sábado, marzo 20, 2010

La Oficina - Capítulo 11: Je Ne Regrette Rien

                        
Je Ne Regrette Rien
Lista de frases en francés:
"Je ne regrette rien"—No me arrepiento de nada. (Tatuaje)

"Tu es faite pour moi" – Tú fuiste hecha para mí.

La consciencia se agitó al borde de mi mente aun adormilada, e intenté alejarla. No quería despertarme. Estaba calentita, cómoda y contenta. Dios, ésta es la mejor cama de hotel en la que me toco dormir.
Vagas visiones de mi sueño pasaron detrás de mis parpados cerrados mientras me acurrucaba en la manta más cálida, y la que mejor olía de todas en las que había dormido nunca. Algo se acurruco contra mí.
Algo caliente se presiono contra mí, y mis ojos se abrieron de golpe para ver una cabeza con  cabellos desordenados y familiares cerca de mi cara. Cientos de imágenes destellaron en mi mente en ese segundo, cuando la noche de ayer se hizo realidad estrellándose contra mi cerebro embarullado. Mierda carajo. Todo fue real.
Mi ritmo cardíaco se acelero cuando levanté la cabeza levemente para ver al hermoso hombre envuelto alrededor de mí. Su cabeza apoyada en mi pecho, su boca perfecta estaba apenas abierta, haciendo que su cálido aliento se aventara sobre mis pechos desnudos. Su largo cuerpo yacía estirado a lo largo del mío, nuestras piernas se enredaban juntas y sus fuertes brazos se envolvían firmemente alrededor de mi torso.
Él se quedo.
La intimidad de nuestra posición me golpeó con tanta fuerza que en verdad me quede sin aliento. La catarata de emociones me abrumó, haciendo que mi estómago se diera vuelta y mi pecho doliera. Él no solo se había quedado, él se había aferrado a mí.
Nunca en toda mi vida había sentido algo tan fuerte, y luché para recuperar la respiración y no ceder al pánico que empezaba  a sentir. Estaba completamente consciente de cada pulgada de nuestros cuerpos tocándose. Sentía como su respiración caliente flotaba sobre mi piel y el fuerte latido de su corazón contra mi pecho. Mis dedos quemaban por tocar toda su piel. Mis labios dolían por el deseo de presionarse contra su pelo. Era demasiado. Él era demasiado.

Algo cambió anoche y no estaba segura de si yo estaba lista para lidiar con eso. No sabía que significaba este cambio, pero estaba allí. En cada movimiento, cada rose, cada palabra y cada beso; habíamos sido uno. Temblé con ese pensamiento. Ningún hombre nunca me había hecho sentir de esa manera, como si mi cuerpo hubiera sido hecho para ensamblar con el suyo.
Había estado con otros hombres, pero no había experimentado nada como esto. Sentía como si una fuerza de la naturaleza me arrastrara, dejándome totalmente incapaz de cambiar el curso. Era aterrorizante, y sin embargo se sentía de alguna forma correcto; y no estaba segura de si podía seguir luchando contra esto.
Cerré fuerte los ojos, e intenté calmar la sensación de pánico que me envolvía. No lamenté lo que había sucedido. Había sido intenso y hermoso, pero necesitaba algunos minutos a solas antes de poder enfrentarlo.
Puse una mano en su pelo y la otra junto a la suya detrás de mi cabeza, logré rodarlo fuera de mí levemente. Él comenzó a moverse y me congelé, sosteniéndolo cerca y en silencio queriendo que se  volviera a dormir. Él murmuro mi nombre antes de que su respiración se relajara otra vez, y yo logre escurrirme por debajo de él. Sonreí a pesar de mí. ¿Él estaría soñando conmigo? ¿Sabría el que todavía estaba aquí?
Lo miré dormir por un momento, el pánico disminuyo un poco, y me colgué de nuevo mirándolo y pensando cuan hermoso era. Durmiendo, sus rasgos eran tranquilos y pacíficos, y tan diferentes de cualquier expresión que él usaba cuando estaba conmigo. Su pelo era un lío, sin duda como consecuencia de mis manos que lo acariciaron toda la noche. Un suave mechón había caído a través de su frente, y mis dedos desearon acomodarlo hacia atrás. El pelo largo, los pómulos perfectos, los labios rellenos, y esa mandíbula sin rasurar, formaban la cara más magnífica que había visto nunca en un hombre.
Su cuerpo era magro y muscular con un caminito de bello que recorría su pecho y se sumergía debajo de la sábana blanca enredada en sus estrechas caderas. Contra mi voluntad, mi cuerpo respondió inmediatamente al hombre delante de mí. Necesitaba alejarme.
Me escurrí de la cama en silencio, y me dirigí a la seguridad del baño. Un camino de ropa mojada, desechada y tirada en desorden sobre la alfombra perfectamente blanca, formaba una línea que llevaba del cuarto de baño a la cama. Caminando sobre ellas, continué hasta que sentí el piso de mármol frio debajo de mis pies.
Cerré la puerta lo más suavemente que pude, y prendí de golpe la luz,  mirando fijamente mi reflejo desnudo en el espejo. Guau. Recién cogida. Así era definitivamente cómo me veía.
Me incline hacia adelante, examinando las marcas rojas apenas visibles que se dispersaban a lo largo de mi cuello, hombros, pechos y estómago. Echando un vistazo hacia abajo, pasé mis dedos por la parte interna de mis muslos. Sip, allí también. Mis pezones se endurecieron cuando recordé la sensación de su cara sin afeitar raspando toda mi piel.
Mi pelo era un lío salvaje y enredado, y mordí mi labio mientras que recordaba sus manos enterradas en él. La manera en que él me había tirado del pelo primero para besarme, y después para empujarme  sobre su miembro… Esto no está ayudando.
Era hora de pensar. ¿Qué era lo que quería? Honestamente, no tenía ninguna idea. ¿Podían volver las cosas a la forma en que eran antes? Absolutamente no. Solo había estado lejos de él por unos minutos, y ya podía sentir el tirón del otro lado de la puerta. Aterrorizada y todo como estaba, igual quería volver con él.
Otra mirada en el espejo me recordó que había algunas cosas que yo necesitaba atender primero. Tome mi champú y acondicionador de mi bolso de noche, abrí la puerta de la ducha y me detuve, mi corazón subió a mi garganta. Oh mierda. Tirado en una pila mojada y costosa, en la esquina de la ducha estaba mi vestido. “¡Maldición!”
Me agache para tomarlo y lo sostuve delante de mí. Aunque ciertamente no me había quejado  cuando él lo rasgó de mí anoche, ahora no podía evitar maldecir recordando lo que había pagado por él. O por el resto de las cosas que él había arruinado si vamos al caso.
Considere seriamente comenzar una lista.
Poniéndolo sobre la mesada, me detuve brevemente, recordando la cuenta que él había abierto en La Perla para mí. Considere brevemente usarla para darle una lección, quizás hiciera un tour de compras lujurioso, pero deseche rápidamente ese pensamiento. No quería ni tan siquiera imaginar las implicaciones de hacer eso.
Lo maldije internamente mientras colgaba mi vestido en el gancho para toallas para que se secara y me di vuelta para comenzar a ducharme.
Deje correr el agua a través de mis manos, recordando cómo había comenzado lo de ayer a la noche. Los celos no eran un sentimiento al que yo estuviera acostumbrada. Así y todo esta había sido la segunda vez que esas sensaciones me habían empujado a hacer algo impetuoso.
Por lo menos finalmente habíamos sido talmente honestos el uno con el otro. Por primera vez desde que esto había comenzado, yo sentía como que tenía una idea más clara de quién era el. En el calor del momento, había revelado cosas que debí haber mantenido en privado, pero me sentía bien habiéndolas dicho finalmente en voz alta.
La sorpresa más grande había sido su reacción. Me había sentido asustada y vulnerable, incapaz de manejar las emociones que se arremolinaban dentro de mí. Sin embargo él me había calmado, diciéndome lo que yo necesitaba oír. Él me deseaba. Solamente a mí. Tan confusa como me dejaron sus palabras, también me hicieron sentir reconfortada.
¿Pero cómo seguiríamos desde aquí? Una sensación de inquietud se coló en mi estómago mientras que consideraba mis opciones. Aunque que podía admitir que comenzaba a verlo bajo otra luz, eso no cambiaba quién era él, o peor aún, quien había sido. Había momentos en que yo creía ver las sombras de otro Edward Cullen, pero desaparecían rápidamente.
Fruncí el ceño, más confundida que nunca y aún lejos de tener una respuesta, y caminé debajo de la ducha caliente. Cerré los ojos, suspirando, sintiendo como un poquito de mi tensión se deslizaba de mi cuerpo. Mi mente, sin embargo, no era tan fácil de calmar. No importaba lo que hiciera, no podía ver que esto fuera a funcionar. No podíamos volver atrás,  pero no podía ver como esto podría avanzar tampoco. El sexo era… indescriptible. Mejor que cualquier cosa que yo hubiera podido incluso imaginar. Pero tan fuerte como era nuestra conexión física, ¿podría yo vivir solo con eso?
Solo pensar nuevamente en lo que había pasado anoche causo que mi estómago se agitara. Las cosas que dijimos, las cosas que hicimos. Aunque nuestras cabezas todavía no lograban entender lo que pasaba entre nosotros, nuestros cuerpos lo sabían.
Desde el primer beso yo supe que estaba perdida. La sensación de sus labios en los míos, sus manos en mi piel, era todo lo que él había necesitado para reducir mi voluntad a polvo. Saber que él se había sentido tan impotente como yo, que él no había podido irse tampoco, basto para deshacerme.
Su beso había sido rudo y frenético, cada caricia reflejaba mi propia desesperación. Él nunca se refrenó, siempre me trato como a su igual, sabiendo de alguna manera que eso era lo que yo necesitaba.
Entonces algo durante la noche, cambió entre nosotros. Las líneas fueron cruzadas y las paredes derribadas, y no podrían ser restauradas nunca. Él no era el jefe imbécil al que me había acostumbrado. Algo cambio y pude ver al hombre que su padre respetaba, el hombre que yo había esperado conocer diez meses atrás. La misma pasión que parecía quemarnos siempre que estábamos juntos nos consumió, pero allí había algo más también.
Ya no estaban más el Señor Cullen y la Srta. Swan. Éramos solo Edward y Bella, y yo no podía creer lo correcto y verdadero que esto se sentía. Nunca me había sentido físicamente más cerca de otra persona en mi vida. Él había sido tierno y gentil, y habíamos bromeado y habíamos disfrutado de estar juntos por primera vez. Él me había dejado con  la sensación de haber sido… venerada.

Sin notarlo, mi mano había subido a mi pecho, donde mis dedos comenzaron a acariciar mi pezón suavemente. Gimiendo en voz baja, recordé los sonidos que él había hecho al acabar, las cosas que él susurró en mi oído, y la fuerza con que él había empujado dentro y fuera de mí.
Cerré los ojos, sintiendo el agua caliente de la ducha sobre mi piel mientras que mi mano resbalaba bajo mi estómago hacia mi piel afiebrada. Ya estaba lubricada y mordí mi labio, y gemí levemente mientras que mi dedo acariciaba la piel sensible.
Jadeé cuando un par fuertes brazos me envolvieron y una mano grande cubrió las mías. “¿Qué tal si me dejas ayudarte con eso?”Susurró ronco en mi oído. Un suspiro ruidoso dejó mis labios y me incliné hacia atrás, dejando que mi cabeza se apoyara contra su pecho.
“¿En que estabas pensando exactamente aquí dentro?” Puso un pequeño beso contra mi pelo mojado y utilizó su nariz para inclinar mi cabeza levemente hacia un lado, dándole acceso a mi cuello.
“En ti,” dije, y mi voz sonó como un susurro. “Anoche.”
“Mmmmm.” Su suave gemido vibró contra mi piel cuando él comenzó a mover las manos lentamente, nuestros dedos unidos estimulaban mi clítoris. “Yo pensaba en eso también. ¿Puedes sentir lo que me haces?” Él se dobló levemente y su erección se deslizó entre mis piernas. “¿Yo te hago esto a ti, Bella?” Él deslizó nuestras manos más bajo y acaricio mi entrada, sintiendo la humedad allí.
“Oh Dios, Edward,” suspiré levemente. No sabía qué se sentía mejor, nuestras manos en mi piel o el sonido de su voz sedosa diciendo mi nombre.
“Mierda, yo amo escucharte decir mi nombre.” Sus caderas comenzaron a moverse, haciendo que su miembro resbalara hacia adelante y hacia atrás contra mí. “Dios, Bella.”
Gemí cuando él colocó nuestras manos, haciendo que cada uno de nosotros deslizara un dedo dentro de mí. “¿Sientes eso? ¿Cuan caliente y mojada estas?” Él nos empujó más lejos en mi interior y el momento era tan intenso que me sacudí levemente. Su brazo libre me sujetó debajo de mis pechos, sosteniéndome contra él mientras que su pulgar acariciaba mi pezón. “¿Se siente bien eso, bebé? Carajo, como amo estar dentro de ti.”
Él nos introdujo más profundamente y comenzó a bombear hacia dentro y hacia afuera. “Mmm… sí, mierda Edward… oh… se siente tan bien.” Mi voz era débil y sin aliento por el placer abrumador. Las cosas que este hombre me hacia me dejaban lujuriosa y desinhibida. Parecía que nunca conseguiría saciarme.
Nuestros cuerpos mojados resbalaban fácilmente uno contra el otro, y lancé mi cabeza detrás contra su hombro, gimiendo en voz alta mientras que mi clímax se acercaba. Lleve mi brazo libre hacia su pelo, gire la cabeza y lo acerque a mí para un beso profundo. Él gimió en mi boca y supe que él estaba gozando de esto tanto como yo. “¿Quieres acabar, Bella?”
“Mierda, sí,” ya estaba desesperada, la tensión se estaba edificado en mi interior y necesitaba más. Gemí por la pérdida de contacto cuando él llevo nuestros dedos aun entrelazados hasta sus labios, y los deslizo lentamente dentro de su boca. Era la cosa más sensual que había visto nunca, y no pude evitar el sonido de deseo que se me escapó.
“Podría probarte todos los días por el resto de mi vida y nunca conseguiría cansarme de ti. ¿Sabías eso, Bella?” Intenté formar un pensamiento coherente, pero toda coherencia parecía haberme abandonado.
Él colocó sus dedos en mi boca y los paso a través de mis labios. Chasqueé mi lengua hacia afuera y sus ojos se oscurecieron. “Eres una chica muy traviesa.” Dándome vuelta para hacerle frente, él me empujó duramente contra la fría pared de mármol y colocó mis brazos sobre  mi cabeza.  No te muevas,” dijo severo.
Comenzó a poner besos abajo de mi cuello y a través de mis hombros, su barba áspera raspaba contra mi piel. Trabajando abajo a mis pechos, inhalé agudamente cuando él sostuvo ambos en sus palmas, levantándolos suavemente mientras me miraba a los ojos. Sus pulgares acariciaron mis pezones, y mis ojos se cerraron de placer. Sentí su respiración caliente sobre mi pezón cuando él habló, haciéndolo endurecer aún más. “Dime que no quieres que pare.” Él lo tomó en su boca y mordí mi labio fuerte para no gritar. “No seas obstinada, Bella,” susurró contra mi piel mientras se trasladó al otro pecho. “Dime que no quieres que pare, y no lo hare.”
Él comenzó a succionar, tomando más de mí en su boca, y no pude refrenarme más. “No pares,” susurre.
“¿Qué dijiste?” Sus labios bajaron entre mis pechos y continuaron haciendo un caminito hacia mi ombligo.
“Dije que no pares.” Estaba frenética, mi cuerpo dolía necesitando acabar. Él me había llevado al borde solo para frenarme luego. Lo necesitaba, ahora, y haría cualquier cosa, diría cualquier cosa que él me pidiera.
“¿Quién te hace esto a ti, Bella?”
“Tu. Solamente tú, Edward.”
Levantándose, él me besó lentamente y susurró en mi boca, “Solamente yo.”
Su mano se deslizó bajo mi cuerpo y subió mi pierna, levantándome  contra él. Mire hacia abajo a nuestros cuerpos, y no pude evitar el quejido cuando vi su miembro, duro y expectante, anidando entre nosotros. Mis ojos recorrieron su cuerpo.
Él era tan perfecto.
Separe mis manos de la pared, y dejé que mis dedos se deslizaran a través de su pecho y bajo sus abdominales. Él se estremeció levemente mientras que yo acariciaba sus músculos endurecidos de camino a sus caderas, donde me congelé. ¿Era eso un tatuaje?
“¿Qué…?” Me detuve, atontada. Apenas podía formar las palabras. Alejándolo levemente, mire hacia arriba para encontrar sus ojos brevemente antes de volverlos al tatuaje. Justo debajo del hueso de su cadera había un círculo con elegante escritura en francés. ¿Cómo mierda no lo había visto antes? Pensé brevemente en todas las veces que habíamos estado juntos. Nos habíamos apresurado siempre, o habíamos estado a oscuras, o en un estado de semi  desnudes. Él debe haber notado mi expresión desconcertada.
“Es un tatuaje,” dijo divertido.
“Sé que es un tatuaje, pero” estaba pasando un momento de dificultad tratando de hablar en este punto. “¿Cómo… qué… qué quiere decir?” No podía creer que él tenía un tatuaje. El Señor seriedad tenía un jodido tatuaje y era la cosa más sexy que yo había visto jamás. Otro pedazo del hombre que yo pensé que conocía desapareció.
“Je ne regrette rien.”
Mis ojos volaron a él, una ola de lujuria pura se esparció a través de cada pulgada de mi cuerpo. “¿Qué significa?”
Él sonrió ampliamente. “Je ne regrette rien.” Él pronuncio cada palabra lentamente, acentuando cada sílaba. Mi cabeza bajó, mis ojos se cerraban mientras que las palabras pasaban sobre mí. Ésa tuvo que ser la cosa más cojidamente sensual que había oído nunca. Entre eso y el tatuaje, iba a sufrir una combustión espontánea.
Mierda. Dilo otra vez,” lloriqueé.
Él se movió más cerca, su respiración caliente en mi oído y lo susurró otra vez. “Je ne regrette rien. ¿Te gusta eso, Bella?” Se movió apretándose más contra mí, tirando mi pierna más arriba de su cadera.
Asentí con la cabeza. “Dime algo más.” Mis pechos se levantaban con cada respiración elaborada, mis sensibilizados pezones rozaban contra el fino vello que cubría su pecho.
Doblo levemente sus rodillas, y sus manos agarraron mi culo y me levantaron, permitiendo que envuelva mis piernas alrededor suyo. Él me detuvo firmemente, presionándome mas contra la pared, su voz sonó grave y profunda en mi oído, “Tu es faite pour moi.” No pude esperar más.
“Cógeme, Edward.” Él no vaciló, y en un fuerte empuje se enterró dentro de mí. Grité, y el sonido hizo eco en el mármol.
“Bella, Bella,” su voz sonaba tensa y llena deseo cuando él comenzó a empujar en mí. “Tu es faite pour moi.” Besándome el pelo él continuó murmurando suavemente esas palabras, repetidamente en mi oído.
Sus movimientos eran gráciles y poderosos, cada uno me hacía subir y después resbalar hacia abajo de la pulida pared. Jadeé en su boca cuando las sensaciones amenazaban con sobrepasarme.
“Oh, maldición, Bella…no puedo…… por favor, no durare mucho mas.” Oír su voz tan desesperada y fuera de control solamente intensificó mi necesidad de él. Todo parecía desaparecer, el sonido de la ducha, el frio del mármol contra mi espalda. La única cosa que existía en este momento era este hombre hermoso y las cosas increíbles que él me hacía sentir.

Poniendo mi cabeza en su hombro, cerré los ojos, centrándome en la deliciosa sensación que comenzaba a dispersarse a través de mi cuerpo. Estaba muy cerca, vacilando justo al borde. Bajando entre nosotros, mis dedos encontraron mi clítoris y yo comencé a frotarlo lentamente.
Inclinando su cabeza, él miro mi mano y maldijo. “Oh carajo,” su voz era desesperada, su respiración salía en profundos jadeos. “Sigue tocándote, bebé. Oh Bella, justo así. Déjame verte.” Sus palabras eran todo lo que necesitaba, y con un suave roce de mis dedos, sentí mi orgasmo lanzarse.
Acabe fuertemente, contrayéndome alrededor de él, y mis uñas se clavaron en su espalda. Él gritó en voz alta, su cuerpo me apretó más cuando el acabo dentro de mí. Mi cuerpo entero se sacudió, temblores minúsculos continuaban incluso cuando se apago mi clímax. Me aferré a él mientras se calmaba, su cuerpo seguía hundido contra el mío. Él besó mi hombro y cuello antes de poner un solo beso en mis labios. Nuestros ojos se encontraron brevemente, y entonces él me dejó deslizar bajo su cuerpo.
Agarrando la pared de la ducha como soporte, él se inclino, intentando controlar su respiración. “Jesucristo,” exhaló en una respiración pesada.
Asentí. No podía estar más de acuerdo. Nos quedamos uno frente al otro, el agua de la ducha caía como una cascada entre nosotros, no podía alejar la mirada. Podía sentir como se desvanecía cada pensamiento que tuve antes sobre nosotros, que la próxima vez sería menos potente, que nuestra conexión se rompería de alguna manera. No podía haber estado más equivocada. Nunca disminuiría y nunca desaparecería. Siempre sería más fuerte y mejor que la anterior. Mientras lo miraba, entendí que cuando esto terminara, realmente me lastimaría.
El miedo se anido en mi corazón y el pánico que había sentido antes retorno, trayendo un silencio incómodo con él. “Probablemente deberíamos comenzar a prepararnos,” dije precipitadamente, intentando aliviar la tensión.
 “Claro.” Él pareció confuso por un momento antes de hablar. “No tengo nada de ropa aquí. Ni siquiera sé dónde está mi cuarto.” Luché contra el rubor mientras recordaba cuan rápidamente había sucedido todo anoche.
“Correcto, um… yo solo… usare tu llave y te buscare algo de ropa.” Intenté evitar su mirada, la situación se volvía cada vez más incomoda a medida que pasaban los segundos.
“Ok. Te dejare terminar aquí adentro.” Él continuó mirándome por un momento antes de mover  su cabeza y caminar fuera de la ducha. Intenté no mirarlo mientras él tomaba una toalla del estante y la envolvía alrededor de su cintura, pero por supuesto, fallé.
Tan pronto como él cerró la puerta, caí contra la pared de la ducha. ¿Qué diablos estaba haciendo? ¡Contrólate de una vez, Bella! Bueno, solo necesitaba poner algunos de los límites anteriores otra vez en su lugar. Lo primero sería dejar de llamarlo Edward. Mi estómago se agitó levemente cuando pensé en su nombre y comprendí que esto podría  ser más difícil de lo que pensaba. Cuerpo traidor de mierda.
Termine de ducharme rápidamente y envolví una toalla alrededor de mi, deseando haber tenido la sensatez de traer un poco de ropa dentro del baño. Con una respiración profunda abrí la puerta y caminé hacia fuera.
Él estaba sentado en la cama, y sus ojos se levantaron para encontrar los míos cuando entré en el cuarto.
“Solo tengo que…” Me quede en silencio, señalando hacia mi maleta. Él asintió con la cabeza pero no dijo nada. Yo generalmente no era tímida ni pudorosa sobre mi cuerpo. Pero aquí parada vestida solo con una toalla, sabiendo que él me miraba, me embargo una sensación no característica de incomodidad.
Tome algunas cosas, y pase al lado de él, sin detenerme hasta que estuve detrás de la puerta del cuarto de baño. Me vestí más aprisa de lo que creía posible, decidiendo que sujetaría mi pelo en una cola y acabaría de arreglármelo después. Tome las llaves de arriba de la mesada, y volví al dormitorio.
Él no se había movido. Seguía sentado en el borde de la cama con sus codos reclinados sobre sus muslos, él parecía perdido en sus pensamientos. ¿Qué estaría pensando? Toda la mañana había sido un manojo de nervios, mis emociones pasaban violentamente de un extremo al otro; pero él parecía tan… calmado. Tan seguro. ¿Pero de que estaría tan seguro? ¿Qué habría decidido?
“¿Hay algo en particular que quieras que te traiga?”
Levanto la cabeza, y parecía un poco sorprendido, como si no se le hubiera ocurrido pensar en eso. ¿Podía esto ponerse más incomodo? “Um… tengo que dar un discurso hoy ¿verdad?” Asentí, aliviada de comprender que no tendría que estar al lado de él todo el día. “Lo que tu elijas  estará  bien.”
“Seguro… volveré enseguida.” Gire rápidamente sobre mis talones, y salí corriendo fuera del cuarto, parando para respirar solo después de que había cerrado la puerta detrás de mí. Estaba totalmente jodida.
Solamente me tomo un segundo localizar su cuarto; estaba en el mismo piso y apenas a unas puertas de distancia del mío. Sus maletas estaban ya allí, y me detuve brevemente  a pensar que  yo tendría que revisar todo su equipaje.
Levante la más grande y la coloque sobre la cama, abriéndola. Su olor me golpeó y casi me caigo hacia atrás. Tome una de sus camisas y la sostuve contra mi cara, inhalando ese olor delicioso que me volvía loca. No, no había nada espeluznante sobre esto. Me calme con ese pensamiento y comencé a buscar entre todos los artículos cuidadosamente doblados.
Todo lo de él era aseado y organizado, y me hizo pensar en cómo sería su casa. Nunca había pensado mucho en eso, pero me pregunte repentinamente si la vería alguna vez, si vería su cama. Me detuve brevemente a pensar que realmente quería hacerlo. ¿Él me querría allí?
Comprendí que me estaba atrasando y continué buscando a través de su ropa hasta que finalmente me decidí por un hermoso traje de Dior color gris oscuro, corbata negra de seda, camisa blanca de vestir, calcetines y zapatos.
Ordene todo otra vez en la maleta, tome su ropa y me dirigí hacia mi cuarto. No podía sofocar una risa nerviosa mientras caminaba por el pasillo y sacudí la cabeza ante lo absurdo de la situación. Por suerte, había logrado componerme un poco cuando alcancé mi puerta. Puse mi llave en la ranura para tarjetas, y había caminado dos pasos adentro cuando me quede congelada.
Él se encontraba parado delante de la ventana abierta, el cuarto estaba inundado por la luz del sol de la mañana. Cada hermosa línea de su figura torneada era acentuada perfectamente por las sombras a través de su cuerpo. La toalla colgaba indecente baja en sus caderas, y allí empujando hacia fuera apenas sobre ella, estaba el tatuaje.
“¿Ves algo que te guste?” Preste atención renuentemente de nuevo a su cara cuando escuche el sonido divertido de su voz. Vergonzosamente, me habían pescado básicamente, babeándome. Balbuceé mientras que intentaba encontrar una respuesta inteligente.
“Yo, uh…” Mis ojos se posaron abajo sobre su cadera mientras que intenté despejar mi cabeza. Esto no iba nada bien.

“Dije, ¿ves algo que te guste?” Él cruzó el cuarto, parándose justo delante de mí, con una tonta sonrisa satisfecha en su engreída y hermosa cara.
“¿Qué? Um, no,” mentí, rápidamente intentando inventar algo. “Solo estaba, pensando en algo.”
“Y ¿en qué, exactamente, estabas pensando?” Levanto su mano  y acomodó un mechón de mi pelo todavía húmedo detrás de mi oreja. Solo ese simple contacto hizo que mi estómago saltara.
“Que tenemos un horario que cumplir.”
Él se movió un paso más cerca. “¿Por qué será que no te creo?”
“¿Porque eres un egocéntrico?” Me mofe, sosteniéndole la mirada. Él elevo una ceja y me miró por un momento antes de tomar su ropa de mis manos.
“¿Seré eso?” No pase por alto el tono de ironía de su voz. El puso la ropa sobre la cama y me miro. Antes de que pudiera moverme, retiro la toalla de sus caderas y la arrojo sobre la cama. Madre de Dios. Si hubiera un espécimen más fino de hombre en esta tierra, yo pagaría mucho dinero para verlo.
Tomo su camisa, haciéndola resbalar por sus brazos y se detuvo, mirándome. “¿Acaso no dijiste que tenemos un horario que cumplir?” Preguntó, mirándome chistoso. “A menos que, por supuesto, estés viendo algo que te guste.”
Hijo de… angosté mis ojos, y me di vuelta rápidamente, volviendo al cuarto de baño para acabar de prepararme para el día.
Mientras me secaba el pelo, no pude alejar la inquietante sensación de que él quería decirme algo. ¿Qué me diría? ¿Qué me encontraría cuando abriera la puerta? Un dolor desconocido comenzó a construirse en mi pecho y no entendía porque. ¿Me preocupaba que él quisiera irse o que quisiera quedarse?
Maquillaje y pelo estaban listos, y yo sabía que era hora de hacerle frente a la música. Camine hacia el dormitorio, y lo vi vestido y esperando. Él se encontraba de espaldas a mí, mirando hacia fuera de la ventana. Cuando me oyó se dio vuelta, con una expresión pensativa en su cara.
Sin apartar la mirada de mis ojos, él se movió hacia mí, mi corazón latía violentamente dentro de mi pecho. Él puso sus manos cálidas en mi cara y me miro, con una emoción en sus ojos que nunca había visto antes.
                             

   “No quiero caminar fuera de esa puerta, y perder lo que encontramos en este cuarto.”
Sus simples palabras me estremecieron. Él no se estaba declarando, no estaba haciendo promesas, pero él dijo todo lo que yo misma estaba sintiendo y no decía.
Intenté hablar,  pero sabía que no había ninguna palabra que pudiera expresar los pensamientos y las sensaciones que corrían a través de mí. Deje escapar una respiración tambaleante, lleve mis manos a su pecho y asentí.
                                      
Sonriendo suavemente, él asintió. “Podemos hablar más tarde. ¿Estas lista?”
“Sí.” Dije reservada. Incapaz de no devolver su sonrisa.



7 comentarios:

Anónimo dijo...

JONES: GENIIAAAAA!!! CADA DIA SE PONE MEJOR LA OFICINA. QUEREMOS MASSSS!!! BESOTES Y BUEN FINDE.

Mrs.Jones dijo...

Gracias, Anonima, pero recorda que yo solo la traduzco, la autora se llama tby789, y es un poquito snob con respecto a su trabajo. (Shh!esta es una traduccion no autorizada).Yo me enamore de esta historia y quise que quienes no leen en ingles tambien pudieran disfrutarla, de modo que aqui esta, para todas!!!
Besos, y me encantaria que me cuentes mas de ti...

Anónimo dijo...

JONES: TENGO 32 AÑOS Y ME HE HECHO SEGUIDORA TUYA Y DE ESTA HISTORIA. LA TRADUCCION ESTA MUY CLARA Y COHERENTE. BESOSSSS.LG.

CarisWestenra dijo...

Hum, nena ten cuidado con eso de las traducciones no autorizadas, no me gustaria que te metieses en un lio.
Vaya por Dios, negocios!!! Espero que pronto le diga que han pasado a otro nivel.
Y me tengo que leer la otra historia tuya, pero dejame descansar del jet-land, que acabo de regresar de viaje.
Besos...^^

Cyn dijo...

Caris, estas como nuestra pareja de La Oficina, bajando de las alturas!!
Con lo de la traduccion no autorizada, te cuento que esta autora ha sido obligada a retirar su trabajo de FF por poner la leyenda de su copyright en cada capitulo de la historia. La ley es muy difusa con respecto a esto. Yo lo publico en mi blog personal, no lucro con su trabajo y de ninguna manera me lo adjudicaria. Pero me pregunto:Sus personajes pertenecen a la saga de Stephenie Meyer, el entorno de Forks tambien, ella utiliza la historia de otra persona y hace su propia version, pero a la hora de hacer valer sus propios derechos, se olvida de los ajenos...NO ESTOY DE ACUERDO CON EL PLAGIO BAJO NINGUN CONCEPTO. Pero esto es solo una traduccion...

Anónimo dijo...

JONES:
NO CREO QUE PUEDAS QUEDAR PEGADA A NADA, PORQUE COMO VOS DECIS, NO TE ADJUDICAS LOS DERECHOS DE AUTOR. YO TAMBIEN TENGO QUE LEER TU HISTORIA. BESOSSSS. LG.

paty dijo...

Omg creo que ahora si las cosas cambiaron me gustaria que hablaran sinceramente y se dieran realmente una oportunidad para conocerse

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