miércoles, marzo 17, 2010

La Oficina - Capítulo 10: Primeras luces

Chicas: este es mi capitulo preferido, cuando lo lean van a entender el motivo...


Como lo esperaba, el viaje en auto hacia Seattle el lunes por la mañana, me había dado tiempo para pensar. Me sentía querida y descansada después de visitar a mi papá, pasamos el tiempo juntos hablando y recordando a mi mamá, salimos a pasear con Sue e incluso planeamos un viaje para que él viniera de visita a Chicago.
Para el momento en que él me dio un beso de despedida, me sentía tan preparada como podría llegar a estar en vista de la situación. Estaba endiabladamente nerviosa por tener que enfrentarme con el Sr. Cullen otra vez, pero había hecho mi mejor esfuerzo para preparar mi mente para esto. Había hecho una tonelada de compras online y tenía una maleta repleta de nuevas bombachas súper poderosas, había pensado largamente mis opciones, y tenía un plan bastante seguro.
El primer paso fue admitir porqué me había ido realmente. Ahora sabía que había venido a Forks con la esperanza de escapar de mis problemas. Comprendí bastante rápido que no funcionaria. El estar a dos mil millas de distancia no había hecho nada para aplacar mi necesidad de él.
Había soñado con él casi cada noche, despertando cada mañana frustrada y sola. Pasé demasiadas horas pensando en lo que él estaría haciendo, preguntándome si él estaría tan confundido como yo, e intentando analizar cada pedacito de información que recibía de Ángela sobre cómo marchaban las cosas en casa.
Habíamos tenido una conversación interesante el martes, cuando ella me llamo y me informo del estado de mi reemplazante. Me había reído histéricamente al oír sobre el desfile de asistentes temporales. Por supuesto que tendría dificultades con cualquiera a su alrededor. Él era un idiota.
Yo estaba acostumbrada a sus cambios de humor y a su actitud ruda; honestamente, ya ni me molestaba en hacerle caso. Sabía que era buena en mi trabajo y me enorgullecía de mi capacidad de arreglármelas con él. Nuestra relación profesional funcionaba como un reloj, la que era una pesadilla era la personal. Casi todos lo sabían; lo único que no sabían era hasta qué grado.
Pensé a menudo en nuestro último día juntos. Algo en nuestra relación estaba cambiando, y no estaba segura de cómo me sentía sobre eso. Le había dicho que nuestra relación física había terminado, y yo sabía que tenía que intentar mantenerme firme en eso. No sabía si podría lograrlo, pero por mi propio instinto de preservación tenía que, por lo menos, intentarlo.
Siendo totalmente honesta conmigo misma, sabía que me asustaba. Me aterrorizaba que este hombre, que era del todo incorrecto para mí, tuviera más control sobre mi cuerpo que yo, sin importar lo mucho que intentara convencerme de lo contrario.
Parándome en el área de Arribos, me di una última advertencia a mí misma. Yo podía hacer esto. Oh Dios, esperaba poder hacerlo. Las mariposas de mi estómago trabajaban horas extra y por un breve momento pensé que iba a vomitar.


Su avión había salido con retraso de Chicago y eran más de las 6:30 cuando él finalmente aterrizo en Seattle. Siete horas adicionales para pensar no habían hecho nada para calmar mis nervios.
Me pare en puntas de pie intentando tener una mejor visual a través de la muchedumbre, pero no lo vi. Mire mi teléfono, y releí su último mensaje de texto otra vez.

Recién aterrizo, la veo enseguida.

No había ni la más mínima dulzura en su mensaje, pero hizo que mi estómago se agitara de todos modos. Nuestros mensajes de la noche anterior habían sido similares. No habíamos escrito nada especial; Yo simplemente había preguntado cómo fue su semana. Eso no se consideraría inusual en ninguna otra relación, pero era algo totalmente nuevo para nosotros. ¿Sería que había una posibilidad de que nosotros pudiéramos realmente superar nuestra animosidad constante? ¿Y ser qué? ¿Amigos?
Me balancee hacia adelante y hacia atrás, queriendo que mi mente se calmara y que mi ritmo cardíaco se desacelere. Esto iba a ser más duro de lo que había creído. Sin pensarlo, me detuve repentinamente y me voltee hacia la muchedumbre que se acercaba. Un escalofrío me recorrió mientras caminaba hacia adelante, buscando a través del mar de caras desconocidas; mi cuerpo ya respondía a su proximidad. La respiración se entrecorto en mi garganta cuando una melena desordenada apareció entre la multitud. Contrólate Bella. Jesús.

Intenté una vez más mantener mi cuerpo bajo control y mire para arriba otra vez. Mierda. Estoy absolutamente jodida. Allí estaba él, viéndose más sexy que nunca. ¿Cómo rayos alguien se puede poner más sexy en nueve días? Su pelo era una pesadilla como de costumbre; no había ninguna duda de que él había pasado sus manos cientos de veces durante la última hora. Usaba pantalones negros, una chaqueta oscura y una camisa de vestir blanca levemente desabrochada. Parecía cansado y tenía un poquito de barba en la cara, pero eso no fue lo que hizo que mi corazón latiera a mil millas por minuto. Él había estado mirando hacia el piso, pero en el momento en que nuestras miradas se encontraron, su cara se partió en la sonrisa más genuina, y más hermosa que yo le había visto nunca. El término “comestible” pasó por mi mente, y antes de que pudiera contenerla sentí mi propia sonrisa desplegándose lentamente a través de mi cara en respuesta. Bueno, esto ciertamente era algo nuevo.
Él se paró delante de mí, con una mirada levemente tensa en su cara, mientras que los dos esperábamos que el otro hablara primero. “Hola.” Dije torpemente, intentando alivianar algo de la tensión entre nosotros. Cada parte de mí quería empujarlo dentro del baño de damas, pero dudé que esa fuera una forma adecuada de recibir al jefe.
“Um, hola,” contestó, y su frente se surco levemente.
¡Mierda, reacciona de una maldita vez, Bella! Ambos nos dimos vuelta, dirigiéndonos hacia la cinta de equipajes y sentí como se erizaba mi piel solo por estar cerca de él.
“Entonces… ¿cómo estuvo su vuelo?” Investigué. Esto era tan ridículo. Deseaba que él me dijera algo estúpido así podía volver a gritarle como era habitual. Eso era mucho más fácil de manejar que esto.
Él pensó por un momento antes de contestar, “Fue bastante agradable, una vez que realmente logramos despegar.” Nos detuvimos y esperamos, rodeados de gente apresurada, pero la única cosa que yo podía notar era la tensión que se edificaba entre nosotros.
Los minutos pasaron en un silencio incómodo y me sentí más que aliviada cuando vi su equipaje negro de Louis Vuitton resbalando bajo la banda transportadora. Lo alcanzamos al mismo tiempo y nuestras manos se tocaron brevemente en la manija. Retire mi mano rápidamente, y eché un vistazo hacia arriba para encontrar que él me estaba mirando.
Mi estómago se volteo con el familiar deseo que vi en sus ojos. Ambos murmuramos una disculpa y yo aleje la mirada rápidamente, pero no antes de notar la sonrisa boba que apareció en su cara. Afortunadamente, era hora de buscar el coche de alquiler, y nos dirigimos hacia el estacionamiento. Esto no iba como lo había planeado.
Sus ojos se agrandaron y una mirada de puro aprecio filtraba de su cara cuando nos acercamos al coche de alquiler, un Audi 2009 TT. El adoraba manejar, bueno adoraba manejar rápido sería una descripción más exacta, y yo siempre me ocupaba de pedir algo divertido para él cuando necesitaba un coche de alquiler.
“Muy lindo, Srta. Swan,” me dijo elogioso, y su mano resbalo a lo largo del capo del hermoso coche deportivo. “Recuérdeme darle un aumento.”

Casi me ahogue con sus palabras y mis ojos volaron a él en shock. Él se encogió de hombros, dándome una mirada inocente y yo habría podido matarlo. Él estaba bromeando conmigo.
Presionando el botón para abrir el baúl, le di una mirada de reproche y caminé a un lado para que él guardara sus cosas. Él se sacó la chaqueta y me la dio, y juro por Dios, que el aroma provoco una contracción nerviosa en mi clítoris.
Vi el despliegue de músculos a través de su camisa mientras que él colocaba su equipaje en el baúl al lado del mío; irritantemente fascinada por ver como se contraían y relajaban con sus movimientos. Cerrando la tapa del baúl y rompiendo mi deslumbramiento, se dio vuelta hacia mí para tomar su chaqueta y puse las llaves en su mano. Él caminó unos pasos y abrió mi puerta, esperando que me sentara antes de cerrarla detrás de mí. Sí, porque tú eres todo un caballero, pensé sarcásticamente. Entonces con una caminata rápida al otro lado, él se colocó en su propio asiento y sonrió mientras que encendía el coche. Rodé mis ojos mientras que él se regodeaba acelerando el motor antes de sacarlo de punto muerto.
Condujimos en silencio, el único sonido era el ronroneo del motor y el GPS dando en voz alta las direcciones hacia el hotel. Me ocupe repasando nuestra agenda, intentando no hacer caso del hombre al lado de mí. Quise mirarlo, para estudiar su cara. Quise estirarme y tocar la sombra leve de barba en su mandíbula, y decirle que se detuviera y me tocara.
Todos estos pensamientos corrían por mi mente, haciendo imposible que me concentrara en los papeles delante de mí. El tiempo alejados no había disminuido su dominio sobre mí en absoluto. En todo caso lo hizo más fuerte. Con un suspiro cerré la carpeta en mi regazo y me di vuelta para mirar hacia fuera de la ventanilla.
Debimos haber pasado edificios altos y gente en las calles, pero yo no vi nada. La única cosa que perforaba mis sentidos era él. Sentía cada movimiento, cada respiración. Sus dedos talentosos golpearon ligeramente a lo largo del volante. El cuero rechinaba cuando él se movía en su asiento. Su aroma llenó el coche y se me hizo imposible recordar porqué necesitaba resistirlo. Estaba completamente rodeada por él.
No quería desearlo. Necesitaba ser fuerte y ser mi propia persona, para probar que yo controlaba mi trayectoria en la vida, pero cada parte de mí dolía por sentirlo más cerca. Yo no quería sentir todo esto… esta no era la persona que yo quería ser. Necesitaría reagruparme en el hotel, recordar la cólera y el daño que él me causaba, y ser la mujer fuerte que yo sabía que era.
“¿Está usted bien, Srta. Swan?” El sonido de su voz me asustó y me di vuelta para encontrar sus ojos verdes, mi estómago se agito con la intensidad detrás de ellos. “Estamos aquí.” Él señaló hacia el hotel, y me sorprendió descubrir que ni lo había notado. “¿Está todo bien?” Él parecía preocupado, y yo me quede un poco intrigada por eso. No es que no supiera que él podía ser atento y cuidadoso; solo que nunca lo había sido conmigo.
“Sí,” contesté rápidamente. “Solo estoy un poco cansada. Quiero subir a mi cuarto y ducharme e ir a la cama.”
“Hmm,” él murmuró para sí mismo, sin dejar de mirarme. Vi como su mirada bajaba a mi boca, y Dios, yo quería que él me besara. Desesperadamente. Como en trance, me incline hacia adelante levemente en mi asiento, el cuero suave del asiento crujió. Un chispazo de electricidad zumbó entre nosotros, y su mirada bajo de nuevo a mis labios. Él se inclinó hacia adentro para acercarse a mí, y yo sentí su respiración caliente contra mi boca.
Me asuste, interrumpiendo el momento, cuando mi puerta se abrió repentinamente y yo salté contra el respaldo de mi asiento nuevamente, shockeada al ver al valet del estacionamiento parado allí. Aclare mi garganta y me sentí más que avergonzada de descubrirme cayendo de nuevo en su trampa, salí del auto, inhalando el aire libre de su olor. El valet tomó los bolsos, y el Sr. Cullen se excusó para atender una llamada telefónica mientras que yo nos anunciaba en la recepción.
El hermoso hotel estaba lleno por nuestros compañeros de conferencia, y vi varias caras familiares. Generalmente me reunía con un grupo de otras asistentes y nos juntábamos a cenar o íbamos a un club nocturno cuando coincidíamos en la misma ciudad.
Salude con la mano a alguien que reconocí y me alegre de haber planificado bien lo que tenía que empacar. Sería grandioso salir con las chicas mientras que estuviéramos aquí. Lo último que yo necesitaba era sentarme sola en mi habitación y fantasear con el hermoso hombre al otro lado del pasillo.
Después de recibir nuestras llaves, me dirigí al hall de entrada en busca del Sr. Cullen. Mientras exploraba el gran salón me sorprendí de encontrarlo parado al lado de una alta morocha. Se paraban bastante juntos, la cabeza de él se doblo levemente mientras que escuchaba algo que ella le decía.
Su cuerpo me bloqueaba la cara de ella, y mis ojos se achicaron cuando noté que la mano de ella tomaba el antebrazo de él. Ella se rió de algo que él le dijo y él se separó levemente, permitiéndome una mejor vista.
Era increíblemente hermosa, con el pelo lacio y oscuro hasta los hombros. Ella alzo la vista y nuestros ojos se encontraron a través del cuarto. Arqueo una ceja hacia mí en señal de desafío, y lo miro tranquilamente a él, sonriendo mientras que ponía algo en su mano y doblaba sus dedos alrededor.
Una extraña mirada cruzó su cara cuando él dobló su cabeza para examinar el objeto en su mano. ¡Me está jodiendo! ¿Acaso acaba ella de… darle la llave de su cuarto? ¿Quién diablos se cree?
Miré por un momento más, y entonces algo dentro de mí estallo. La idea de que el mirara a otra con la misma intensidad, la idea de el deseando a otra en absoluto, hizo que mi estómago se torciera de cólera.
Me había dicho repetidamente a mi misma que debía permanecer lejos. Pero en ese momento, con su mano agarrando la llave del cuarto de ella, todo pensamiento racional desapareció. Todo lo que sentía era cólera, y ese sentido cada vez más familiar de posesión.
Él era mío, y ni en un millón de años permitiría que alguien me lo sacara. Antes de poder contenerme, me encontré caminando a través del cuarto hasta que me encontré parada al lado de ellos.

Puse mi mano en su antebrazo, y él levanto la vista para encontrar mis ojos; con expresión sorprendida e inquisidora en su cara. Le sonreí, antes de darme vuelta para asesinarla con la mirada a ella. “Discúlpeme,” le dije con desprecio. Internamente me alegre de la mirada confusa en su cara.
“Edward, ¿ya estás listo para subir?” Le dije suavemente a él.
Sus ojos se ensancharon y su boca se abrió en shock. Nunca lo había visto tan falto de palabras. “¿Edward?” Pregunte una vez más y algo osciló a través de sus ojos. La esquina de su boca se elevó lentamente en una sonrisa boba y nuestras miradas se trabaron por un momento. Algo pasó entre nosotros y me sentía emocionada y asustada al mismo tiempo.
Volteándose de nuevo hacia ella, él sonrió y habló con una voz tan suave que envió un temblor a través de mí. “Discúlpanos,” dijo él, poniendo la llave en la mano de ella. “Como puedes ver, no vine aquí solo.” Un sentido de euforia fluyó sobre mí con esas palabras, eliminando totalmente el horror que debería haber sentido. Eché un vistazo hacia ella, sintiéndome victoriosa y emocionada, por ver la mirada shockeada e insultada en su cara.
Sentí la calidez de su mano en la parte baja de mi espalda mientras que él nos condujo fuera del salón y a través del pasillo. Sin embargo, mientras nos acercábamos a los elevadores, mi euforia fue substituida por algo más. Comencé a aterrarme mientras me hacia consciente de cuan irracionalmente había actuado.
Mi corazón galopaba, el sonido de mi sangre acometía en mis oídos. Tres personas se nos sumaron en el elevador, y le rogué a Dios poder llegar a mi cuarto antes de estallar. No podía creer lo que acababa de hacer. ¿Qué diablos sucedió con lo de intentar permanecer lejos de él? Le eché un vistazo y lo vi portando una tonta sonrisa triunfante, y me llene de furia otra vez por toda esta situación.
Tomé una respiración profunda e intenté recordar que este era el motivo por el que necesitaba permanecer lejos. Lo que sucedió abajo había estado totalmente fuera de carácter para mí. Había cruzado una línea que yo misma había trazado cuidadosamente entre nosotros. Quise gritarle, lastimarlo y hacerlo enfurecer como él lo hacía conmigo, pero se volvía más y más difícil para mí encontrar la voluntad.
Subimos en un silencio tenso, hasta que las otras personas bajaron del ascensor, dejándonos solos. Intenté decirme que si esperaba solo unos minutos más, yo estaría segura, pero la lucha había terminado antes de comenzar.
No quería que él estuviera con ninguna otra, y ese descubrimiento fue tan aplastante que me corto la respiración.
Lo quería con cada parte de mí. Lo necesitaba.
Mi cuerpo reacciono por instinto. Agarré su camisa fuerte, empujándolo contra la pared del elevador, y atraje su boca a la mía. El aire salió de sus pulmones cuando mi cuerpo chocó contra el suyo. Él se congeló momentáneamente antes de gemir profundamente y de derretirse contra mis labios.
Cada segundo que estuve lejos de él entró en erupción en ese beso. El anhelo y el dolor que yo sentía se reflejaron en cada caricia de su lengua y de sus labios. Camine un paso hacia adelante queriendo estar más cerca. Nunca era suficiente.
Sus brazos me envolvieron y una alarma finalmente sonó en mi cabeza. No podía hacer esto. El elevador se detuvo y lo empujé lejos. ¿Qué estaba haciendo? Me prometí que lo intentaría. En lugar de eso me había lanzado sobre él al primer momento en que estuvimos en verdad solos. ¿Dónde estaba mi amor propio? ¿Lo había perdido todo?
Él me miraba, la confusión estropeaba sus rasgos mientras él jadeó para recuperar el aire, y viendo seguramente el pánico en mis ojos. Tenía que alejarme. “Me prometí que no haría esto.” Gemí, más para mí que para él. Y antes de que mi resistencia se derrumbara totalmente, me di vuelta, y salí apresuradamente del elevador.
“¿Dónde diablos va?” Él gritó detrás de mí.
“¡No quiero hablar de esto ahora!” Grité detrás. ¡Mierda! ¿Teníamos que estar al final del pasillo?
Oí sus pasos detrás de mí y supe que habría problemas.
No tendría la ventaja por siempre. Y ni siquiera estaba segura de querer seguir escapándome más.
                             
                                                          അ♥♥♥♥ അ

EPV (Contado Por Edward)

¿Qué acaba de suceder?
Hizo ella…
Y después me…
Qué…
Un millón de pensamientos corrían por mi mente en ese segundo. No podíamos seguir haciendo esto. O esto continuaba o tenía que parar. Ahora. Interfería con mi trabajo, mi sueño, mi cabeza, mi jodida vida. Pero no importaba lo mucho que yo intentara engañarme, sabía lo que quería. No podía dejarla ir.
Ella prácticamente corrió por el pasillo y yo corrí detrás de ella. “¡Espere!” Grité, olvidando a los huéspedes de los cuartos alrededor nuestro. Ella no me hizo caso, y continuo andando a pasos largos alejándose de mí.
“No puedo hablar con usted sobre esto ahora. Estoy cansada y trastornada y yo solo necesito dormir un poco.”
“¡Usted no puede hacer algo así y después esperar que yo la deje ir!”
“¡Como diablos que no puedo!” Gritó ella sobre su hombro. Alcanzó su puerta y lucho un poco con su llave antes de abrirla. ¡Mierda! ¡Teníamos que hablar ahora mismo de esto! Estábamos siempre escapando el uno del otro, y de lo que sucedía entre nosotros.
Estaba jodidamente cansado de correr.
Alcancé la puerta apenas a tiempo, y sus ojos encontraron los míos brevemente antes de que ella la cerrara. Mi mano empujo la puerta, abriéndola de golpe con tanta fuerza que se estrelló en la pared detrás de ella.
“¿Qué carajos piensa usted que está haciendo?” gritó ella. Caminó hacia el cuarto de baño enfrente de la puerta, y giro para hacerme frente.
“¡¿Puede dejar de correr de mi, por un demonio?!” La seguí al gran cuarto de baño de mármol, nuestras voces hacían eco en las paredes. “¡No actúe de esta forma! Si esto es sobre ésa mujer…” ella se veía cada vez más furiosa con mis palabras y dio un paso hacia mí.
“¡No se atreva, Dios, estoy tan cansada de esto!” Ella sacudió su cabeza en repugnancia antes de darse vuelta hacia la mesada y de revolver dentro de su cartera.
“¡No iba a hacer nada! ¿Usted piensa que yo estaría con cualquier mujer que ponga la llave de su cuarto en mi mano? ¿Qué clase de hombre piensa que soy? ” No podía creer lo que oía. ¿No le había dicho ya que yo no estuve con ninguna otra desde ella? ¿De dónde venía todo esto? “Acaso usted no entiende…”
“¡No, usted no entiende!” Ella apoyó de golpe un cepillo en la mesada, mirándome furiosa. “¡Yo no soy así! Yo no duermo con cualquier hombre. ¡Tengo veintiséis años y he estado solamente con tres hombres en toda mi vida! ¡Nunca he hecho nada parecido a esto!” gritó, y su voz se volvía más fuerte con cada palabra. “Pero cuando estoy con usted, es como si nada mas importara. ¡Esto… esta cosa,” ella continuó, gesticulando entre nosotros, “¡esta no soy yo!. Es como si me convirtiera en otra persona cuando estoy con usted, y odio eso. ¡Quizá usted pueda dormir con cualquiera, pero yo no soy así!”
Yo no podía creer lo que ella me decía. Era verdad que yo no había pensado demasiado en su vida personal, ahora o nunca realmente. Yo no tenía ni idea de que existía la posibilidad de que ella pudiera sentirse así. Seguro, yo había dormido con bastantes mujeres, pero ella tenía que saber cuan diferente era esto para mí ahora.
“¡Yo no quiero a cualquiera!” Grité detrás. “Solo la quiero a usted”; Sentí como si me estuviera rompiendo en un millón de pedazos. Mi vida se sentía fuera de control, y me di la vuelta para irme, sabiendo todo el tiempo que no era lo bastante fuerte para hacerlo realmente. La oí tomar una respiración profunda y apoyar algo en la mesada.
Su voz temblaba cuando ella habló. “Mire… no me importa. Usted haga lo que quiera y déjeme sola. Ahora, si me disculpa.”
Ella se dio vuelta hacia la ducha, abriendo la puerta de cristal y girando la llave de agua, y después se dio vuelta para mirarme, esperando que me fuera.
No podía irme. No era una opción. Sin pensar crucé el cuarto, agarre su cara entre mis manos y tiré de ella hacia mí. En el momento en que nuestros labios se tocaron, todo cayó en su sitio.
Mis labios eran duros e inflexibles pero ella no se alejó. Envolviendo sus manos en mi pelo, ella tiró y agarró, trayéndome más cerca. Gemí fuerte en su boca cuando las curvas familiares de su cuerpo se presionaron contra el mío. Mis manos fueron a su pelo, tirando duramente, mientras mi cuerpo la empujó hacia atrás. Dejo de existir todo menos ella. Nos topamos con una pared, la mesada, la puerta de la ducha, desplazándonos y acercándonos en nuestra desesperación. El cuarto se llenaba de vapor, y nada parecía real. Podía olerla, probarla y sentirla, pero nada de eso era suficiente.
Rompimos nuestro beso para respirar, y arrastré mis labios cerca de su oído. “No quiero parar nunca más,” gemí contra su piel, pidiéndole sin palabras que no esperara eso de mí.
“No pare,” susurró ella. Mi cuerpo se detuvo, como mi respiración caliente, temblorosa y pesada en su oído, mientras yo asimilaba el sonido y el significado de sus palabras. Cerré los ojos, y dejé que la sensación me consumiera.
“Dime.” Recorrí con mi nariz su cuello, sin liberarla de mis manos. Ella se arqueó y retorció contra mí, pidiéndome silenciosamente que la tomara. No podía, sin embargo, no todavía, no hasta que la oyera decirlo. No podía entregarme solo. Teníamos que estar juntos en esto. “Dime que me quieres… solamente a mí.”
Su respiración se cortó, y ella suspiró suavemente, “Solo a ti.”
Una pesada pared cayó dentro de mí en el momento en que ella dijo esas palabras. Encontré sus ojos con los míos, recorriendo sus labios con mi pulgar. Su boca estaba a pulgadas de la mía, su respiración caliente pasaba a través de mi cara. Ella se inclinó para presionar sus labios con los míos, pero la detuve por un momento. Esperé que la lucha se levantara dentro de mí, para que el odio asumiera el control, pero nunca vino. Por primera vez en mi vida admitía mi derrota. Estaba jodidamente asustado pero no podía luchar más contra esto. Con la respiración tambaleante, cerré los ojos y la traje hacia mis labios.
Nuestros besos eran más profundos, nuestras caricias más salvajes. Ella me empujó contra la pared y yo me volqué hacia ella. Una ráfaga de calor cayendo en cascada a través de mi hombro y sobre mi pecho me saco de mi trance momentáneamente. Con nuestra ropa todavía puesta, nos habíamos movido hacia atrás en la ducha. Estábamos empapados pero no me importaba para nada.
Sus manos vagaron por mi cuerpo frenéticamente, saco de un tirón mi camisa de mis pantalones. En un movimiento ella la rasgó abriendo el frente, y escuchamos el sonido tintineante de los botones que caían sobre el piso de mármol. Con las manos tambaleantes ella resbaló la tela mojada de mis hombros y la tiro fuera de la ducha.
La seda empapada de su vestido se pegó en su cuerpo, acentuando cada curva. Mis manos remontaron la tela a lo largo de sus pechos, sintiendo sus pezones apretados debajo. Ella gimió y apoyo sus manos sobre las mías, dirigiendo mis movimientos. La imagen de sus manos cubriendo las mías era una de las cosas más eróticas que había visto nunca, e hicieron que mi miembro latiera y doliera de tan duro.
“Dime lo que quieres.” Mi voz sonó áspera por el deseo. “Dime las cosas que quieres que te haga.” Mordí mis labios cuando sus ojos marrones encontraron los míos, nuestras manos continuaban masajeando y pellizcando sus pezones a través del vestido, nuestras caras separadas solamente por una respiración.
“Quiero sentirte por todas partes.” Susurró ella en mi boca.

Mordí mi labio otra vez y un gemido se escapó. Esta mujer me iba a matar. Todo sobre ella me atraía; su cuerpo, su mente, incluso su genio.
Recorrí con mis manos sus lados hacia abajo y luego hacia arriba por debajo de su vestido. Nos acariciamos y mordimos el uno al otro, el sonido de la ducha ahogaba nuestros gemidos. Deslicé mis manos dentro de su bombacha y sentí su calor contra mis dedos. Ella estaba húmeda y lista, y yo no podía esperar para estar dentro de ella.
Necesite ver más, quité mis dedos de dentro de ella y los baje hasta el dobladillo de su vestido. En un movimiento rápido lo saque por encima de su cabeza, y me quede absolutamente inmóvil cuando vi lo que llevaba debajo. Dios Mío. Ella intentaba matarme.
Di un paso atrás, inclinándome contra la pared de la ducha para sostenerme. Ella se quedo parada delante de mí, totalmente mojada con su bombacha de encaje blanco que se ataba en un costado con un nudo de satén. Sus pezones estaban duros y visibles debajo del sostén del mismo material y yo no pude evitar estirar mi mano para tocarlos.
“¡Mierda, eres tan hermosa.” Dije, pasando las yemas de mis dedos a lo largo de sus pechos. Un visible temblor corrió a través de ella y mi mano viajó hacia arriba, a través de su clavícula, a lo largo de su cuello y finalmente a su mandíbula.
Podríamos coger justo aquí, mojados y resbaladizos contra los azulejos, pero quise tomarme mi tiempo. Mi corazón se aceleró al pensar en que teníamos la noche entera delante de nosotros. Sin apuro, sin tener que ocultarnos, por primera vez. Teníamos una noche enteramente a solas y yo iba a pasar todo ese tiempo con ella… en una cama.
Mi cuerpo se estremeció con ese pensamiento. Haría que cada momento contara. La atraje hacia mí hasta que nuestros pechos se tocaron, estire mi brazo detrás de ella, y cerré la ducha. Mis labios tocaron los suyos suavemente al principio, y luego más fuerte. Ella se empujó contra mí, presionando su cuerpo más cerca del mío. Acuné su cara en mis manos cuando nuestro beso se profundizó, mi lengua resbalaba fácilmente contra la suya. Sus caderas se movieron contra mí y empujé la puerta de la ducha abriéndola, aferrándome a ella mientras que caminábamos hacia fuera.
Nuestro beso no se rompió mientras salíamos del cuarto de baño, tropezando torpemente mientras que rasgábamos desesperadamente lo que quedaba de nuestra ropa. Pateé mis zapatos mojados mientras la conducía hacia el dormitorio, sus manos arañaron mi estómago de camino a mi cinturón. Guie sus manos, librándome rápidamente de mis pantalones y bóxers. Con un movimiento rápido, los pateé a un lado y aterrizaron en una pila mojada.
Con el reverso de mis dedos acaricie sus costillas antes de buscar el broche de su sostén, y de abrirlo casi arrancándolo de su cuerpo en un movimiento. La atraje más cerca, y gemí en su boca cuando sus pezones duros acariciaron mi pecho. Incluso las puntas de su pelo mojado, que hacían cosquillas a mis manos mientras recorrían su espalda desnuda, se sentían como descargas de electricidad contra mi piel. Me perdí tan completamente en el frenesí de nuestro beso y la energía de nuestra conexión física que no era consciente de nada más. Su cuerpo y la forma en que se sentía entrelazado con el mío era todo. Era la única cosa que importaba.
El cuarto estaba oscuro, la única iluminación venía del pequeño haz de luz que se filtraba hacia afuera de la puerta del cuarto de baño, y la luna en el cielo nocturno de Seattle. La parte posterior de sus rodillas golpeó con la cama y mis manos se dirigieron abajo a la última pieza de ropa entre nosotros. Mi boca se movió desde sus labios, bajo su cuello, y a través de sus pechos y torso. Puse suaves besos y pequeños mordiscos sobre su estómago y finalmente hacia el encaje blanco que ocultaba el último resto de su piel a mis ojos.
Resbale hacia mis rodillas delante de ella, mire para arriba y encontré sus ojos. Sus manos estaban en mi pelo, pasaba sus dedos a través de mis mechones despeinados y se mordía los labios. Quería que esta vez fuera diferente y respire profundamente para calmarme, para ayudarme a retrasar mis movimientos.
Tome una delicada cinta de satén entre mis dedos y tiré de ella, viendo como resbalaba hacia abajo por su cadera. Una mirada de confusión cruzó su cara a medida que yo continuaba pasando mis dedos a lo largo del borde del encaje hacia el otro lado y repetía la acción anterior. La tela resbaló de su cuerpo intacta hasta que ella quedo totalmente desnuda ante mí. Sonreí por el hecho de que aun sin haberla roto me la llevaría conmigo, y ella sonrió mientras que parecía leer mis pensamientos. La moví hacia atrás de modo que quedara sentada en el borde de la cama, todavía arrodillado delante de ella.

Le separé las piernas levemente, acariciando con mis manos su piel sedosa. Puse besos en sus pies y subí por sus pantorrillas, a lo largo de sus muslos y entre sus piernas. La empuje de nuevo hacia atrás para que yaciera sobre las sabanas y finalmente me levanté para acompañarla. Continué recorriendo con mis labios y lengua a lo largo de su cuerpo, sus manos todavía se enredaban en mi pelo, dirigiéndome hacia donde ella más me deseaba.
Sus suspiros y gemidos llenaban el aire y se mezclaban con los míos. Estaba más duro de lo que había estado nunca y quise enterrarme en ella una y otra vez. Alcancé su boca y ella me trajo más cerca, cada pulgada de nuestros cuerpos desnudos se alineo perfectamente mientras que nos besamos y exploramos.
Nos besamos frenéticamente, nuestras manos buscando y agarrando violentamente mientras que intentamos acercarnos tanto como fuera posible. Nuestras caderas se movían juntas, mi miembro resbalaba contra su vagina absolutamente húmeda. Cada pase a lo largo de su clítoris provocó un quejido. Con un movimiento minúsculo, podría estar en el interior de ella.
Quería hacerlo más que cualquier otra cosa, pero yo sabía que primero necesitaba oír algo de su boca. Cuando ella dijo mi nombre en el hall del hotel, encendió algo dentro de mí que yo no sabía que existía. Necesitaba que lo dijera, escucharle decir que era a mí a quien ella quería. No necesitaba su amor o su corazón, solo necesitaba saber que por ahora, ella era mía y mía solamente.
“Quiero estar dentro de ti, Bella.” Susurré en su oído. Su respiración se cortó y un quejido profundo emano de sus labios. “¿Es eso lo que tú quieres?”
“Sí,” gimió ella suavemente, su voz era suplicante y sus caderas se movieron fuera de la cama en busca de mí. “Por favor.” Sentí una contracción nerviosa en mi miembro con sus palabras. La punta se apoyo en su entrada y apreté mi mandíbula, queriendo prolongar esto.
Sus talones subieron y bajaron por mis piernas, trabándose finalmente alrededor de mi cintura. Tomé cada una de sus manos y las puse sobre su cabeza, entrelazando nuestros dedos. “Mírame.” Ordené. “Necesito oírte.” Mi voz sonó titubeante mientras el poco control que me quedaba se evaporaba. Ella miro hacia arriba y supe que ella me había entendido.
“Tómame, Edward. Necesito sentirte dentro de mí.” Mi cabeza cayó de modo que nuestras frentes se tocaron y yo finalmente me empuje profundamente en su interior. “Oh, mierda,” gimió ella.
“Dímelo otra vez.” Dije sin aliento mientras que comencé a moverme dentro y fuera de ella.
“Oh, Edward.” El jadeante sonido de mi nombre en sus labios me emocionó. Quise oírlo repetidas veces. Me senté en mis rodillas y comencé a empujar más constantemente, nuestras manos todavía seguían entrelazadas.
“Mierda, Bella, te sientes tan bien alrededor de mí.” Me estaba acercando a mi clímax y necesité contenerme. Había estado lejos de ella demasiado tiempo, y nada de lo que había fantaseado sobre ella mientras que estaba ausente se comparaba a esto. “Quiero cogerte de esta forma todos los días.” Gruñí contra su piel húmeda. “Cada vez que te veo en esos hermosos vestiditos, quiero doblarte sobre mis rodillas y darte una lección por provocarme.”
“Mierda.” Ella silbó entre los dientes apretados. “¿Por qué me enloquezco cuando me hablas así?” Sonreí contra su cuello, sabiendo que ella era tan vulnerable a esto como yo.
Nuestros cuerpos se movieron juntos sin esfuerzo, pieles pegajosas de sudor resbalando una contra otra. En cada embestida ella levantaba sus caderas para encontrarme, sus piernas alrededor de mi cintura me empujaban más profundo. Estaba tan perdido en ella que el tiempo pareció detenerse. Nuestras manos todavía seguían tomadas firmemente sobre su cabeza y ella comenzó a apretarlas más fuerte. Estaba cerca de acabar, sus gritos se volvían más fuertes y mi nombre dejaba sus labios repetidamente, empujándome más cerca de mi clímax.
“Acaba para mí, Bella. Quiero sentir tus paredes apretadas mientras acabas alrededor de mí.” Mi voz temblaba por la desesperación que sentía. Estaba tan cerca… pero yo quería esperarla.
“Oh Dios, Edward,” gimió ella. “Dime algo más.” Mierda. A mi chica le gusta cuando le hablo sucio. Para, ¿acabo de decir mi chica? “Por favor.” El sonido de ella pidiéndome por favor fue suficiente para distraerme de ese pensamiento por ahora, y di vuelta mi cabeza para susurrar en su oído.
“Amo estar dentro de ti, mi pequeña provocadora. Voy a cogerte durante toda la noche. Mañana no podrás caminar.” Mierda, si sigo así voy a acabar. Sus piernas me apretaron mas, sus manos se agarraron de las mías tan fuerte que casi dolían, y comencé a sentirla apretarse alrededor de mí.
Eso fue todo lo que me tomó. Dejé ir mi control y profundicé mis movimientos, levantándola de la cama con cada empuje. Ahora vacilaba en el borde, y cuando ella gritó mi nombre, no pude refrenarme más. “¡Carajo! ¡Bella!”
“¡Oh Dios! ¡Edward!” Sus gritos se ahogaron contra mi cuello mientras que sentí como su cuerpo se tenso y sus músculos se contrajeron alrededor de mí. Nada en el mundo se sentía tan bien como esto, sentir la tensión elevándose dentro y desplomándose luego sobre nosotros al mismo tiempo.
Nuestros cuerpos comenzaron a calmarse y acerque mi cara de nuevo a la suya, nuestras narices se rozaron. “Eso fue…” Me quede en silencio, incapaz de encontrar las palabras. Mi boca estaba seca, mis músculos dolían y estaba agotado. Aflojé su apretón en mis manos y froté sus dedos suavemente, intentando renovar la circulación.
“Lo sé.” Ella se rió entre dientes débilmente contra mis labios. Rodé hacia un lado tirando de ella hacia mí, y su cabeza se reclino en mi hombro y cuello. Ella se estremeció ligeramente y la recorrí con la mirada.
“¿Tienes frío?” Pregunte, y subí mis dedos a su pelo todavía húmedo.
“No.” Ella contestó, sacudiendo su cabeza levemente. “Solo estoy….abrumada.” La acerque a mí y me estire hacia abajo, arrastrando las mantas sobre nosotros. No quería irme, pero no estaba seguro si era bienvenido a quedarme.
“Yo también.” El silencio se extendió entre nosotros, y me pregunte si ella se había quedado dormida. Me moví despacio y me sorprendió oír su voz.
“No te vayas.” Ella susurró en la oscuridad. Mi respiración se entrecorto en mi garganta con las sensaciones que sus palabras me causaron. Quería quedarme, pero me atemorizaba.
Esto era tan nuevo para nosotros, tan nuevo para mí. ¿Habían cambiado las cosas entre nosotros? Tenía que decir algo, pero tenía miedo de pronunciar las palabras. ¿Qué éramos el uno para el otro? Estaba cansado y quería esperar hasta mañana, pero sabía que aquí en la obscuridad, las palabras saldrían más fácilmente.
“Bella,” estaba sorprendido en cuán bien se sentía decir su nombre, que algo tan simple pudiera tener tanta importancia. La sentí tensarse levemente; obviamente esperaba que le dijera que me iba. “Yo quiero quedarme.”
La sentí exhalar una respiración profunda que soplo a través de mi cuello. Vacilé con lo que necesitaba decir. “No puedo estar más lejos de ti.” Me detuve brevemente, todavía intentando organizar mis pensamientos. “Sé que es incorrecto desearte así, pero… nunca fue de este modo para mí antes.” Nunca había tenido que ser tan honesto con una mujer, y admitir tal debilidad.
“Para mí tampoco.” Sus palabras fueron tan reservadas que no las habría oído si no hubiéramos estado envueltos el uno alrededor del otro. Mis manos continuaron jugando con su pelo y mis ojos comenzaron a cerrarse, su respiración se volvió pareja y después de poco tiempo me perdí en el sueño.
                                     
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Mis ojos se agitaron cuando otra ola de placer pasó a través de mí. La mierda, eso siente tan bien. No quise despertarme y hacerle frente a la realidad de que estaba solo. Algo caliente y mojado envolvió mi miembro otra vez y gemí en voz alta. El .Mejor. Jodido. Sueño. De .Mi. Vida. Oí un gemido y una vibración paso a través de mi pito.
“Mmmm, Bella.” Oí mi propia voz y sonaba extraña. Había soñado con esto cientos de veces pero esta vez parecía tan real. El calor desapareció y fruncí el ceño. ¿Adónde se fue ella?
“Dilo otra vez.” Una voz suave y gutural irrumpió en mi conciencia y me forcé a abrir los ojos. El cuarto estaba oscuro y yo yacía en una cama extraña. El calor había vuelto y mis ojos volaron a mi regazo. Una hermosa mata de hermoso cabello oscuro se esparcía entre mis piernas abiertas, y mi miembro se hundía profundamente en su boca. Con un relámpago la noche entera volvió a mí mente, la niebla del sueño desapareció rápidamente.
“¿Bella?” No había manera de que pudiera ser tan afortunado como para que esto fuera real. Ella debía haberse levantado en algún momento de la noche para apagar la luz del baño, el cuarto estaba totalmente a oscuras y apenas podía vislumbrarla. Mis manos se estiraron hacia afuera para encontrarla, y mis dedos recorrieron sus labios rosados alrededor de mi miembro.
Ella levantó su cabeza levemente y gemí con la imagen de mi miembro en su boca. Mi cabeza cayó sobre la almohada cuando ella me tomó más profundamente, la punta de mi pene golpeaba la parte posterior de su garganta. “Oh mierda, Bella. Eso se siente tan bien.” Ella gimió otra vez en respuesta y mis caderas se levantaron automáticamente.
Ella meneó su boca hacia arriba y hacia abajo en mí, su lengua me acariciaba y sus dientes mordisqueaban ligeramente mi erección con cada movimiento. Su mano se deslizó a mis bolas y gemí en voz alta cuando ella las rodó suavemente en su palma.
“Carajo. Ésta es la cosa más sexy que he visto nunca, mi pito resbalando dentro y fuera de esa boca hermosa tuya.”
La sensación era tan intensa, la realización de mis sueños y la realidad que se juntaban, que no sabía cuánto tiempo podría durar. Ella se movió despacio, su dedo frotaba ligeramente un punto apenas debajo de mis bolas, y un silbido largo se escapó de mis dientes apretados. Nadie me había hecho nunca eso. Casi quise detenerla, pero la sensación era tan increíble que era incapaz moverme.
Mis dedos pasaron a través de su pelo y a través de su cara y mandíbula. Ella cerró los ojos y aumentó la succión, poniéndome cada vez más cerca del borde. La combinación irreal de su boca en mi miembro y dedo presionándome era la sensación más intensa que había experimentado nunca. Ella aumentó la presión de sus dedos e hizo que mi orgasmo se estrellara a través de mí. “¡Mierda Bella! Oh mierda, mierda, mierda.” Ahora que podía decir su nombre, era tan difícil detenerme.
Ella mantuvo su boca contra mí y continuo succionando mientras que el orgasmo más fuerte de mi vida se apagaba. “¿Qué mierda fue eso?” Jadeé. Ella dejó que mi miembro se deslizara de su boca y me miro con una sonrisa satisfecha. Jesucristo, esta mujer nunca dejaba de sorprenderme. “Ven aquí.” Ordené.
Incorporándome, tiré de ella sobre mi regazo, envolviendo sus piernas alrededor de mis caderas. Nuestros pechos desnudos se comprimieron, y yo tome su cara en mis manos, mirando sus ojos. “Ése fue el mejor despertar que tuve jamás”. Ella se rió ligeramente, tomando su labio inferior entre sus dientes.

Tire su boca contra la mía, y la besé profundamente, disfrutando de cada pulgada de su piel desnuda. Mis manos acariciaron abajo de sus brazos y a través de sus pechos. Ella gimió y se arqueó contra mí, su cabeza bajo y se puso de lado. Besé y mordisqué arriba y abajo de su cuello, sintiendo que me endurecía otra vez. Sus caderas se movieron contra mí y ella me miro pícara.
“¿No dijiste algo sobre cerciorarte de que yo no pueda caminar mañana?” Levantó una ceja en desafío y yo gemí.
“Eres una chica muy traviesa,” Dije contra sus labios. Baje mi mano y coloqué mi miembro en su entrada y la levanté apenas. “Pero, tienes razón. Una promesa es una promesa. ”
Con un movimiento suave estaba otra vez dentro de ella, y ambos gemimos con la sensación. Su frente cayó a mi hombro y ella movió sus caderas hacia adelante llevándome más profundo dentro de ella.
Estaba caliente y húmeda y yo me sorprendí de nuevo de cuan perfectamente nos amoldábamos el uno al otro. Sus brazos se envolvieron alrededor de mis hombros y yo agarre sus caderas, guiándola arriba y abajo de mi miembro. Nunca había estado en esta posición antes; se sentía tan íntima y tan correcta para nosotros. Nosotros ciertamente no estábamos unidos emocionalmente, pero nunca había estado más cerca de cualquier otra persona físicamente que de ella.
Cerrando los ojos intenté concentrarme en cada sensación que me golpeaba. Sus pezones duros que rozaban contra mi pecho, su pelo que cosquilleaba mis hombros, el calor de ella envolviéndose alrededor de mí; todo parecía combinarse para hacer que el tiempo se detuviera. No sé cuánto tiempo permanecimos de este modo, oscilando el uno contra el otro, besándonos y tocándonos, pero el cuarto comenzó lentamente a aligerarse.

El placer crecía en olas hasta que estuvimos cerca del punto de no retorno. Ella se echo hacia atrás suavemente, cambiando el ángulo de mis empujes, y gimió en voz alta. “Edward, estoy muy cerca.” Su voz era baja y llena de necesidad, y dejé que mi mano se deslizara bajo su cuerpo hacia donde nos uníamos, y estimule su clítoris con mi pulgar.
La imagen delante de mí era impresionante. Su cabeza se sacudía en éxtasis, y su pelo era un lío enredado. Ella tenía manchas de maquillaje debajo de sus ojos y parecía muy cansada, pero saber que yo era la causa de todo eso la hizo ver más hermosa que nunca a mis ojos.
No podía creer que ésta era la misma mujer a la que le había dicho que la odiaba poco menos de un mes atrás. Sabía que teníamos mucho por hacer, pero en alguna parte a lo largo de este tiempo, las líneas se habían vuelto borrosas. Ahora sabía que no era exactamente a ella a quien odiaba, sino a las sensaciones que ella evocaba dentro de mí. Si pudiera aprender a controlarlas, quizá podríamos encontrar una manera de continuar esto. Tendríamos que guardarlo entre nosotros y por supuesto sería estrictamente físico, pero por primera vez, vi que podía ser posible.
Con cada giro de sus caderas, la presión comenzaba a construirse otra vez. La tome más fuerte, temiendo por un breve momento dejar contusiones, y aceleré mis empujes. Ella gimió y tembló sobre mí y en el momento en que pensé que no podía aguantar más, ella dijo mi nombre y la sentí comenzar un espasmo grande alrededor de mí. La intensidad de su orgasmo trajo el mío propio, y yo me derrame en ella por segunda vez esa noche.
Ella se derrumbó contra mí y nos acosté a ambos a la cama. Estábamos sudorosos y jadeantes y agotados completamente, pero no podía evitar la pequeña sonrisa que elevó las comisuras de mi boca.
La atraje hacia mí; ella se presionó contra mi pecho y envolví mis brazos alrededor de ella, enredando mis piernas con las suyas. Ella masculló algo que no pude entender, pero estaba dormida antes de que pudiera preguntarle acerca de eso.
La dinámica había cambiado esta noche, y se me paso por la cabeza la idea de que habría tiempo de sobra para hablar por la mañana mientras mis ojos se cerraban. Pero cuando la luz del sol de la madrugada comenzó a filtrarse por debajo de la cortina oscura, comprendí, con una sensación de inquietud, que ya era la mañana.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

IDOLA!!! DIOSA TOTAL!!! SEGUI SUBIENDO CAPITULOS QUE ESTO SE PONE CADA VEZ MEJOR....BESOSSSSS.

CarisWestenra dijo...

Pues si que ha sido intenso...O_O
¡Madre del amor hermoso! ¡quien necesita viagra!
Sí, claro haora lo llaman atraccion fisica...ya, ya...¡Vamos, ya puedes ir acabando con ella y los niños que si no...¬¬!
En fin, guapa, tu continua.

Heidi dijo...

Esto esta cada vez ma Sugerente!

Anónimo dijo...

Mrs Jones: necesito saber cómo continúa La Oficina....se puso de lo más exitante!!! Cómo dá la cara él a la mañana siguiente después de semejante noche. Please!!!!!!!!

paty dijo...

omg que reencuentro me encanta que por fin se esten dando cuenta que no pueden estar separados por mas que lo intenten espero que de aqui en adelante no haya mas separaciones :D

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