domingo, julio 24, 2011

Capítulo 2 - Desorientación - Una Vida extraordinaria by Lolashoes

CPE  (Contado Por Edward)

Sería una pérdida de tiempo y palabras describir  mi estado de ánimo mientras que Bella yacía a mi lado. Diez mil palabras para describir la ansiedad, agonía, miedo, duda, amor, lujuria, hambre. Nadie necesita leer eso. Fueron tres días de agonía para mí, y para Bella sin ninguna duda.

Bella se había retraído en su mente, gritando solamente cuando dejaba de escuchar mi voz. Había sucedido dos veces; una vez cuando me tomé un momento para mirarla, dejando que mi voz se perdiera mientras miraba fijamente  su cara, extrañando su sonrisa. Había llamado a Carlisle cuando ella había gritado la primera vez, y cuando entendí que ella se calmaba con el sonido de mi voz,  yo continué, determinado a hablarle hasta que ella volviera a mí. La otra fue después de que ella hablo, después de que ella intento decir algo. Me había shockeado tanto sus palabras que me quedé momentáneamente sin habla. Ella gritó antes de que yo retomara mi ritmo de charla, entonces ella se retrajo otra vez.

Hablarle a Bella mientras que ella estaba inconsciente en la cama era una situación habitual para mí; me calmó también. Solamente que esta vez sucedía que el amor de mi vida no dormía pacíficamente sino que acababa de morir en mis brazos para despertar como un vampiro, como el vampiro que yo había creado.

Cuando la vi comenzar a moverse, mi mundo entero se enfocó, intentando anticipar lo que ella diría, lo que ella necesitaría. Susurré su nombre y su cabeza giró hacia mí como un azote, sus ojos buscaron por un momento hasta estabilizarse en mi cara. Su cara se suavizó: el alivio, el amor, la necesidad, y la calma se lavaron sobre sus rasgos. Quise saltar sobre ella, saltar en la cama de alegría pero necesitaba mantenerme calmo para ella. Estudié su cara y entonces nuestros ojos se encontraron; por un largo momento, me perdí en su cálida mirada, familiar.



                                                       *****

“¡Oh mi dios, Bella… tus ojos!” Dije, mirando fijamente sus ojos luminosos, brillando sobre su alegría de ver mi cara al lado de ella.

“¿Qué quieres decir?” Me preguntó suavemente, llevando sus dedos a sus pómulos. Su rubor nunca apareció. Su voz era suave; angelical, pero ronca. Bella se había vuelto tan insoportablemente hermosa que yo no podía parar de mirarla fijamente. Ella claramente  estaba destinada a convertirse en vampiro y yo casi había frustrado los planes del destino resistiéndome a ello.

Ella se veía indescriptible verdaderamente, su belleza me dejó mudo. Su piel era luminiscente y lisa; sus labios eran profundamente carmesí; de un tono que las mujeres tardan años en encontrar dentro de un lápiz labial, verdaderamente florido, aún rellenos,  más rellenos, incluso, y más deliciosos que cualquier labio que yo hubiera visto jamás. Su pelo caía en cascada bajo sus hombros hasta la mitad de su espalda, con ondas color castaño profundo, denso y brillante. Y sus ojos eran… marrones. Había un fino anillo de color Borgoña al borde del iris, pero era solamente visible en la luz. Mi boca se tornó en una gran sonrisa. “No son… rojos.”





“¿Qué?” Preguntó ella, incorporándose rápidamente. Miraba desorientada el movimiento; miraba abajo a la cama donde había estado acostada y entonces de nuevo a mí muy rápidamente. Me reí de sus movimientos, antes de darme cuenta de que ella estaba angustiada. Había pasado mucho tiempo desde mi propia transformación, yo no podía recordar la ansiedad que acompañaba esta velocidad desconocida. Ella achicó los ojos como si el cuarto fuera demasiado brillante. Agitó las manos cerca de sus oídos; había demasiados sonidos.

Son todavía marrones… quizá un poco borgoña, Bella, mírame.” Incluso sabiendo su confusión, yo no podía parar de sonreír. Quise tirarla hacia la cama y ponerla encima de mí, estrellar mis labios contra los suyos que ahora eran un capullo de rosa haciendo un puchero, sentir su lengua suave contra la mía, y sentirla gemir en mi garganta. Mis manos tocaron ambos lados de su cara. Un relámpago de energía pasó a través de mi piel y en menos de un milisegundo ella estaba congelada contra la pared en el extremo más lejano del cuarto.

“Edward, ¿Qué fue eso?” Me preguntó, aterrada. No sabía si se refería a los efectos de mis manos sobre su cara o a cómo ella se había movido tan rápidamente. Bella miraba abajo hacia su cuerpo como si buscara la explicación. Ella estaba todavía desnuda. No me había molestado en vestirme yo tampoco después de que le hice el amor y la devore unos días antes. No quise dejarla ni siquiera por un momento.

“Oh mi dios. Bella, mierda… tu éres despampanante.” Juré inconsciente ante la vista de ella, me levanté lentamente de donde me habían enredado las sábanas.

Su cuerpo era todavía delgado, su silueta menuda, pero sus músculos eran tonificados y femeninos. Sus pechos eran firmes y redondeados, su abdomen delicioso era todavía plano, pero más fuerte. Su cintura era estrecha y llevaba hacia la suave curva de sus caderas. Era el cuerpo de Bella pero exponencialmente más, exponencialmente más atractivo, más fluido. Habría podido mirar fijamente sus piernas por días; sus muslos eran finos y definidos, sus tendones de la corva hechos para correr y para las miles de minifaldas que ahora insistiría en comprarle a ella. Sus pantorrillas lisas condujeron mis ojos hacia sus pequeños y delicados pies. Por supuesto, ella se veía delicada, aunque yo sabía que no era así. Pero fue su brillante y pálida piel la que robó el aire de mis fríos pulmones. Su piel no tenía defectos: crema sobre la seda. Deseé acariciar su piel con mis dedos por horas, presionando mis labios a sus muslos, su estómago, su cuello.



Ella me miraba fijamente a mí pero mis ojos se levantaron y reposaron en sus pechos llenos, sus pezones hermosos, mis peonias deliciosas antes de la floración, ahora eternamente en la cúspide de  su plenitud. Sabía que mi boca estaba laxa. No era sólo porque me hacían falta sus manos sobre mí y su voz en mi oído. Había temido tanto perderla, había temido que ella despertara diferente, no como Bella. Su despertar no iba como yo había fantaseado. Habría querido que nos susurráramos el uno al otro, palabras de permanencia y alegría. Pero había olvidado cuán extraño se siente todo para el que acaba de ser transformado. La necesidad que sentía de consumirla, de empujar mi cuerpo dentro del suyo y nunca salir, me había dejado asombrosamente mareado y arrastré mi mano a través de mi pelo enredado tratando de organizar mis pensamientos y enfocarme en lo que ella necesitaba. Ella debía estar desorientada, asustada, y hambrienta.

Su cuerpo respondió a mi mirada fija, su centro se humedeció de excitación, el aroma era el habitual pero más liviano sin el olor de su sangre mezclada junto con su sexo, y enteramente arrebatador. Quise mi boca en ella. Quise lamer su piel suave y enterrar mi cara allí por días sabiendo que allí no habría ningún pulso atormentador, ningún olor a sangre apenas debajo de la superficie. Sería puramente Bella, despertando para mí. Gemí y recorrí con mis dedos mi cabello. Mi reacción le arrancó un quejido, y ella inmediatamente estaba encima de mí, su cuerpo firme presionaba contra mí, sus manos asían mi pelo, aplastando sus labios contra los mío.



Mi boca encontró la suya hambrienta, mis manos asieron febrilmente su cuerpo: sus caderas suaves, sus pechos firmes. Pero luego, tome sus hombros, apartándola suavemente de mí. Las manos de ella en mi pelo eran duras.

“Bella, desacelera. Bella…” Dije suavemente, mis labios dejaban besos suaves en los suyos para restarle acritud a mis palabras. Ella miró mi cara de cerca, y notó que yo intentaba no hacer muecas; ella me estaba lastimando. Bella aflojó su mano en mi pelo e intentó moverse lejos de mí en lo qué aparentó ser pensado como un pequeño movimiento pero ella se encontró otra vez contra la pared donde se quedo rígida, sobre- estimulada. Su cara lucía devastada.



La velocidad de sus movimientos era algo inesperada pero podía notar que ella estaba desconcertada y mortificada por  haberme lastimado. No sabía qué decirle para calmarla. Me incorporé en la cama.

“Está bien, Bella. Estoy bien. Vuelve a mí por favor.” Mi cara estaba apenada, mis manos extendidas hacia ella.

“No sé manejar esta cosa.” Ella intentó bromear, pero el miedo en su voz llegó fácilmente. “Tu sabías que yo sería el primer vampiro torpe de la historia.”

“No. No, amor. Es todo tan nuevo. Ven aquí, está bien.” Me arrodillé en la cama, sosteniendo los brazos hacia fuera. Ella parecía detectar la urgencia de mi necesidad de ella.



“No quiero moverme. Necesito tocarte demasiado. Tú te sientes demasiado verdadero ahora. Tu piel es demasiado perfecta ahora debajo de mis dedos. Tengo miedo de empujarte a través de la pared.” Su voz era baja pero la oí, y no oí la broma en su tono.

“Bella, amor,  ¿te sientes sedienta?” Mi voz era baja, también.

Ella consideró la pregunta. “Mi garganta pica pero supuse  que era solo mi necesidad de ti, Edward. No tengo ningún contexto; no sé cómo se sentirá beber.” Ella acomodó su pelo detrás de su oído, el remanente de un hábito humano. “No sé. Dios esto es tan extraño. Pensé que me despertaría y sonreiríamos y miraríamos cuanto había cambiado y que después haríamos el amor y entonces iría a cazar un lobo y después tomaríamos sol en el barco…” Ella dijo las palabras como en un suspiro, su risa tintineo con desamparo. Levantó su pelo de su cara haciéndose una colita alta, y sosteniéndola allí con una sola mano, dejando caer la otra agraciadamente a su lado.

“Si te ayuda, amor, yo no pensé que esto sería sencillo.” Le sonreí. Era una mentira blanca. Había esperado podríamos yacer juntos por un rato, pero sabías que era poco realista. Quise abrazarla y tranquilizarla en mis brazos, no desde el otro lado del cuarto.

“Estoy viendo demasiado, oyendo demasiadas cosas inmediatamente. ¿Arena? De verdad, ¿tu oyes la arena?” Intenté no reír mientras que ella procesó todo, en la manera adorable, turbada de Bella. “¿Y los colores, todos estos colores y tú sabías que el aire tiene forma? Habrías podido advertirme que vería el aire.” Su brazo se agitó alrededor de su cabeza.

“Y tú…” ella levantó su mano libre para señalarme a mí en la cama antes de que cayera contra su cadera otra vez, su voz se suavizaba “eres más allá de exquisito… tú eres más real ahora. Tú te sientes como un hombre humano bajo mis manos, no un vampiro.” Su cara se relajó pero su voz se puso ronca otra vez, “te extraño tanto, amor. Tú hueles demasiado bien. Tus manos se sienten como el cielo, no creo que pueda calmarme. ¿Quizás si necesito…cazar?” Podía percibir que se sentía extraña diciendo esas palabras. Caza. Ella sentía que la caza era algo que yo hacía, no ella.

Casi estaba fuera de mi mente por la necesidad de ella que me miraba con su adorable manía. Me sentía perdiendo el control de mi lujuria. ¿Estaríamos retro -alimentando nuestra ansiedad el uno del otro en ese momento? Intenté tranquilizarla calmadamente. “Es mucho para asimilar de golpe. Podemos ir lentamente, Bella. Creo que sería sabio que comenzáramos por ir a cazar. ¿Te parece bien?” Ella asintió.

Salté fuera de la cama y comencé a ponerme mis pantalones de jean. Sentía los ojos de Bella en mí. Sé que ella notó mi erección. Gimió detrás de mí mientras que una nueva ola de excitación golpeaba su cuerpo. Miré sobre mi hombro hacia ella, mi erección que se filtraba contra mis jeans. “Bella…” Sonaba como un gemido.



Ella se lanzó hacia mí otra vez, y nos estrellamos contra la pared, desmenuzando el yeso. La besé otra vez hambriento, sus manos tiraban de mi cara hacia la suya, mis manos tiraban de sus caderas alrededor de mi cintura mientras que yo dejaba caer mi ropa a mis tobillos. La sensación de su cuerpo firme contra mí, apto para ser tocado y de sostenido realmente por mí me dominaban. Sentía mi cuerpo empujando en su entrada antes de que sus manos presionaran contra mi cara dolorosamente. “Bella, despacio, amor…” Ella aflojó su apretón en mi cara, y buscó mis ojos. Luego bajó sus piernas y terminó de un salto encima de la cama detrás de ella.

“¡Oh dios Edward!” Estaba sobrepasada de deseo, también. “No puedo tocarte. Me siento totalmente fuera de control. Esto es una tortura.” Ella puso las manos sobre su cara, pareciendo esperar las lágrimas antes de recordar que allí no habría ninguna.

“Bella, esto es normal. Tú tienes nueva velocidad, nueva fuerza, y nuevas sensaciones. No ayuda que estemos… bueno, locamente enamorados, e insaciables.” Sonreí su sonrisa favorita, intentando tranquilizarla, distraído por la sensación del rastro de su carne húmeda en mí.

“Normal.” Ella tosió. “Te estrellé contra una pared.”

“Tú eres difícilmente el primer vampiro en la historia en hacer eso. No puedo decirte cuántas paredes arreglamos con Rose y Emmett.” Me reí entre dientes. “Además, no creo que eso tenga que ver con la coordinación, yo creo que es pasión. Vamos a alimentarte, chica dulce. Puede ser que eso nos calme los nervios, e incluso si no lo hace, te dará un rato para acomodarte en tu nuevo… cuerpo.” Intenté minimizar la lujuria de mi voz y supe que fallé cuando me descubrí mirando fijamente sus labios.

Ella me miraba  implorante. “Intenta por favor atenuar el tono sexual. Estoy teniendo reacciones que no puedo controlar, y estoy más allá de volverme loca.” Ella sonrió débilmente y asentí, dejando una sonrisa jugar en mis labios.

“Soy demasiado sexy para ti, ¿es eso lo que estás diciendo?” Mi voz era juguetona cuando me saqué los jeans y me puse ropa interior y unos shorts.

“Sí, pero quizá no de la forma más divertida ahora.” Ella gruñó. “Solo baja el tono. Me estoy sintiendo realmente un poquito abrumada. Es mucho para asimilar.” Dijo calmada. Asentí, amonestado, pasándole un corpiño y una musculosa sobre la cama.

*****

Bella y yo caminamos hacia afuera; la familia estaba en el barco, dándonos intimidad. Sabía que todos estaban impacientes por verla. Alice había estado correcta en su visión de la belleza de Bella, aunque Alice y yo pasamos por cierta dificultad tratando de  articular la magnitud. Además, todos continuaban todavía con la conversación ridícula sobre la superpotencia. Estaba contento de poder tener tiempo a solas con Bella.

La impulsé a correr, sentir la fuerza de su cuerpo. “Cuanto más lo utilices  mejor sabrás cómo funciona,” le aseguré. Ella corrió a mi lado sin ningún estímulo adicional, un flash de movimiento. Me  reí y la perseguí abajo de la playa hacia el área selvática. Empujamos nuestras piernas más rápido, moviéndonos a través de los árboles, y oí su risa, un sonido monumentalmente fascinante.



Sus instintos eran fuertes; ella se calmó en el claro, mirando dos ciervos pastar. Retrocedí,  dejándola descifrar cómo acercarse a ellos. En un instante ella corrió a través del campo y se lanzó sobre el animal más grande, drenándolo rápidamente antes de perseguir al segundo. La seguí lentamente, dándole su distancia. Ella retrocedió hasta mí, con su ropa arrugada, las hojas en su pelo que no hacían nada más que alimentar mi lujuria que rabiaba por ella.

 “¿No vas a cazar? Tienes hambre, amor.” Dijo ella calmada, su mano alcanzó tentativamente mi mejilla antes de que ella reconsiderara y pusiera su mano al costado de su cuerpo. Mi corazón se congeló. Ella tenía miedo de tocarme. La ironía no se me pasó por alto ni un solo momento.

“No, no queremos cazar demasiado aquí. Todos hemos estado yendo al continente por un tiempo. Incluso antes de que… todo lo que hay aquí es solo para ti, amor.” Di un paso hacia ella, esperando que ella se acercara a mis brazos. No queriendo apresurarla.

Ella no lo hizo. En su lugar, ella arrastró la parte posterior de su mano contra su boca en un gesto perfectamente poco delicado, algo muy de Bella en su movimiento hizo que mi estómago se torciera de amor para ella. “¿Cómo… fue?” Le pregunté, indicando la caza con un gesto hacia la hierba detrás de ella.

“Más fácil de lo que esperaba.” Ella me sonrió, su mirada tonta y feliz; llenó mi cuerpo de inconmensurable alivio. Di otro paso hacia ella. Estaba solamente a algunos pies de distancia de ella.

“Quiero correr más. No puedo esperar para llegar a un espacio más grande. Sé que llegaría al borde de la isla rápidamente.” A ella le gustaba correr. Sentí mi pecho ampliarse en éxtasis y ante la imagen de nosotros corriendo juntos cuando volviéramos a nuestro hogar.

“¿Qué te pareció el gusto de los ciervos?” Le pregunté. “¿Te sientes satisfecha?” Me sentía algo culpable de no haberme preparado mejor para asesorarla en este importante rito desde su transformación. Mi necesidad de ella me distrajo totalmente.

 “¿Satisfecha? No mucho.” Dijo ella, con una sonrisa boba coqueteando en su cara, y yo sabía que no se refería a los ciervos. “Sabia como a…… hierba caliente, tierra… pero como delicado, en realidad. Estuvo muy bien.” Ella sonrió y se encogió, su inseguridad sobre su elección de palabras era adorable.

No podía esperar más. Tiré de ella en mis brazos, enredando mis manos ásperamente en su pelo, sintiendo su cuero cabelludo debajo de mis dedos, su cuerpo era bastante fuerte para manejar mis manos que tiraban de su pelo. “Bella te necesito ahora.”



Ella dejó caer las manos a sus costados y se quedó congelada contra mí pero sus ojos expresivos comunicaban silenciosamente conmigo. Di vuelta su cara para mirarla y la besé suavemente, dejando que mis labios prensaran  los suyos lentamente. Le lamí los labios suavemente, susurrando su nombre. Sus manos no me tocaron, su cuerpo seguía estando tieso pero ella no separó de mí. “¿Quieres que me detenga?” Susurré suavemente.

Ella sacudió su cabeza rápidamente, “No, nunca. Solo me aterroriza lastimarte.”

“Shhh, querida. Tu no lo harás.” Le besé los labios otra vez, empujándolos con mi lengua para abrirlos, impulsándola a dejarme entrar. Un quejido suave se escapó de sus labios. “Eso es amor, solo déjame besarte…” Le besé el labio superior y después tomé su labio inferior en mi boca, mordisqueándolo por primera vez con mis dientes. Ella gimió en voz alta, azotando sus brazos detrás de ella de nuevo refrenándose. “Tócame, Bella, por favor.” Le pedí. Ella gritó mi nombre pero no movió los brazos.

Moví los labios a su mentón, besándola abajo de su cuello, lamiendo su piel suave, besando el punto adonde mis dientes se habían hundido en ella, donde ella tenía dos pequeñas cicatrices con forma de medialuna que me recordarían por siempre la noche yo la había cambiado. Pero en este momento yo pensé en ella como la vez última que había estado dentro de ella, la vez última que había sentido sus brazos alrededor de mí, suaves conmigo. Sabía que ella necesitaría  ahora aprender a controlar su fuerza, pero cada día desde la primera vez que habíamos hecho el amor, mi amor por ella crecía, y cada día me volvía más insaciable. Los días de su calma, de su silencio mientras que yo esperaba en agonía que ella volviera a mi exacerbaron mi necesidad. Mi boca se movió hambrienta sobre su piel, pellizcando ahora, aspirándola con mi boca. Ella no me detuvo. No podía detenerme.



“Bella, por favor, necesito ésto…” Le masculle, ella gimió como contestación, pidiéndome que la tomara. Bajé de un tirón su remera abajo de sus brazos, hasta su cintura; las correas colgaron en sus muñecas que ahora estaban otra vez a sus costados. Ella  respiraba agitadamente en su excitación. Podía oler su respuesta a mí. Ella me necesitaba tanto como yo la necesitaba a ella; era solamente su miedo lo que la mantenía congelada. Me estire  detrás y desabroche su corpiño, dejando sus pechos libres de esa ayuda innecesaria. Tomé uno rudamente en mi mano mientras que ponía su otro pezón perfecto en mi boca, pasando mis dientes contra ella, haciendo círculos con la lengua contra su piel sensible. Mis labios gimieron contra su piel en la sensación de su cuerpo contra el mío, en mis manos, finalmente capaces de sostener su piel completamente, asiéndola, empujando mis dedos contra ella y sintiendo la fuerza de su entrega. Mis manos eran duras en su piel, sabiendo que ella podía tomarla. Mis dedos pellizcaron sus pezones mientras que mi boca chupó y mordisqueó sus hombros. Ella gritó, un sonido de placer, pero mantuvo sus manos firmemente tomadas a sus lados, en puños.



“¡Bella, tócame! ¡No me lastimarás!” Pedí contra su piel, mi lengua lamia su pezón duro, su piel mojada por mi boca frenética.

“No puedo, Edward. ¡No pares, por favor!” Su voz era ronca; ella jadeó contra mí y entonces dejó caer la cabeza hacia  atrás, su pelo oscuro caía hasta su cintura.

La puse sobre la tierra y saqué sus shorts y su bikini de su cuerpo, lanzándolas a su lado. Bajé su remera por el resto de su cuerpo y me quité rápidamente mi ropa antes de caer encima de ella, sus brazos estaban sobre su cabeza, sus ojos miraban mi cara. Ella apartó sus piernas y sus caderas se arquearon hacia mí. Empujé mi cuerpo contra ella, sintiéndome rozar contra su muslo mientras devoraba hambriento su piel, probándola, lamiéndola, chupándola. Ella se retorció y gimió por debajo de mí, sus brazos permanecían fijos sobre su cabeza por temor de lastimarme.

Pero tan maravilloso como su cuerpo se sentía por debajo mí, no se sentía igual sin sus manos enredándose en mi pelo, sin sus brazos alrededor de mi cuello, y sus dedos tocando mi cara. Quería que ella me tomara y que me apretara contra ella. Quise sus manos suaves en mí, acariciándome, dirigiéndome dentro de su cuerpo húmedo.

Llevé mi mano sobre su cabeza y tomé una de las suyas. Ella se opuso inicialmente, pero luego se aplacó, queriendo mirar lo que había planeado. Envolví su brazo alrededor de mi torso, comprometiéndola, deje su otro brazo doblado al lado de su cabeza. “Solo abrázame, por favor, Bella…” Susurré en su oído. Bajé y me froté contra su entrada, gimiendo en voz alta antes de empujar en ella. Mi movimiento fue tan suave como había sido cuando ella era humana: los hábitos perduran. Sentí resistencia en su cuerpo y su respiración se le detuvo en la garganta. La mire, “¿Bella, te lastimo?” El entendimiento amaneció en mí; por supuesto que su himen se había regenerado. Se había restaurado enteramente. Ella sacudió su cabeza debajo de mí, lamiéndose los labios y mirando mi boca.

“No, sólo se siente apretado.” Susurró.

Gemí. Lo estaba de hecho. Empujé más dentro de ella, y comprendí en ese momento, que ella sería una virgen eterna, lo entendí mientras hacíamos el amor, y eso casi me empuja al clímax, mientras sentía la longitud entera de mi cuerpo dentro de ella.

“Yo también necesito esto, Edward. Por favor suéltate.” Las palabras de ella eran suaves en mi oído y liberaron la pasión que yo había estado intentando contener. Empujé duramente dentro de ella, sintiendo por primera vez a mi cuerpo moverse en ella vigorosamente, mis caderas golpeaban sus muslos con fuerza. Pasé mis brazos por detrás de ella y levanté su espalda por los hombros, anclando mi cuerpo al suyo, al empuje de ella.

Sus piernas todavía yacían separadas a mis lados. “Envuelve tus piernas alrededor de mí, Bella.” Gruñí.

“No, Edward, entiende por favor…” Su voz era suave. Ella gemía lentamente, y centré mi atención en su cuerpo, en la tensión de sus paredes alrededor de mí dentro de ella. Le besé el cuello lentamente, lamiendo su piel. Ella sabia igual; ella seguía siendo mi Bella aún cuando su mano era pesada alrededor de mi espalda. Sentía sus músculos pulsando contra mí, yo sentía su estómago apretarse como lo hacía cuando ella comenzaba su subida. Froté mi cuerpo contra el suyo, necesitando oírla gritar mi nombre en el clímax, necesitando saber cuánto ella necesitaba esto también.


“Edward… más rápido…” ella respiró en mi oído y me conformé, centrándome en su cuerpo, no haciendo caso de mi propio cuerpo que necesitaba acabar. Su cuerpo empujó hacia arriba contra el mío, su espalda se arqueo, su cabeza se lanzó nuevamente contra la hierba. Pero ella era una visión. Podía contener apenas mi orgasmo y estaba agradecido de oír su gemido por debajo mí, agradecido por oír a su cuerpo comenzar su salto alrededor de mí, contrayéndose a lo largo de mi longitud. Ella gritó, compasiva, en voz alta, gritando mi nombre. La seguí, mi orgasmo me sacudía cuando acabé dentro de ella, mi voz gimió su nombre repetidamente mientras que mis labios encontraron los suyos en mi clímax. Ella me miró recorrerla con mis ojos, su sonrisa era aliviada, feliz.

Yací dentro de ella, subiendo mi cuerpo y reclinándome contra mis codos sobre ella, un brazo a cada lado de su cabeza. La besé suavemente, dejando mis labios explorar los suyos, besando sus mejillas, su nariz, su barbilla, sus párpados. Su piel se sentía  diferente contra la mía, era nueva y conocida al mismo tiempo, y la sensación era embriagadora. Ella me besó suavemente, sus labios se volvían más audaces con cada movimiento, su cabeza se empujó hasta encontrar mi boca. Nuestros besos se volvieron más intensos y cuando sentí sus manos levantarse suavemente para tocar mi cara me volví a endurecer dentro de ella, su respiración saliendo en un suspiro dentro de mi boca. Sus manos permanecieron suavemente en mi cara, sin moverse pero, piadosamente, sin retirarse tampoco. Me sentí contento con su progreso, mientras que le hacía el amor a mi esposa, repetidas veces.

CHICHIS:
COMO ANDAN???
QUE LES PARECIO EL CAPITULO???
ROB OPINO QUE ESTA COMO PARA CHUPARSE LOS DEDOS...JAJAJA
ESPERAMOS COMENTARIOS PARA SABER QUE ESTAS AHI Y NOS SEGUIS.
BESOS CULPOSOS,

LADY G







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