martes, mayo 18, 2010

La Oficina - Capitulo 18: Verite



Verite

Nos quedamos allí parados por otro momento antes de que él comenzara a caminar y recogiera su chaqueta, deteniéndose a mi lado de camino a la puerta. Sus dedos acariciaron mi brazo y se movieron hacia mi mano.
                                   
"Te amo, Bella," dijo suavemente.

"Amarte no es el problema," respondí, con los ojos clavados en el suelo. Él se acerco y besó el costado de mi cabeza, sus labios se quedaron pegados a mi cabello. Cerré los ojos, otra nueva oleada de lágrimas se derramo por debajo de mis parpados, y me mordí el labio para evitar detenerlo.

Con un suspiro resignado, se enderezo y caminó hasta la puerta, cerrándola suavemente detrás de él.

El tranquilo clic de la cerradura hizo eco a lo largo de mi apartamento vacío.

Me quede allí sintiendo como si mis pies estuvieran pegados al piso después de que él se fue, las lágrimas caían silenciosamente por  mis mejillas. Temblé ligeramente, el agotamiento y la desesperación ye amenazaban con abrumarme. Camine lentamente a la puerta, puse el seguro y presione mi mejilla contra la madera fría.

El ascensor sonó al final del pasillo y oí como las puertas se abrían. Cerré fuerte mis ojos, y un sollozo sacudió mi cuerpo cuando lo imagine entrando en el ascensor y desapareciendo de mi vista. Escuche la sucesión de chirridos que se filtraban a través de la puerta, hasta que el último señalizo su descenso al lobby.

Camine rápidamente a mi habitación, tropezando al intentar ver a través de mis ojos llorosos y me derrumbe en la cama. Una vez más me enterré bajo las mantas y llore hasta dormirme.

                                         *~*~*~*~*~*


EPOV

La puerta se cerró suavemente, el tranquilo clic de la cerradura resonó a lo largo del pasillo. Me quedé allí parado, mientras el sonido de mi respiración hacía eco en mis oídos; aturdiéndome, mientras el silencio me rodeaba.

Mi mano permanecía apretada alrededor del frio metal, como si fuera mi último enlace a ella.

No lograba convencerme a mi mismo de soltarlo.

Con un suspiro apenado, finalmente afloje mi mano, viendo como mis dedos se alejaban y mi brazo caía pesadamente a mi lado. Me parecía como si no pudiera moverme. Deseaba más que nada poder volver hacia atrás y estar aún a su lado. Lo anhelaba con una intensidad que nunca antes sentí, como si hubiera dejado un pedazo de mí mismo al otro lado de la puerta.

A regañadientes me obligue a caminar, llegue hasta el ascensor, sorprendido de que mis pies se hubieran movido del lugar junto a su puerta. En el tiempo que habíamos estado juntos, ella nunca me había rechazado. Incluso en el peor momento, cuando no hacíamos otra cosa más que intentar desgarrarnos mutuamente, ella nunca me había dicho que no.

Y yo nunca me sentí tan vacío.

Logre llegar a mi coche, haciendo caso omiso de los rostros y las voces que pasaban a mi lado. Mi mano jugó con el control remoto de mi brillante Porsche negro. La acción generalmente me daba un subidón de adrenalina; pero ahora solo anhelaba la inminente comodidad que me aguardaba detrás de sus oscuros cristales polarizados.

Reclinando mi cabeza contra el asiento de cuero, mis puños se cerraron fuertemente a mis costados, y me quede mirando fijamente sin ver, el techo corredizo por encima de mí cabeza. El cielo oscurecido y las estrellas emergentes no se registraron en mi mente; mi enfoque perduraba aún, en la mujer que se encontraba dieciséis pisos por encima de mí, sus ojos enrojecidos y su expresión quebrada, se habían quemado en mis retinas para siempre.

Con un sobresalto, salí del entumecimiento y mi puño colisionó contra el volante. El dolor que se disparo por mi brazo se sentía casi como un indulto al peso sofocante que se había asentado dentro de mi pecho. Flexione los dedos e inspeccione los daños, gimiendo ante mi estupidez.

Cerrando los ojos, intente llenar mis pulmones. Respire profundamente, pero el olor de Bella me rodeo y mi pecho se expandió dolorosamente. Repentinamente, sentirla a mi alrededor y dentro de mi cabeza me abrumo, y el dolor en mi mano se volvió sordo y palpitante.

Todo va a estar bien. Tiene que estar bien.

Repetí las palabras rítmicamente en mi mente, aferrándome a ellas como si el solo hecho de desearlo lo suficiente pudiera llevarme a buen término.

Mi teléfono vibro en mi bolsillo, el sonido bajo me sobresalto tanto como me irrito. Exhale profundamente, apretando mi mandíbula, trate de poner fin a cualquier esperanza de que pudiera ser ella. Mire la pantalla a través de mis cansados ojos, y la decepción fue instantánea, aunque distinguí el mismo número desconocido que había aparecido varias veces hoy en mi teléfono.

Masajeándome la frente, trabé mi mandíbula y exhale enérgicamente, tratando de calmar la rápida agitación que sentía con el insistente desconocido que me llamaba, con la situación, conmigo... mierda, incluso con Bella. No podía ocuparme del trabajo ahora. Diablos, no podía tratar con nadie ahora. Sin pensarlo más, silencie la llamada y arroje el molesto aparato en el asiento a mi lado.

Arrancando el coche, acelere el motor, su vibración resulto una calmante distracción momentánea de la sensación de vacío, y del  hueco que se había asentado en mi estómago. Presione el embrague y me desplace suavemente, obligándome a concentrarme en el ritmo del cambio de marchas y en el suave ronroneo del auto, que me rodeaba. Conduje hacia la salida del estacionamiento, manteniendo mis ojos hacia adelante, sin dejar que mi mirada se posara en el familiar auto plateado estacionado a mi derecha, mientras pasaba.

Mis neumáticos chirriaron al salir a la ocupada calle y mire en el espejo retrovisor como el edificio de apartamentos y la mujer que lo habitaba se desvanecían en la distancia. Comencé a dirigirme hacia la casa de mis padres, sabiendo que lo que me esperaba allí no sería agradable. Me dividía entre dos opciones, terminar con esto de una vez o irme a mi casa y beber hasta olvidar que este día hubiera ocurrido jamás.

Estacione frente a la gran casa, apague el motor y espere.

Los minutos pasaron; el cielo se oscureció más y sin embargo, el coraje aún me eludía. Mi padre había estado furioso hoy - controlado, pero furioso.

Mi hermano por otro lado...

Frote mi mandíbula distraídamente una vez y gemí, recordando su expresión de completa incredulidad y traición, cuando se dio cuenta de que le había mentido. La moderación nunca había sido su punto fuerte. Hoy sin duda la eludió completamente.

La única persona que todavía me faltaba enfrentar era mi madre. Miré la casa, brillando resplandeciente ante la luz de la tarde que terminaba, mis ojos se centraron en la ventana de la habitación donde estaba seguro que ella estaba sentada, esperándome. Sabiendo que estaba siendo un cobarde, puse el teléfono en mi bolsillo y subí, lentamente la entrada iluminada. Si yo pude controlar a mi padre, mi hermano y Bella enojados, en un mismo día, ciertamente podría manejar esto... o eso esperaba.

Cuando llegue a la puerta, se abrió. Mi padre estaba esperando por mí, con una expresión de atípico agotamiento en su rostro. Me encontré reflexionando sobre todas las batallas que él tuvo que luchar en mi nombre, en el día de hoy.

"Hola Papa," le dije tranquilamente.

"Hijo", contestó mi saludo, abriendo la mas la puerta y permitiéndome pasar. "Tu madre está arriba esperándote".

Asentí en reconocimiento y me dirigí a la escalera. Mi mano recorrió el largo de la suave balaustrada color caoba, la familiar madera se sintió reconfortante bajo mi palma. Alcance el tercer piso y continúe por el pasillo, haciendo una pausa, al pasar por la puerta usada con muy poca frecuencia. No pude evitarlo, y gire el antiguo picaporte, compelido a verlo de nuevo.

Entre en el cuarto de baño y cerré la puerta suavemente detrás de mí, moví el interruptor y observe la habitación iluminada por luz artificial.

Todo se veía igual que ese día, excepto por la luz del sol entrando a través de la ventana abierta, la suave brisa que movía la cortina de gaza y la mujer que amaba sosteniendo mi mirada a través del espejo del tocador.

Recordé lo posesivo que me había sentido esa tarde, cómo había querido reclamarla y marcarla como mía. ¿La habría amado incluso entonces? ¿Ya habría capturado mi corazón para ese momento, con el mismo lazo inquebrantable con el que ya poseía mi cuerpo?

Mis dedos trazaron el teléfono dentro de mi bolsillo, mi deseo de darle lo que ella me había pedido - tiempo – batallaba con mi necesidad de permanecer conectado a ella.

Deslice el teléfono fuera de mi bolsillo y escribí las palabras que rondaban mi mente.

Todavía recuerdo el primer momento en que me di cuenta que te amaba.

Pulse enviar sin vacilar. Yo no esperaba que ella respondiera, y sacudí la cabeza dándome cuenta de que su teléfono probablemente estaría apagado. A pesar de ello, el simple acto de contarle todo, incluso en pequeñas partes desde mi teléfono, me brindaba una pequeña dosis de confort.

Me volví, poniendo mi mano en la puerta y cerré los ojos al recordar cómo había presionado su cuerpo deseoso contra ella.

"Vera, el quiere algo que es mío, y él no puede tenerlo."

Recordé cómo me sentí al decir esas palabras en voz alta, cómo la verdad enterrada en mi gruñido había despertado algo primal dentro de mí.

"Yo puedo hacer cualquier cosa que quiera, Sr. Cullen," respondió ella, aunque aun entonces había podido oír la incertidumbre en su voz. "Y yo no soy suya".

Sonreí a pesar de mi estado de ánimo. ¿Sería cierto? ¿O ella ya me pertenecía de la misma forma en que yo le pertenecía a ella? Camine hasta la mesada, mis dedos pasaron sobre las pequeñas botellas de vidrio colocadas allí, y recordé el sonido que habían hecho cuando la tome contra ellas. Había sido implacable, casi cruel cuando le hable entonces.

"¿Acaso lo desea?" Pregunte cuando la ira comenzó a hervir dentro de mí. "Contésteme." Sus ojos se habían clavado en los míos, su pecho se movía con esfuerzo, pero ella no me hablo."¿Lo ve?" Le había preguntado mientras mis manos se deslizaban sobre sus pechos. "Mírelo." Mis dedos se trasladaron hacia abajo de su abdomen, a lo largo de su falda y hasta sus muslos. "¿El la hace sentir así?"

La había tomado con tanta fuerza, queriendo castigarla por atormentarme, por llenar mi cabeza con imágenes de lo que no podía tener.

Ahora cuando pensaba en las cosas que había hecho...

Mi estómago se revolvió y una oleada de náuseas paso a través de mí, al recordar aquello. ¿Por qué no se lo había dicho simplemente? ¿Por qué no había sido honesto... diciéndole todo? Mi temor había nacido junto con mis sentimientos hacia ella, despertando un lado cobarde y vulnerable dentro de mí, y sentí la necesidad de protegerme de cualquier sentimiento que tuviera. Era tan poco típico de mí, y aún así eso definió todo nuestro comienzo.

Sus palabras de esta noche se reprodujeron en mi mente.
“No quiero ser la siguiente Rachel. No quiero ser esa de la que le contaras a la próxima mujer sin dar otra explicación que 'solo se termino'."

Me apoye en la mesada, sentándome en la pequeña banqueta, mis ojos se cerraron fuertemente contra la imagen de cara bañada en lagrimas. Yo había provocado eso... y ella tenía razón. Ella esperaba que yo ocultara lo que sentía, porque ya lo había hecho. Ella esperaba distanciamiento y respuestas vagas. ¿Cuántas veces había intentado preguntarme? ¿Cuántas veces había la había cortado o había eludido darle una respuesta? No volvería a cometer ese mismo error otra vez.

Le envié otro mensaje, rezando para que cuando ella lo viera me creyera.

Sé que no te he contado algunas cosas. Te lo diré todo. Por favor, dame la oportunidad.


Tomando una respiración profunda, me puse de pie, enderezándome camine hacia la puerta. Con mi mano en el picaporte, deje que mis ojos vagaran alrededor del cuarto, prometiéndome silenciosamente, una vez más, que si ella me daba la oportunidad, yo haría las cosas bien.

Saliendo del baño, continué hacia la sala de música, las notas suaves del piano se escuchaban a través de la puerta cerrada. Golpee suavemente y ella me dijo que pasara. Di un paso en la habitación que guardaba tantos recuerdos para mí a lo largo de mi infancia.

Mi madre se sentaba con la espalda hacia mí, sus dedos se movían con gracia sobre las teclas y aún en este momento fui incapaz de contener la pequeña sonrisa que hizo subir las comisuras de mis labios.

Ella siempre había amado tocar, incluso nos había obligado a Emmett y mi a tomar lecciones siendo niños. Éramos terribles. Nos lamentábamos y quejábamos hasta que ella finalmente había cedido, y tocaba mientras nosotros construíamos fuertes y hacíamos correr nuestros autitos de Hot Wheels debajo el piano. Todavía me acordaba de la forma en que mirábamos como sus pies apretaban los pedales, la manera en que cada acorde vibraba por encima de nuestras cabezas.

Ella hizo una pausa y se volteo hacia mí, gesticulando silenciosamente para que me sentara a su lado. Camine por la habitación mientras ella volvía a tocar, y tome asiento en el banquillo junto a ella. Nos sentamos en silencio durante varios minutos, las notas del piano estaban perfectamente afinadas y su melodía era el  único sonido entre nosotros. La canción se volvió más suave, derivando en una melodía más tranquila y relajada y ella suspiro a mi lado.

"Lo siento," susurre observando cómo sus dedos pasaban sobre las teclas.

"No es así como te hemos criado, Edward," murmuro ella, su voz era calma pero estaba teñida de decepción.

"Lo sé."

"¿Y esto ha estado sucediendo durante cuánto tiempo?"

Puse mis palmas sobre mis muslos, intentando no mostrar lo nervioso que estaba. "Meses, semanas... ni siquiera estoy seguro."

"¿Cuando Bella vino a cenar?", preguntó en tono conocedor.

Fruncí el ceño y trague. "Sí."

"Hmm."

Su reacción aparentemente indiferente me tomó por sorpresa e incline mi cabeza para mirarla; mi cara se retorció en frustración mientras intentaba descifrar su expresión.

Su voz se mantuvo tranquila y controlada. "Eso explica algunas cosas, supongo. Pero no todo."

"Lo sé," empecé, pasando mis dedos a través de mi cabello. "Fui un tarado con ella."

"Para serte sincera, la primera vez que conocí a Bella, me enamore de ella. Ella me recordó tanto a ti... "dijo, y su voz sonó nostálgica y lejana por un momento. "Pero me rendí en el momento en los vi juntos. Casi de inmediato fue obvio que usted eran tóxicos el uno para el otro. A pesar de mis intentos para suavizar las cosas, parecía como si sólo las empeoraba. Nunca soñé..." Ella se quedó pensando brevemente y, a continuación, suspiro. "Como dije, supongo que tiene sentido ahora." Ella sacudió la cabeza ligeramente, pasando los dedos entre las teclas negras.

"Sólo sé lo que me ha dicho tu padre." Hizo una pausa, sus dedos se detuvieron a mitad de un movimiento. "Pero quiero oírlo de ti, Edward. Ayúdame a comprender. ¿Qué sientes por ella?"

"La amo, mamá. Más que a nada," respondí inmediatamente. Ella asintió lentamente mientras digería mi respuesta.

"¿Y Bella?"

Hice una pausa, mis ojos cayeron, cerrándose, mientras la duda entraba en mi mente por primera vez.

"Sí," respondí suavemente.

"¿Sí?" Ella se inclino hacia adelante para la capturar mi mirada.

"Quiero decir... lo hacía. Los dos lo dijimos, pero... "Me quede en silencio, no pudiendo articular el temor que había estado creciendo de manera constante desde que había dejado el apartamento de Bella.

La sala se volvió silenciosa y ella de volteo, sosteniendo mi mano en la suya.

"Cuéntame".

Inhale y exhale profundamente, centrándome en la comodidad y la calidez de la mano de mi madre. "Yo... no he sido honesto acerca de todo, sobre la forma en que la trataba en el pasado, acerca de Rachel..." Me quede otra vez en silencio, al ver cómo cada error había provocado el siguiente. "Acerca de muchas cosas".

Ella se quedo esperando que yo continuara hablando, pero… ¿qué más podría decirle? Que había hecho tantas cosas mal, y no tenia absolutamente ninguna idea si sería capaz de arreglar todo de nuevo. Después de un largo momento, ella tomo una respiración lenta y profunda y dio a mi mano un pequeño apretón.

"Sabes, tu padre y yo siempre hemos querido tu felicidad y la de tu hermano, independientemente de cómo o donde la encontraran. Si tú luchaste tanto con tus sentimientos y te sentiste confuso, Edward, hubiera deseado que vinieras a hablar conmigo. Ojalá hubieras hablado con cualquiera de nosotros que te conocemos." Sus ojos cayeron, y una expresión de dolor tiño sus rasgos.

Me acordé de nuevo del dolor que había causado a las dos mujeres más importantes de mi vida por ser egoísta, y mi pecho se apretó. Empecé a hablar, a explicarle cada detalle que podía a ella: la atracción que sentí por Bella por tanto tiempo, el lazo ineludible que me unía a ella, la súbita comprensión que tuve en Seattle de que realmente la amaba y como todo entre nosotros sólo se había profundizado desde entonces. Por bien que se sintiera poder finalmente decirle a alguien acerca de esto, todo lo que yo había censurado manifestarle a Bella, aún dejaba tantas cosas inacabadas; la única persona que realmente necesitaba escuchar estas cosas era la mujer que más había sido herida por ellas.

No tenía idea de cuánto tiempo estuvimos sentados allí hablando, o cuánto tiempo nos sentamos en silencio después, hasta que ella paso su brazo a través del mío y apoyo su cabeza contra mi hombro.

"Ella te ama, Edward. No hay ninguna duda en mi mente. Pero necesitas arreglar esto, y tengo toda mi fe puesta en ti. Su voz permaneció tranquila, pero ahora estaba infundida con el suave y familiar confort que siempre me había calmado.

"Yo ni sé por dónde empezar, mamá. La herí tantas veces; ¿qué pasa si este fue su punto de quiebre? "

Ella sacudió la cabeza, colocando su palma en mi mejilla para que yo encontrara su mirada. "Edward, ella no podía permanecer lejos de ti incluso cuando ella pensaba que te despreciaba. Dale un tiempo, y luego se el hombre que tu padre y yo criamos. Se honesto con ella y su dile todo lo que ella merece saber. Permítele tomar esta decisión en lugar de asumir cómo ella lo tomara y decidir por ella. Y sobre todo, respeta sus sentimientos. Ella te ama, y tú la lastimaste. Asúmelo."

Asentí lentamente mientras ella se acercaba y besaba mi mejilla, tomando mi mano mientras nos parábamos para ir a ver a mi padre.

                                                              ~*~*~*~*~

Lo que me pareció como horas más tarde, salí al aire fresco de la noche y comprobé mi teléfono, nada sorprendido de que no hubiera ningún mensaje. Lo apague y camine a mi coche. Ella me había pedido tiempo y yo se lo daría, pero no renunciaría a ella. Presione la pantalla y utilice la iluminación que proporcionaba para tipear otro mensaje, las palabras que le había susurrado una y otra vez.

Je suis à toi

Soy tuyo.

Pulse enviar, viendo como desaparecía el mensaje y la pantalla se oscurecía de nuevo. Trague y frote mi mano contra mi pecho, tratando de disipar la sensación de vacío que estaba regresando lentamente. Me quede parado en la oscuridad, con mi mano en la puerta del auto y la vista perdida en la noche. ¿Qué estaría haciendo ella ahora? ¿Habría recibido mis mensajes o estarían todos mis ruegos y mis palabras de amor aun aguardando intactos dentro de su teléfono? Esperaba que fuera lo último.

El camino a casa fue largo y solitario, la radio apagada, mi teléfono silencioso en el asiento junto a mí. Pensé en cuando estuvimos sentados más temprano en su sofá, la forma en que la sentí entre mis brazos, la forma en que yo había necesitado tener ese momento de normalidad con ella antes de hablar de cualquier otra cosa. Para la hora en que ella llego a su casa, yo me había llevado a mi mismo a un estado de frenesí. Había estado caminando de un lado a otro delante de su apartamento como alguna clase de acosador desesperado. Comprendí que a pesar de todo lo que había sucedido entre nosotros y de lo que significábamos el uno para el otro, ninguno de sus vecinos me conocía. Yo no tenía una llave de su departamento, ella no tenía una llave del mío. Todo parecía tan temporal - algo que yo sin duda cambiaria si se me daba la oportunidad.

Noté inmediatamente que ella se había cambiado su vestido arruinado y se había puesto algo más cómodo. Sus ojos estaban rojos, su expresión grave y preocupada. En el momento en que la vi no pude contenerme. El peso que yo había sentido dentro de mi pecho desapareció, y casi corrí hacia ella, necesitando sentirla entre mis brazos. Suspire aliviado, tirando de ella hacia mí y casi levantándola del suelo mientras yo solo me concentraba en respirar, en permitir que su aroma familiar y su cercanía se impregnaran en mí.

“Te amo” me susurró ella y yo cerré los ojos, y un temblor se movió a través de mí cuando sus labios se presionaron contra mi cuello. Con esas dos palabras, ella me traía nuevamente a casa y todo lo demás desaparecía.

"Gracias," le murmure, y mis ojos cayeron a sus labios. La atraje hacia mí y la sentí temblar en mis brazos, agradecido de que todavía podía afectarla de ese modo.

Esperé, con ganas de saborear el momento, mis ojos se cerraron mientras probaba su aliento y sentía el calor perceptible de sus labios tan cerca de los míos. ¿Qué sucedería si esta era la última vez que yo podía sentir esto? ¿Se marcharía ella cuando supiera todo lo que había sucedido hoy? Que muchas más personas lo sabían, que nuestro pequeño secreto no era en realidad tan secreto después de todo. Pude ver que ella sintió mi preocupación cuando de alejo de mi para observarme. Ella también necesitaba calmar sus temores. Los demás se habían mantenido tranquilos; seguramente no sería un problema tan grande como ella había anticipado. Sabía que mi padre y hermano no estaban de acuerdo en eso, pero, realmente no era importante en el gran esquema de cosas. Estábamos enamorados. La gente lo vería.

La bese suavemente y la seguí a través de la puerta, trasladándome inmediatamente al sofá antes de tirarla hacia abajo conmigo.

Durante un largo tiempo, simplemente la mantuve allí, mis dedos pasando a lo largo de su piel suave y enredándose en su pelo. Sus manos cálidas acariciaron mi pecho y me encontré tratando de memorizar cada momento, para grabar en mi cerebro, cómo se sentía estar con ella de este modo. Yo había dejado besos contra su cabello y había tratado de calmar la ansiedad que parecía no cejar dentro de mí.

"¿Por qué me amas?" Le pregunte, sin pensar realmente en las palabras antes de que salieran de mis labios. Su respuesta había sido sorprendente, no sólo debido a cómo ella me veía, sino más por la forma en que se percibía a sí misma. ¿Acaso no sabía que ella significaba el mundo para mí? Ella tenía mi corazón en sus manos, y yo nunca sería capaz de dárselo a otra.

Una bocina sonó detrás de mí, agitando mis pensamientos. Mire arriba hacia la luz verde del semáforo y acelere, recorriendo la pequeña distancia que quedaba hasta mi casa. Cuando estacione en mi espacio y apague el motor, tome mi teléfono de nuevo y sin pensarlo dos veces, le escribí otro mensaje.

Je vais t'aimer toujours

Voy a amarte para siempre.

Mi mente estaba todavía con ella cuando llegue al ascensor. Cerré la puerta detrás de mí, observando el departamento. Incluso a oscuras, podía decir que el ama de llaves había estado aquí; ahora, el olor a madera pulida y desinfectantes flotaba en el aire en lugar del  persistente aroma de Bella.

Con enojo, arroje mi portafolio y mis llaves sobre el aparador y camine a la cocina, tomando una botella de agua e ignorando el indicador parpadeante de mensajes en mi máquina contestadora. Yo sabía que no eran de ella, y todo lo demás podía esperar. Cruce la habitación, parándome frente a las grandes ventanas y mire la noche de Chicago. La vista no era menos hermosa que cualquier otra noche, pero yo no quería mirar el horizonte familiar. No quería apreciar su resplandor y simetría a solas.

Quería ver como Bella observaba las luces y los ángulos de la ciudad, sus ojos moviéndose sobre el paisaje y sus labios curvándose en una sonrisa. Quería a preguntarle si ella recordaba la primera vez que habíamos estado juntos. Deseaba cambiar ese recuerdo, para darle el contexto que ella necesitaba desesperadamente. Ella necesitaba saber cómo me había poseído desde nuestro primer contacto.

Quería lavar cada recuerdo que teníamos, darles profundidad, una nueva perspectiva. Quería que riéramos juntos de nuestras payasadas, comprender mejor cómo habíamos intentado tan duramente ocultar lo inevitable. Quería celebrar donde habíamos terminado.

¿Sólo habían pasado veinticuatro horas desde que habíamos reído y bromeado, desde que habíamos hecho esa pizza juntos en el medio de la noche? ¿Desde que le había hecho el amor en su cama?

Apoye mis palmas contra mis ojos como intentado borrar la imagen de ella debajo de mí, la forma en que ella había susurrado mi nombre y la sensación de sus uñas arañando mi piel húmeda. Pasando mis manos a través de mi pelo, vi mi reflejo sobre el vidrio.

Me veía patético.

Termine mi agua en un largo y apresurado trago, lanzando la botella vacía sobre el sofá, al pasar. Camine a mi habitación, desabrochándome la camisa, dejándola resbalar fuera de mis hombros y caer al suelo. En la luz tenue, pude ver que mi cama estaba perfectamente hecha; las sabanas estarían frescas y nuevas. Todos los rastros de Bella habrían desaparecido. Me pare en la puerta y me apoye ligeramente.

Era como si ella nunca hubiera estado aquí.

Un dolor en el pecho me embargó y mis pulmones comenzaron a sentirse vacíos incluso cuando tomé profundas y violentas respiraciones. Caí en mi cama y me aferre a la almohada, mis ojos se cerraron fuerte contra las imágenes que parpadeaban detrás de mis párpados cerrados. Tantos recuerdos, fotografías dispersas pasaban a través de mi mente, algunos tan reales que yo casi podía oler su champú de naranjas. Sentirla presionada contra mí. Perderme en el calor de su cuerpo.

Recordé una noche al igual a esta, aquí en mi departamento, la cena terminada y olvidada en la mesa. Nos habíamos besado como adolescentes en el sofá. Las voces de Grace Kelly y Jimmy Stewart en la TV se desvanecían en el fondo como mi cada uno de mis pensamientos y mi respiración se había centrado en la mujer en mis brazos. Sus labios eran suaves, mientras que mordisqueaban y envolvían los míos. Sus manos habían estado tan ávidas de eliminar mi remera y viajaron a través de mi piel, pasando por mis brazos, mi pecho y mi estómago. Sus ojos, abiertos y urgentes, oscuros de lujuria, repasando mi cuerpo, haciéndome sentir que yo era todo lo que ella necesitaba.

Nuestros besos habían disminuido a medida que avanzaba la noche, la película se había terminado y la sala estaba a oscuras. Una sensación nueva había nacido, que simplemente estar juntos sería suficiente, y comenzamos a acostumbrarnos a ser nosotros. Ella había hecho un camino hacia abajo de mi cuerpo, descansando su cabeza en mi estómago desnudo, su cabello se había desparramado y le hacía cosquillas a mi piel. Sus dedos pasaban distraídamente a lo largo de la cintura de mis pantalones de jean, provocando que mis músculos se tensaran con cada pasada. Mis manos se habían trasladado a su cabello y mis dedos corrían a través de las suaves hebras, observando la forma en que el resplandor azul de la televisión se refleja en cada una de ellas.

Poco después, su respiración se emparejo, su cuerpo se tranquilizó y sus suaves ruidos  llegaron hasta mi. Recuerdo haber sonreído al darme cuenta que ella se había dormido. Que ella se hubiera sentido tan cómoda aquí en mi casa, en mis brazos, significo más para mí de lo que nunca me podría haber imaginado posible.

Nos quedamos así, sus felices suspiros y ocasionales murmullos hicieron que mi corazón se llenara de una emoción aún silenciosa.

Yo la había levantado suavemente y la había llevado a mi cama, la había desnudado con las luces tenues de la ciudad que caían en toda la habitación. Ella se había agitado murmurando mi nombre en la oscuridad cuando me aleje para sacarme los pantalones y me apresure a  acostarme junto a ella. La había traído cerca de mí, y había susurrado unas palabras contra su cabello.

"Shh, bebe. Estoy aquí".

Ella se calmó al instante contra mí, sus extremidades se enredaron con las mías, y su aliento cálido paso sobre mi piel.

Y nos quedamos dormidos.

Por primera vez, yo simplemente la había sujetado en mis brazos y me había dormido sin necesidad de hacer el amor primero. Imágenes espontáneamente entraron en mi mente, de toda una vida llena de noches como esta. Rápidamente las había empujado un lado mientras  me quedaba dormido, contento por el momento sólo por estar junto a la mujer de la que me había enamorado.

Mientras el recuerdo se desvanecía en mi habitación vacía, mi corazón golpeó dentro de mi pecho cuando el pánico se extendió en mí en una ola de frío polar.

Yo no podía perderla.

Por primera vez en mi vida estaba listo para darme por completo y pertenecer a otra persona, sin miedo. ¿Todavía me querría? Miré el reloj. Habían pasado horas y ella no me había respondido. ¿Estaría diciéndome algo con su silencio? Necesitaba saberlo. Mi mente racional sabía que ella sólo se estaba tomando el tiempo que necesitaba, pero mi corazón se estaba rompiendo. Agitando las manos, saque mi teléfono y le envié un mensaje final.

                                 Por favor dime que todavía me amas.

Pulse enviar y el agotamiento me tomo. El resto dependería de ella.

                                                          ~*~*~*~*~*~*~

Dos sonidos me despertaron de mi breve sueño: mi teléfono vibrando en la almohada junto a mí y un insistente golpe filtrándose desde la sala de estar. Mis ojos se agitaron mientras intentaba luchar contra la conciencia, no queriendo volver a la realidad de nuevo. Parpadee cuando la sala entró en foco y mire la hora, preguntándome quién estaría tan tarde en mi puerta. Mi corazón saltó cuando me di cuenta de que podría ser Bella. Tan pronto como me pude mover, me lance fuera de la cama, agarrando mi camisa y corriendo fuera de la habitación. Mi cuerpo vibraba de la ansiedad de tenerla otra vez en mis brazos.

No estaba preparado para lo que me esperaba al otro lado de la puerta.

"¿Rachel?" Gemí, sin poder ocultar la sorpresa que sentí de verla aquí.

"Edward," respiro ella, colocando su teléfono lejos de su oído, mientras el alivio se leía fácilmente en su cara. "Yo me estaba comenzando a preocupar seriamente por ti."

Se acerco, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuerpo congelado. Parpadee varias veces mientras ella me abrazaba, aturdido por la familiar manera en que su cuerpo cabía contra mí y la forma en que sonaba su voz. Lentamente pase mis brazos alrededor de su cintura.

"No puedo creer que estés aquí", dije contra su cabello y su aroma familiar me encontró, y el año que había pasado desde que nos habíamos visto por última vez pareció desaparecer. Cerré mis ojos muy fuertemente. El día había sido tan estresante y yo estaba tan abrumado por el hecho de que ella estaba en mi puerta. "¿Qué?... no entiendo". Me tire hacia atrás y tome su rostro en mis manos, buscando en sus rasgos. Ella se veía incluso más bella de lo que recordaba.

"Lo sé", me respondió, sacudiendo su cabeza ligeramente y limpiando las lágrimas de su rostro.

"¿Estás bien?" Le susurre, cambiando fácilmente al francés que había hablado casi exclusivamente por seis años.

Ella me dio una brillante sonrisa, y su cara se ilumino completamente. "Edward, yo tenía que contarte. ¡Me caso!"

"'¿Vos…qué?" Exclame, incapaz de contener mi sonrisa. Tomé su mano izquierda, encantado de ver el hermoso anillo que llevaba en su dedo. Lo puse en mis labios, besándolo suavemente. "Dios, soy tan feliz por ti, Rachel."

Ella se apoyo contra mí y susurró, "Estoy bien ahora, Edward. Está todo bien." Su simple declaración alivió algo dentro de mi pecho, el sentimiento de culpa que había estado llevando todo este tiempo desapareció tras sus palabras. Envolví mis brazos mas fuerte a su alrededor.

"Gracias," le dije, mientras  mis brazos se apretaban a su alrededor, saboreando la tranquila libertad, que había necesitado desesperadamente.

Ella se alejo para volver a encontrar mi mirada y su sonrisa vaciló, su frente se crispo entonces con preocupación. "¿Edward?" Pregunto, buscando en mi cara, sin duda notando mis ojos rojos y mi aspecto agotado. "Edward, ¿qué es lo que está mal?" me preguntó, con pánico en su voz y una expresión de repentina alarma.

Mirando hacia abajo, brevemente, trague, listo para negarlo, mientras mi mente comenzó a trabajar en los cientos de excusas para mi estado actual. Pero cuando busqué otra vez, sabía que no tenía sentido mentirle a ella. Rachel había sido la primera mujer de la que me había enamorado, la única mujer, además de Bella, con quien  me había sentido emocionalmente conectado. Necesitaba ser honestos, a partir de ahora.

"¿Por qué no pasas?," dije, dándome la vuelta y señalando hacia mi puerta.

Ella asintió y me siguió dentro. Vi como se sentaba en el sofá, y su mirada parpadeaba alrededor de mi departamento, observando todo y seguramente viendo piezas de mí que recordaba de antes. Me senté junto a ella y pase mis manos a través de mi pelo, tratando de decidir por dónde empezar.

"Edward, no tienes que decirme todo. Sólo quiero asegurarme de que estás bien," dijo suavemente, inclinándose hacia adelante y poniendo su mano en mi rodilla.

Sonreí, tomando su mano en la mía. A pesar de todo lo que había ocurrido entre nosotros, que ella me ofreciera su amistad significaba más de lo que podía expresar.

"Estoy bien," empecé, riendo y agitando mi cabeza. "Está bien, esa es una puta mentira. No estoy bien." Pase mis manos por mi cara y me apoye en el sofá. "Soy un idiota, y deje que lo mejor que me paso en la vida se aleje de mi porque fui demasiado cobarde para ser honesto con ella". Dije de repente, dándome cuenta de cómo que debía haber sonado eso. "Oh, Dios. Rachel discul…"

"No", afirmó, levantando su mano en señal de protesta. "No lamento que hayas encontrado a alguien, Edward. No te mentiré... pasé mucho tiempo enojada contigo, lastimada y preguntándome por qué tu no me habías amado lo suficiente para quedarte... pero seguí adelante. Los dos lo hicimos." Ella sonrió y reclamo mi mano. "Veo ahora que tú tenías razón, que sólo amar a alguien no es suficiente, que debes esperar hasta encontrar tu corazón". Ella miró hacia abajo a su anillo, su alegría era tan palpable que difícilmente podía ser contenía. "Yo lo he encontrado. Y él es perfecto.”

Ella me sonrió y yo no pude evitar devolver la sonrisa. Sabía exactamente de lo que ella hablaba. Escuche felizmente como me contaba acerca de cómo se conocieron, cómo había crecido su relación y cómo ella sabía que eran el uno para el otro.

Con un suave suspiro, feliz, ella hizo una pausa. "Ahora que no he parado de hablar," dijo con una carcajada, "cuéntame acerca de esta mujer que tan obviamente te ha robado el corazón."

Le dije todo: la forma estúpida en que había manejado las cosas, lo aterrorizado que estaba de que ella nunca me dejara arreglar lo nuestro, y cómo sabía Bella era la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida. Y como la maravillosa persona que ella era, me escuchó... y estaba feliz por mí.

Continuamos poniéndonos al día durante un tiempo después de eso. Estar juntos de este modo era tan natural, como dos amigos que pasan mucho tiempo sin verse y se reencuentran.

"Espera un minuto," empecé, notando repentinamente que no tenía ni idea de cómo ella había llegado aquí. "¿Qué estás haciendo en Chicago? Es decir, pensé que todavía estabas en París."

"Lo estaba. Ethan y yo, estamos en Chicago solo por una noche. Él está en el bar de abajo haciendo unas cuantas llamadas telefónicas, " hizo una pausa, pareciendo atípicamente incómoda por un momento. Se inclino hacia adelante y me apretó la mano con confianza. Sonrió antes de continuar. "¿Te gustaría conocerlo?"

Para ser honesto, yo solo quería que esta noche terminara. Después de todo lo que había ocurrido hoy, bajar para socializar con su prometido sonaba como lo último que yo quería hacer. Pero mirando en sus ojos y viendo la felicidad absoluta reflejada en ellos, supe que tenía que aceptar su invitación y darle las gracias al hombre responsable de ese cambio en ella.

"Por supuesto," le dije suavemente, riéndome del chillido de placer que se le escapó. "Dame un segundo para arreglarme y bajamos."

Ella asintió, poniéndose de pie para mirar alrededor, mientras yo me dirigía a mi habitación. Cambiándome la camisa rápidamente y mirándome en el espejo, hice una pausa en la puerta, volviendo para echar un vistazo a mi teléfono todavía apoyado en la cama. Mis ojos cayeron a la alfombra, librando una batalla interna sobre si mandar o no otro mensaje a Bella. Con un profundo suspiro, camine la pequeña distancia y lo recogí, pulsando la pantalla para ver el estado.

Sin mensajes.

Mi mandíbula se cerró y mi estómago se apretó, ya sea por el dolor o la ira, no estaba seguro. Sabía que ella necesitaba tiempo, pero ¿Cómo podía ella simplemente ignorarme? Lanzando el teléfono a la cama con más fuerza de lo necesario, salí rápidamente, jurando bajo mi aliento mientras regresaba a la sala de estar.

Logré hacer una sonrisa cuando la mirada de Rachel encontró la mía, y si ella notó el cambio repentino en mi estado de ánimo, no lo menciono. Hablamos de mutuos conocidos mientras nos dirigíamos al ascensor, y deje que su presencia feliz me calmara ligeramente. Cuando las puertas se abrieron, le hice un gesto para que entrara y presione el botón para bajar.

"Oh," dijo, agachándose para recuperar algo del piso junto a ella. "Parece que alguien dejó caer sus lentes."

Me moví hacia ella, y mis ojos se fijaron en los lentes oscuros que sostenía en sus manos.

"Parecen casi iguales a los..." Hice una pausa mientras los tomaba de sus manos, mi expresión era pensativa mientras consideré la posibilidad. Los sostuve en mis manos, pasando mi pulgar sobre el monograma que sabía que había visto innumerables veces. Mi mente y mi pulso se aceleraron mientras continué inspeccionándolos. No había forma de que estos pudieran ser los de Bella... ¿serían? ¿No los vi cuando subí?  Pensé en todo lo que había sucedido hoy. ¿Existiría una posibilidad que ella hubiera venido a mi edificio? ¿Habría decidido darme otra oportunidad?

"¿Edward?"

"Oh, Dios," respire, sin darme cuenta de que me había movido hacia atrás, hasta que el frio metal de la pared interior se filtró a través de mi camisa. Tendí hacia adelante una mano para sostenerme, mi estómago se volteo y todo el aire salió de mis pulmones, mientras imaginaba el comienzo de una escena formándose en mi cabeza.

Bella viniendo a verme.

Bella viéndonos a Rachel y a mi juntos.

Bella yéndose con tanta prisa que había dejado caer sus gafas.

No.

Escuche la serie de chirridos que hacían eco en el pequeño espacio, los números iluminados contando hacia abajo hasta que llegamos al vestíbulo.

Tenía que encontrarla.

Estirándome, di un paso lejos de la pared, todas las razones para que yo estuviera aquí ahora estaban olvidadas. Rachel camino detrás de mí, colocando su mano suavemente sobre mi hombro.

"No la perderé," dije, sin hablarle a nadie en particular. Las puertas del ascensor se abrieron y me moví hacia adelante, deteniéndome cuando alguien bloqueo mi camino. Mire, listo para dar una rápida disculpa y me congele.

"¿Bella?" Pregunte incrédulo, seguro de que la mujer de pie delante de mí tenía que ser un producto de mi mente agotada. Se volvió hacia mi voz, y su aliento se entrecorto sonoramente en su garganta, mientras sus ojos se encontraron con los míos. El tiempo pareció detenerse cuando estuvimos frente a frente, todo mi ser enfocado en la mujer de pie delante de mí.

"Edward," dijo ella,  respirando nuevamente. Las voces que nos rodean parecieron apagarse mientras yo observaba su cara cansada. Ella mordió su labio y miró brevemente hacia el suelo. Mi estómago se cerró dolorosamente cuando vi sus ojos rojos.

"¿Qué estás haciendo...?" Me quede en silencio, tratando de encontrarle un sentido a lo que estaba sucediendo.

Ella volvió a mí.

Una garganta se limpio detrás de mí, mi mente apenas registraba que no estábamos solos.

"¿Edward?" Pregunto Rachel, parándose a mi lado. Sabía que ella estaba esperando una respuesta, pero yo no podía sacar mis ojos de Bella... no podía ajustar mi mente al hecho de que ella había venido a verme.

Ella no se estaba yendo.

"¿Edward?" Rachel dijo suavemente una vez más. "Creo que voy a excusarme". La mire aturdido y ella sonrió. "llámame cuando puedas."

Asentí y vi como ella se enfocaba en Bella, y no estuve seguro de lo que ella estaba haciendo. Bella nunca vaciló mientras Rachel le tomó las manos, haciendo una pausa para echarme un vistazo a mí sobre su hombro.

"Creo que," Rachel comenzó en francés, girando hacia Bella de nuevo con una sonrisa. "Definitivamente él ha encontrado su corazón."


Ella no se estaba yendo.



"¿Edward?" Rachel dijo suavemente una vez más. "Creo que voy a excusarme". La mire aturdido y ella sonrió. "llámame cuando puedas."



Asentí y vi como ella se enfocaba en Bella, y no estuve seguro de lo que ella estaba haciendo. Bella nunca vaciló mientras Rachel le tomó las manos, haciendo una pausa para echarme un vistazo a mí sobre su hombro.



"Creo que," Rachel comenzó en francés, girando hacia Bella de nuevo con una sonrisa. "Definitivamente él ha encontrado su corazón."





Bella sólo parpadeo en respuesta, su frente se contrajo en frustración, no entendiendo nada de lo que le había dicho Rachel.



Con una última sonrisa verdadera, Rachel nos dejó ambos en frente del elevador. Mientras caminaba lejos, alejándose más con cada paso. Note entonces que ella no se llevaba nada consigo. Por primera vez en más de un año, yo me sentía verdaderamente libre.



Miré hacia abajo, y mis ojos se enfocaron en los lentes oscuros que todavía tenía en la mano.



"¿Son tuyos"? Pregunté suavemente.



Los ojos de Bella se achicaron al posarse sobre ellos y, a continuación, se agrandaron en reconocimiento.



"No sabía que los había perdido," susurró, tomándolos de entre mis manos.



Asentí ante su confirmación, y su simple declaración confirmo mis sospechas. Me moví ligeramente, empujando mis manos dentro de mis bolsillos para evitar tocarla.



"¿Viniste aquí entonces.... antes?"



"Sí," dijo, y su voz fue apenas audible. Mi pecho se cerró mientras mis brazos gritaban por abrazarla. Allí estaba ella, insegura de lo que había sucedido y aún así, de alguna manera, había tenido suficiente fe en mí para volver.



Yo nunca la merecería.



Exhalando, avance con precaución, tomando sus manos en las mías. Ella levanto su mentón para encontrar mis ojos, y yo sonreí ante la determinación que vi en los suyos.



"¿Ven conmigo?" Pregunté, mientras mis pulgares trazaban suaves círculos sobre sus palmas.



Ella asintió y le di a sus manos un apretón suave antes de llevarla hacia el ascensor, pulsando el botón para subir a mi piso.



Nos quedamos parados en silencio, su brazo apenas rozaba el mío,  pero era suficiente para que yo pudiera sentir su calor a través de mi camisa. Me negué a soltar su mano, y aunque ella no protesto, su palma descansaba pasivamente en la mía. Se abrieron las puertas y salimos, la conduje por el pasillo hacia mi departamento. Me movi para que ella pasara delante de mí y cerré la puerta de forma silenciosa, haciendo una pausa antes de girar para quedar frente a ella.



Mi mente recorría los cientos de cosas que yo necesitaba decirle, sabiendo que, sin duda, ninguna aliviaría lo que ella probablemente habría sentido esta noche.



Parada de pie delante de la ventana, ella esperó, seguramente evaluando lo que estaba haciendo aquí.



"Bella" empecé, exhalando fuerte, y mi suspiro fue el único sonido en la sala.



"Fui a la Oficina", dijo suavemente. “esta noche... después de que me fui de aquí."



Mis ojos se achicaron en confusión, preguntándome por qué habria comenzado por allí y deseando poder ver su cara. Me moví para encender la lámpara pequeña de la mesa junto al sofá, antes de que ella me detuviera.



"No, no," protestó. "Yo sólo... me gusta como esta. Cuando las luces están prendidas, no puedo ver la ciudad."



Mi corazón se disolvió incluso ante esa pequeña similitud entre nosotros. Asentí, a pesar de que sabía que ella no podía verme y me senté en el brazo del sofá que estaba más cerca de donde ella se encontraba. Desde donde estaba, podía ver su perfil; la manera en que ella mordía su labio inferior, la forma en que ella jugaba ansiosamente con un mechón de su cabello que caía sobre su hombro.



"¿Fuiste a la Oficina?" Pregunté, y mi estómago se apretó incómodamente, mientras mi respiración aumentaba ligeramente. Había sólo una razón para que ella hubiera ido allí después de vernos a Rachel y a mi juntos.




Ella asintió, mientras continuaba mirando en el horizonte de la hermosa ciudad del otro lado del cristal.



"Ibas a renunciar," dije, mientras tragaba una ola de náuseas. Me incline hacia adelante, poniendo mis manos sobre mis rodillas, y trate de calmar el temor abrumador que llena cada célula de mi cuerpo. Sabía que era ahora o nunca. Si yo no era honesto con ella ahora, no tendría a nadie a quien culpar más que a mí mismo.



"Bella... por favor... por favor no me dejes." Mi voz se quebró, mi cuerpo temblaba mientras la imagen de ella yéndose se proyectaba una y otra vez en mi mente.

"Déjame contarte todo, por favor. Por favor, Bella. Te amo mucho... haré cualquier cosa. "


Ella se volteo hacia mí, y las luces de la ciudad reflejaron las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. "No te dejare," comenzó, y un visible temblor agito su cuerpo. "Yo no podría... aunque quisiera."



Exhale abruptamente cuando el alivio me inundó.



"Lo que viste..." dije, agitando mi cabeza al imaginar la escena a través de sus ojos. "Bella, estoy seguro que sabes que esa era Rachel. Ella vino a decirme que se casa, que me perdona por todo lo que la hice sufrir. Bebé, sé lo que debe haber parecido, pero tienes que saber que yo te amo... que nunca podría.... tu lo eres todo para mí. Mi vida es tuya, todo lo tengo... todo lo que soy, es tuyo. Vi como una lágrima se deslizaba hacia abajo de su mejilla, el sendero que dejo brillo en la luz tenue.



"Lo sé..." dijo tranquilamente, y nuestras miradas se reunieron en la oscuridad. Moría por abrazarla, por limpiar sus lágrimas. Mis brazos se sacudieron mientras cerraba mis puños, y mis uñas se clavaban en mis palmas.



"Empecé a empacar mis cosas," murmuro ella y sacudí mi cabeza, tratando de disipar la imagen de mi mismo llegando a la Oficina para encontrar su escritorio vacío.



"Tu padre estaba allí. Él me sorprendió mientras yo estaba limpiando mi escritorio." Ella dudo, sus ojos hacia viajaron brevemente hasta la ventana de nuevo. "Hablamos."



"¿Mi padre estaba allí?"



"Sí," dijo ella, envolvimiento sus brazos alrededor de sí misma.



"¿Qué dijo?" Pregunté, no pudiendo evitar el temblor de mi voz.



"Que me amaba como a su propia hija," su voz se quebró mientras cayeron más lágrimas. Estuve tan agradecido en ese momento a mi padre, sabiendo cuánto los quería ella a mis padres, cómo la lastimaba haberlos decepcionado a ambos. Ella inhalo un soplo tembloroso y continuó. "Y básicamente me dijo lo que yo ya sabía, que tu eres diferente ahora, que has cambiado".



"Lo he hecho, Bella."



"Él dijo que tu siempre has actuado como si el peso del mundo estuviera sobre tus hombros... pero que han visto un cambio, y que ahora saben que el cambio era yo".



Nuestros ojos se encontraron y por primera vez desde que la había tocado todos esos meses atrás, no vi ninguna duda allí.



"Es cierto."



"Vi algo y reaccione. Lamento haber dejado que mi miedo y mi inseguridad me hicieran ignorar todo lo que sé de ti…del hombre que me has demostrado ser. Pero ya no estoy asustada, Edward. Creo que... para que nosotros podamos seguir adelante, yo tenía que descubrir eso por mi cuenta. que me amas," dijo firmemente, sus brazos cayeron ligeramente a sus lados, y su voz sonó más segura que nunca.



"Muchísimo," dije en un suspiro, necesitando tocarla, para convencerme a mí mismo de que ella realmente estaba aquí. Como presintiendo mi necesidad, ella camino hacia adelante, parándose delante de mí. Me estire y tome sus manos, y mi pulgar acaricio el brazalete que todavía estaba allí. Ella se paro entre mis piernas y yo la atraje hacia mí, presionando mi cara contra su estómago, y cerré mis ojos cuando sus manos pasaron a través de mi cabello.



"Te amo, Edward". Ella besó mi cabeza, y suspiro cuando yo la apreté más contra mí.



"Volviste," susurre contra su remera, dándome cuenta de la enormidad de lo que ella había hecho.



"Ya me canse de correr de ti."



Me tire hacia atrás para buscar en ella, mis ojos recorrieron su cara. A pesar de todo, ella había dejado que su confianza en mí reemplazara su miedo. Pasando mi mano por su cuerpo, deje que el reverso de mis dedos barrieran sus mejillas húmedas de lágrimas.



"Gracias," susurre, sonriendo mientras ella se apoyaba contra mi caricia. "Bella, tenemos mucho de qué hablar."



"Es cierto", respondió tranquilamente. Y sentí como su mejilla se levantaba bajo mi palma cuando ella sonrió. "Y no me iré a ningún lado."



Le sonreí también y la atraje a mí, dejando que mis labios pasaran suavemente a través de los suyos. "Te amo," murmure contra su boca.



Ella suspiro fuerte, con una mezcla de alegría y alivio evidente en el sonido.



El reloj del pasillo repico, sonando a través de la oscuridad. Me tire hacia atrás, haciendo que mi pulgar pasara por debajo de su ojo nuevamente, limpiando la que esperaba sería la última de sus lágrimas esta noche.



"Es tarde," le dije, observando la forma en que su cuerpo se apoyaba en el mío y pensando de nuevo en todo lo que había ocurrido en las últimas veinticuatro horas.



Ella asintió, riendo tranquilamente. "Estoy tan cansada".



"Ven". Me pare y la alce en mis brazos, llevándola a mi habitación.



Cada uno desvistió al otro tranquilamente. Bese su mentón, su oído, su ombligo. Ella susurró 'Te amo' contra mi hombro y besó mis labios suavemente. No hubo frenesí, sólo la necesidad de estar cerca. Subimos a la cama juntos, mi propio agotamiento de repente me abrumo cuando nos cubrí con el grueso edredón. Su cuerpo se moldeo al mío, y nuestras piernas se entrelazaron mientras yo envolvía mis brazos a su alrededor. Lo último que oí antes de quedarme dormido fue el suspiro feliz de la mujer que sabía que nunca dejaría ir de nuevo.





                                                                  ~*~*~*~*~*~*~



Desperté algún tiempo más tarde. La habitación estaba todavía oscura, su cuerpo suave y cálido dormía debajo de mí. Levante mi barbilla, y la vi. Estaba maravillado por la forma en que sus pechos se levantaban con cada respiración, la manera en que su cabello se desparramaba a través de mi almohada, y cómo su lengua salía apenas de su boca para  humedecer sus labios. A la vanguardia en mi mente, seguía permaneciendo el hecho de que ella había regresado a mí. A pesar de todo lo que había visto, creía en mí lo suficiente para volver. En segundo lugar a esto estaba el conocimiento de que ya no necesitábamos ocultarnos. Yo podría invitarla a salir, besarla en frente de mi familia y decirle al mundo que ella era mía.



Estaba repentinamente desesperado por tocarla.



Coloqué un beso contra su pecho, su olor familiar y delicado me invadió. Pase mi lengua alrededor de su pezón, tomándolo en mi boca, sin poder evitar el gruñido que me provoco sentirla bajo mis labios. Mientras la chupaba suavemente, ella gimió, y sus manos subieron hacia mi cabeza y me acercaron más a ella.



"Edward," suspiro, y el deseo en su voz fue directamente a mi miembro. Moviéndome hacia el otro pezón, lo tomé entre mis dientes y mordisquee suavemente. Ella gimió, arqueando su espalda, y su cadera comenzó a moverse contra la mía.



"Perdóname por despertarte," murmure contra su piel, haciendo un camino de besos hasta su cuello. "Pero no podía quedarme acostado a tu lado un segundo más y no tocarte."



"Mmm, me alegro," suspiro ella, mientras sus piernas se movían para permitir que yo me acomodara entre ellas. Su pulso se acelero rápidamente debajo de mis labios, y su calor me hizo gemir cuando la roce con mi cuerpo.



"Te amo tanto," susurre a su oído. No puedo esperar para decirle a todo el mundo que eres mía." Besando a lo largo de su mandíbula, empuje con mis manos su cabello, trayendo sus labios a los míos.



"Basta de ocultarse," respiro ella en mi boca.



"Nunca más."



Nuestros labios se movieron juntos, y profundizando el beso, su lengua se enredo con la mía. Dedos temblorosos acariciaron mi mandíbula, y mi barbilla, cubierta de una áspera barba que sonaba contra su suave piel. Tome su labio inferior, apretándolo entre los míos y succione. Mi mano se movió a lo largo de su cuerpo desnudo, hacia abajo por su costado y hasta su cadera. Me moví contra ella, jadeando contra su boca, cuando sentí como su humedad me recibía. Mis dedos continuaron hacia abajo de su pierna y llegaron detrás de su rodilla, enganchándola sobre mi brazo para llevar su pierna cerca de su pecho.



Ella gimió, fuerte, cuando moví mis caderas, la nueva posición me alineo perfectamente a lo largo de su clítoris. Cada movimiento despertó un sonido nuevo y más desinhibido de sus labios.



"Se siente tan bien," jadeo ella sacudiéndose contra mí. "No... no te detengas."



Sacudí mi cabeza mientras probaba su piel, mi boca se movió desde sus labios hacia su mandíbula. Arrastre mis besos hacia abajo de su cuello y a lo largo de sus hombros, mientras mi mente daba un vistazo de lo que sería estar con ella todas las noches, en nuestra cama. Sus manos vagaron a mi espalda, explorando como cada musculo a su alcance se flexionaba y contraía. Cerré mis ojos, concentrándome en cómo se sentía moverme de esta manera sobre ella, la suavidad y el calor de ella me consumían mientras  yo continuaba deslizándome contra ella. Era la tortura más dulce saber que con el más mínimo cambio en ángulo, podría estar dentro de su cuerpo.



Deslizando su mano entre nosotros, ella tomo mi miembro. Mantuve mi cuerpo fuera de ella, mientras la observaba colocar la punta de mi pene contra ella misma, rodeando lentamente su entrada.



"Oh mierda, bebé," grite. Mi pecho se cerró y mi cuerpo se tenso con el esfuerzo de no moverme, de dejarla controlar esto. Su calor me envolvió cuando ella me tiro hacia adelante, y los dos vimos como la punta de mi miembro se deslizó dentro de ella.



"Oh, Edward," gimió, y sus ojos se cerraron mientras sus músculos se tensaban ligeramente a mí alrededor.



"Por favor, Bella," le rogué, el impulso de empujar, para meterme por completo dentro de su cuerpo era ya casi demasiado fuerte para resistirme. Moviendo sus manos a mis caderas, ella me apretó estrechamente, instándome hacia adelante. Pulgada por pulgada, cada vez más profundo hasta que mis caderas se alinearon con las suyas. Su cabeza cayó contra la almohada y con manos temblorosas, ella trajo mi cara a la suya.



"Espera", murmuro contra mis labios suavemente. "Sólo necesito sentirte."



"Lo sé, bebe." La bese lentamente, deslizando mis brazos por debajo de ella y tirándola hacia mí. "Dime que me amas," le susurre, besando a lo largo de su barbilla y mandíbula.



"Yo te amo." Sentí sus palabras vibrar debajo de mis labios y sonreí contra su garganta. "Muévete dentro de mí, Edward".



Me tire hacia atrás ligeramente, gruñendo, y mis ojos rodaron hacia dentro de mi cabeza, cuando empuje para volver dentro de ella. Levanto sus caderas, y con sus gemidos entrecortados y sus suspiros,  me estimulo aun más. Sus piernas se envolvieron  alrededor de mi cintura, y ella se movió conmigo. Sus manos se enredaron en mi pelo rudamente, y su espalda se arqueo cuando tomé su pezón entre mis dientes.



Nos volteamos, ella quedo encima de mí, de modo que su cabello se esparció a lo largo de mi pecho y hombros. Mis manos la exploraron mientras nos besábamos, dejando un rastro de piel erizada a su paso. Doble mis piernas y me empuje hasta reunirse con ella, mis palmas rozaron todo el largo de sus muslos, tomando su cola, y tirándola contra mí. Ella empujo sus manos contra mi pecho, sentándose, y colocando sus piernas a cada lado de mis caderas.



"Te ves tan hermosa," le dije, y mis ojos se movieron hambrientos sobre su cuerpo.



"Como tú" me devolvió ella, sin aliento. Sus palmas descansaron sobre mi pecho, sosteniéndola mientras ella se movía encima de mí. Suavemente, mi pulgar se movió en círculos alrededor de su pezón endurecido. Ella jadeo y cubrió mi mano, sus dedos se enredaron con los míos, haciendo que la apretara más firmemente. Su cabeza cayó hacia atrás y me senté, dejando besos a lo largo de su garganta, sintiendo cada gemido, cuando se escapaba de ella. Coloqué una mano detrás de su cabeza, la otra se movió de sus pechos para descansar en su cintura. Ella se inclino hacia atrás, arqueándose, ofreciéndose a mí, mientras su cabello cosquilleaba a lo largo de mis piernas con cada movimiento.



Inclinándome hacia adelante, bese sus pechos, y mi lengua lamio su pezón antes de tenerlo entre mis labios. "Sabes tan bien", le dije hambriento. Grito cuando arrastre mis dientes a lo largo de su tierna carne, estimulándola antes de besarla suavemente y moverme a su otro pezón.



"Más fuerte, Edward," gruñó ella, y sus caderas se movieron contra las mías. La acosté sobre su espalda y me moví sobre ella una vez más, besando a lo largo de su pierna, mientras la colocaba encima de mi hombro. Su cuerpo se sacudió contra mi cuando empecé a empujar contra ella. Tomo las sabanas cerca de su cabeza, tensando la tela, apretada bajo sus dedos.



"¿Así?" Le pregunté, balanceándome con más fuerza contra ella, notando el brillo de sudor a lo largo de su pecho y hombros.



"Dios sí," ella jadeo. "Por favor justo allí, oh,.... justo allí."



"Estoy tan cerca, bebé," trague fuerte, sintiendo mi boca seca cuando los músculos de mi estómago comenzaron a apretarse. "Puedo sentirte... puedo sentir como acabas. Oh Dios."



Ella grito mi nombre en voz alta, arqueándose contra mí, y sus manos se estiraron para alcanzar el respaldo de la cama. Sus caderas se despegaron del colchón, y yo las sostuve fuertemente, intentando inmovilizarla mientras empujaba contra ella una última vez, acabando dentro suyo.



Mientras nuestros cuerpos se relajaban, y respirábamos agitados uno contra el otro, nuestros ojos se encontraron. Me incline hacia adelante y la bese suavemente, riendo al sentir su corazón acelerado latiendo al mismo ritmo que el mío.



Con un suspiro agotado, nos voltee otra vez, y mis brazos cayeron agotados a los lados de mi cabeza. Ella presiono su cara en mi cuello, mientras intentaba recuperar el aliento.



"Jesús," gemí, pasando una mano a través de mi cabello y sobre mi cara. Apoyando su barbilla sobre mi pecho, ella me regalo una amplia sonrisa, su cabello era un lío enredado y su piel parecía brillar en la luz del amanecer. Ella miro hacia la ventana antes de volver su mirada hacia mí.



"Bueno, buenos días a ti, buenmozo," me dijo riendo suavemente mientras yo movía  algunas hebras de su cabello fuera de su frente húmeda.



"Mmm…sin dudas este es un muy buen día", bromee, guiñándole un ojo mientras la acercaba más a mi cuerpo. Puse un beso en la punta de su nariz antes de inclinar mi cabeza, y cambiar mi tono a uno más grave. "¿Puedo decirte algo?" Pregunté, acariciando con mi pulgar el leve rubor de sus mejillas.



Sus ojos se cerraron y ella suspiro contenta mientras yo pasaba mis dedos a través de su pelo revuelto.



"Exactamente así es cómo quiero despertar cada mañana". Sus ojos se abrieron para encontrar los míos. "Bella, tu eres el amor de mi vida, nunca habrá nadie más para mí. Nunca." Tomando su rostro en mis manos, continué. "Cada día que estuve con Rachel yo sabía que ella no era para mí, y cada día desde que te conocí supe que tu lo eras."



"¿Lo sabías?" me preguntó, y su voz sonó ligeramente agitada.



Suspire profundamente, y mis ojos cayeron brevemente antes de regresar a los suyos. "Me quede con Rachel por todas las razones equivocadas. Nuestra relación era fácil, cómoda y segura. Me quede a su lado porque todo el mundo esperaba que lo hiciera, a pesar de saber que yo nunca podría compartir la profundidad de sus sentimientos. Rachel es una mujer hermosa, generosa y cuando ella necesito más... cuando quiso lo que desea la mayoría de las personas, lo que ella tenía todo el derecho a esperar de mí... la dejé. "



Trague con dificultad, mis ojos se volvieron hacia el mechón de su cabello con el que yo estaba jugueteando distraídamente alrededor de mi dedo. "Ella quería matrimonio e hijos y yo sentí pánico. Pánico porque yo no quería esas cosas, no con ella. Le dije que ya no la amaba, que ella merecía a alguien que le diera todo sin dudar. Me había ido para el final de la noche."



"¿Y ahora?" preguntó tranquilamente.



"Y ahora," suspire, inclinando mi cabeza y sosteniendo su mirada una vez más. "Veo que debería haber terminado mi relación con ella mucho antes. La deje seguir porque era fácil. Nunca discutíamos, y yo pensé que los dos queríamos las mismas cosas. Pero ella se perdió a sí misma en ese nosotros. La lastime tanto cuando la dejé, ella dejó de trabajar, se encerró en sí misma...estaba destruida. Y yo…"



"Viniste aquí," terminó en un susurro silenciado.



Asentí, tratando de leer su expresión. "Esa primera vez que te vi, riendo parada en mi Oficina… Bella, yo sentí en ese mismo momento lo que no había sentido nunca en todo el tiempo que Rachel y estuvimos juntos.



Su aliento pareció quedar atrapado en su garganta, mientras ella esperó a que yo continuara.



"Estaba aterrorizado. No podía dejar de pensar en ti, sin importar lo que hiciera o cómo actuara... siempre estabas allí. Pensé quizás si tú me odiaras yo podría forzarme a mí mismo a odiarte, y que estaría todo bien". Una sola lágrima se deslizó hacia abajo de su mejilla y yo la enjugue. "Pero fue inútil," le dije suavemente, agitando mi cabeza. "Eras lo más sexy que yo había visto jamás: argumentativa, con voluntad fuerte, obstinada, inteligente. Yo era el imbécil más grande contigo, y tú nunca me permitías salirme con la mía.



Sonreí, rozando su cara con el reverso de mis dedos.



"Estaba atormentado de deseo por ti, Bella. La Oficina se había convertido en mi infierno personal en la tierra... pero no había forma de que pudiera haberme alejado. ¿Tiene algún sentido lo que te digo?"



"Sí," dijo, apoyándose en mi mano. "Nunca entendí que te había hecho, porque razón me detestabas tanto."



"Tu no hiciste nada," respondí, inclinándome para dejar un suave beso en sus labios. Mientras mis dedos recorrían hacia arriba y hacia abajo su brazo, intentando explicarle. "Me había convencido de que las cosas eran manejables, y entonces ocurrió lo de esa primera noche. Estabas tan cerca, yo podía olerte y sentirte en el aire. Todo lo que tenía  que hacer era estirarme y...tocar. Cuando tu no me alejaste, cuando me dejaste tocarte… sentirte… estar dentro tuyo..." Me quede en silencio, y acercando su cara a la mía, pase mis labios hacia adelante y atrás de los suyos. "Estaba perdido. Se convirtió en mucho más que desear tu cuerpo. Te deseaba a ti."



"Yo siempre te desee a ti," me susurró ella, y con nuestras bocas tan cerca, sentí cada palabra que ella decía.



"Me tienes, siempre me has tenido," respondí, abriendo mis ojos y buscando su cara. "Y nunca te dejare ir."



Sus dedos se cerraron en mi cabello, y ella me atrajo más cerca, su boca se volvió impaciente presionada contra la mía. "Muéstrame," dijo en un susurro, y sus manos se cerraron más sobre mi cabello. "Muéstrame lo que no pudiste en todo ese tiempo". Ella paso su lengua a lo largo de mi mandíbula y bajó el tono de su voz. "Muéstrame lo que deseabas."



Gemí cuando sus palabras se dispararon a través de mí y nos moví para quedar de lado, la longitud de nuestros cuerpos presionados uno contra el otro. "Quería que me tocaras y me mostraras lo bien que conocías mi cuerpo", le dije, temblando cuando su mano se envolvió alrededor de mí, y su pulgar acaricio la punta de mi miembro. "Quería saber que tu observabas cada detalle de mi, también."



"¿De este modo?" preguntó, mientras su palma se deslizaba hacia arriba y hacia abajo en mi longitud.



"Dios, sí," grite, y mis caderas se balancearon contra su mano, mientras ella seguía estimulándome. Su mano se movió lentamente, su toque era tan familiar, tan forma devastadora perfecto.



"¿Qué más?" Dijo depositando un beso en la esquina de mi boca, antes de pasar sus labios a lo largo de mi mandíbula.



"Quería tocarte", contesté. "Quería que sintieras en mis caricias que yo podía sentir cada una de tus reacciones, que yo sabía todo lo que te gustaba que te hiciera."



La sentí tomar una de mis manos y colocarla en su pecho. "¿Así?" Su voz era un ronroneo bajo: sexy, confiado.



Sabía exactamente lo que quería: en primer lugar, mi palma sobre ella, sintiendo su peso en mi mano. A continuación, mis dedos pellizcándola suavemente. Por último, un tirón leve. Ella gimió, como yo sabía que lo haría.



"Sí," suspire contra ella, perdido en la sensación de tocar su cuerpo, sabiendo que nadie nunca la conocería de este modo, nadie nunca la haría sentir esto.



"¿Qué más?" Sus palabras sonaron tensas y desbordantes de deseo.



"Quería que me llamaras por mi nombre." La pellizque suavemente mientras me inclinaba para besarla.



Le sentí sonreír contra mis labios. "Amo cómo me haces sentir, Edward," gimió ella en mi oído.



“Quería decir tu nombre,” le dije mordisqueando su oreja. “Quería llamarte Bella.” Ella jadeo contra mí mientras yo murmuraba en su boca, Levante su pierna y la coloque en mi cadera, mis manos bajaron a su cola, atrayéndola más fuertemente contra mí.



Tire mi cabeza hacia atrás y la mire, queriendo  reconocer el momento en que todo cambió para nosotros. “Y después de Seattle, yo quería simplemente que estuviéramos juntos sin tener que fingir que estábamos tan enojados todo el tiempo, y no resentir mas lo vulnerable que me sentía. Quería que me vieras como soy, para poder mostrarte cómo mi pecho se agrietaba cada vez que te veía sonreír. Quería que me amaras". La voltee acomodándome entre sus piernas. "Quería que me amaras de la misma forma en que yo te amaba."



"Te amo," dijo respirando contra mi cuello, sus labios recorrían el largo de mi garganta, mientras sus piernas se ajustaban alrededor de mi cintura. "Edward, por favor…"



Me impulse hacia adelante, sacudiéndome al deslizarme dentro de ella una vez más. Baje mi cabeza, buscando sus labios para encontrarla esperando por mí. Tomando sus manos en las mías, las subí por encima de su cabeza, presionándola contra el colchón. Manteniéndola cautiva, de la forma en que ella siempre me había tenido.



"Te amo, Bella," dije suspirando, mientras mi cuerpo continuaba moviéndose en el suyo. "Quiero hacerte mía," dije entre besos. "Quiero despertar contigo cada mañana, y quiero dormirme contigo en mis brazos cada noche". Ella gimió suavemente debajo de mí y me aleje apenas, presionando mis labios contra sus mejillas ruborizadas y moviéndome para murmurar en su oído. "Quiero ver a mi bebé crecer dentro de ti."



Sus manos apretaron más fuerte las mías en respuesta, sus piernas me trajeron más cerca mientras ella grito mi nombre. Sentí que arqueaba su cuerpo contra el mío cuando comencé a empujar más profundo dentro de ella, completamente perdido en sus brazos.



"Yo quiero todo eso también," murmuro ella contra mis labios. Un momento de claridad se esparció a través de mis pensamientos fracturados. Nos vi como la pareja que éramos juntos, no esas personas obstinadas y perdidas que habíamos sido por separado. Yo supe sin lugar a dudas que yo pertenecía a ella y que ella siempre sería mía también. Entendí sus temores y supe que ella los había superado dejándolos de lado para creer en nosotros.



El sol había salido, los suaves rayos de la luz de la mañana se filtraban a través de las ventanas, cayendo sobre la cama y haciendo brillar su cabello. Mi mano que seguía todavía entrelazada con la suya, subió a mi boca, posando el beso más suave contra su dedo anular. Y supe sin una sola sombra de duda que algún día yo pondría un anillo allí. Y ese conocimiento me abrumo.



Cuando miré hacia abajo, ella abrió sus ojos. Mordiendo su labio tomo mi cara en sus manos y me beso con el mismo frenético apetito que yo sentía.



"No puedo contenerme mucho más tiempo," susurró ella contra mis labios, trayéndome de vuelta cuando la fiebre familiar comenzó a extenderse a lo largo de mi cuerpo. "Por favor, ven conmigo…" la bese lentamente mientras ella se tensaba a mi alrededor, nuestras manos entrelazadas presionadas contra nuestros cuerpos, nuestros corazones tronaban en nuestros pechos.



Acabamos juntos en una ola de suaves suspiros y frágil insuflaciones y nuestras extremidades temblaban agotadas mientras nos envolvíamos uno alrededor del otro. Ella movió el cabello fuera de mi frente y coloco un beso allí antes de que yo me moviera para descansar mi cabeza contra su pecho.



"¿Sabes lo que quiero hacer?" Le pregunté a través de mi respiración agitada y sintiendo como su corazón latía enloquecido justo debajo de mi oído.



"¿Qué?" respondió, y mis ojos se cerraron cuando sus dedos pasaron a través de mi cabello.



"Llevarte a desayunar," respondí simplemente. Ella se rió suavemente y luego me sonrió, dejándome escuchar el sonido que se había convertido en lo más precioso para mí.



"Bueno, ¿y por qué deseas hacer eso?" preguntó. "Todo lo que yo quiero esta aquí en esta cama."



La miré entonces y sonreí. "Porque quiero llevarte a la calle más concurrida de todo  Chicago," empecé, trayendo sus dedos a mi boca y pasando mis labios contra ellos una vez más.



"Y quiero tomarte de la mano."














4 comentarios:

CarisWestenra dijo...

Me encanto...*__* Y sobre todo eso de que nunca más se tendran que ocultar...^^
Esperando con toda la paciencia del mundo, un nuevo capitulo...^^

Anónimo dijo...

COMO ME GUSTAN LOS FINALES FELICES!!!
ESTE EDDIE RESULTO SER UN DULCE... TODAS QUEREMOS UN TIPO ASI.....QUE TIERNO!!!
A LA ESPERA DE LO QUE RESTA ( LASTIMA QUE ES TAN POCO LO QUE FALTA).
BESOS A TODAS, EN ESPECIAL A MI QUERIDA JONES.
LG.

Anónimo dijo...

Awwwww ME ENCANRO EL FIC MUY BUENO AAAAA EDWARD -baba- ES UN AMOR CADA VES LO AM MAS IIIII JAJAJAJA...
Pd: Tu no publicas estas mismas historias en Fanfiction? por q si es asi las fanfictioneras se lo comerian jajajjaa

paty dijo...

Hola me encanto que bueno que al fin van a poder ser libres de amarse y no esconderse mas me encanto que al fin hablaran del pasado que no haya mas dudas en Bella que ahora si sean completamente felices

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...