpo. Cerré mis ojos haciendo una pausa, para saborear la sensación de ser devorado por ella. Ella levantó sus caderas, conduciéndome más profundamente dentro de sí y gruñó, yo me aleje antes de aventarme nuevamente en ella.

Coloque sus piernas sobre mis hombros, y me coloque sobre ella, sujetándome de los lados de la mesa para empujarme profundamente.


Dentro de los borrosos pensamientos de mi mente, yo era consciente de que estábamos en mi Oficina, que había personas justo al otro lado de estas paredes. Había pasos en el pasillo, tráfico en la calle y teléfonos que sonaban en la distancia. Yo sabía que eso debería importarme, pero no.


"No puedo estar lo suficientemente cerca de ti," gemí. "Es una sensación que no se alivia cuando estoy contigo... o... mierda... ni siquiera cuando estoy dentro de ti."

Su cuerpo se deslizó a lo largo de la superficie brillante con cada uno de mis empujes, su cabello se revolvió detrás de ella, y sus manos intentaban sujetarse de los bordes. Ella había arqueado su espalda, y sus palmas se golpearon sobre la mesa, enviando una pila de archivos al piso, una ráfaga de documentos se disperso alrededor nuestro. El monitor plano se sacudió, amenazando con caerse, lapiceras cayendo, una por una, y rebotando luego en la alfombra.


Bese y mordisquee a lo largo de sus piernas desnudas, sintiendo sus zapatos sexis apoyados junto a mi cabeza e incline mis caderas para deslizarme más profundamente. Ella gimió a tiempo con mis movimientos, tomando mi camisa abierta, y su cuerpo comenzó a balancearse contra mí.


"Tócate, bebé. Déjame verte." Mi voz sonó tensa y desesperada, tratando de no acabar para verla hacerlo primero. Ella deslizo una mano entre nosotros, sus dedos acariciaron mi abdomen hasta que encontró su clítoris.


Gemí al observarla deslizar sus dedos sobre su propia piel desnuda, sus músculos se tensaron levemente cuando encontró un ritmo. Mis brazos temblaron por encima de ella, mi pecho se agrandaba con el esfuerzo de nuestro acto de amor. Sentí que mi cuerpo se tensaba de anticipación, la lenta hoguera que yo había prolongado comenzó a extenderse, la perfecta fricción que sentía estando dentro de ella finalmente me abrumaba.


"Edward," susurró, sus ojos encontraron mi cara, las uñas de su mano libre se clavaron dolorosamente en mi hombro. La conmoción me hizo gritar, la hermosa sensación me trajo hacia atrás, permitiendo que me centrara solo en su cuerpo.


Ella estaba cerca.


Tire de la parte frontal de su vestido, las costuras de la perfecta tela blanca cedieron ligeramente con la fuerza de mi movimiento. Su seno derecho quedo libre, y mis ojos hambrientos se dieron un festín con él, mi mano tomo la exquisita plenitud de su seno mientras mis dedos estimulaban y pellizcaban su pezón endurecido. Ella maldijo, arqueándose hacia mí nuevamente, y su cuerpo finalmente se tenso a mí alrededor.


"Justo ahí, Edward... justo ahí."


"¡Carajo! ¿Así?"


"Sí... Oh Dios," ella gimió, su voz no era más que un susurro. Mi clímax comenzó a rodar dentro de mí, y ya no pude evitarlo. Presionando casi dolorosamente el borde del escritorio, utilice la fuerza de mi cuerpo entero como empuje, mi miembro pulso profundamente dentro de ella. Coloque una mano sobre su boca, ahogando sus gritos cuando ella acabo, tensándose y apretándose a mí alrededor cuando llegó.


Con las manos temblorosas, moví sus piernas hacia debajo de mis caderas y me derrumbe encima de ella, mis brazos temblorosos incapaces ya de soportar mi peso. Ella me atrajo hacia sus pechos, enredando sus brazos alrededor de mi cuello mientras sus dedos acariciaban mi cabello. Su corazón corría debajo de mi oído y puse un beso contra su piel húmeda.


"Ven conmigo a París". Las palabras salieron de mi boca antes de que me diera cuenta de lo que había dicho; mi corazón se acelero mientras esperaba por su respuesta.


"¿Qué?" Sus manos se aquietaron en mi pelo y ella inclino la cabeza para ver mi cara.


Levantándome con mis antebrazos la miré, mis dedos corrieron los mechones húmedos de su pelo fuera de su frente.


"Déjame llevarte a París. Quiero llevarte a mi café, tomar tu mano y caminar a lo largo del Sena," dije excitado. "Por favor, di que sí, Bella."


Levantándose hacia arriba en sus codos ella me miró a los ojos, buscando mi cara y sonriendo.


"Está bien," se rió. "Vayamos a París."


Me apodere de su cara y la tira hacia mí, sonriente contra sus labios. "Te amo."


"Yo también te amo."


"Podemos ir durante las Navidades, cuando la Oficina está cerrada durante dos semanas. De ese modo podremos seguir viéndonos todos los días.


Su expresión vaciló ligeramente, sus ojos viajaron hacia abajo.


"¿Bella?" Pregunté, bajando mi barbilla para encontrar sus ojos. Antes de poder preguntarle que sucedía, el sonido del teléfono de mi escritorio rompió el silencio.


Poniéndome de pie, me subí los pantalones y me abroche el cinturón,  y la ayude a incorporarse antes de levantar el receptor.


"Edward Cullen."


"Edward, te necesito aquí arriba inmediatamente."


"Sí, señor," respondí, mi atención se centró en Bella mientras ella intentaba acomodar su ropa. 

"Yo estaré allí en cinco minutos." Colgué el teléfono, y mire hacia ella.


"Tengo que ir al piso de arriba". Le dije, mirándola expectante. "¿Bella, estás bien? ¿No te lastime, o si?"


Agitando su cabeza camino rápidamente hacia mi cuarto de baño, regresando con una de las camisas nuevas, que yo mantenía allí.


"No, desde luego que no. Estoy bien. Sólo un poco... agotada." Ella sonrió, pero me pareció algo apagada.


"¿Estás segura?" Agache la cabeza para captar su atención.


Ella asintió.


"Bueno, por qué no vas y te limpias, mientras yo acomodo las cosas aquí y corro a ver lo que necesita mi papá. Cuando vuelva podemos irnos a casa y comenzar a planificar nuestro viaje." La tire hacia mí, y mis dedos acomodaron su cabello, sonriendo mientras intentaba dominarlo. 

“¿Te parece bien?"


"Te estaré esperando," susurró ella, y su mejilla descanso contra mi pecho.


La bese y la voltee en dirección al cuarto de baño, viendo como ella cerraba la puerta detrás de sí. Algo andaba mal, pero no tenía la menor idea de lo que pudiera ser. Me saque la camisa dañada, y metí los brazos en la nueva. Recogí todo lo que se había caído, y sonreí mientras intentaba acomodar las pilas de documentos que yacían dispersos a través de la alfombra.


Al parecer las declaraciones de amor no habían ayudado a mejorar nuestro auto control para nada.


Rodee la mesa, recogí su ropa interior rasgada, y sonriente abrí el cajón, colocándola dentro con las demás. Cuando volviera a bajar, se las mostraría a ella, no podía esperar para ver su reacción cuando supiera que habían estado aquí todo el tiempo.


“¿Bella? Vuelvo enseguida. ¿Esta bien?" Le dije a través de la puerta.


"Esta bien", respondió.

Echando una última mirada a mi oficina y un breve vistazo en el gran espejo que colgaba cerca del escritorio de Bella, me dirigí hacia el ascensor. Mi mente zumbaba con la idea de llevar a Bella a París, para mostrarle todo lo que yo amaba y verlo a través de sus ojos. Sonreí y sacudí la cabeza mientras las puertas doradas se cerraban, pues me di cuenta de que estaba tarareando. Había tomado la decisión y nada se iba a interponer en mi camino para llevarla a cabo.


Salí fuera del ascensor y continúe por el pasillo, sonriéndole a la asistente de mi padre que me llamaba desde la parte trasera de la oficina. Golpee entrando en su oficina y le sonreí.


Él no devolvió mi sonrisa.

Supe en ese momento que la realidad finalmente nos había alcanzado.


4 comentarios:

CarisWestenra dijo...

Me encanta que esten asi de romanticos. Pero algo me dice que por la inseguridad de Bella se van a torcer las cosas. Espero que no mucho, que me gustan como estan ahora. Y tu a tu ritmo con la traduccion, que se agradece y mucho.xD

Anónimo dijo...

NO ME DIGAS QUE NO SON ADORABLES!!! BESOSSSS. LG.

Cyn dijo...

Caris, yo creo que los dos estan un poco inseguros y temerosos de lo que les puede deparar el destino. Tambien es cierto que esto es muy nuevo y tambien muy fuerte y que aun tienen mucho que hablar...veremos que sucede. Gracias por estar siempre presente!
L.G.: A mi tambien me parecen adorables! Tanto como vos! Besos a ambas.
Mrs. Jones

paty dijo...

Oh oh creo que ya llego la hora de la verdad pero como se dio cuenta Carlisle espero que Edward logre convencerlo de que ama a Bella y ahora me intriga saber que diablos le paso a Bella por que ese cambio espero que no haya vuelto con las dudas sobre Edward

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