domingo, enero 03, 2010

Una década después. Algo nuevo...


Una década después
¿Porque ahora?,
 ¿Porque aquí?,
 ¿Que es lo que quiere…?
Las preguntas se repetían en mi cabeza como un mantra. En medio del trajín de los pasillos de vestidores del teatro, mi cabeza no dejaba de girar en torno a esas preguntas sin respuesta.
¡Debes concentrarte!...Ahora.
¡El no es importante!...
Ya habrá tiempo para pensar en esto mas tarde.
¡Este es tu momento!
¡No lo arruines!
¿Que quiere?¿quequierequequierequequierequequierequequiere….?
¡Basta!
Mi mente me ordenaba dejar esta pregunta por ahora, guardarla, morderla, hasta que fuera seguro sacarse la máscara y desandar antiguos caminos de mi vida, silentes hace ya tantos años.
¡Puedes hacerlo! ¡Hazlo ya! ¡Ahora!
Fuertes sonidos me ensordecieron momentáneamente. Ruidos, murmullos, trajín incesante. El espacio acústico reclamaba su presencia en mi mente con fuerza arrolladora.
No es que hubieran comenzado de golpe, sino mas bien, que mi mente se había retraído, había viajado millas y millas en el pasado, y millones de latidos hacia el presente, mi corazón reanudo su ritmo normal, mis pensamientos volvieron al guion de la obra que estrenaba esta noche, marcando un nuevo comienzo  en mi carrera.
Años discutiendo con mi representante, resistiéndome a dar este paso… y finalmente, sucumbí a su pedido y a mi deseo negado por tanto tiempo. Y entonces me arroje dentro del reto más importante de mi vida.
Supere con poco esfuerzo el temor a las comparaciones y a las críticas descarnadas, esas en verdad no eran mi problema, solo mi excusa para escaparle a esta decisión por tanto tiempo.
Lo que temía profundamente era enfrentarme a mis fantasmas…
Acaso…, ¿también esto tiene que ver con el…?
“¿Porque ahora? ¡Maldición!. ¿Acaso no tuviste suficiente?”
Mi grito quebró el silencio del camarín en penumbras. Mi voz sonó quebrada y algo aguda, aunque lo grite lo suficientemente fuerte como para que mi asistente se arriesgara a asomar la cabeza por el vano de la puerta.
Sus ojos ansiosos buscaron, sin éxito, el motivo de mi exabrupto en el cuarto solitario. Me reí en silencio, la pobre chica tenía bastante con que lidiar a diario conmigo, como para agregarle ahora la carga extra de tener que defenderme de mi misma.
“Pasa Ángela, no es nada. ¿Cuánto tiempo me queda?”. Su alivio fue inmediato, se leía en sus facciones el cansancio y el stress y su mirada conservaba algún resabio de temor.
No era casualidad, yo me ocupaba personalmente de provocar esos síntomas en ella cada vez que no tenía un buen día o, simplemente, cuando mi amargura no encontraba donde liberar su cauce y ella era mi objetivo más cercano e inocuo.
Como un pato sentado en la laguna. Fácil de herir, sin época de veda y muy simple de recomponer. Cualquier expresión en mi rostro que no incluyera mi famosa cara de perra, ella la recibía agradecida.
Quizás fuera eso lo que me tentaba a hacerla mi blanco preferido, su cara era el espejo donde me reflejaba, sus ojos me decían cuan amargada y resentida me había vuelto con los años.
Supervise mi maquillaje en el espejo, sorprendida del impecable trabajo de la maquilladora. Casi me parecía encontrar vestigios de mi antiguo yo, escondido detrás de las cándidas mejillas rosadas y los ojitos de mirada inocente que me habían dado sus manos expertas.
No hace más de diez años, yo tenía en verdad las cualidades que me mostraba el espejo ahora, era inocente y cándida, rebelde, despreocupada. Pero esa chica ya no existía dentro de mí.
Aparentemente es verdad lo que dicen, que el tiempo pasa rápido, y también que lo cura todo…
Ensaye mi sonrisa de artista agradecida por los aplausos y me perdí mirándome a los ojos en el espejo otra vez.
Cuantas lagrimas me había costado el llegar a estar aquí hoy. Cuanto sufrimiento escondido detrás de páginas y páginas de revistas, de entrevistas y películas, giras promocionales y premiaciones. Había aprendido a desconfiar, me había vuelto cínica e intolerante, y había mejorado mis dotes actorales al punto que hasta yo me creía mis mentiras.
Mi imagen pública se había multiplicado cientos de veces y se había esparcido hasta el hartazgo por el mundo en infinidad de graficas y finalmente, nadie me conocía.
Nadie sabía quién era yo, la verdadera, la falible, la imperfecta.  

1 comentario:

Heidi dijo...

Esperando por mas!!!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...