martes, abril 06, 2010

La Oficina - Capitulo 15: Murmullos


Capítulo 15: Murmullos

“¡Edward!”

Mi respiración se entrecorto en mi garganta y vi como sus ojos se abrían sorprendidos. Esto no podía estar sucediendo. Otro redoble de golpes me hizo saltar mientras que el puño de Emmett chocaba contra la puerta del apartamento.

“Edward, sé que estás allí dentro, pajero, oí como sonaba tu teléfono celular. No me voy a ir hasta que abras esta puerta.”

Me crispe al ver la mirada de pánico que estiraba las facciones de Edward. ¿Cómo es posible que esto esté sucediendo si hasta hace algunas horas, todo era perfecto? El miedo me paralizo, apretando mi pecho, y comprendí que yo necesitaba más tiempo. Yo había creído saber lo que significaría que los demás descubrieran lo nuestro. Aunque siempre supe que este día llegaría de alguna manera, era solo una vaga imagen del futuro en mi mente. Yo no estaba preparada todavía.

“Él lo dice de verdad.” La voz de Edward me trajo al presente y encontré su mirada. La tensión en su cuerpo era evidente por la forma en que sus dedos se apretaban casi dolorosamente en mi cadera. Él parecía aterrorizado. Tomando su cara entre mis manos, me incliné y presioné mis labios ligeramente contra los suyos. Sus ojos se cerraron y lo sentí relajarse levemente.

“Está bien. Yo iré a tu cuarto y esperaré allí mientras que tú hablas con él. ¿Te parece?”
“Pero, Bella. Yo no…”
Lo corté antes de que él pudiera terminar. “Está bien, Edward. De verdad.”

Él se quedo en silencio por un momento mientras una miríada de diferentes emociones cruzaba su cara y con un suspiro resignado, asintió con la cabeza y me ayudó a levantarme de su regazo. Cuando me volteaba para irme, me detuvieron sus cálidos dedos envolviéndose alrededor de mi antebrazo y me atrajo hacia el nuevamente. Inclino la cabeza, y su boca se pego a la mía. Su beso era hambriento, lleno del deseo y la desesperación que ambos sentíamos. Los golpes persistentes de Emmett y el sonido del teléfono celular de Edward en la mesa desaparecieron en el fondo mientras que me perdía en él. Levantándome en puntas de pie, intenté acercarme más, necesitando calmar el miedo cada vez mayor dentro de mi pecho. Sus fuertes brazos me cercaron firmemente, y sentí que me elevaba levemente del piso.
El beso cambio lentamente a algo más controlado. Él presionó sus labios ligeramente contra los míos y los mantuvo así unos momentos  antes de bajarme suavemente, mis pies se encontraron nuevamente con el fresco piso de madera. Sus ojos seguían cerrados mientras que él presionaba su frente contra la mía.

“¿Recuerdas lo que me pediste anoche?” Sabía sin necesidad de pensarlo a que se refería: mantenerlo entre nosotros.
“Sí,” susurré suavemente.
“Lo prometo. Mi respuesta es sí, por el tiempo que tú quieras. Solo recuerda eso.” La culpa me aguijoneo el estómago, y me pregunte si él hacía esto solo por mí.
“Yo no se…” comencé, sólo para ser interrumpida por otra ronda de golpes en la puerta y por la voz ahora obviamente enfadada de Emmett.

“Juro por Dios, Edward. Puedo oír tu maldito teléfono, y tu no vas ni al baño sin esa cosa.”


Caminando hacia el cuarto, asentí y crucé el apartamento, cerrando y trabando la puerta detrás de mí. Mi respiración se acelero y pareció amplificarse por el silencio en el apartamento. Presione mi oído a la puerta, y cerré los ojos y escuché. Oí un ruido de arrastre seguido por el claqueteo del metal de una cerradura que era abierta, y contuve mi respiración ante el sonido de la puerta al abrirse.
Silencio. ¿Por qué estaba todo tan silencioso?

“¿Qué mierda quieres, Emmett? Es domingo por la mañana.” El tono de Edward sonó tirante y lleno de cólera cuando él se dirigió a su hermano.
“No me hables en ese jodido tono de mierda, imbécil. ¿Crees que no me he dado cuenta de que me estas evitando?”
“Yo no sé de lo que me estás hablando, Emmett.” Oí un movimiento leve, pero me esforcé por descubrir la fuente.
“Bella.”

El silencio que siguió envió un frio mortal hacia arriba y abajo de columna vertebral.

“¿Qué hay con ella?” La voz de Edward había cambiado, y el tono que reconocí como el del ‘Sr. Cullen’ ahora se filtraba a través de la puerta. Sentí como una gota de sudor brotaba de mi frente mientras que escuchaba ese sonido familiar.

“No te hagas el tonto conmigo, Edward. Sé que algo está sucediendo entre ustedes.”
“¿Y que sería eso exactamente? Ella es mi empleada y yo soy su jefe. Nada más.”
Cerré los ojos cuando una ola de náusea se arrastro dentro de mí.  Él no lo dice en serio. El no lo dice en serio.

“Bueno, ésa es la forma en la que debería ser, pero por algún motivo no creo sea así entre ustedes.”
“Tú no tienes ni idea de lo que estás hablando.”

Oí la mofa de Emmett, o por lo menos pensé que era Emmett.

“Nunca pensé que tú fueras tan estúpido, Edward.”
“Emmett, si tienes algo que decir, dilo de una putísima vez y luego vete a la mismísima mierda.”
“Creo que tú te estás viendo con Bella.”
Edward no dejo pasar un solo instante.
“Estas equivocado.”
“¿Lo estoy?”
“Sí, Emmett. Lo estas. La Srta. Swan y yo no tenemos nada más que una relación profesional.”

Mis ojos se cerraron en la palabra ‘relación’. Su voz sonó calmada, y yo podría asegurar incluso desde detrás de la puerta que el Hermoso Bastardo estaba al mando en el otro cuarto. No estaba sorprendida, pero mientras buscaba en su voz un rastro de arrepentimiento, me hirió no encontrar ninguno.

“¿Me consideras tan estúpido? Yo sé cómo eran entre ustedes antes. Nunca había visto a dos personas que se odiaran más. Te vi actuar casi como un completo energúmeno con ella diariamente durante un año y entonces de pronto, la empiezas a mirar como un muerto de hambre mira un pedazo de carne. Creo que sucedió algo mientras que ustedes estaban en Seattle y que ese fue el motivo por el que tú evitaste atender mis llamadas. También creo que te estabas mensajeando con ella ayer.”

No podía dejarlo hacer esto solo. Puse mi mano en la perilla y la di vuelta suavemente.

“Tú no tienes ninguna idea de lo que hablas. Puedes irte ahora, Emmett.”
“¿Entonces, qué? ¿Solo te la estas cogiendo? Porque si es así te pateare el culo hasta sangrar por aprovecharte de ella de esa manera.”
“No es así.” Por primera vez, oí una pequeña vacilación en su tono de voz y me pregunte si Edward se lo estaría diciendo a Emmett o a sí mismo.
“¿Qué se supone que significa eso, Edward? Estas con ella o no.”

“¡Jesucristo, Emmett! ¿Cuántas veces necesito decirte que no sucede nada entre nosotros? ¿Realmente me crees tan estúpido? ¡Ella no significa nada para mí!”

Mi mano cayó de la puerta y caminé hacia atrás, el sonido de sus palabras se repetían en mis oídos. Un relámpago de dolor se rasgo a través de mi pecho y cerré los ojos, sintiendo la necesidad repentina de sentarme. Mi mente racional entendía por qué él lo había dicho, pero cada temor dentro de mi corazón fue reforzado por sus palabras. Sentándome en el borde de la cama, cerré los ojos fuertemente intentando evitar que las lágrimas se formaran. Él no lo había dicho en serio. Esto es lo que tú le pediste que hiciera.

Hubo silencio por un momento en el otro lado de la puerta antes de que Emmett hablara.

“Tú estás hablando en serio, ¿verdad?”
“Sí,” contestó el reservado, pero en un tono firme.
“Mira, hombre. Yo siento mucho esto. Yo solo… yo pensé… no importa. Mierda. Yo se que tu nunca me mentirías, debí haberlo sabido.”

Un silencio incómodo llenó el apartamento. Era consciente del ronquido bajo del aire acondicionado y del tictac del reloj en la sala de estar. Todo parecía tan quieto, que sólo amplificó la culpa que yo sentía dentro. El sonido de un teléfono celular del otro lado de la puerta rompió el silencio, cuando un familiar ringtone llenó el apartamento.
Oh Dios.

“Edward, tu teléfono esta en tu mano, así que… ¿de quién es el que acaba de sonar en la cocina?” Pregunto Emmett con voz confusa. Contuve mi respiración y me pareció como si horas enteras pasaran en los segundos que siguieron antes de que él contestara.

“No es lo que tú piensas.”
“Espera, ¿hay alguien aquí?”Mi corazón golpeaba literalmente fuera de mi pecho mientras que esperaba ser descubierta. “Dios, Edward, ¿porqué no me dijiste que tenías a alguien aquí y que cerrara la maldita boca?”

Lo oí reír suavemente. “Sí, ¿porqué no habré pensado en eso?” Su voz era reservada y tuve que esforzarme para oírlo. Hablaron en tono bajo por algunos momentos y me levante, rápidamente substituyendo su camisa por mi vestido, agradeciendo haber recordado traerlo al cuarto más temprano esa mañana. El sonido de una puerta cerrándose fue seguido por un golpe suave.

“¿Bella?” Cruzando el cuarto, abrí rápidamente la puerta y le di una sonrisa forzada antes de volver a la cama para terminar de atar las correas de mis zapatos.
“Hey,” el comenzó vacilante, apoyándose contra el marco de puerta. “Tú sabes por qué dije todo eso, ¿verdad?”

“¿Qué? Oh, por supuesto. No te preocupes por eso,” Contesté, haciendo mi mejor esfuerzo por convencernos a ambos.
Él me miró fijamente por un momento mientras que yo recolectaba mis cosas.
“Entonces ¿Adónde vas?”
“Oh… eh…uh yo,… olvide que tenia esta cosa… con Alice esta mañana,” Contesté, agitando mi mano displicentemente. “No es nada realmente, solo algo que olvidé hasta que oí sonar su ringtone allí fuera. A propósito, lamento eso.”

Me pare y caminé hacia el umbral, todavía evitando su mirada. Su olor se impregno sobre mí cuando pase cerca de él, y su hombro entro en contacto con el mío.

“Mírame.”

El tono de dolor de su voz me paró en seco sobre mis pies y me di vuelta lentamente, mirándolo mientras que él se acercaba.

“Estamos bien ¿verdad?” Su mano derecha subió y sostuvo mi cara suavemente, su pulgar dibujaba círculos suavemente a través de mi piel.

“Por supuesto que lo estamos.” Asentí con la cabeza y me incliné, presionando ligeramente mi boca en la suya. Respiré profundo para llevar su aroma dentro de mí, intentando calmar las dudas que ahora chispeaban en mi interior. Un gemido bajo se escapó de sus labios, y él me apretó más fuerte.

“Quiero verte otra vez esta noche,” susurró contra mi boca. “Mi cama se sentirá muy vacía sin ti en ella.” Mi estómago se agitó con sus palabras. “Por favor, Bella.”

“No estás jugando limpio,” Susurré cuando sus manos se movieron a mi pelo.
“Mientras me lleve a ti, no me importa.” Sus labios acariciaron los míos suavemente y entonces comprendí de nuevo que a pesar de la batalla entre mi cabeza y mi corazón, o de cuánto me lastimaría el final, yo era suya.

Separándome levemente, mire en sus ojos. “Tengo que irme.” Él asintió con la cabeza y me acompaño a la puerta, recupere mi teléfono y mi bolso de la cocina. Una brizna de la tensión anterior repto entre nosotros mientras que nos parábamos incómodamente en la puerta.

“¿Estás segura de que estamos bien?” Sus rodillas se doblaron apenas cuando él bajo su cara al nivel de la mía, la confusión era evidente en su ojos. “Sé cómo debe haber sonado eso y yo…”.

Coloqué mi dedo sobre su boca para silenciarlo.
“Estamos bien.” Contesté reservada, intentando mantenerme entera apenas un poquito más de tiempo. Lo besé una vez más y abrí la puerta hacia el pasillo. Sin esperar una respuesta, caminé hacia el elevador. Entrando en el, presioné el botón y mire hacia arriba para encontrarlo parado en el umbral mirándome. Su expresión era confusa, y me esforcé para regalarle una sonrisa mientras las puertas se cerraban.

Finalmente en la privacidad del elevador, saqué mi teléfono celular y presioné llamar.
“¿Alice?” Comencé, mientras las lágrimas se derramaban bajo mis mejillas.

                                         ~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Algunas horas y un trozo de brownie doble chocolate más tarde, me sentaba con mi cabeza en el regazo de Alice mientras ella acariciaba ligeramente mi pelo. El llanto había cesado y solamente seguía habiendo un gimoteo ocasional. Yo había intentado contarle todo a Alice por teléfono, pero después de informarme que ella no manejaba fluidamente el idioma de balbuceos, acordamos encontrarnos en mi apartamento.

“Ok, Bellie,” comenzó ella suavemente y mis ojos se cerraron bajo su acción calmante. “Estoy confundida. La última vez que hablamos de esto tú dijiste que era solo sexo, nada importante. 
"¿Qué diablos sucedió?”

“Yo solo… Yo lo amo, Alice,” Susurré, sacudiendo mi cabeza. Mi ritmo cardíaco se acelero cuando me di cuenta de que esta era la primera vez que lo decía en voz alta.

“¿Tu lo amas?”Me preguntó, con evidente sorpresa en la voz. “¿Cuándo sucedió esto?”

“No lo sé. ¿Seattle? Quizás antes de eso.” Di vuelta mi cabeza y mire hacia fuera de la ventana, observando cómo se sacudían los árboles en la brisa.

“Bella, estoy confundida. Pensé que ustedes dos ¿se odiaban?”

“No lo sé. Todo es diferente, él es diferente. Es como que el hombre que yo pensé que conocía no existiera.” Tomando una respiración profunda, le conté todo. Le conté sobre la primera noche en Seattle, la manera en que nos peleamos y las cosas que nos confesamos. Le dije sobre nuestras semanas juntos, la noche en la piscina, el día que él estuvo enfermo y cuánto me dolió dejarlo en el aeropuerto. Finalmente, le dije como había sido estar con él anoche, la forma en que me había hecho sentir, lo cerca que había estado de decirle que lo amaba y lo que había sucedido esta mañana. Decir que la deje estupefacta sería minimizarlo.

“Bella, entiendo porqué estas tan trastornada, corazón. Pero tu estas enamorada,” dijo sonriendo. “Esto no es algo malo. Quizás la situación no es perfecta, ¿pero cuál lo es? Cuando conocí a Jasper, yo viajaba todo el tiempo y aunque sabía que no tenía tiempo para una relación, también sabía que no podía estar sin él. Entendimos que nos pertenecíamos el uno al otro y encontramos una forma de hacerlo funcionar.”

“Alice,” Comencé, sentándome para mirarla a la cara. “No es tan sencillo. Esto no es sobre una agenda ocupada o porque no desee estar con él. Siento como que todo está en nuestra contra. Trabajo para él. Sin tener en cuenta siquiera que técnicamente, ambos deberíamos ser despedidos, yo he estado mintiéndole a la gente que amo, gente que respeto, quienes me han tratado como si fuera de la familia.” Sacudí mi cabeza repugnada mientras recordaba lo sucedido esa mañana.

“Yo soy una mujer adulta y esta mañana me oculté en su dormitorio mientras que él le mentía a su hermano por mí. Yo sabía lo que él tenía que decir, pero realmente me lastimo como la mierda oírlo decir esas palabras.” Mi voz se fue apagando y mire lejos, incapaz de enfrentar la compasión que vi en sus ojos.

“Pero Bella, ¿qué pasa si él te ama? Él estaba haciendo justamente lo que tú le pediste.”

“Supongamos que fuera así y que Edward realmente me amara ¿entonces qué? Yo me cogí a mi jefe, Alice. Yo no quiero ser conocida como esa mujer. Sabes, había alguien el año que comencé a trabajar en la empresa que tuvo algo con uno de los ejecutivos. Ambos fueron reprendidos y el caso fue cerrado, pero nunca se termino para ella. Han pasado años desde aquello, pero cada vez que alguien la nombra, ellos se refieren a ella como ‘la que se acostó con su jefe’.”

“Ok, entonces comencemos a buscar una solución. ¿Qué si tú te fueras antes de que alguien los descubra? ¿Si trabajaras para alguien más?”

“No,” Protesté inmediatamente.

“¿Y por qué no?” pregunto ella, con expresión desconcertada. Me pare y caminé a hacia mi aparador, moviendo innecesariamente los tulipanes rosados del florero.

“Porque no,” Contesté, sabiendo lo infantil que sonaba.

“Me temo que voy a necesitar algo mas solido que ‘porque no’ Bella.”

“Bien,” comencé. “En primer lugar, yo realmente amo mi trabajo. Soy buena en lo que hago y lo sé. He trabajado realmente muy duro para ganarme la confianza que tienen en mí.”

“Ok… Bella, suenas como si me estuvieras contando tu curriculum vitae, no el motivo por el que tú no te sacrificarías para estar con el hombre que amas.”

“Y… yo creo que me preocupa que esto cambie. Que sin esto, cambiaremos. Lo que sentimos irá desapareciendo o será diferente. Y me aterroriza pensar en qué sucederá cuando no lo vea a diario.”

“Tú no crees eso realmente ¿o sí?”

“No sé,” Comencé, todavía intentando poner mis pensamientos en orden. “¿Alice? ¿Tú sabes si él ha tenido alguna novia?”

“No, pero yo no sé tanto sobre él como tú. ¿Por qué?”

“Cuando estuve en Seattle, salí a cenar con unas muchachas que veo generalmente en estas cosas, y les pregunte a ellas.” Mire sobre mi hombro para encontrarla mirándome.

“¿Y?”

“Dijeron que hubo alguien. Su nombre era Rachel y al parecer estuvieron juntos durante mucho tiempo. Todos pensaban que se casarían y entonces un día se termino y él acabo volviendo a Chicago. Nadie sabe porque.”

“¿Y qué? La gente rompe todo el tiempo, Bella. Todo el mundo tiene relaciones anteriores. ¿Por qué las de él te incomodan?”

“Es solo que la forma en que comenzamos no admitía conversaciones del tipo de ‘mi pasado-tu pasado’. Y aquí estamos, con todos estos sentimientos y yo no tengo idea si estamos siquiera en la misma página. Como que, yo ni siquiera escuche lo de su ex novia de su boca, lo supe a través de un chisme. ¿Cuán serios podemos ser si nosotros ni siquiera hemos tenido esa charla todavía? Y no puedo explicarlo, pero por alguna razón tengo la sensación de que es importante.”

“Bueno,” dijo, incorporándose de la cama. “Le preguntaremos a Rosalie mañana en el almuerzo.” Me di vuelta rápidamente hacia ella, viendo como sus ojos se agrandaban al ver mi expresión. “¿Bella? ¿Qué te pasa?”

“Oh Dios, Alice. Yo me había olvidado completamente de Rosalie. No la he visto desde… bueno, desde la última vez que la vi.” Caí en la cama, y puse mi cabeza en mis manos, recordando la mirada en la cara de Rosalie cuando la puerta del cuarto de baño se abrió.

“Cálmate, Bella. Jesús. Mira, ella obviamente no le dijo a Emmett o el no se hubiera dado por vencido esta mañana. ¿Quizás ella este de tu lado?” Gemí bajo mis manos en respuesta. “¿Bueno, tu dijiste que él le creyó a Edward, verdad?”

“Supongo.” Contesté poco entusiasta.

“Allí tienes. Si su esposa le hubiera dicho que ella los pesco en el acto, yo no creo que él le hubiera creído a Edward.”

“Ella no nos pesco en el acto, Alice.”

“Tú sabes a lo que me refiero.” Tomando mis manos en las suyas, ella se sentó a mi lado en la cama, con una expresión resuelta en su cara. “Yo solo voy a decirte lo que pienso y no hablare mas. Sé que estas asustada, Bellie, y te entiendo. ¿Pero qué tal si…? ¿Qué tal si él te ama? Sé que puede ser duro, pero también podría ser grandioso.” Escuché sus palabras y sentí una familiar, aunque distante chispa de esperanza en mi pecho.

“Tú necesitas preguntarte si el vale el riesgo. ¿No crees que puede ser que él lo valga?”

Más tarde esa noche, con las palabras de Alice todavía frescas en mi mente, salí del elevador y camine lentamente por el pasillo del departamento de Edward. Sabía en mi corazón que Alice tenía razón, pero que eso no lo hacía más fácil. ¿Estaba lista para decirle? Esto todavía era tan nuevo y yo quería poder disfrutarlo un poquito más antes de dejar entrar al resto del mundo y sus opiniones. A medida que continuaba caminando por el pasillo, sentí como mi cuerpo se relajaba con cada paso que daba hacia él. Como sucedió antes, mi cuerpo parecía saber lo que yo necesitaba mucho antes de que mi mente lo descifrara.

Unos segundos después de golpear, la puerta estaba abierta y yo estaba en sus brazos.

“Dios, te extrañe.”

Sentí sus palabras cuando sus labios rozaron mi cabello Y no pude evitar que me hicieran sonreír. Presionando mi cara en su pecho, inhalé profundamente, absorbiendo su aroma codiciosamente.

“Yo te extrañe, también,” Dije, colocando mi barbilla contra él y mirando hacia arriba para ver su cara. Dios, él era hermoso.

“Vamos pasa,” sugirió, tirando de mí hacia adentro y cerrando la puerta detrás de nosotros. 

“Hice la cena, y la película está lista para ver.”

Sonreí y lo seguí a la cocina, incapaz de dejar de admirar la forma en que sus pantalones de jean se apoyaban justo debajo de su cadera y recordando cómo se sentía la piel suave allí debajo de las yemas de mis dedos. Entramos en la familiar cocina, y me mordí el labio para suprimir una sonrisa mientras que mi mente viajaba a la última vez que nosotros habíamos estado allí. La cena se veía maravillosa, y no me opuse cuando él tomó mi bolso y me dio un plato lleno de comida con un rápido beso.

“Edward, esto se ve fantástico. Tu ciertamente no cocinas como el soltero típico.” Inhalé profundamente. Olía mejor de lo que se veía, y se me hizo agua la boca. Él sirvió su propio plato y tomó mi mano.

“Bueno, la mayoría de los solteros no vivieron en Francia por seis años, y hay muchas cosas que me gusta hacer en la cocina, Bella.” Me contestó con una sonrisa picara. Rodé mis ojos mientras él continuó. “Aprendí cocinar, una de las muchas ventajas de la vida allí.”

Nos sentamos uno al lado del otro en el sofá, y él dio comienzo a la película.

“Edward, suenas siempre tan feliz cuando hablas de la vida en París. ¿Por qué te fuiste?” Es posible que lo haya imaginado, pero me pareció que se tenso con mi pregunta.

“Oh, por nada en particular realmente. Solo era tiempo de volver a casa.”
Asentí con la cabeza y me incliné detrás contra el sofá considerando su respuesta mientras los créditos de apertura de la película comenzaban. Descubrí que él había recordado mi película preferida, y lo mire con una sonrisa boba. Él se rió y me acerco contra su lado, pasando su brazo a través de mi hombro. Terminamos de comer y a medida que la película avanzaba, nos fuimos acercando. Me di vuelta hacia él, mi cabeza en su pecho, mi pierna sobre la suya y mi brazo reclinado sobre su estómago. Mis dedos dibujaron círculos perezosos a través de su abdomen y sonreí cuando sentí que los músculos se tensaban bajo mi tacto. Su barbilla se apoyó encima de mi cabeza y sentía algo cálido presionarse de vez en cuando contra mi pelo.

En algún punto me quede dormida y cuando me desperté encontré a Edward desvistiéndome y acostándome en su cama. Su cuerpo cálido se deslizó a un lado del mío, y me voltee hacia él; perdida en la sensación de su piel caliente y desnuda presionada contra la mía. Mis labios pasaron sobre su pecho y sus brazos me abrazaron firmemente. “Edward,” Susurré en la oscuridad.

“Shhh. Estoy justo aquí, bebé. Solo vuelve a dormirte.” Su voz era profunda y calma y yo me acurruque más en el, sintiéndome segura y querida y más feliz de lo que nunca había sido en mi vida. Por primera vez desde que esto había comenzado, Edward y yo simplemente  nos abrazamos  y nos quedamos dormidos uno en los brazos del otro.


                                                  ~*~*~*~*~*~


Cuando la mañana del lunes amaneció, trajo con ella la comprensión de lo que significaría el presente. Hoy me sentaría en el mismo escritorio en el que me había sentado por casi todo un año, hablaría con la misma gente, pero todo sería diferente.
Lo vería caminar dentro y hacia su oficina, sabiendo lo que sucedió entre nosotros allí, pero insegura de cómo lo manejaríamos. Sabría cómo se siente tenerlo desnudo contra mí, sentir sus caricias tiernas y oír sus palabras de afecto susurradas en mi oído, pero tendría que mantener todo oculto. ¿Él me miraría igual? ¿Me tocaría cuando estuviéramos solos?
¿Me llamaría Bella?
Me escurrí debajo de él y puse un beso en sus labios, sabiendo que necesitaba irme a casa. Él se sacudió y masculló mi nombre, sus brazos se estiraron hacia afuera para encontrarme antes de agarrar una almohada y de rodar sobre su estómago. Corrí el cabello de su cara y me incliné para depositar un beso contra su hombro antes de fijar la alarma en su teléfono celular, y de escribir una pequeña nota sobre adonde me estaba yendo. A pesar de todo, sonreí cuando dejé su departamento y me dirigí al estacionamiento.

Algunas horas más tarde me sentaba en mi escritorio con Ángela, intentando darle algún sentido al lío que los varios empleados temporales habían dejado para mí. La puerta de la oficina se abrió y Edward caminó dentro. Mi respiración se cogió y tuve que componerme rápidamente cuando lo vi entrar en su traje negro, incapaz de no notar la forma en que la tela acentuaba su largo y magro cuerpo.

“Buenos días, Sr. Cullen,” Ángela y yo dijimos al unísono.
“¿La paso bien en Seattle, Sr. Cullen?” Ángela preguntó, girando en su silla para hacerle frente. Mordí mi labio para evitar sonreír mientras que él miraba de ella hacia mí.

“Sí. La pase maravillosamente, Srta. Weber. Fue muy… instructivo,” contestó el suavemente, sus ojos se detuvieron en mí. “Srta. Swan, ¿puedo hablarle en mi oficina por un momento?”
“Por supuesto,” Contesté tranquilamente. Me pare y eché un vistazo a Ángela. “Vuelvo enseguida.”

Sacudiendo su cabeza, ella sonrió y articuló las palabras ‘buena suerte’, antes de volver su atención a las carpetas esparcidas sobre el escritorio. Edward esperó, sosteniendo la puerta de su oficina para mí, encontrando mi mirada cuando lo precedí dentro. En el momento en que la puerta chasqueo suavemente detrás de nosotros él me abrazo, y sus labios buscaron hambrientos los míos.

“Te fuiste,” susurró mientras que su boca bajó a mi cuello. “No quiero que vuelvas a hacer eso.”

“Te dejé una nota,” Contesté jadeando, mis ojos prácticamente rodaron dentro de mi cabeza cuando él se movió al frente de mi blusa.

“Sí. Encontré tu pequeña nota, provocadora.” Sofoqué una risa mientras recordaba lo que había agregado junto a mi explicación. “Tú no tienes permiso de dejarme en la mañana sin despertarme y darme un beso de despedida, ¿trato?” Él se alejó levemente y nuestros ojos se encontraron, la seriedad de su expresión me asombro.

“Trato.”

“Bien, y puesto que yo no recuerdo tu beso de despedida, mejor me das uno ahora.” Sonreí mientras me inclinaba para besarlo, mis ojos se cerraron cuando sus suaves labios se presionaron contra los míos. Él me besó suavemente antes de separarse y de mirar en mis ojos. 

“Bella,” susurró antes de acunar mi cara en sus manos y de traer su boca a la mía de nuevo. Mis labios se abrieron y gemí suavemente cuando su lengua se deslizó dentro, la sensación familiar de él me hizo olvidar que estábamos en su oficina y que Ángela estaba justo  fuera de la puerta. 

Sus manos se deslizaron de mi cara, bajo mis hombros y a lo largo de mi hacia mi falda, palpando mi trasero. Me empujo contra él y gimió. “¿Qué tienes aquí debajo hoy? No siento nada excepto una porta ligas.”

“Quizás eso sea todo lo que hay allí,” Lo embromé. Él gimió en voz alta y presionó su frente a la mía.

“Almuerza conmigo hoy.”

“No puedo, quede de almorzar con Rosalie y Alice.” Él levantó su cabeza y me miro.

“¿Rosalie?” preguntó. Asentí y él sacudió su cabeza levemente. “Lo siento, Bella.”

“No hay nada que lamentar. Todo estará bien.” Él asintió pero se veía escéptico.

Estaba a punto de responder cuando el teléfono en la oficina externa sonó. “Tengo que volver,” Agregué, inclinándome para besarlo otra vez. Él devolvió mi beso y me miro irme, con una expresión extraña en su cara.


El día resultó ser más ajetreado de lo que esperaba y antes de darme cuenta, la puerta externa se abrió y un pequeño cuerpo chocó contra mis piernas.
“¡Bella!” Un chillido emocionado llenó el cuarto, y eché un vistazo hacia abajo para ver una cabeza llena de brillantes bucles con una mueca familiar que miraba hacia mí desde mis piernas.
“¡Srta. Carrington!” Chillé detrás, levantando a la niña y colocándola en mi regazo. “¿Dónde está tu mami?”
“Pod ahí,” contestó ella, señalando hacia la puerta abierta. Justo entonces, una Rosalie completamente rendida aunque aun así magnífica caminó adentro.

“Allí estas, pastelito. Cómo ella se mueve tan rápido con esas piernitas rechonchas está más allá de mi comprensión.”
“Ella solo está entusiasmada por ver que hay mi cajón de tesoros, ¿no es cierto señorita? Pregunte, agradecida de que la niña pudiera amortiguar las cosas entre Rosalie y yo. Carrington aplaudió emocionada antes de abalanzarse para abrir el cajón que yo mantenía repleto para ella. Ella buscó a través del contenido antes de levantar dos pequeños dedos rechonchos.

“¿Puedo tened doz?”Preguntó.

“Hmm.” Me detuve brevemente como si dudara, intentando sofocar la risa ante su expresión suplicante. “Te hare un trato. Tú puedes tener dos, pero yo recibiré dos besos. ¿Trato?” La niña salto feliz en mi regazo antes de inclinarse y de envolver sus pequeños brazos alrededor de mí, besando mi mejilla dos veces.

“¡Tío Eddie!” Me di vuelta rápidamente para encontrar a Edward apoyado en el umbral  mirándonos, con una mueca traviesa en su cara. Carrington saltó de mi regazo y corrió hacia él. Él la levanto y la lanzó en el aire antes de llenarla de besos.

“¿Que está haciendo mi osito hoy?” preguntó, pasando las manos cariñosamente a través de su pelo dorado.

“La  Srta. Bella me estaba dando los tesodoz,” dijo ella, señalándome a mí.

“¿Así que eso hacia ella? Entonces mejor ve a buscarlos.” Él la bajo y se arrodilló mientras que ella buscaba dentro de mi cajón, decidiéndose finalmente por un brillito labial y unos stickers. Vi como los ojos de Edward iban desde el cajón hacia mí, con expresión intrigada en su cara.

“Bella siempre tiene tesoros para ti, ¿no es cierto osito?” Agrego Rosalie desde el otro lado del cuarto. La niña asintió y besó mi mejilla otra vez antes de trepar nuevamente en los brazos de su tío. La expresión de Edward era de sorpresa pero él no hizo ningún comentario mientras se quedo parado allí.

“Bueno,” dijo finalmente, mirando a Carrington. “Yo no soy tan bonito como la Srta. Bella, pero también tengo algo para mi pequeño osito si ella ha sido una buena niña.”

“Jolie,” susurró ella, y sus dedos tocaron el brillante y enredado cabello de él. Edward rió mientras que asentía con la cabeza.

“Sí. Jolie, bonita. ¿Puedes decirme algo más?” Él señaló su nariz.
“¡Le nez!” gritó ella.
“¡Magnifique, ma petite cherie! ¿Ojos?” le pregunto él, y su dedo toco suavemente los ojos de ella.
“Les  yeux,” ella contestó después de pensarlo un momento. Mire a Rosalie, que sacudió su cabeza hacia mí.

“Hacen esto cada vez que se ven.” Me voltee de nuevo hacia ellos y los mire, sorprendida de descubrir esta nueva faceta de Edward. Me pareció extraño ahora al comprender que nunca los había visto juntos realmente, Rosalie o Emmett iban siempre directo a su oficina después de visitarme, y él nunca salía.

“Très bien. ¿Boca?” Ella frunció la cara hacia arriba mientras pensaba.
“¡La Bouche!” clamó ella, obviamente emocionada consigo misma. “¿Regalo ahoda?” Ella lo miro implorante y volvió a enrollar sus dedos en el cabello de su tío.
“¿Cómo puedo resistirme a la chica más bonita del mundo entero,” contestó el, guiñándome un ojo mientras que se volvía hacia su oficina. El sonido de ella que chillaba me condujo a su puerta y observe como él se sentaba en su escritorio mientras que resoplaba en su cuello. Ella rió y él la sentó en su regazo, sacando un regalo maravillosamente envuelto de un cajón inferior.

Edward,” Advirtió Rosalie. Él agitó su mano para acallarla, mirando mientras que Carrington comenzaba a tirar del moño de satén que remataba el regalo. “Él hace siempre esto, compra cosas que son demasiado costosas para una niña. La esta malcriando.”

“Oh shush, Rosalie. ¿Cómo podría malcriar a la niña más hermosa del mundo?” dijo el contra su pelo. Miré mientras que la ayudaba a quitar el papel brillante y sacaba de la caja el vestido rosado más hermoso que yo hubiera visto nunca.

“¡Edward!” Gritó Rosalie. Mientras la boca de Carrington se quedaba abierta en sorpresa mientras sus pequeñas manos tocaban la delicada tela.
“Jolie,”  susurró ella reverente.
“Sí, muy bonito. Pensé que a ti te gustaría usar un vestido nuevo en nuestra próxima cita para tomar el  té. ¿Te ha gustado?” Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y se hablaron el uno al otro en murmullos, olvidándose aparentemente que había otros en el cuarto.

“Vamos, Bella. Esto no terminara más. Vayámonos a almorzar. Edward,” llamó ella detrás hacia él. “Si ella te abruma demasiado, llévasela a Emmett.”

Asentí, pero encontré casi imposible alejar la mirada de Edward y la niña, mientras que cosas que nunca había imaginado comenzaron a pasar por mi mente.
“¿Bella?” Me di vuelta para encontrar a Rose parada al lado de la puerta, esperándome, y me alejé renuente.


El viaje al restaurante fue levemente incomodo, y espere poder evitar tener que hablar con ella de lo sucedido, hasta que Rosalie rompió el silencio.

“Necesito disculparme contigo.” Me voltee hacia ella incrédula. “Lo sé, lo sé, sorprendente.” Ella suspiró profundamente y me miro como si todavía estuviera formulando lo que ella quería decir. “Bella, yo soy muy protectora de mi familia, pero… hasta yo puedo admitir que reaccione exageradamente. Aun no estoy de acuerdo con lo que hacían ustedes dos… o mejor debería decir dónde lo hacían…” Ella se detuvo brevemente, aparentemente asqueada por un momento pero pronto se recupero. “Pero ambos son adultos, y realmente no era de mi incumbencia.”
Le sonreí, aceptando silenciosamente su disculpa.

“¿Estoy asumiendo,  sin embargo, que se termino?” Ella me miro interrogativamente. Mierda. Tragué con dificultad e intenté formular una respuesta verosímil.

“Lo sabía,” dijo ella sacudiendo su cabeza.

“¿Sabías qué?” Pregunte incómoda.

“Amo a mi marido, pero él puede ser tan idiota a veces. Tú estabas en el departamento de Edward ayer, ¿no es verdad?”

Mire hacia abajo, debatiendo la mentira, antes de decidir apegarme a la verdad.
“Sí,” Contesté.
“Huh,” fue toda su respuesta. Esperé que dijera algo más, pero no lo hizo. Condujimos en silencio, las dos perdidas en nuestros propios pensamientos. Mi estómago se revolvió y yo agradecí no haber comido nada hoy.

“Ustedes no son muy buenos ocultándolo, sabes.”

“Lo siento, Rose. No sabes cómo me pesa mentirle a todo el mundo.”

“Yo solo no entiendo, Bella. Todo esto,” dijo ella, gesticulando con sus manos. “¿Por sexo? Quiero decir, el sexo no puede ser tan asombroso para que arriesgues tu trabajo, sin mencionar tu reputación.”

Todo lo que tomó fue una leve vacilación, un cambio mínimo en mi expresión cuando la mire a los ojos para que estuviera muy claro para ella. Rosalie lo sabía.

“Bella,” suspiró ella pesadamente y sacudió la cabeza. Ella paso sus manos a través del largo de su pelo y se inclinó detrás contra el asiento. “¿Cómo es que yo sabía que esto sucedería?” ; Dijo ella reservada, más para sí misma que para mí y yo me encontré queriendo repentinamente confiar en ella.

“No tengo idea,” Contesté, mientras miraba pasar los edificios.

“Bella, yo solo… No me malinterpretes, yo adoro a Edward…; ella se quedo en silencio y podía notar como luchaba entre su lealtad hacia su cuñado y su amistad conmigo.

“Rosalie, ¿Quién es Rachel?” Farfulle, asombrándome incluso a mí misma.

“Oh muchacha. Por qué no habremos empezado esta conversación en el restaurante con  alcohol,” contestó ella, sacudiendo la cabeza con una risa suave. “Ok, ¿por dónde comienzo?” La miré atenta, prácticamente conteniendo mi respiración en espera de su respuesta.

“Rachel era la novia de Edward en París y hasta donde todos sabíamos, ellos eran algo serio. Rachel era una modelo y Edward era este magnífico playboy, ellos salían en todas las revistas, atendían a cada acontecimiento importante, la pareja perfecta. En fin, todos estábamos seguros que algún día un sobre en el correo nos diría dónde aparecer para la boda. Hasta que un día, Emmett vino con esta mirada realmente seria en su cara y yo como que me asuste un poco. Quiero decir, Emmett nunca hace eso. Resulta, que Rachel le dijo a Edward que ella quería más. Ella quería la boda y la casa y los niñitos y él… termino rompiendo con ella. Antes de que lo supiéramos, había un memo en el boletín de noticias de la compañía diciendo que Edward volvía a casa y que tu ibas a ser su nueva asistente.”

Vi como Rose me miraba, esperando cierto tipo de respuesta. Asentí lentamente, intentando parecer calmada y recogida en el exterior, pero por dentro de mis pensamientos corrían a una milla por minuto.

Mi corazón golpeaba en mi pecho mientras yo pensaba en esa pobre chica con la que yo no podía evitar sentirme identificada y admirarla. Por tener el coraje de decirle que ella quería que construyeran una vida juntos y tenerlo que ver irse dejándola del otro lado del mundo.

“¿Bella?”

Me di vuelta hacia Rosalie, inmediatamente, a sabiendas de que ella podría ver mi lucha interna. 
“Bella, ¿estás bien?”
“Sí. Estoy bien,” Contesté, intentando despejar mi cabeza. “Creo que me imaginaba que sería algo similar.”
“¿Tu lo amas?”
Con mi visión periférica la vi volteada hacia mí. Me sentía mareada y solo podía dar un  cabeceo en respuesta.
“¿Y él te ama?”
¿Él me ama?

“Yo… yo no lo sé. Yo no sé si es así para él,” Contesté, mis dedos pasaban por los dijes de mi pulsera. “Sé que le importo, pero nunca dijo las palabras.”
“Yo no quiero que me entiendas mal. Yo lo he visto con Carrington. Yo incluso lo he visto con Rachel. Él la amaba, Bella. Lo vi, todos lo hicimos, menos él… de alguna manera, para él no fue suficiente. El es un hombre maravillosos y capaz de tanto amor pero yo solo no quisiera ver que salgas herida.” Ella tomó una respiración profunda antes de continuar.
“La vi un par de meses después de que él se fuera y ella era un lío total. Ella nunca lo vio venir. Yo…” ella se quedo callada y sentí como mi piel se erizaba. Yo nunca había visto a Rose quedarse sin palabras. “Yo solo no quiero ver que arriesgues todo por un hombre que puede que nunca quiera las mismas cosas.” Ella habló lentamente, considerando como decía cada palabra, y sentí como se hundía mi corazón con cada una de ellas.

Mis manos temblaban levemente, y las junte en mi regazo. ¿Ella estaba diciéndome algo que yo no supiera ya? Los detalles eran nuevos, pero el sentimiento no. Ella confirmaba básicamente todo que yo había temido en un momento u otro, qué lo que teníamos era maravilloso pero que no sería suficiente para retenerlo. Yo le había pedido que reserváramos esto entre nosotros por mí, pero él nunca se había resistido ni había dado ninguna indicación de que él quisiera que la gente lo supiera. El nunca hizo alusión a querer que yo cambiara de posición para que pudiéramos tener algo más.

Él estaba de acuerdo con ocultarnos.

“Entiendo, Rose,” Contesté embotada mientras que llegábamos al restaurante. Ella me miró preocupada mientras que ella apagaba el motor. “No te preocupes, tu no me has dicho nada que yo no supiera ya. Yo seré cuidadosa.” Le di una sonrisa tranquilizadora y ella se estiro para apretar mi mano antes de salir del auto.

A través del almuerzo yo seguí los pasos correspondientes; respondiendo cuando se me preguntaba algo, riendo cuando era necesario, pero nunca participando realmente. Mi cabeza estaba inundada con todo lo que Rose me había dicho. Sabía que ella tenía razón. Ella me advirtió básicamente me que me dirigía hacia un desengaño, solamente que ¿acaso yo no lo sabía ya? Lo amaba y lo deseaba, y sin importar las alarmas de peligro que habían estado sonando todo el día, yo sabía que no podía permanecer alejada.

¿Era esto lo qué sucedía cuando una estaba verdaderamente enamorada? ¿Una dejaba de escuchar razones para seguir adelante sin importar el resultado?

Acabábamos de terminar de almorzar cuando mi teléfono vibró. Rose y Alice miraban un catálogo de muestras y no notaron mi expresión sorprendida cuando vi un texto de Edward.


  Esta pequeña niña quiere saber cuándo volverás.

No pude evitar la sonrisa que vistió mis labios cuando lo leí. Eché un vistazo para arriba hacia Rosalie, pero ella estaba profundamente metida en la conversación con Alice. Estaba cansada de luchar contra esto. Guardar mi corazón de él ahora probaba ser tan difícil como guardar mi cuerpo lo había sido al principio. Exhalando profundamente y soplando el cabello de mi frente, decidí apartar todas mis dudas por ahora y solo disfrutar de esto.


  Oh, ella quiere saber, ¿no es cierto?

  Sí. Ella también quiere saber qué harás esta noche.


Tomé una respiración profunda, pensando en lo que el había dicho. Él quería venir a mi departamento, y maldición, si yo no lo quería allí también. Yo tenía más fantasías de verlo en mi cama de las que me interesaría reconocer. También sabía que invitarlo a venir también implicaba tomar  una decisión. Una vez que lo viera allí, él nunca se iría. Sin importar donde él estuviera físicamente, él estaría siempre allí.


  Hmm. Esperaba que viniera un hermoso hombre a cenar.

¿Conozco a este hombre hermoso? Porque si no, me veré obligado a oponerme.

Sofoqué una risa mientras que consideraba mi respuesta. No habíamos hecho nada más que dormir anoche y sabía que si él venía de visita esta noche, el dormir no estaría incluido en los planes. Escribí mi respuesta y mordí mi labio inferior, debatiendo si debía o no enviarla. Tomando una respiración profunda y cerrando mis ojos, presioné el botón verde.

Creo que tú lo conoces. Alto, atractivo, con un miembro que es una obra de arte, me hace acabar como nunca acabe antes.


Un minuto completo pasó sin una respuesta y me pregunte si había dicho algo incorrecto. Cuando mi teléfono vibró otra vez, prácticamente salté sobre él.

    Jesús, Bella. ¿A qué hora?

Sonreí, sintiéndome levemente poderosa por su respuesta. Casi podía imaginarme la forma en que él habría cerrado los ojos y dejado caer su cabeza contra el respaldo de su silla. Sin mencionar otra reacción que esperaba haber incitado también.

         7… no te retrases.

       Yo REALMENTE no creo que eso vaya a ser un problema.

Reí nerviosamente cuando leí su siguiente texto y oí como alguien se aclaraba la garganta, echando un vistazo vi que había conseguido llamar la atención de Alice. Rose estaba en su teléfono con Emmett y Alice me sonrió, sabiendo con quién me estaba texteando sin necesidad de preguntar. Comencé a prever un plan para la noche, uno donde estábamos en mi cancha y yo estaba a cargo.

    Bien. No quiero tener que castigarte.

         ¿Ya son las 7?

Cubrí mi boca para ocultar la risa, justo cuando Rose colgó y me miro.

“Ése era Emmett. Él y Edward tienen que irse, así que papá Carlisle tiene a osito con él. Mejor voy  a buscarla antes de que ella rompa todo en su oficina.” Pagamos la cuenta y nos despedimos, prometiendo juntarnos otra vez pronto. Me dirigí a continuación a la puerta y escribí una respuesta mientras que Alice y Rose intercambiaban información de contacto.

     Un par de horas más.

    Estoy haciendo la cuenta regresiva. Ya te extraño.


Las mariposas en mi estómago saltaron mientras que leía su mensaje.

    Yo también te extraño.

   Tengo que irme a una reunión, quiero un beso en cuanto te vea. ¿Trato?

“¿Lista?” Pregunto Rose, cuando me encontró cerca de la puerta. La mire y sonreí genuinamente por primera vez en toda la tarde.
“Creo que lo estoy,” Contesté, asombrándome yo misma  con lo calmada que me sentía. Rose marcho adelante hacia el auto y yo le escribe una última vez antes de dirigirme de nuevo a la oficina.
     
 Trato.


                                                        ~*~*~*~*~*~*~*~


Debido al tráfico, caminé a mi departamento exactamente quince minutos antes de la hora en que él debía llegar. Apresurándome hacia el cuarto de baño, retoqué mi maquillaje e hice un chequeo rápido para asegurarse que todo se estuviera perfecto. La cena tendría que ser de delivery. Saqué los menús y comencé a pasar a través de ellos apenas cuando el timbre sonó. Mi corazón se acelero mientras me paraba de la mesada y caminaba a la puerta.
Mirando con fijeza por la mirilla, maldije silenciosamente. Él se hallaba parado con la mano en su pelo, sin la chaqueta del traje y con las mangas de su camisa blanca dobladas más allá de sus codos. La iluminación de arriba tomaba el destello dorado en su pelo y le daba un resplandor cálido. Inhale profundamente pues sabía que ya no había manera de que este hombre estuviera un momento más aquí, esta noche, fuera de las paredes de mi dormitorio.

Abrí la puerta y sin una palabra él se acercó a mí, poniendo una mano a cada lado de mi cara y tirándome hacia él. En cuanto sus labios entreabiertos tocaron los míos, ambos gemimos. Mis sentidos estaban sobrecargados y todo desapareció para mi menos él; su olor como torbellino alrededor de mí, el sabor de su lengua resbaló contra la mía, los sonidos que brotaban de sus labios y la dureza de su cuerpo cuando él se presiono contra mí.

“Bebé, estuve esperando por esto todo el día.” Sus palabras aventaron aire húmedo a través de mis labios, y me aleje levemente, necesitando verlo.

“¿Entonces por qué te atrasaste?”Pregunte con falsa severidad. Él me miro confundido antes de echar un vistazo a su reloj.

“¿De qué estás hablando? No me retrase. Te mande un texto diciendo que el tráfico era fatal, son solo…” El arqueo una ceja, entonces, y me miro.

“Llegaste. Tarde.” Mis palabras eran claras y deliberadas y lo mire, esperando que él me comprendiera. Juega conmigo, Edward.

“Correcto. Yo llegue tarde. ¿Tú no habías dicho algo sobre ser castigado?”Preguntó con una sonrisa traviesa en la cara, cuando, obviamente, comprendió mis intenciones. Buen chico.

“Lo hice.” Apoyando mi mano en su pecho, miré como pasaban mis dedos lentamente arriba y debajo de la suave tela de su camisa, sintiendo la flexión de sus duros músculos debajo de mi tacto. Levante mis ojos para encontrar los suyos, observando cómo se dilataban sus fosas nasales y su pecho se levantaba y caía con la fuerza creciente de su respiración. Tomando su corbata en mis manos, la envolví una vez alrededor de mi puño, levantando una ceja cuando que un pequeño gemido se le escapó del pecho. Torciéndola alrededor una vez más, tiré, acercándolo hacia adelante levemente.

“Dios, Bella.”

“Sígueme.” Di un paso hacia atrás, trayéndolo conmigo y adorando que a él no parecía importarle cederme  el control. Di otro paso y él me siguió dispuesto. Sonriendo, me di vuelta lentamente, sosteniendo su corbata firmemente sobre mi hombro mientras que lo llevaba a mi dormitorio.

“Siéntate,” Dije cuando entramos, señalando mi cama. Él hizo lo que le pedí y yo lo miré mientras que sus ojos exploraron el cuarto.

“Esto se ve justo como me lo imaginaba,” dijo, y su voz sonó más baja y suave de lo normal.

“¿Y cómo es eso?” Pregunte mientras que me paraba en el umbral, ansiosa y emocionada por escuchar que él se había imaginado mi dormitorio como yo el suyo. Él paso la mano por el cobertor de mi cama de color rosa pálido con bordes negros y miro la tela blanca del dosel que colgaba del techo.

“Se ve como tú. Suave, femenina, sexy, sofisticada; exactamente cómo me lo imaginaba. Estaría mintiendo si te dijera que no me lo he imaginado… mucho.” Él miro para arriba hacia mí y la anticipación nos rodeó. “Te quiero, Bella. Más de lo que nunca quise otra cosa. Desnúdate para mí.”

Mi corazón casi saltó de mi pecho y sentí mis pezones endurecerse ante sus palabras.
Sacudiendo la cabeza, le sonreí tímidamente. “No lo creo. Tú no eres el que está a cargo aquí esta noche.”

Sin otra palabra él se puso de pie, sus manos se movieron hacia su corbata, aflojando el nudo antes de lanzarla al piso. Nuestro contacto visual nunca se cortó mientras yo lleve mis dedos hasta el broche en mi cabello y lo quité, dejándolo caer alrededor de mis hombros. Nos paramos a través del cuarto uno frente al otro, y se me cruzo la idea de que podría verlo desvestirse, o podría desnudarme junto a él. Sin dudas, la última prevaleció.

Casi al unísono, nuestras manos fueron al frente de nuestras camisas, desabrochando los botones y retirando la tela de nuestros cuerpos, el crujido suave de la ropa que caía al piso retumbaba en la calma del cuarto. Mordí mi labio mientras que él pateó sus zapatos con los pies. 
Inclinándome hacia abajo, hice lo mismo, deslizando mis talones fuera de mis zapatos. Sus manos parecían temblar levemente cuando se movieron al frente de sus pantalones, desabrochándolos lentamente antes de hacerlos resbalar bajo sus caderas. Yo estuve desnuda delante de él más veces de las que podría recordar, pero mis propias manos parecían inestables mientras que desajustaba el broche de mi sujetador.

“Eres hermosa, Bella.”

Su voz me rescato de mis propias inseguridades, y deslicé el material de mis hombros, dejándolo resbalar bajo mis brazos hacia el piso. Sentí una especie de orgullo cuando su respiración se detuvo y su mirada cayó a mis pechos. Mis manos se movieron a la cremallera a un costado de mi falda y la deslicé hacia abajo, el sonido de los dientes de metal trajo su atención de nuevo a mis ojos.

Había algo tan erótico en desnudarse de esta manera uno delante del otro y no poder tocar. Mi cuerpo literalmente dolía por no sentir sus manos en mi piel. Lentamente, deslicé el material de mi falda bajo mis caderas y la empuje con el pie lejos de mí, quedándome solamente con mis medias y portaligas. Él se había inclinado para quitarse sus bóxers y me mordí el labio al ver la expresión en su cara cuando él se incorporo y vio que yo no estaba usando ropa interior.

“Yo había pensado en sorprenderte.” Lo embromé.

“Tan jodidamente hermosa,” Su voz era baja y reverente, casi de adoración cuando él trajo sus ojos otra vez sobre los míos.

“Como tú.”

“Ven aquí, bebe.” Tomé una respiración profunda y caminé los pocos pasos hasta donde él se encontraba, sintiéndome atraída hacia él por alguna fuerza invisible. Sabía que había encontrado al hombre que amaría por el resto de mi vida, y mi corazón clamaba por decirle. 

Tomando mi cara en sus manos, él cerró los ojos y colocó su frente contra la mía. “Tú eres todo lo que nunca supe que quería. Desearía haber dejado de luchar contra esto.”Él me miraba a los ojos y lo que vi en los suyos me lleno de esperanza. “Desearía haberte dejado entrar antes.”

Se inclinó y colocó sus labios contra los míos y mi corazón casi se rompió con el amor que sentía por él. Quería esto y daría cualquier cosa por tenerlo incluso aunque fuera apenas por poco tiempo más. En ese momento, empujé cada duda y preocupación sobre qué podría suceder o qué diría la gente y me entregue a él. Yo era suya de todos modos, aunque él no lo supiera todavía.

Levantándome en puntas de pie me presioné más cerca de él, suspirando cuando sentí el calor de su cuerpo contra mi piel desnuda. Su lengua paso a lo largo de mi labio inferior antes de deslizarse en mi boca, el sabor familiar de él hacía que mis rodillas temblaran levemente. Su mano se envolvió en mi pelo, tirándome hacia él mientras que la otra acaricio mi costado hacia la parte inferior de mi pecho. Temblé cuando su suave tacto encendió las terminaciones nerviosas a lo largo de mi piel. Él tomó mi pecho en su palma, acunándolo, mientras su pulgar frotaba pequeños círculos sobre mi pezón.

“Tan perfecta,” susurró, aumentando la presión de su tacto. Pase mi mejilla ligeramente a lo largo de su mandíbula angulosa, amando la forma en que la textura áspera se sentía contra mi piel. Bajando lentamente a su cuello, sonreí cuando él gimió, sintiendo la vibración contra mis labios. Siguiendo el camino hacia abajo, continué besando y probando su piel.

Con un tirón en mi pelo, él trajo mi boca de nuevo a la suya y me beso profundamente mientras mis dedos remontaron sus hombros y su pecho, bajo sus abdominales para envolverse alrededor de su miembro endurecido. Él empujó en mis manos mientras yo lo sostuve, y los sonidos que él hizo me encendieron aun más.

“Amo sentirte entre mis manos,” Suspiré contra sus labios, mientras continuaba pasando la yema de mis dedos arriba y abajo de su longitud. El aire salió de sus pulmones y él reclinó la frente contra mi hombro, su cuerpo entero temblaba contra mí. Lo apreté suavemente y él gimió, levantando su cabeza para capturar mi boca, tomando mi labio inferior entre los suyos y chupándolo ligeramente.

Tome su pelo, y bajé su oído a mi boca. “Amo sentirte dentro de mí aún más,” Murmuré, sonriendo ante el gemido profundo que llenó el cuarto.

“Te necesito, Bella. Por favor no me hagas esperar,” me rogó sin aliento.

“No mas esperas.” Apenas reconocí mi voz mientras lo empujaba de nuevo a mi cama. Sus manos nunca me dejaron mientras él se acostaba, tirándome encima de él. El momento en que lo vi contra mis almohadas, algo termino de encajar. Mi cuerpo se sacudió con la emoción que se esparció a través de mí, como si cada anhelo, cada fantasía que yo había tenido durante los pasados nueve meses se hiciera realidad en ese momento. Incorporándome y montando sus caderas a horcajadas, levanté mi cuerpo, posicionándolo contra mí antes de hundirlo lentamente  dentro de mí. Cuando él llenó físicamente mi cuerpo, me sentí entera por primera vez desde el día en que él entro en mi vida.

“Tú fuiste hecha para mí, Bella.” Sus dedos resbalaron de mi pezón, entre mis pechos y a través de mi abdomen hasta donde yo lo contenía firmemente dentro de mí. “¿Sientes eso?” Sus dedos se deslizaron a lo largo de mi clítoris y alrededor de la base de su pene, desparramando la humedad hacia arriba y hacia abajo entre nosotros. Levanté mi cuerpo y vi como se apretaba su mandíbula mientras que él se veía expuesto antes de deslizarse otra vez dentro de mí.” Oh Dios, has eso otra vez.” Su respiración era desigual y él me miró con una expresión impresionada mientras que yo movía mi cuerpo sobre él otra vez. “Mierda,” gimió, y su cabeza bajo contra las almohadas. “Esa es la cosa más perfecta que he visto nunca, verte tomarme dentro tuyo de ese modo.” Me moví otra vez y él gimió en voz alta. “No sé cuanto más podre…mierda.”

“Entonces cierra los ojos,” Susurré mientras me inclinaba encima de él y depositaba un beso en su pecho. “Yo no creo que tu tengas ningún problema de falta de resistencia.”

“Oh Jesús, Bella. No puedes decirme esas cosas en este momento.” Con sus ojos cerrados firmemente, él levanto los brazos sobre su cabeza y agarró el respaldo de mi cama. Mi respiración se corto cuando vi la forma en que el movimiento tensaba sus brazos y pecho. Cerré los ojos, y giré mis caderas lentamente, y gemí, totalmente perdida por la forma en que nuestros cuerpos cabían juntos. Una idea se formó en mi cabeza y arqueé mi pierna, levantándola sobre su pecho para colocarla del otro lado, haciéndome girar alrededor de modo que mi espalda quedara frente a él. Sentí que él se tenso debajo de mí y sus manos agarraron mis caderas.

“¡Mierda! ¿Qué estas haciend…” él se quedo callado cuando comencé a moverme sobre él, mi cabeza que cayó hacia adelante por las sensaciones que creaba este nuevo ángulo que yo nunca había sentido antes.

“Te sientes tan bien,” Dije sin aliento. Una de sus manos se movió a mi trasero, acariciándolo lentamente y subiendo por mi columna vertebral. Sus manos se movieron al unísono, una se dirigía a mis caderas mientras que la otra presionó mi hombro, empujándome hacia abajo sobre él más fuertemente.

Continuamos de esta forma y noté como cambiaba el color de la luz del sol, volviéndose más dorada mientras se movía a través de la pared hasta finalmente desaparecer del todo. Sus caderas comenzaron a levantarse hasta encontrar las mías; cada movimiento se volvía más frenético, más desinhibido. Me incliné hacia adelante, colocando mis palmas en sus muslos para sostenerme cuando la intensidad de nuestro acto sexual amenazaba con consumirme. El mundo se quedo mudo y todo mi ser se centro en las sensaciones dentro de mi cuerpo y en el hombre que me las daba. Escuché como su respiración se convirtió en gritos de asombro, sus gemidos en súplicas, y mi nombre caía de sus labios una y otra vez. Luego en una ráfaga de movimientos repentinos, me encontraba sobre mi estómago, y con su pecho sudoroso presionado contra mi espalda mientras que él me tomaba nuevamente.

“Oh, mierda, bebé, te sientes tan jodidamente bien.” Sus palabras sonaron crispadas, y su voz áspera mientras que cada empuje era puntuado con un gemido profundo. Sentí su frente húmeda presionada contra mi hombro. “Dios, es como si no pudiera estar lo suficientemente cerca de ti.”

“Lo sé,” Susurré, sabiendo exactamente lo que él quería decir. Mi necesidad de él nunca se saciaba, mi anhelo de estar cerca de él nunca se calmaba. Quería consumirlo, y ser consumida por él. Siempre.

Mis ojos se cerraron, mi mejilla se reclino contra las sabanas frescas. Su mano se enrosco en mi pelo, forzando mi cabeza hacia un lado cuando su boca encontró mi cuello, cada elaborada respiración enviaba olas de aliento cálido a través de mi piel húmeda. Él besó todo el largo de mis hombros, su lengua salía de su boca para probarme, sus dientes me mordisqueaban y se arrastraban a lo largo de mi piel. Arqueé mi cola, cambiando el ángulo de mis caderas para recibir cada uno de sus embistes. Mis brazos se estiraron, y mis manos se retorcían y  enredaban en las mantas, mi cuerpo se sacudía por la necesidad de acabar.

La mano de Edward se arrastro por mi brazo, y sus dedos se entrelazaron firmemente con los míos. Temblé cuando su mano libre acaricio arriba y abajo de mi costado, deteniéndose para sujetar mi cadera y para controlar sus movimientos. Sentí como sus labios remontaban hacia abajo de mi cuello y a través de mis hombros. Él se estremeció sobre mí, su cuerpo tembló como entregándose, y susurro, casi demasiado bajo para que yo lo oyera.

“Te amo, Bella.” Mi cuerpo se puso tieso momentáneamente cuando sus palabras alcanzaron mis oídos. “Te amo muchísimo.”

Él lo repitió una y otra y otra vez, con suaves murmullos  contra mi piel, puntuando cada frase con un largo beso sobre mi espalda. Presioné mi frente contra la cama y cerré los ojos muy fuerte cuando la enormidad de lo que él dijo me golpeó.

“Yo no sabía,” me susurró. “Yo no sabía que podría amarte tanto.”

“Oh Dios, Edward.”

Estaba totalmente abrumada. Un visible estremecimiento corrió a través de mí mientras que su cuerpo continuaba moviéndose en el mío, y sus labios seguían acariciando mi piel. Sentí que sus movimientos se volvían más frenéticos y como en señal, mi cuerpo comenzó a tensarse. Apreté su mano más fuerte y torcí mis dedos más profundamente en las mantas cuando una ola de placer distinta a cualquier otra cosa que hubiera sentido jamás me alcanzó. 
Dije su nombre una y otra vez, y mi cara todavía seguía presionada contra las mantas mientras que yo continuaba empujando detrás contra él. Con un embiste más profundo y un fuerte gemido, su cuerpo se tenso y se calmo sobre el mío cuando él acabo dentro de mí. Mi nombre salió como un murmullo de sus labios en un gemido agotado mientras que él se derrumbaba contra mi espalda.

Nos quedamos allí en silencio mientras nuestra respiración se calmaba y nuestros ritmos cardíacos comenzaban a ralentizarse. Se movió suavemente y en silencio a mi lado, y corrió el cabello húmedo de mi frente e inclinó mi barbilla para que lo mirara, su expresión había cambiado de la anterior hambrienta y urgente a una que reflejaba la devoción que yo había  oído en su voz.

“Esa no era la forma en que yo quería decírtelo,” dijo reservado, con una nota de disculpa en su voz. Nuestras miradas se encontraron y yo asentí, incapaz de formar cualquier palabra. Mi respiración era lenta y mi corazón golpeaba tan fuerte en mi pecho, que estaba segura de que él podía oírlo.

Dímelo otra vez. Por favor.

Sus ojos buscaron los míos mientras que él continuaba enlazando sus dedos en mi cabello. Cerrando los ojos brevemente, él pareció buscar algo dentro de sí mismo. “Yo te amo, Bella.”

Mi barbilla comenzó a temblar y tuve que alejar la mirada. Mi mente no dejaba de girar. Él me amaba. Repentinamente, ya no me importo  porqué lo dijo o si podría desdecirse mañana.  
Esta noche, justo ahora, el hombre de mis sueños me amaba.

Me moví manteniendo mis ojos en los suyos y vi en ellos que mi vacilación lo había preocupado. Una sonrisa se elevó lentamente en mis labios mientras que apoyaba mi palma contra su mejilla. Él se inclinó sobre mi caricia y mi respiración se corto al percibir cuan vulnerable se veía. Mi cuerpo pareció vibrar por el amor que sentía por él. Necesitaba que supiera que yo sentia lo mismo.

“Yo también  te amo, Edward. Tanto...” Mi voz se quebró cuando finalmente dije esas palabras. 
“Tanto.” Parpadeé y las lagrimas que yo no sabía que estaban allí bajaron de mis ojos.

Él sonrió y me dejo sin aire cuando sus brazos me rodearon. “Te amo,” susurró, besándo mi cara surcada de lágrimas. Poniendo su mano en mi nuca, él me miró, su pulgar paso ligeramente sobre el pulso en mi garganta. Su mirada osciló a mi boca y me tiró hacia él, pasando sus labios suavemente contra los míos y alejándose.

“Dímelo otra vez, Bella. Dime que me amas.”

Rodándolo sobre su espalda, me apoyé sobre él, mi cabello caía como una cortina alrededor de nosotros.

“Yo te amo,” Dije simplemente, más feliz de lo que hubiera creído posible, al poder decir esas tres pequeñas palabras en voz alta.

Levanto la cabeza de la almohada, paso su mano sobre mi cabello y me beso, sonriendo contra mis labios.

“Creo que voy a necesitar oírtelo decir cada cinco minutos,” susurró contra mí, tirando mi cuerpo sobre el suyo. Presionando su boca con la mía, gemí cuando su lengua se deslizó entre mis labios abiertos y su mano se enredo en mi cabello para acunar mi cabeza. Yo me apoye contra su pecho y cerré los ojos, suspirando profundamente. Sus brazos se envolvieron firmemente alrededor mío y sentí como sus labios se posaban en mi cabeza.

“¿Puedo quedarme?” preguntó reservado, mientras sus dedos pasaban a través de mi pelo.

“Sí,” Suspiré. “No te vayas nunca.”

Los latidos de su corazón debajo de mi oído y el ritmo constante de su respiración, junto con el agotamiento emocional del día, comenzaron a cobrarme peaje haciendo que mis párpados se volvieran pesados. Me moví sobre su cuerpo levemente, acurrucando mi cabeza en el hueco de su cuello y puse un suave beso contra su piel.

“Ahora entiendo a lo que te referías,” Susurré contra él.

“¿Hmm? ¿Sobre qué, bebé?” murmuró somnoliento.

Deslicé la mano bajo su cuerpo desnudo, colocando mi palma sobre su tatuaje.

“Esto,” Murmuré mientras que comenzaba a quedarme dormida en sus brazos.

“Je ne regrette rien.”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

JONES: QUE DULZURAA!!!!!!! ME ENCANTO ESTE CAPITULO... TE TENGO ABANDONADA PORQUE A ESTA ALTURA DEL AÑO MI LABURO ES UN CAOS. DESPUES TE ESCRIBO. BESOSSSSS. LG.

Heidi dijo...

“Je ne regrette rien.” Ya se me ocurre que hacerme en mi próximo tattoo!!!!
Un capitulo re tierno! Mori Jones!!!

Berny! =) dijo...

EL MEJOR CAPITULO POR DIOS!!! una dulzuraaaa!!!! el es taan tierno!! y ella taan inocenteeeee!!! me encantoooo!!! no puedo parar de leerloooo!!

paty dijo...

maravilloso el capitulo me encanto que por fin se dijeran ese te amo espero que Bella por fin haya dejado sus dudas atras Wow esto cada vez se pone mejor no sé como pude estar tanto tiempo sin leerlo gracias :D

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