miércoles, marzo 17, 2010

La Oficina - Capítulo 9: Lecciones Aprendidas



Soy un boludo. No hay otra forma de explicarlo. Parado allí frente a Rosalie, las palabras simplemente salieron de mi boca. Es solo un error. Podía ver por el rabillo de mi ojo, como me miraba la Srta. Swan; y ver el dolor y el shock en su cara me hizo sentir como si me hubieran perforado el estómago. Podía imaginarme cómo se estaría sintiendo ella. Había compartido la más intensa y sorprendente experiencia  sexual de mi vida con esta mujer y ahora, yo acababa de referirme a ella como un error. Dios, hasta yo quería patearme en el culo.
“Error o no, esto tiene que parar ahora.” Las palabras de Rosalie me sacaron de mi ensimismamiento. “¿Qué hubiera pasado de haber sido Esme? ¡Edward, tu eres su jefe! ¿Te has olvidado de eso?” Sus palabras solo profundizaron la vergüenza que sentía por mi comportamiento. ¿Me estaba aprovechando de ella? Pensé de nuevo en nuestros encuentros, ahora numerosos, y me alivio un poco recordar que ella era una participante absolutamente voluntaria; pero ni eso aminoro mi culpabilidad. “Miren, ustedes dos son adultos, y no sé qué es lo que está sucediendo aquí. Pero hagan lo que hagan, nunca dejes que papá Carlisle lo descubra.”
Mi padre. Con todo lo que había ocurrido, nunca considere completamente las consecuencias si él nos descubría. No sólo yo estaría enterrado profundamente en mierda, la Srta. Swan estaría devastada. Había visto por mí mismo de primera mano la relación que mis padres tenían con ella, y esta clase de situación tenía el potencial para dañar eso más allá de lo reparable. Mis padres eran buena gente y yo sabía que nunca serían demasiado duros con ella, pero eso no cambiaba el hecho de que estarían profundamente decepcionados… con los dos.


Sentí como ella se tensaba a mi lado cuando Rosalie uso el apodo de mi papá. Sabía que ella tenía que estar teniendo el mismo debate interno que yo. Pero todavía no estaba listo para su respuesta cuando vino.
“Eso no será un problema,” dijo ella, dándome una mirada que realmente me hizo retroceder levemente. “Me prepongo aprender de mi error. Discúlpenme.” Antes de que pudiera siquiera pensar en una forma de pararla, ella se dio vuelta y bajo las escaleras.
“¿Estas demente, Edward?” Rosalie intentó susurrarme sin éxito. Me di vuelta rápidamente hacia ella cuando su puño chocó contra mi bíceps.
“¡Rose!” Grité, frotándome el brazo adolorido y mirándola con disgusto. “¿Qué te sucede?”
“¿Por cuánto tiempo ha estado sucediendo esto entre ustedes? Tengo la sensación, por alguna razón, de que esta no es la primera vez.”
No quería realmente hablar de esto, especialmente aquí. “Rose, yo te quiero mucho, pero esto no es de tu  incumbencia.” Ella abrió grandes los ojos y su boca cayó abierta.
“¿Que no me incumbe?” escupió ella airadamente. “Bueno, si querías mantenerlo solo entre ustedes dos, entonces no deberías haber estado revolcándote con ella en el cuarto de baño, con toda la familia esperándolos justo abajo.”
“No voy a discutir esto contigo,” dije con un aire de finalidad. “Y te pido por favor que lo mantengas entre nosotros. No quisiera que esto termine peor para todos los implicados.” Ella continuó mirándome con evidente disgusto, pero no respondió. Decidí que me había ausentado demasiado tiempo ya y me voltee para irme, pero me detuvo una mano en mi antebrazo.
“A veces realmente eres un bastardo. ¿Lo sabes, verdad?” Sin esperar una respuesta, ella paso a mi lado para volver con los demás al patio. Cuando alcanzó el primer escalón, se dio vuelta para mirarme. “Y por el amor de Dios, arréglate el pelo.”
Fruncí el ceño pero levanté automáticamente mi mano hacia mi pelo, peinándolo detrás con mis dedos al tiempo que descendía las escaleras detrás de ella.
Mientras caminábamos hacia el patio, me abrumo el impulso de estrangular a Mike. Él estaba sentado, con su cuerpo inclinado hacia ella, con expresión preocupada en su cara, preguntándole si estaba bien. ¿Lo estará? Antes de que siquiera tuviera tiempo de sentarme, ella dijo que no se sentía bien y se excuso por la noche. Estaba a punto de ofrecerme para acompañarla a la salida cuando Mike se paro y la condujo adentro. Vete a la mierda Newton. Él realmente me estaba facilitando odiarlo.
Usando la excusa de una llamada de teléfono importante, los seguí en silencio y esperé al lado de la puerta. Mi pecho se llenó de una rabia salvaje cuando los vi juntos, y el aire se escapo de mis pulmones cuando lo vi darle su teléfono. Ella escribió algo en él; iba a verlo otra vez, incluso después de lo que acabábamos de hacer. Maldije conteniendo la respiración cuando él se acerco y le besó la mano, acomodando un mechón de pelo detrás de su oreja. La misma oreja en la que yo acababa de susurrar y besar. Mike se quedo allí y la miró partir antes de volver hacia la casa. Nuestras miradas se cruzaron, y juro que vi un aire de desafío allí. Hasta aquí llegue. Tengo que hacer algo para arreglar esto.
Dormí para la mierda esa noche. Pase horas en mi enorme cama, mirando las luces de la ciudad fuera de mi ventana; repasando los recuerdos de esta tarde repetidamente en mi mente. El plan me había explotado en la cara, pero aun así no lamentaba las cosas que nos habíamos hecho el uno al otro.

Era incorrecto, y complicado y torcido y una completa cagada, pero aun así era algo totalmente asombroso. Sacudí la cabeza, pensando en que ‘asombroso’ no alcanzaba para describirlo. Mis bolas se apretaron y mi miembro se crispo con el mero recuerdo de cuando estuve con ella. Era el cielo y el infierno todo junto, y la cosa más intensa que había experimentado nunca. No importaba lo mucho que  lo pensara, estaba absolutamente perdido y sin saber cómo resolver un problema, por primera vez en mi vida.
La luz del sol comenzó a impregnar la ciudad afuera, reflejando en los edificios de cromo y vidrio. Me levante renuente y me dirigí a la ducha; si me apresuraba podría salir a correr antes de encontrarme con Tasha para firmar el papeleo de la donación. Nunca trabajaba los domingos, pero cuando ella llamó a última hora ayer por la noche y me explicó la situación con su recorrido, había aceptado verla. En realidad, lo único que quería hacer era subirme al auto y alejarme lo mas que pudiera de mis problemas, pero como de costumbre, el trabajo venia primero. El resto tendría que esperar.
A las 10:30, me encontré con Tasha fuera de un pequeño Bistró en el centro de la ciudad e intercambiamos cumplidos. Mi familia había conocido a su familia por años, y ella manejaba una de las entidades de caridad más influyente para niños autistas del país. Ella era hermosa e inteligente, y aunque éramos grandes amigos, nunca estuvimos interesados el uno en el otro románticamente. Sostuve la puerta abierta para ella, y la dirigí a nuestra mesa, asegurándome de sacar su silla. Mi madre me educó para ser un caballero, al margen del poco caso que yo le estaba haciendo a mis costumbres últimamente.
Habíamos estado bromeando sobre un mutuo conocido nuestro cuando sentí repentinamente que me observaban. Levante la vista, y mi estómago se cayó cuando encontré los ojos de la Srta. Swan. Ella miro hacia otro lado rápidamente, desconcertada por que la pesque mirándome fijamente, y le dijo algo a su amiga. Cuando el teléfono de la otra muchacha sonó, ella se excusó y se dirigió a la parte posterior del restaurante. Antes de siquiera tener un plan, le dije a Tasha que regresaba en un momento. Ella asintió con una pequeña risa y un guiño, y yo me pare para seguir a la Srta. Swan a través del restaurante. Dios, ella se veía sexy. Vestida para el fin de semana, con pantalones negros apretados de gimnasia y un top blanco deportivo. Su pelo estaba atado en una cola de caballo, y mientras ella caminaba delante de mí no pude evitar mirar asu culo perfecto, recordando la vez última que lo había visto desnudo.
Tome su brazo, y la forcé a mirarme. Sabía que ella pelearía; entre nosotros nada era nunca fácil. Nuestras emociones estaban siempre en una batalla constante, no permitiendo que coexistiéramos pacíficamente. Esa era la forma en que nos relacionábamos.
“¿Qué mierda quiere?” Ella me miro absolutamente lívida, y quien podría culparla. Mi comportamiento había sido tan… injusto y despreciable. Haciendo y diciendo algo en un momento, y actuando exactamente de forma opuesta al siguiente. Tenía que arreglar esto.
 “Solo quiero hablar con usted sobre lo de anoche,”; Dije, y mis dedos corrieron nerviosos a través de mi pelo. Si me veía tan nervioso como me sentía, estaba en apuros. Conocía la mirada que ella me daba ahora; ella estaba pensando en arrancarme el corazón del pecho y hacérmelo comer.
 “¿Qué es lo que hay que explicar?”; usted obviamente ya se sobrepuso,” dijo ella, señalando con su cabeza hacia mi mesa. “Eso fue rápido, incluso para usted.” ¿De qué estaba hablando ella? Entonces lo comprendí: Tasha. ¿Ella pensaba que yo estaba en una cita? La miré por un breve momento, asombrado. ¿Habría posibilidad de que ella sintiera esta obsesión insana y enfermiza también? Quise preguntarle que porqué le importaba, pero necesitábamos privacidad. Notando una puerta cerca, tiré de ella adentro y la trabé detrás de mí. Solo entonces me di cuenta donde estábamos. Oh, mierda… otro cuarto de baño.
Antes de que pudiera responder, ella comenzó a enojarse y gritarme; ella pensaba que yo me cogía a otras mujeres. No podía creer lo que oía. Intenté explicarle sobre Tasha, que éramos solo viejos amigos y que todo era absolutamente inocente. Cuando revoleo los ojos me di cuenta que ella no me creía. Me crispe con el pensamiento de lo que iba a tener que decirle. ¿Por qué me tenía que justificar frente a esta mujer, que obviamente estaba por hacerme lo mismo, pero de verdad? ¿Ella sería realmente tan hipócrita? No obstante me sentía obligado a explicarle. “No he estado con ninguna otra persona desde las ven-,” me detuve. No había manera que yo pudiera siquiera pronunciar esas palabras. “Desde la primera vez que nosotros… usted sabe…”
“¿Realmente espera que yo crea eso? ¡Todas esas mujeres lanzándose encima suyo ¿y usted no se tiro a ninguna?! ¡Aww!, me enternece,” Dijo ella con evidente desprecio.
“No es tan difícil de creer,” le gruñí. Esto era jodidamente in-cre-i-ble. ¿Qué diablos había hecho yo para justificar que desconfiara de mí? Puedo admitir que a veces me comporto como un reverendo pelotudo, pero nunca le di ninguna razón para dudar de mi palabra. Ella actuaba como si estuviera celosa… Tuve que detenerme y dejar que ese pensamiento se asentara en mi cabeza por un momento. Ella se comportaba de forma casi tan enfermiza como yo.
Entonces se dio vuelta para irse, pero se detuvo a mirarme sobre el hombro. “Oh es cierto, porque usted es hombre de una sola mujer, ¿no es así? Deme una sola razón por la que yo deba creerle. No puede, no que eso me importe…Y ¿sabe qué?, eso ni siquiera es importante. Ya que fue solo un error, ¿cierto?”

Una sensación repugnante se instalo en mi estómago. Sabía que esas palabras habían sido hirientes, pero no había entendido exactamente cuan gravemente la habían lastimado. No podía dejarla ir.
“Mire, eso es sobre lo que quería hablar con usted.” le dije y caminé más cerca de ella. Aunque me hubiera sentido de ese modo, hasta yo sabía que no debía haber dicho eso. Ella seguía intentando irse y yo estaba aterrado, balbucee la primera cosa que me vino a la mente. “¿Usted piensa ver a Mike otra vez?” Pero antes de que pudiera retirar lo dicho, noté que su mano se congelaba en el picaporte.
“¿Y a usted que le importa?” pregunto ella quedamente. Parecía estar luchando con la idea de irse, y como de costumbre yo no sabía lo que quería que ella hiciera. Nunca era buena idea para nosotros quedarnos solos de este modo. Menos de dos minutos habían transcurrido desde que comenzamos a hablar, y mi pito traidor ya respondía a su presencia. Sin pensarlo, caminé hacia ella, presionándola hacia atrás con mi cuerpo.
“Pensé que anoche habíamos dejado en claro eso,” dije. Su piel comenzó a erizarse y mi cuerpo parecía eliminar el funcionamiento de mi cerebro. Corrí el fino bretel en su hombro y arrastre mis labios suavemente contra su piel, perdiéndome en su delicado aroma.
“Sí, muchas cosas quedaron claras anoche.” contestó ella suavemente.
“No lo dije en serio,” murmuré contra su piel.
“Eso no significa que no sea verdad.” Su cabeza se inclinó levemente, permitiéndome probar su cuello.
“No debería haberlo dicho.” Moví su pelo para poder besar a lo largo de sus hombros, y oí como se le corto la respiración. Su cuerpo respondía de forma tan insana como lo hacia el mío al de ella.
“Dese vuelta,” susurre contra su pelo, esperando su respuesta. Tenía que ser su decisión. Mi mente deseaba que ella me detuviera, que me diera vuelta la cara de un cachetazo y se fuera. Pero mi cuerpo tenía otras ideas. Mi cuerpo egoísta quería besarla y tocarla; hacerla mía. Observe su mano en silencio, esperando que se fuera, todo el tiempo rogando silenciosamente que ella lo hiciera. Cuando su mano cayó a un lado de su cuerpo, mis ojos se cerraron en derrota. Ella no era lo bastante fuerte, tampoco.
Dándose vuelta lentamente, ella me miro a los ojos; los suyos reflejaban la misma derrota que yo sentía. La atraje hacia mí, y mi mano subió a su pelo. Intenté parar; intente convencerme de que debía irme, no pude. Nos besamos, manos que acariciaban, dientes que mordisqueaban, cuerpos juntándose.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  
Necesité más y la levante hacia arriba, conectando donde más lo deseábamos. Nuestros gemidos se mezclaron y nuestras bocas buscaron más, mis manos se deslizaron en sus pantalones, levantándola más y presionándola detrás contra la pared. Podía sentir la suavidad de la seda y del encaje cubriendo su culo, con la forma de un corazón recortado sobre la tela. Gemí. “Mierda. ¿Qué es lo que tiene puesto?” Susurré en su cuello. La levanté un poco más, y ella respondió envolviendo sus piernas alrededor de mi cintura.
Pase mis labios a través de su pecho mientras que bajaba su top, acababa de colocar un perfecto pezón en mi boca cuando oí el sonido de un teléfono sonando cerca. Por supuesto. La baje sobre sus pies, ella acomodo su ropa y busco el teléfono dentro de su bolso en el piso. Pase mis manos a través de mi pelo otra vez, para evitar tomar ese teléfono y meterlo bajo el chorro de agua en la bacha del tocador.
Debe haber sido su amiga de la mesa. De modo que esa era Alice; la que estaba comprometida con el que había contado lo de mi simpático apodo. Maldije silenciosamente mientras ella cortaba. Acababa de poner el teléfono en su cartera cuando sonó otra vez.
 “¡Dios, Alice! ¡Dije que estaré allí en un minuto!” gritó, pero sus ojos cayeron repentinamente y varias expresiones pasaron por su cara. Ira, vergüenza, enojo y entonces… ¿curiosidad? Miro para arriba hacia mí, y nuestros ojos se trabaron, la tensión en el cuarto se edifico otra vez. Podía oír vagamente la voz de un hombre en el otro extremo de la línea y sentí que el cavernícola dentro de mí comenzaba a despertarse. ¿Quién diablos la llamaba?
Sus ojos se achicaron repentinamente, y una pequeña voz en mi interior me dijo que debería estar nervioso. “Bueno, gracias por dejármelo saber. Sí. Sí. Correcto. Sí, te llamaré cuando me decida. Gracias por llamar, Mike.” ¿Mike? Era el jodido Newton.
Ella terminó la llamada y puso lentamente el teléfono dentro de su cartera. Mirando hacia abajo, ella sacudió su cabeza lentamente, una pequeña risa se escapo de sus labios. La pequeña voz dentro de mí se volvía más ruidosa. Me miro, y una sonrisa pequeña y traviesa se poso en su boca. “¿Hay alguna cosa  que usted quiera contarme?” pregunto ella dulcemente, y por alguna razón me puse aún más ansioso. Exprimí mi cerebro, pero no podía pensar en nada. ¿De qué hablaba ella?
“Vera,” dijo a continuación sacudiendo la cabeza. “Esa fue una llamada muy extraña. Parece que cuando Mike comprobó su email esta mañana, él tenía la confirmación de la entrega de mis flores. Usted nunca adivinará lo que decía.”
Ella dio un paso hacia mí, y yo me moví hacia atrás instintivamente. No me gustaba hacia donde se dirigía esto. “Resulta que alguien firmó por las flores.” Oh, mierda. “La firma en el recibo decía Edward Cullen.” Caraajoooo. ¿Por qué firmé con mi nombre? Intenté pensar en una respuesta pero mi mente estaba repentinamente en blanco. Obviamente, mi silencio le dijo a ella todo lo que necesitaba saber.
“¡Usted, grandísimo hijo de puta! ¡Usted firmó por ellas y… ¿después me mintió?!” gritó ella, golpeando sus manos violentamente contra mi pecho, y tuve un instinto repentino de proteger mis bolas. “¿Porqué hizo eso?” Mi espalda ahora estaba contra la pared y yo buscaba una salida alternativa. ¿Por qué no había pensado mejor este plan?
“¡Contésteme, maldito!”
Necesitaba una respuesta y la necesitaba rápido. Pase mis manos a través de mi pelo por centésima vez en los últimos cinco minutos, decidiendo que probablemente era mejor confesar la verdad.
“¡No lo sé, ¿Está bien?!” Grité en respuesta. “Yo solo… ¡mierda!” restregué mi cara, y comencé a caminar por el cuarto. Mirando para arriba, noté que ella había sacado su teléfono y parecía estar mandando un mensaje de texto a alguien. “¿Qué está haciendo?” Pregunte.
“No que sea nada de su incumbencia, pero estoy diciéndole a Alice que se vaya sin mí. No me iré de aquí hasta que usted me diga la verdad.” Ella me echo una mirada enojada y pude sentir como la ira salía en ondas de su cuerpo. Considere brevemente decirle a Tasha lo que sucedía, pero conociéndola, ella lo habría imaginado a esta altura.
“¿Y bien? Estoy esperando, Cullen.” Encontré su mirada y dejé escapar un profundo suspiro. No había forma de explicarme sin sonar como si hubiera perdido la cordura.
“Okay, yo firmé por ellas,” contesté exasperado. Ella me miraba fijamente, su mandíbula estaba apretada y sus puños cerrados tan firmemente que sus nudillos estaban blancos.
“¿Y…?” dijo ella, y sus ojos nunca dejaron los míos.
“Y… yo tire las flores a la basura.” Mientras que me enderezaba para hacerle frente, comprendí que me merecía cada pedacito de su cólera. Era injusto; No le ofrecía nada, y encima me ponía en medio de alguien que posiblemente podría ofrecerle todo. No era justo y no era correcto, pero sabía que no podía evitarlo. Era como un adicto. El estar con ella sexualmente era como la droga más intensa que había experimentado nunca. Cuando estábamos separados, repetía cada uno de nuestros encuentros en mi cabeza una y otra vez, odiándolos y queriendo hacerlo todo otra vez, al mismo tiempo.
“Usted es jodidamente increíble,” dijo ella apretando fuertemente los dientes. Sabía que ella estaba haciendo todo lo que podía para evitar lanzarse a través del cuarto y darme una tunda. “¿Por qué? ¿Por qué hizo eso?”
Aquí estaba la parte a la que yo no quería llegar. “Porque…” Mordí mi labio y me rasque la nuca, todavía intentando imaginar la mejor manera de contestar a esto. Odiaba haberme puesto a mi mismo en esta situación de mierda. Dejando salir un largo suspiro, acabe por confesarlo todo. “Porque yo no quiero que usted salga con Mike, ¡¿Está bien?!”
“¿Y quién diablos se piensa usted qué es? Solo porque hemos tenido sexo no significa que usted puede tomar decisiones en mi vida. No somos una pareja, nosotros no estamos saliendo. ¡Demonios, nosotros ni siquiera nos caemos bien!” gritó ella.
“¡¿Usted piensa que yo no sé eso?! No tiene ningún sentido. Pero cuando vi esas flores… ¡vamos, encima eran unas jodidas rosas por el amor de Dios!” Grité sin pensar, y ella me miro como si estuviera lista para llamar a un neuro-psiquiatrico y confinarme en alguna parte.
“¿Está usted tomando alguna clase de medicación? ¿Qué diablos tiene que ver el hecho de que fueran rosas con que usted las haya tirado?” Probablemente todo el restaurante podría oírnos. Gracias a Dios que era domingo y el lugar estaba prácticamente vacío.
“¡Mierda! ¡No sé! Las vi y solo reaccione. No me detuve a meditarlo. La sola idea de que él la tocara como…” Mis puños se apretaron y mi voz bajo a un murmullo apagado mientras que intentaba recuperar la calma. Me enojaba más a cada segundo; conmigo, por ser débil y dejar que mis emociones se me fueran de las manos, y con ella, por tener este jodido e inexplicable dominio de mierda sobre mí.
“Mire, no estoy diciendo que concuerdo con usted, pero entiendo lo que usted hizo… hasta un punto.” Mis ojos volaron a ella en shock. “Estaría mintiendo si dijera que yo no he tenido sensaciones… posesivas, similares a las suyas,” dijo ella renuente. No podía creer lo que oía. ¿Ella realmente acababa de admitir que siente esto, también? “Pero eso no cambia el hecho de que usted me mintió. Usted me mintió mirándome a la cara. Puede ser que yo piense que usted es un imbécil arrogante la mayor parte del tiempo, pero tambien ha sido siempre alguien que yo confiaba seria honesto conmigo.” Retrocedí mientras que sus palabras me golpearon. Ella tenía razón.
“Lo siento.” Mis palabras colgaron en el aire, y no estaba seguro de quién se sorprendió más; ella o yo. Nos quedamos frente a frente, nuestras miradas nunca dudaron, ninguno de nosotros sabía qué decir.
“Pruébelo.” Dijo ella mirándome tranquilamente, sin una pizca de emoción visible en sus rasgos.
¿Qué quería decir con eso? Entonces, me golpeó la comprensión de sus palabras. Pruébelo. No podíamos comunicarnos con palabras, porque las palabras nos llevaban solamente a discutir. ¿Esto? Esto es lo que somos, y si ella me daba esta única oportunidad de compensar lo que había hecho, yo tenía que tomarla. La odié tanto en ese momento. Odié que ella tuviera razón y que yo estuviera equivocado, y odié que ella me forzara a tomar una decisión. Sobre todo odié cuánto la deseaba.
Cerré la distancia entre nosotros, envolviendo mi mano alrededor de su nuca. La atraje hacia mí rudamente, buscando su mirada mientras que dibujaba su boca con la mía. Había un desafío tácito allí. Ninguno de nosotros retrocedería o admitiría que esto… lo que sea que esto fuera… estaba más allá de nuestro control.
El momento en que nuestros labios se tocaron, un zumbido familiar asumió el control de mi cuerpo. Las manos de ella permanecían a sus lados, permitiéndome controlar el beso; cuando mi lengua encontró la suya, ella gimió en mi boca.
Mis manos se engancharon profundamente en su pelo, forzándola a doblegarse a mi beso. Esto podía ser para ella, pero era jodidamente seguro que yo tendría el control. Presionando mi cuerpo contra el suyo, gemí ante la perfecta simetría con que sus curvas se ajustaban contra mí. Quería terminar con esta maldita necesidad que tenia de ella, tomarla hasta estar satisfecho y seguir con mi vida; pero cada vez que estaba con ella, era mejor que lo que recordaba.
Cayendo de rodillas, agarré sus caderas y la acerque más a mí, mis labios se movían a través de la cintura de sus pantalones. Levantando su top para arriba, besé cada centímetro de piel visible, disfrutando de cómo se tensaban sus músculos mientras que la exploraba. Enganche mis dedos en la cintura de sus pantalones y mire hacia arriba. Ella tenía los ojos cerrados y mordía su labio inferior. Sentí la contracción nerviosa de mi miembro con el solo pensamiento de lo que estaba a punto de hacer.
Tiré de sus pantalones bajándolos por sus muslos; la piel de gallina se expandía por su cuerpo mientras que mis dedos acariciaban hacia abajo de sus piernas. Dándola vuelta levemente, tuve finalmente la ocasión de ver la bombacha que me había estado imaginando. Satén rosado; un pequeño corazón de encaje dejaba entrever su culo. El encaje rosado del corazón cubría bastante, pero también dejaba suficiente piel visible para enviar una oleada directamente hacia mi erección. Las manos de ella fueron hacia mi pelo y tiraron fuerte de él. Yo amaba cuando ella hacia eso. Mordí mi labio y gemí levantando la vista para mirarla. Mis dedos acariciaron el borde del delicado satén, deteniéndose en las finas tiritas sobre sus caderas. “Éstas son casi demasiado lindas para arruinarlas,” dije, envolviendo una tira alrededor de cada mano. “Casi.” Con un tirón rápido se rompieron fácilmente; permitiéndome retirar el material rosado entre sus piernas lentamente y lo guarde en mi bolsillo.
Me embargo entonces una sensación de urgencia. Liberé rápidamente una de sus piernas y la coloqué sobre mi hombro. Cuando mis labios encontraron su sensible piel, sus dedos agarraron mi pelo firmemente y sus caderas se movieron contra mi boca. Comprendí que ella estaba tan indefensa como yo contra esto, y la intensidad de ese descubrimiento me abrumó completamente. Ella se sentía caliente y húmeda contra mis labios y yo saboree cada momento, su sabor y sus sonidos, mientras mi lengua provocaba su piel cálida. Quise memorizar cada gemido y cada súplica que escapaba de su boca sabiendo que yo era quien las provocaba. La sensación era tan fuerte que gemí contra ella, haciéndola gritar y retorcer su cuerpo más cerca de mí. “Oh Dios, Cullen,” susurró con la respiración agitada mientras que sus manos se movieron sobre su cabeza para apoyarse contra la puerta. Introduje mis dedos dentro de ella, y casi inmediatamente ella se contrajo alrededor de mí, mientras su clímax la tomaba por completo.
Me alejo levemente y acomodo rápido su ropa; mirándome mientras yo seguía allí arrodillado. La realidad se hizo presente con los sonidos de la gente que cenaba al otro lado de la puerta combinados con el sonido de nuestra respiración agitada. “No está perdonado,” dijo ella y tomó su cartera del piso, saliendo del cuarto sin otra palabra.
Me levante lentamente y miré la puerta cerrándose detrás de ella, intentando asimilar lo que acababa de suceder. Debería estar furioso. Debería correr hacia afuera detrás de ella y obligarla a terminar lo que ella comenzó. Pero una sonrisa elevo la esquina de mi boca y casi me reí de lo absurdo de mis pensamientos. Maldita, ella lo hizo otra vez. Una vez más ella demostró ser mi igual ganándome en mi propio juego. Un solo pensamiento se instalo en mi mente: Game on, Swan.
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Mi noche había sido un infierno. Apenas había dormido o comido, y sufrí una erección casi constante desde que salí del restaurante ayer. Sabía que estaba en el horno cuando me dirigí al trabajo. Ella iba a hacer todo lo que pudiera para torturarme y castigarme por mentirle; lo mas enfermizo era que yo… estaba deseoso de que lo hiciera. Ella era una perra, pero de algún modo eso me hacia desearla más.
Me sorprendió encontrar la oficina vacía cuando llegue. Extraño, creí que ella nunca llegaba tarde. Continué mi camino hacia mi oficina y comencé a preparar las cosas del día. Quince minutos más tarde, el ruido de la puerta externa de la oficina estrellándose me distrajo de una llamada telefónica. Bueno, ella ciertamente no me decepcionaría; Podía oír los cajones y los archivos que se cerraban de golpe un poco más fuerte de lo necesario, y supe que este sería un día interesante.
A las 10:15 mi intercomunicador me interrumpió. “Sr. Cullen.” Su voz fresca llenó el cuarto silencioso y a pesar de la molestia obvia en su tono, me encontré sonriendo tontamente mientras que presionaba el botón para responder.
“¿Sí, Srta. Swan?” Contesté sarcásticamente.
“Tenemos que estar en la sala de conferencias en quince minutos. Luego usted tiene un almuerzo con el presidente de las industrias Kelly a las 12:30,” indicó ella, con tono enteramente profesional.
“¿Usted no me acompañara allí?” Pregunte confundido; esto era algo extremadamente raro. Una parte de mí se preguntaba si ella trataba de evitar estar a solas conmigo otra vez. No estaba seguro de cómo me sentía sobre eso.
“No, señor. Gerentes solamente,” contestó ella indiferente, y oí sus papeles crujiendo a medida que ella continuaba hablando. “Además, tengo que terminar de hacer los arreglos para Seattle de todos modos.”
Bien, eso tiene sentido… supongo. “Bueno, estaré allí en un momento,” repliqué y dejé que mi dedo se deslizara del botón, me pare y ajuste mi corbata y abotone mi chaqueta.
Cuando salí de mi oficina, mis ojos se posaron en ella inmediatamente. Cualquier duda que puede haber tenido sobre que ella me haría sufrir desapareció. Allí estaba ella, inclinándose sobre su escritorio en un hermoso vestido blanco, dorado y marrón con algo de cobre que mostraba sus piernas largas y torneadas perfectamente. Su pelo estaba recogido acentuando su hermoso cuello y cuando se dio vuelta para mirarme, vi que ella estaba usando sus lentes. ¿Cómo iba a poder hablar coherentemente con ella sentada a mi lado?
Con su cuaderno, Blackberry y pluma en mano, ella se paro y echó un vistazo hacia mí. “¿Esta listo, Sr. Cullen?” dijo en tono casual mientras se daba vuelta y comenzaba a caminar por el pasillo hacia los ascensores. Parecía haber una cadencia más pronunciada en sus caderas hoy, como si ella intentara tentarme, hacerme caer. Esto era algo que me proponía preguntarle después de la reunión.
Dentro del ascensor, nuestros cuerpos se presionaron accidentalmente y tuve que sofocar un gemido. Puede haber sido mi imaginación pero me pareció ver un asomo de sonrisa cuando ella se apoyo por “accidente” contra mi miembro semi-erecto. Esta mujer era malvada y confusa, y nunca dejaba de sorprenderme.
Por las siguientes dos horas, estuve en mi propio infierno personal. Cada vez que la miraba ella hacía algo para ponerme de rodillas; me miraba a hurtadillas, se lamia el labio inferior, cruzaba y descruzaba las piernas o distraídamente enroscaba un mechón de pelo alrededor de su dedo. En un punto, ella dejo caer su pluma y de forma casual coloco su mano en mi muslo mientras se agachaba para recogerlo de debajo de la mesa.
Me incline cerca de su  oído y le susurré, “¿Qué cree usted que está haciendo exactamente, Srta. Swan?” No encontró mi mirada y se mostro ocupada mirando los documentos delante de ella.
“Temo que no sé de que está hablando, Sr. Cullen,” contestó ella reservada.
“Oh, creo que usted lo sabe, pequeña tentadora. ¿Vamos a hablar de esto?”
“Creo…,” dijo ella, finalmente encontrando mis ojos y rápidamente alejando la mirada. “… que ya hemos discutido suficiente la materia. Se lo dije ayer, usted no está perdonado.”
Mire alrededor para cerciorarme de que los otros todavía estaban concentrados en las diapositivas, y me incline más cerca para susurrarle, “bueno, dicho esto, me gustaría que me de otra oportunidad de probarle cuan arrepentido estoy.” Ella puede haber parecido tranquila en el exterior, pero yo la conocía lo suficiente para ver más allá de eso.
“Sr. Cullen, estoy absolutamente segura de que sus días de probarme cualquier cosa han terminado.”
“Yo no estaría tan seguro sobre eso, Srta. Swan,” dije antes de sentarme cómodamente en mi silla. ¿Qué hacía? ¿Estaba loco? Ésta era la mujer menos correcta para retar, hasta yo sabía eso.
Como correctamente establecían las leyes de Murphy, la reunión duró más de lo esperado y mi padre, mi hermano y yo tuvimos que irnos inmediatamente hacia el almuerzo que seguía en agenda. Asentí y hablé en los momentos apropiados, pero nunca estuve realmente allí. Estaba más atento a que terminara esta reunión para poder volver a la oficina y descubrir qué juego jugaba ella.
Volvimos para encontrar a la Srta. Swan al teléfono, hablando casi inaudiblemente. “Bueno, te dejo ir papá. Tengo algunas cosas que atender y te dejaré saber tan pronto como pueda sobre mi visita. Tienes que dormir un poco más, ¿de acuerdo?” dijo ella suavemente. Después de una breve pausa ella se rió entre dientes ligeramente, pero luego no dijo nada más por un largo momento. Ni yo ni los dos hombres a mi lado nos atrevimos a interrumpirla. “Yo también te amo, papi.”
Mi estómago se apretó cuando oí el tono cariñoso de su voz con esas palabras. Cuando ella se dio vuelta en su silla, sus ojos se abrieron de par en par viéndonos a nosotros parados detrás de ella y comenzó a recolectar el papeleo en su escritorio. Ella me miro con resentimiento antes de dirigir una mirada cariñosa a mi familia.
 “¿Cómo fue la reunión, Carlisle? ¿Emmett?” dijo ella dulcemente, como si yo no estuviera en el cuarto. Rodé los ojos ante su comportamiento infantil.
“Bien, Bella,” indico mi padre, sonriéndole complacido. “Todo fue perfecto, como siempre. Tú y Ángela hacen realmente un trabajo magnífico ocupándose de todo. No sé lo que harían mis hijos sin ustedes dos.” Su ceja se levantó levemente y ella aclaró su garganta para hablar.
Bueno señor, eso es algo de lo que realmente necesito hablar con su hijo. Él va a descubrirlo pronto; Voy a necesitar tomarme algún tiempo libre para ir a casa por unos días.” Me sorprendió la breve sensación de pánico que sentí ante esas palabras. Ella nunca pedía vacaciones, e incluso raramente se había reportado enferma, así que su repentina petición me tomó desprevenido.
“¿Cuando?” Pregunte, intentando parecer casual.
Mi padre caminó adelante antes de que ella pudiera responder y puso una mano en su hombro. “Creo que es una excelente idea. Tú no has ido a tu casa por un largo tiempo; esto será bueno para ti.”
“Pero,” intenté interrumpir pero mi padre sacudió la cabeza.
“No hay nada que tu no puedas manejar con la ayuda de una secretaria temporal, Edward,” dijo él severamente. Sentí como se apretaba mi mandíbula.
“Podemos discutir esto mas tarde. Ahora, los tres deben tomar una conferencia telefónica en la oficina del Sr. Cullen,” dijo ella sonriéndoles con gusto a ellos y evitando mi mirada por completo.
Asentí con la cabeza, pero en mi interior estaba que trinaba. No había duda en mi mente que mientras que su deseo de ver a su padre era genuino, esto también era una forma de poner cierta distancia entre nosotros. Quizá esto fuera algo bueno; quitar la tentación para evitar caer víctima de ella. “Por supuesto. Disfrute de sus vacaciones, Srta. Swan.” Y con eso caminé dentro de mi oficina y cerré de golpe la puerta.
En el instante en que lo hice, me arrepentí. Genial, mi padre me iba a patear el culo por comportarme así otra vez. Me acomodaba en mi escritorio, cuando oí que mi papá y Emmett entraban. No dijeron nada mientras se ponían cómodos, y yo evité mirarlos mientras que acomodaba unos papeles en mi escritorio.
“Edward.” Suspiré por el tono severo de mi padre y baje mi pluma antes de encontrar sus ojos. Él se sentaba en el sofá de cuero, con un gesto de decepción en la cara. “Edward, ¿realmente necesitamos volver a hablar de esto?” me pregunto reservado.
“No pierdas tu tiempo, papá,” Chillo Emmett desde el otro lado del cuarto. Él estaba cerca del ventanal, inclinado hacia adelante mirando el tráfico de abajo. “Ya tuve esta conversación con él. No hará ninguna diferencia.” Fruncí el ceño mientras lo miraba fijamente. Judas.
“No entiendo porqué ustedes dos no pueden ser agradables el uno con el otro. Ambos son personas inteligentes, maravillosas y con determinación, que obviamente trabajan muy bien juntas. Nunca te he oído hacer una observación negativa sobre su desempeño.” Me pareció oír una risita viniendo de Emmett pero mi atención se volvió rápidamente a mi padre. “Supongo que no estoy pudiendo ver el inconveniente aquí. Hijo, casi ha pasado un año. ¿Porqué no pueden manejarlo como dos adultos normales?” pregunto él llanamente.
Antes de que pudiera siquiera contemplar una respuesta, Emmett se dio vuelta para hacerme frente. “Te diré lo mismo que le dije a él, son demasiado parecidos. Ambos son demasiado obstinados para retroceder y demasiado tercos para admitir cuando han juzgado mal a alguien,” dijo él con aire satisfecho.
“Estoy de acuerdo con tu hermano, Edward. He visto la manera en que ustedes dos trabajan juntos; ustedes hacen un equipo asombroso. Lo único que necesitan es dejar que eso se pase al nivel personal.” Su cara se dio vuelta, repentinamente serio. “Ustedes tienen el taller de IABC en Seattle dentro de dos semanas, ¿estoy en lo correcto?” Asentí tieso, no me gustaba hacia donde se dirigía esto.
“Por tres días, tu y Bella estarán juntos sin el trajín de la oficina, y no habrá nadie allí para intervenir. Espero que te comportes como te criamos y que la trates con extremo respeto. Y antes de que te pongas a la defensiva,” agregó, levantando sus manos para frenar mi negativa. “Ya hable con Bella sobre esto.” Mis ojos se ensancharon y volaron a su cara. ¿Él había hablado con la Srta. Swan sobre nuestra relación personal?
“Sí, soy consciente que no eres solo tu; y ella me ha asegurado que recibe tanto como da contigo. ¿Por qué piensas que la sugerí como tu ayudante en primer lugar? No había duda en mi mente de que ella podría ponerse a la par contigo. ¿Cuántas asistentes despediste el año antes de venir a Chicago, Edward?” Pregunto él con una sonrisa boba en su cara.
Incluso Emmett no intentó ocultar su risita esta vez. Era verdad que mientras que trabajaba para LVMH, había pasado por dos asistentes durante mi último año, pero se debía a mis altas expectativas. No era nada como mi situación actual con la Srta. Swan.
Fruncí el ceño levemente mientras que la comprensión me golpeó: ella, esencialmente, me había defendido. Ella habría podido fácilmente decir que yo la trataba injustamente, pero por el contrario, ella le había dicho a mi padre que la responsabilidad era compartida y que podría manejarlo. Decir que yo estaba en shock era minimizar mi estado.
“Papá, admito que la Srta. Swan y yo tenemos una relación poco convencional,” comencé, rogando que nadie notara cuanta verdad había detrás de mis palabras, realmente. “Pero te aseguro que eso no interfiere de ninguna manera con nuestra capacidad de manejar el trabajo. Tú no tienes nada de qué preocuparte.” Esto pareció aplacar a mi padre, y el tema se movió hacia a otras cosas mientras que aguardábamos nuestra llamada.
“Entonces,” Comenzó mi hermano. “¿Han oído hablar del pequeño juego de póker que algunos de los internos tuvieron en la sala de correo anoche? Me dijeron que fue todo un acontecimiento.” Él sacudió la cabeza mientras se desternillaba de la risa.
“Son un puñado de personajes,” mi padre indico chistoso. “Emmett, cómo haces para saber todas estas cosas?” Me intrigaba.
“Oh, yo sé casi todo lo que sucede por aquí,” comentó él. Puede ser que haya sido mi conciencia culpable, pero juro que él me miro más tiempo del necesario. “Tengo que decirte que algunos de esos tipos realmente me asustan.” Su risa era contagiosa; No habría podido estar más de acuerdo. Nuestra conversación llego a su fin cuando el intercomunicador zumbo, informándonos que nuestra llamada estaba lista para comenzar.
El resto del día fue ajetreado, pero sin nada especial que destacar. Cuanto más lo pensaba, más me parecía que las inminentes vacaciones de la Srta. Swan serian una buena idea. Gastaba ya demasiadas horas y energía pensando en esta situación. No recordaba casi nada de la reunión de esa mañana, y yo sabía mejor que nadie, que no era una manera muy buena de hacer negocios. La magnitud de esta distracción estaba fuera de carácter para mí, y eso me asustaba un poco. Sería mejor que le pusiéramos coto a esta situación antes de pasar tres días juntos, con tan solo una fina pared de hotel separándonos. A pesar de mis mejores esfuerzos, ese simple pensamiento era bastante para hacer que mi miembro se endureciera levemente. Sabía que tenía todos los números puestos para pasar otra larga noche.
Los próximos días fueron extremadamente ocupados. No tuve más que algunos momentos a solas con ella, lo que extrañamente parecía agregar más a la tensión sexual que pulsaba constantemente entre nosotros. Las pequeñas cosas, como su mano rosando la mía cuando ella me pasaba algo durante una reunión, una mirada a través de la mesa mientras que nos sentamos en un almuerzo de trabajo, o aún el sonido de su voz en mi buzón de voz, parecían alimentar mi libido aún más.
Cuando amaneció la mañana del jueves, yo sabía que necesitamos tener una conversación. Estaría alejado de la oficina todo el viernes, y era hoy el único día que pasaríamos juntos antes de que ella partiera por toda la semana siguiente. Ella había estado en un curso con las otras asistentes ejecutivas toda la mañana, y sentí como me iba poniendo ansioso pensando en lo que le diría. Sabía que quería cogérmela otra vez; no había absolutamente ninguna duda sobre eso. A pesar de mis pensamientos inapropiados, mi conciencia, mi necesidad y mi propio instinto de conservación, me habían estado plagando toda la semana.
Ella tenía razón en poner distancia entre nosotros. Este impulso que sentíamos cuando estábamos juntos era totalmente enfermizo. Nada bueno podría venir de él, y yo decidí una vez más, utilizar el tiempo que tuviéramos alejados, para aumentar mi resistencia a ella. Entre en la oficina después del almuerzo y me sorprendió encontrarla sentada en su escritorio, trabajaba afanosamente en la computadora. Me detuve cuando alcancé la puerta, una vez más, hipnotizado en verdad por lo hermosa que ella era. Nunca se lo diría, pero era imposible de ignorar.
“No sabía que usted estaba aquí, Srta. Swan,” dije, intentando evitar cualquier emoción en mi voz.
“Sí, tenía algunos arreglos de última hora que hacer para lo de Seattle, y todavía necesito discutir mi ausencia con usted,” dijo ella, sin sacar la vista del monitor de su computadora.
“¿Quiere venir a mi oficina, entonces?” Pregunte, inseguro de cómo quería que ella respondiera.
“No,” dijo ella rápidamente. “Creo que podemos manejar esto aquí afuera.” Levanto los ojos y con mirada sigilosa me señaló la silla enfrente de ella. “¿Quiere tomar asiento, Sr. Cullen?” Ahhh, la ventaja de jugar de local. Casi me reí entre dientes mientras que comprendí que ella utilizaba uno de mis propios trucos contra mí. Vacilante tomé asiento frente a ella y esperé a que comenzara a hablar.
“Sé que usted no estará mañana, así que no hay ninguna razón para que yo venga. He arreglado para que usted tenga una asistente temporal en mi ausencia la semana próxima, y ya le he dado a Ángela una lista detallada de su horario y las cosas que usted necesitará. Dudo que haya ningún problema, pero por si acaso, ella ha prometido estar pendiente de usted,” ella levantó una ceja en desafío y yo rodé mis ojos a cambio.
“Usted tiene mis números, incluyendo el número de la casa de mi padre en Forks, por si necesita cualquier cosa.” Ella comenzó a repasar una lista delante de ella, y noté cuan calmada y eficiente ella era. No era que yo no supiera ya esto, pero de alguna manera parecía un poco más evidente para mí ahora. Mire para arriba, nuestros ojos se encontraron y ella continuó, “yo planeo recogerlo en el aeropuerto en Seattle.”
Nuestras miradas se sostuvieron por algunos momentos, y era casi seguro que nuestros pensamientos eran similares; Seattle sería una prueba colosal. Si pudiéramos manejar de alguna manera el permanecer lejos el uno del otro allí, quizás todo estaría bien.
La atmósfera en el cuarto comenzó a cambiar lentamente, el silencio decía más de lo que las palabras podrían decir nunca. Apreté mi mandíbula firmemente y noté que su respiración se había entrecortado. Tomó cada ápice de la fuerza de voluntad que yo tenía  no caminar alrededor del escritorio y besarla. “Bueno, entonces, la encontraré en Seattle,” dije suavemente, dándole más significado a mis palabras de lo necesario.
“Sí,” contestó ella llanamente.
“Que tenga un viaje agradable, Srta. Swan,” dije, y mi voz no demostró nada de la agitación interna que sentía. Me pare, asintiendo conciso hacia ella y camine hacia mi oficina, cerrando la puerta detrás de mí.
                                                   ~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~
Todo el fin de semana, pensé en cómo sería tener a la Srta. Swan ausente por una semana entera. Por un lado, sería agradable disfrutar de un día entero en el trabajo sin una erección o sin tener que encerrarme en un cuarto de baño para una “sesión.” Por el otro, me preguntaba si se sentiría extraño no tenerla allí. Ella había sido una constante en mi vida todo este año, y sin importar mi aversión por ella en lo personal, era confortable tenerla alrededor.
Ángela entró en mi oficina a las nueve en punto, y con una sonrisa brillante se acercó a mí. Una atractiva morocha de nombre Kat, me fue presentada como mi nueva ayudante temporal. La chica de unos veintitantos años, la seguía. Ella me miro con una sonrisa algo tímida, y vi a Ángela poner una mano tranquilizante en su hombro. Fruncí el ceño un poco, comprendiendo lo que eso significaba: ya le habían informado sobre el “Hermoso Bastardo”. Genial.
Decidí que utilizaría esto como una oportunidad. Le probaría a todos que mi reputación inmerecida era simplemente el resultado de trabajar con alguien tan desagradable como la Srta. Swan, y que no se relacionaba conmigo de ninguna manera.
“Es muy agradable conocerte, Kat,” dije, sonriendo ampliamente mientras que le ofrecía mi mano para estrechar la suya. Ella me miro extrañada, con una expresión cristalina de sorpresa en su cara, antes de sacudir la cabeza levemente y tomar mi mano.
“Es agradable conocerlo, también, señor,” dijo vacilante, mientras miraba a Ángela inquisidoramente. Ángela miro mi mano y luego a mí extrañada antes de hablarle a Kat.
“Okay. Bueno, he repasado ya contigo todo eso que Bella me dejo para tí. Aquí está tu escritorio,” dijo ella llevándola hacia la silla de la Srta. Swan.
Una sensación extraña se arrastró sobre mí ante la imagen de otra persona sentada allí. No me gustaba; Eso estaba claro. Sentí que mi sonrisa vacilaba y me voltee hacia Ángela, “bien, si ella necesita algo te lo dejará saber. Estaré en mi oficina.” Antes de dar la vuelta, vi la mirada asustada que Kat intercambiaba con ella. Sabía que debía sentirme avergonzado, pero no pude lograr que me importara siquiera un poco.
Kat renunció antes de almorzar. Al parecer fui un poquito rudo cuando ella derramó el café en mi escritorio y se las arreglo para comenzar un pequeño incendio en el microondas de la sala de descanso. La última vez que la vi, ella estaba llorando y corriendo hacia fuera de mi oficina, quejándose y diciendo algo sobre un ambiente hostil de trabajo.
El segundo asistente temporal entró alrededor de las dos de esa tarde bajo la forma de un hombre joven de nombre Zack. El parecía altamente calificado, y yo me sentí a gusto de trabajar con alguien desprovisto de emociones femeninas. Me encontré sonriendo ante el giro repentino de los acontecimientos. Desafortunadamente, había hablado demasiado pronto.
Sentado al lado de Zack durante una presentación financiera en el centro de la ciudad, me sentí un poquito incómodo y comprendí que no todo era lo que parecía. Sentí de vez en cuando sus rodillas cubiertas por un traje de lana, rozar las mías por debajo de la mesa, y lo pesque mirando persistentemente mi regazo por la esquina de mi ojo. Huh. Bueno, ésta fue ciertamente una primera vez. Mis sospechas fueron confirmadas cuando nos acomodamos en el elevador que aguardaba en nuestro piso. Cuando la puerta se abrió y algunas personas más subieron, me corrieron hacia atrás contra el cuerpo de Zack. Mi cabeza giro violentamente con la sensación de algo firme detrás de mí. Zack fue despedido en el plazo de quince minutos.
La tercera no fue mejor. Su nombre era Kathy; ella hablaba demasiado, su ropa era demasiado apretada y la manera en que ella mordía la cubierta de su lapicera la hacía parecer un animal que intentaba liberarse de una trampa. No era nada parecido a la forma en la Srta. Swan tomaría el extremo de su pluma entre sus dientes cuando se sumía profundamente en sus pensamientos. Eso era sutil y sexy, pero esto era casi obsceno. Se había ido para la tarde del martes.
La semana continuó más o menos de la misma manera, conmigo pasando por cinco asistentes diferentes. Oí la risa floreciente de mi hermano en el pasillo fuera de mi oficina en más de una ocasión. Pendejo. Él ni siquiera trabajaba en este piso. Comencé a sentir que la gente disfrutaba de mi miseria un poquito demasiado e incluso lo veían como un caso de cosechar lo sembrado.
Aunque no tenía ninguna duda de que Ángela ya le habría informado a la Srta. Swan sobre mis asistentes temporales del infierno, recibí varios textos de ella con el correr de la semana, comprobando cómo iban las cosas. Comencé a esperar con ansia sus textos, incluso comprobaba mi teléfono periódicamente para ver si había desoído alguna alarma. Odiaría admitirlo, pero en este punto habría cambiado mi testículo derecho y mi Porsche para tenerla a ella y su agrio carácter,  de  vuelta en la oficina.
Era obvio que además de extrañar su cuerpo, que lo extrañaba desesperadamente, tenía que admitir que también echaba de menos la rivalidad que teníamos entre nosotros. Ella sabía que yo era un bastardo, y podía manejarlo de todos modos. No tenía idea porqué, pero ella solo lo hacía. Sentí como crecía mi respeto por ella tanto en lo profesional, como personalmente, durante esa semana. Me encontré preguntándome lo que ella estaría haciendo y con quién lo estaría haciendo. Me pregunte brevemente si ella habría recibido más llamadas telefónicas de Mike. Habíamos manejado alcanzar un alto al fuego precario en vista del incidente de las flores, y me preguntaba si él habría llamado para continuar el tema. Considere brevemente llamar a mi mamá y preguntarle casualmente si ella sabía si habían salido alguna vez, pero sabía que eso solo invitaría a más preguntas.
Comencé a empacar para mi vuelo la noche del domingo, y oí sonar mi teléfono sobre la cama al lado de mi maleta. Cuando lo tome me sorprendió el nombre que apareció en el visor.

Lo recojo mañana por la mañana 11:30
Terminal B cerca de las pantallas de arribo.
Mande un texto cuando aterrice.

Me detuve por un momento, comprendiendo que la vería mañana.

Lo hare,
Gracias.

Me pregunte brevemente si ella respondería, pero aparté rápidamente el pensamiento y continué empacando. Cuando sonó mi teléfono otra vez un minuto más tarde, me encontré mirándolo fijamente  Seguramente no sería ella otra vez.

No hay de qué.
¿Anduvo todo  bien?

Me sorprendió un poco que ella preguntara como había estado el resto de mi semana. Estábamos en territorio inexplorado aquí. Nos mandábamos textos y nos enviamos correos electrónicos con frecuencia, pero se restringían generalmente a respuestas simples de sí o no. Nunca nada personal. ¿Era posible que ella sintiera la misma extraña frustración que yo había sentido esta semana?

Genial.
¿Y usted?

Me reí suavemente mientras apretaba la tecla ‘send’ ; esta situación seguía poniéndose extraña. Menos de un minuto después recibí otro.

Mi papá está muy bien. Lo extrañaba.
Entusiasmada por haber vuelto a casa.
Lo veo mañana.

Fije la alarma en mi teléfono, lo coloqué en la mesa de luz y me senté al lado de mi equipaje en la cama. La vería en menos de doce horas. No estaba enteramente seguro de cómo me sentía sobre eso. Mi vida se había vuelto tan inestable, y era un estado que me resultaba totalmente ajeno. Había muchas razones por las que debía permanecer alejado de ella, y muchas más por las que no podía. Lo había hecho bien toda la semana, pero ella había estado a 2.000 millas de distancia. ¿Qué sucedería cuando pasáramos todo el día juntos y ella estuviera apenas a un pasillo de mí por la noche? No estaba seguro de estar listo para eso. Me encogí  de hombros mientras comprendía que listo o no, esto iba a suceder. Solo esperaba tener la fuerza suficiente para resistirme.

3 comentarios:

CarisWestenra dijo...

Hum! Cinco asistentes en una semana??? Pero que clase de entrevistas les hacen a los candidatos?
Y ya veras en Seattle. Acabaran a chispas.

Cyn dijo...

Te escucho, te escucho, pero adelanto, ahora entraremos en la parte, a mi gusto, mejor de esta historia...
Besos y gracias por estar siempre alli.
P.D.: Caris, te debo un review, sale sin falta esta noche en FF.Net.

paty dijo...

jajaja pobre Edward ojalá lo de los asistentes no haya sido adrede por favor que Bella tambien este desesperada por volverlo a ver :D

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