miércoles, marzo 03, 2010

La Oficina - Capitulo 2: Hermosa Perra

 
   La Oficina
 Capitulo 2: Hermosa Perra
EPOV 
Jesucristo. Estoy totalmente en el horno. Había estado mirando fijamente mi techo desde que desperté hace 30 minutos. Erecto. Otra vez. Y esta vez era incluso peor que las 296 otras veces que me desperté de esta manera. Esta vez, sabía lo que me había estado perdiendo.

Nueve meses. Nueve malditos meses despertándome al palo, masturbándome y teniendo fantasías sobre alguien que ni siquiera quería. Bueno eso no es totalmente cierto. La quiero. La quiero más que a cualquier otra mujer que haya deseado nunca. El gran problema es que la odio. Bueno quizás no…, si la odio. Ella es la peor perra que yo haya conocido nunca.
Y ella también me odia. Quiero decir, ella realmente me odia. En mis 28 años, nunca había conocido a nadie que sacara lo peor de mi como mi asistente. Bella. Bueno, la Srta. Swan.
Solo con su nombre mi pito se pone mas duro. Traidor de mierda. Miré fijamente mi miembro. Él era el que me había metido en este lío para empezar. Me froté la cara con mis manos y me incorporé.
¿Qué mierda voy a hacer? ¿Dios, por qué no pude mantenerlo dentro de mis pantalones? Lo había manejado por nueve malditos meses de mierda. Y había funcionado. Mantuve mi distancia, la maltrate, carajo, hasta yo admito que fui un bastardo con ella. Y de pronto, ayer, lo perdí todo. Solo tomó un momento, sentado en esa sala en penumbras, con su aroma todo alrededor de mí y esa pollera de mierda. Me salto el fusible.
Ella se inclinó sobre la mesa, su culo perfecto en exhibición delante de mí. No pude aguantar más. Estaba más duro que la mierda y cada nervio de mi cuerpo me gritaba que estirara la mano y la tocara. No tuve fuerzas para resistirme.
Mi mano se movió por su propia cuenta. Se estiro hacia ella, ignorando cada pelea interna que yo había librado conmigo mismo por un año. Dije su nombre. Esos ojos marrones se voltearon para mirarme. ¿Pero que era esa mirada en sus ojos? ¿Era resentimiento…lujuria? No pude pensar más en eso...
Mi cuerpo asumió el control. Nuestras miradas se encontraron. A la espera. Dime que No. Detenme. Mi mano bajo. Tela suave. Debajo. Piel satinada. No me dejes hacer esto. Arriba, lentamente. Párame. Encaje. Calor. Humedad. Paraíso.
La tire sobre la mesa; sus piernas se abrieron para mí, su ropa interior era una pila rasgada de costoso encaje en el piso. Hundí dos dedos dentro de ella, y el sonido de su placer envió una corriente derecho hacia mi miembro adolorido. Estaba tan celoso de mis dedos; Quise estar adentro de ella. Empujándome dentro y fuera, oyéndola gritar mi nombre y castigándola por hacerme desearla tanto.

Mi mente se alineo con mi cuerpo y me salí. Ella tomo mi corbata, tirándome hacia a ella, me dijo que acabara lo que comencé. Sus labios se estrellaron contra los míos, probándome, provocándome. Ella siempre me está provocando. La forma en que ella luce, la forma en la que ella huele, incluso la manera en que se ríe. Ahora yo necesitaba estar en control. Así su bonita camisa y la rasgué completamente, los botones volaron por la sala y sus hermosas tetas estaban frente a mí finalmente.
Manos temblorosas se posaron en mi cinturón. Hurgando hasta abrirme para ella. Ella quería esto tanto como yo. La rabia hirvió dentro de mí con ese descubrimiento. ¿Cómo se atrevía ella a actuar diariamente como si yo no fuera nada, como si ella fuera demasiado buena para mí? Cada maldito día en el trabajo, ella actuaba tan calmada, tan fría, y en el fondo ella estaba tan excitada como yo. Sentí que me endurecía aun mas, luchando con las diferentes emociones dentro de mí. Su mano me agarró, apretándome fuerte, y yo temblé con su tacto.
Jesús. Esto no me había llevado a ninguna parte. Me la cogí anoche, brutalmente. Debería haber sido suficiente. Estaba seguro de que si la tuviera una vez, mi deseo por ella terminaría, y finalmente tendría cierta paz. Pero aquí estaba yo, en mi cama, temblando jodidamente como si no hubiera acabado en semanas. Mire el reloj,  solamente habían pasado nueve horas. Iba a tener que masturbarme, otra vez. Esto era totalmente enfermizo. ¿Cuántos años tengo, dieciséis?
Porque básicamente éste se había convertido en mi ritual matutino, me estire hacia el cajón de mi mesa de noche para tomar el lubricante que guardo dentro. Cerrando los ojos, me recline y dejo escapar una respiración profunda. Las imágenes de ella se agitaron detrás de mis párpados mientras que llenaba mi mano con lubricante y la baje hacia mi miembro.
Empujando hacia arriba su falda, pude ver su maravillosa vagina depilada. Cuando la había tocado, noté la ausencia de bello, pero verla delante de mí, hizo que mis músculos se apretaran y mi pene palpito en una contracción nerviosa. Sorprendente cómo algo tan simple puede tomarte por sorpresa. Me había imaginado su vagina de cada manera imaginable, y finalmente verla me había debilitado las rodillas. Sin ningún tipo de advertencia me empujé dentro de ella. Y mierda, que fue todo lo que yo había soñado y más.
Me froté ligeramente hacia arriba, girando en la punta y volviendo a bajar. Imaginando que mi mano era la suya. Mi miembro se endureció y pulsó con cada roce. Me di permiso para gemir, y podía sentir ya mi orgasmo edificarse. Mantuve los ojos cerrados y seguí perdido en mis recuerdos de anoche.
Ella era estrecha, y estaba tan húmeda, sus piernas sobre ella, sus tobillos en mis manos. Continué empujando dentro y fuera de ella. Iba a cogerla hasta desterrarla de mí cabeza. Como un exorcismo. Librado de este magnífico demonio que había tomado poder sobre mi voluntad. Cada día ella tenía más poder sobre mí. Ella se veía siempre tan correcta y apropiada, pero su cuerpo frecuentaba mis sueños. Su largo cabello oscuro, sujeto hacia arriba en su cabeza, sus inquietantes malditos ojos, su cara, sus labios, su cuerpo. La manera en que ella se vestía, la manera en que ella caminaba. Robando mi resolución, pedacito por pedacito, cada día.
Yo la provoque, llamándola calienta pijas, que es lo que realmente era. Pero ella me provoco todavía más, diciéndome que ella había tenido mejores. La ira candente se había filtrado a través de mí. La lujuria abrumó mis sentidos. Yo borraría a cada hombre de su memoria. Gruñí, lanzándola hacia la ventana, ordenándole que separara las piernas para mí. La humillaría, mostrándole al mundo como era ella en verdad. Me empujé dentro de ella, purgándome de esta necesidad, cogiéndola más duro de lo que había soñado nunca. Sus quejidos y gritos eran la música más dulce que yo había oído nunca. Quería que ella dijera mi nombre. Para saber que era yo quien la hacía sentir de esta manera. Sus músculos comenzaron a apretarse alrededor de mí, asiéndome, tirando de mí hacia adentro. Ella gritó y maldijo y golpeó el vidrio frío.
Mi mano aceleró sus movimientos con el recuerdo de la sensación y del sonido de ella acabando. Me froté ligeramente y apreté mi miembro, mis caderas saltaban de la cama y se empujaban para arriba bruscamente en mi mano. Podía sentir mi clímax edificarse mientras que mis pensamientos se escurrieron otra vez hacia lo de anoche.
Cuando ella me besó mi mente se volvió turbia, con cada movimiento de su lengua contra la mía, mi cuerpo se perdía más en ella. Sus manos en mi pelo, guiándome y haciéndome querer rogarle que me tocara. Ella se deslizo hacia abajo en el vidrio y cayó sobre sus rodillas delante de mí. Su boca caliente me envolvió, hundiéndome dentro. ¿Dios, cuántas veces me la había imaginado haciéndome esto? Todas esas veces que la mire comer en su escritorio, imaginándome como sería. Quise empuñar mis manos en su largo pelo, pero la sensación me paralizo. Estaba incapacitado para parar esto. Cuando ella gimió alrededor de mi miembro, sentí cada temblor de su voz vibrar contra mí. Ella aspiró y lamió y gimió y cuando sentí sus dientes resbalar contra mí, no pude refrenarme más. Mi orgasmo se rasgo a través de mí cuando acabe en su garganta. Y entonces ella me libero y me dejo jadeando y tropezando y temblando.
Mi voz hizo eco en la calma de mi dormitorio. Las emociones y las sensaciones que se estaban construyendo, amenazaron con estallar. Tantos pensamientos se estrellaban en mi mente. Las cosas que habíamos hecho, las cosas que todavía quería hacer. Quería probarla, para ver si ella era tan deliciosa como en mis sueños. Mierda, estaba muy cerca, colgando de un hilo. Intensifiqué mi paso, tirando en mi miembro con movimientos largos, y un pensamiento pasajero me puso al borde: Su vagina es tan suave… ¿me pregunto si se sentirá tan suave contra mi lengua? Finalmente acabe, purgándome de la Srta. Swan. Aunque sea por unas horas, por lo menos.
Tomé una ducha rápida, fregándome duramente como para quitar cualquier rastro de ella que siguiera habiendo después de anoche. Esto iba a parar, esto tenía que parar. Edward Cullen no actúa de este modo. Las mujeres se lanzan sobre mí. Nunca perseguí a nadie. Nunca. Podía tener cualquier mujer que quisiera, y generalmente lo hacía. Pero ciertamente nunca en mi oficina. Lo último que necesita era una mujer pegajosa arruinando todo. No debía permitir que ella tenga este control sobre mí. Todo era tanto mejor antes de saber lo que me perdía. Tan tortuoso como era eso, esto era un millón de veces peor.
Estaba entrando en mi oficina cuando ella llego. La manera en que ella me había dejado anoche, sin una palabra, me imagine que me esperaba una de dos opciones. Ella estaría haciéndome ojitos, pensando que lo de anoche significaba algo; que nosotros significábamos algo. Las mujeres suelen ser pegajosas. O, ella me tendría por el culo. Literalmente.
Si alguien se enteraba lo que habíamos hecho, no sólo podría perder mi trabajo, sino todo por lo que mi familia y yo habíamos trabajado tanto. Por mucho que la odiaba, sin embargo, no podía imaginarla haciendo algo así.  Una cosa que había aprendido sobre ella, era que era digna de confianza y leal. Ella puede ser una arpía odiosa, pero no creo que ella me lance a los leones. Bella había trabajado para Cullen Inc. desde que estaba en la universidad, y era una persona muy valorada en la compañía por una razón. Incluso aunque yo estuviera enfermo de escuchar a mi papá decirme lo afortunado que era de que ella se haya quedado trabajando para mí.
Pero la arpía había ignorado totalmente mi presencia. Ella entro a la oficina usando un trench que terminaba a la altura de su rodilla. Tapando lo que ella estaba usando  debajo aunque al mismo tiempo mostraba esas piernas asombrosas, que parecían mucho más largas por la pulsera dorada de sus zapatos. Zapatos para coger.  
                                                                                                                                                            Oh…mierda. Si ella estaba usando esos zapatos, había una buena chance…. No, no ese vestido. Por favor, por el amor de todo lo que es santo, no ese vestido. Sabía perfectamente que no había ninguna forma de que yo tuviera la fuerza de voluntad para esa mierda de vestido hoy. Bueno, me tiene de las bolas, esa mujer era realmente la peor calienta chorizos del mundo entero. Era el vestido blanco.   
        
 
Ese vestido era la perdición de mi existencia, mi cielo y mi infierno envuelto en un magnífico maldito paquete. Tenía un escote que se sumergía para acentuar la piel suave de su cuello y su clavícula, la tela blanca se ajustaba perfectamente a esas magníficas tetas. El dobladillo caía apenas debajo de sus rodillas y era la cosa más atractiva que había visto jamás. No era provocativo de ninguna manera, pero había algo en  el corte y ese maldito blanco virginal, que me daba dolor de bolas todo el día cuando ella lo usaba. Si tenía que pasar un almuerzo más encerrado en mi oficina masturbándome, iba a matar a alguien. Y ella siempre se dejaba el pelo suelto cuando usaba ese vestido. Una de mis fantasías recurrentes era tirar de su pelo fuertemente antes de cogerla sin piedad. Dios, ella me sacaba de mis casillas.
La observe mientras ella colgaba su chaqueta en la parte posterior de la silla y se sentaba. Como así y todo ella aun me ignoraba, gire sobre mis talones y salté dentro de mi oficina, cerrando de golpe la puerta detrás de mí. ¿Por qué carajo ella todavía me afecta de esta manera? Lo de anoche debería haberla purgado de mi sistema. Pero ahí estaba yo, con mi segunda erección del día, y ni siquiera eran las ocho todavía. Mierda.
Trabajo. Solo debo concentrarme en el trabajo y dejar de pensar en ella. Caminé hacia mi escritorio y me senté, intentando dirigir mi atención a todo menos a los pensamientos de cuan sorprendentes se habían sentido esos labios alrededor de mi miembro anoche. Inconducente, Cullen, me regañé mentalmente. Encendí de un golpe mi ordenador portátil para comenzar a trabajar y para comprobar mi agenda del día. Mi maldita agenda…, la perra la tenía en su Blackberry. Rogué no perderme ninguna reunión esta mañana, porque no llamaría a la reina de hielo aquí dentro hasta que fuera absolutamente necesario.
Mientras que repasaba una hoja de balance, alguien golpeo en mi puerta. “Adelante,” dije en voz alta. Un sobre cerrado cayendo de golpe en mi escritorio llamo definitivamente mi atención. Levante la vista para ver a la Srta. Swan mirándome con una ceja desafiantemente torcida, y sin una palabra, ella y su vestido blanco dieron la vuelta y saltaron fuera de mi oficina, cerrando la puerta de un golpe. Estire el brazo a través de mi escritorio para tomarlo; estaba seguro de que encontraría una nota sobre acoso sexual o alguna mierda similar. Lo que nunca esperé ver fue un recibo de compra online de Gucci… cargado a la tarjeta de crédito de la compañía. Salte fuera de la silla y corrí fuera de mi oficina detrás de ella. La vi dirigiéndose hacia la escalera. Bien. Estábamos en el décimo octavo piso, y nadie, además de nosotros dos, utilizaba nunca las escaleras. Podría gritarle todo lo que quisiera y nadie me escucharía.
“Srta. Swan, ¿donde piensa usted que va?” Dije en voz alta hacia ella una vez que la puerta de la escalera se había cerrado detrás de nosotros.
Ella continuó bajando las escaleras sin volverse para mirarme. “Estamos sin café, Sr. Cullen,” dijo mi nombre con el mismo venenoso desprecio de siempre. “Voy abajo a conseguir un poco. No puedo dejarlo sin su dosis de cafeína, señor.”
¿Cómo podía alguien tan jodidamente sexy ser tan malditamente perra? La alcancé en el descanso entre los pisos y tome su brazo, empujándola contra la pared. Ella angostó los ojos despectivamente hacia mí, sus dientes apretados en un silbido. Agité el recibo delante de su cara mientras que la fulminaba con mi mirada. “¿Qué mierda es esto?”
Ella sacudió su cabeza sarcásticamente. “Sabe, siendo un sabelotodo tan pomposo, usted puede ser realmente un estúpido hijo- de - puta a veces. ¿Qué carajo le parece que es? Es un recibo. Usted sabe, son los que le dan cuando usted hace una compra.”
Oh, si ella no fuera la mejor que teníamos, estaría de patitas en la calle ahora. ¿Quién se pensaba que era, hablándome de este modo? “Puedo ver eso,” gruñí a través de mis dientes, arrugando el papel cuando apreté mi puño. “¿Porqué usted hace compras de ropa con su tarjeta de crédito de la compañía?”
Ella rodó sus ojos y se rió entre dientes. “Un bastardo rompió mi blusa,” contestó indiferente. Encogió sus hombros y entonces inclinó la cara más cerca de mí y susurró. “Y mi bombacha.”
Bueno, Mierda.
Tomé una respiración profunda a través de mi nariz y lancé el papel al piso, estrellando mis labios contra los suyos y enterrando mis dedos en su pelo, apreté su cuerpo contra la pared con el mío. Mi miembro palpitó contra su abdomen cuando sentí su mano subiendo a mi pelo, tironeándolo violentamente. Me atrajo más cerca. Esto estaba tan cagado. Tire su vestido hacia arriba a lo largo de sus muslos y gemí en su boca cuando mis dedos encontraron el borde de encaje en lo alto de sus muslos otra vez. Ella hacia esto para atormentarme; tenía que ser a propósito. Sentía su lengua recorriendo mis labios mientras que las yemas de mis dedos acariciaban la entrepierna caliente y húmeda de su bombacha. Apreté mi mano alrededor de la tela y le di un tirón brusco. “Que sean dos,” silbe entre dientes y después introduje mi lengua entre sus labios y en las profundidades de su boca, resbalando a lo largo de la suya. 
Ella gimió profundamente cuando empujé dos dedos dentro de ella inmediatamente, y si fuera posible, ella estaba incluso más húmeda ayer por la noche.
Es una seriamente jodida situación la que tenemos aquí. Ella se alejo de mis labios con un grito de asombro cuando la cogí duramente con mis dedos, mi pulgar frotaba círculos vigorosos en su clítoris. “De rodillas,” gruñó a través de sus dientes apretados, abrió los ojos y me fulmino con la mirada. “Quiero su boca en mí ahora.”
A. La. Mierda. ¿Ella acaba de decir lo que yo pienso que dijo? Dios eso fue sexy, y si fuera posible mi miembro se puso incluso más duro. Así que la perra quiere jugar juegos; La haría acabar tan fuerte que ella olvidaría su propio nombre. Me arrodillé en el piso, guardando su bombacha rasgada en el bolsillo de mi chaqueta y subí una de sus piernas en mi hombro. Le separé los labios con mis dedos y tantee su clítoris con mi lengua, haciendo que sus caderas tiemblen levemente con la sensación y la anticipación. Sin advertencia, conduje mi lengua dentro de ella; haciéndola jadear en voz alta y reclamar mi pelo en sus puños. Mierda que ella sabia increíble, y cada gota de su excitación fue causada por mí. Bueno, por lo menos no estaba solo en este enfermo y torcido, panorama. Tiré de su clítoris con mis dientes haciéndola gruñir obscenidades bajo su respiración, y después la aspiré entre mis labios, chasqueando mi lengua sobre ella rápidamente.
“¡Jesús-coger-mierda!” ella gimió mientras que el talón de su zapato se clavó en mi hombro y la sentí palpitar contra mi lengua en su clímax. Jadee cuando ella empujo mi cara contra su vulva al acabar.
Ella aligero su apretón en mi pelo levemente, pero sus músculos todavía estaban tensos, entonces supe que ella no había acabado completamente, retire mi boca de ella y me levante. Ella me miro con saña pero yo desabroche rápido mi cinturón y pantalones, lanzando mi miembro palpitante fuera de su restricción y lo empuje en su interior duramente. Oí su aullido y ella se tenso alrededor de mí, su respiración se agito y su excitación se reinicio claramente. Ella mordió el hombro de mi chaqueta y envolvió su pierna alrededor de mí cuando comencé a bombearla fuerte y duramente contra la pared. En cualquier momento alguien podría aparecer en la escalera y verme cogiéndola locamente, y no podría importarme menos. Necesitaba sacar a esta perra de mi sistema como fuera.
Ella levantó su cabeza de mi hombro y de nuevo, sus labios chocaron con los míos mordiendo fuerte mi labio inferior entre sus dientes. Todavía sentía sus paredes apretadas  firmemente alrededor de mí, pero mantuve su cuerpo al límite; sin permitirle bajar totalmente de su clímax. Al mismo tiempo, sentía la fricción eufórica en mi miembro que atrajo mi propio clímax cada vez más cerca de la superficie. Pero no antes de que esta pequeña perra tuviera una clara memoria de mí y de lo que yo le hacía a su cuerpo grabado a fuego en su mente. Entonces quizá podría obtener yo cierta paz de esto.
“Mierda,” gruñó bajo con sus paredes apretadas alrededor de mí otra vez y su pierna envuelta en mi cadera me atrajo más profundo dentro de ella.
Enterré mi cara en su cuello y su pelo para amortiguar el gemido cuando me vine en su interior dura y repentinamente, apretando su culo en mis manos. Su pierna resbaló lentamente bajo la mía mientras que intentábamos recobrar nuestra respiración. Salí de ella y ambos ajustamos nuestra ropa y entonces ella comenzó a alisar su pelo indiferente.
“Bueno, es una suerte que estoy tomando la píldora,” dijo tranquilamente. Se dio la vuelta para continuar bajando las escaleras pero se detuvo abruptamente, girando de nuevo para encontrar mi mirada. “Gracias por preguntar, imbécil.”
La miré desaparecer de mi vista bajo las escaleras y gruñí mientras corría de nuevo a mi oficina  cerrando la puerta de golpe. Aterricé en mi silla con una rabieta ruidosa, oscilando hacia adelante y hacia atrás algunas veces; antes de tomar su ropa interior destruida de mi bolsillo. Miré fijamente la tela de seda blanca entre mis dedos por un momento, antes de abrir mi cajón del escritorio y dejarlas caer adentro para juntarse con la de anoche.
Jesucristo. Estoy realmente jodido.





8 comentarios:

CarisWestenra dijo...

Jajajajajajajaja, ya me gustaría tener un jefe asi. Si Edward fuese mi jefe desde luego que no me importaria que me chillase si voy a tener esa paga extra...XD

Heidi dijo...

Yooooo quiero este jefe!!!!!!
Por que a mi me tocan los gordos y jovatos!!!!

XOXO

Cyn dijo...

Chicas, debo decirles que coincido con uds.
Pero es demasiado bueno para ser verdadero ¿no?

nelarivera dijo...

puede ser posible que esto se ponga mas hot. quiero decir me caigo de la silla y me levanto y me vuelvo a caer y me levanto de nuevo y asi y asi y asi...
dios necesito una maquina de oxigeno

nelarivera dijo...

puede ser posible que esto se ponga mas hot. quiero decir me caigo de la silla y me levanto y me vuelvo a caer y me levanto de nuevo y asi y asi y asi...
dios necesito una maquina de oxigeno

karla dijo...

esto cada vez se pone mejor, kien los viera, tanto odia y a la vez tanta pasion k tienen guardada el uno contra el otro, tal para cual...

Cyn dijo...

Karla! Bienvenida a nuestro humilde blog! Si estos caps. te parecieron hot...prepara ducha fria para los proximos, porque el hermoso bastardo y la perra no paran hasta el final!!
Besotes.

paty dijo...

quien los viera a este par bien dicen que del odio al amor solo hay un paso me encanta que muy enojados pero bien que desahogan :D

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