Me acosté sobre mi estómago en la suave manta de la sala de estar, sintiéndola húmeda y salada de nuestro chapuzón la mañana anterior.
Una brisa caliente entraba por las grandes ventanas, las largas cortinas blancas flotaban etéreas en el cuarto. Edward se sentó en la amplia silla blanca, leyendo un diario médico.
“Edward, querido” dije con voz cansina, golpeando mi pie detrás de mí.
“¿Sí, mi sol?” contestó en un murmullo, sin sacar la vista de su lectura.
“¿Sabes lo que creo que tu deberías oír esta noche en la cama?” Hablé suavemente, mi voz un ronroneo.
Su cabeza se levantó inmediatamente, sus ojos ambarinos nadaban en lujuria, dejando su artículo completamente olvidado.
“Por favor, cuéntame.” Su voz era un gruñido bajo.
Eché un vistazo a mi libro y leí, “Yo estoy aquí para lo que tu desees, amo. Soy tu esclava. '”
Mi voz le infundió sensualidad a las palabras, mis caderas se empujaban del piso. Me lamí los labios y meneé las cejas.
Edward gimió, riendo, y volvió su atención de nuevo al libro.
“Tú no vas a decir eso, Bella.”
“¿Por qué no?” Protesté, riendo nerviosamente.
“No es sexy, Bella. No sé cómo la gente lee Dracula y piensa en sexo. Sé que esa es la intención, pero es… espeluznante.” Él se rió entre dientes, mirándome desde la esquina de sus ojos antes de volver la mirada a su lectura.
“OK, pero tú eres mi vampiro sexy,” le soplé un beso. “Si quieres, podemos invertirlo y tú podrías ser mi esclavo.”
Edward mantuvo los ojos en su libro pero su boca se crispo en una sonrisa. Luego recitó, “Cortaré su cabeza y le llenaré la boca de ajo, y clavaré una estaca a través de su cuerpo”. “Demostrado. No es sexy, Bella. No es sensual. Solamente espeluznante. ” Él enmarco su ceja, dejando su mirada sobre las páginas de su diario.
Reí nerviosamente. “Querido, ¿es él desperdicio de unas perfectas cabezas de ajo, o el desperdicio de unas cuantas perfectas cabezas cortadas lo que te incomoda sobre esa línea?”
Él me miro por un largo momento, sus ojos ardían a causa de mi tono provocador, una sonrisa jugaba en sus labios. Él saltó de la silla, aterrizando silenciosamente detrás de mí y apoyándose completamente contra mi cuerpo, su pecho a lo largo de mi espalda. Su cuerpo me apretó contra el piso. “Eres absolutamente adorable.” Susurró en mi oído.
“Edward, ¿por qué el verme sobre esta manta siempre te excita tanto?” Jadeé cuando su mano corrió hacia arriba entre mis piernas, a él se le escapo un quejido cuando sus dedos entraron en contacto con la piel debajo de mi bikini. Su otra mano acarició el costado de mi seno. Habíamos tenido una mañana relativamente casta y no habíamos hecho el amor por casi 12 horas. Reí, y después me ruboricé, con la idea de pasar la eternidad de esta forma.
“Pienso que es verte a ti, donde sea…” Él se presionó contra mí y después tiró hacia abajo mi bikini, dando inmediatamente un tirón a sus bóxers hasta sus rodillas. Sus brazos se deslizaron debajo de mis caderas, levantándolas del piso levemente. Me empujé para arriba sobre mis antebrazos, y levanté mi cola en el aire delante de él, haciéndolo caer de rodillas detrás de mí. “Dios, Bella, eres magnífica…”
Su mano frotó ligeramente mi cadera mientras que la otra empujó dos dedos suavemente dentro de mí, probando si estaba lista para él. Luego movió la mano y colocó su cuerpo en mi entrada, empujando en mí. Él sostuvo mi cadera inmóvil contra sus movimientos y estiró su otra mano hacia adelante para frotar mi clítoris. Empujó dentro de mí, y con mi cuerpo asegurado contra el suyo, me penetró profundamente, el hermoso placer se ligó con un borde de dolor. Y yo grité.
Hicimos el amor de esta forma durante mucho tiempo, nuestros quejidos y gritos llenaban el cuarto. Cuando él acabó, lo hizo fuertemente en mí, golpeando mi cuerpo completamente sobre mi estómago, mis piernas separadas mientras que él empujaba dentro de mí, gruñendo suavemente a ritmo con sus caderas. “Dios, Bella…” susurró.
Me movió de un tirón rápido sobre mi espalda y tiró mis piernas alrededor de su cuello enterrando su cara en mí, inhalando. Él dibujó con su lengua un movimiento largo a lo largo de mi piel suave y después substituyó su boca con su mano, frotándome ligeramente, su respiración fresca en mi piel. La sensación de su lengua en mí seguida por la de sus dedos me trajo al clímax de inmediato. Él había encontrado la forma de darme sexo oral sin hacerme desvanecer.
Edward se inclinó y empujó su lengua en mí, rápida y duramente algunas veces, substituyéndola por sus dedos urgentes, sus quejidos resonaban contra mis muslos. Mis dedos envueltos en su pelo, mis caderas temblando bajo sus manos, mi orgasmo continuo, delicioso. Pulsaciones increíbles, pero no febriles.
Él murmuró contra mis muslos, besándome, lamiendo mi piel al lado de su cara mientras que sus dedos me acariciaron. Noté lo bien que él conocía mi cuerpo, desde la primera noche, era casi como si él pudiera leer mi mente mientras que hacíamos el amor.
Mi clímax se volvió más ardiente, más fuerte con la sensación de su veneno que se desparramaba a lo largo de mis muslos. Los dedos de Edward se mantuvieron en mí, haciendo mi respiración demasiado rápida.
“Despacio, amor,” susurró. Levantó su cuerpo sobre el mío, besando mi boca, sus dedos seguían frotándome lentamente, calmándome gradualmente.
Podría probarme en sus labios, y la sensación de sus manos en mí se combinó con la visión de él entre mis piernas, volviéndome loca. Devoré sus labios, mis manos enredadas en su pelo áspero.
“Bella…” Murmuró contra mí, casi una pregunta.
“Oh dios Edward, puedo sentir mi sabor en ti… Edward… no puedo saciarme de ti, nunca tendré suficiente…” Me ahogue contra él, intentando estabilizar mi respiración enloquecida. Sus labios me besaron el mentón suavemente, su voz sonó calmada en mi oído.
“Por siempre, Bella, nos tenemos por siempre.”
*****
CPE (Contado Por Edward)
Bella cayó dormida en mis brazos y me quedé mirando su cara, sus labios que se movían levemente en su sueño. Pensaba en el email de Alice que recibí ayer por la noche cuando oí los murmullos de Bella, “por favor Edward. No me dejes otra vez.” Lloriqueó en su sueño y después se quedó en silencio.
Sus pesadillas habían cesado en gran parte, pero ella lloriqueaba o gritaba de vez en cuando algo similar a esto en su sueño. Sentí un frío helado en mi corazón como si se me partiera al medio y la moví más cerca de mí.
Una línea de su libro ridículo se cruzó en mi cabeza, empujándome a la agonía. “Por todas partes, por todas partes. Él me ha abandonado.”
Bella nunca quiso hablar de nuestra separación, sobre cuando dejé Forks. Habíamos hablado acerca de eso, referencias de eso, hicimos alusión a eso, pero nunca lo discutimos.
Sabía que a ella la desconcertaba lo qué sucedió, y en cierto modo a mi también. Sabía que había sido más fácil para ella creer que yo no la amaba, que saber que lo hacía más allá de la razón… y aun así la había dejado. Si hay algo que destruye la confianza, es eso. Bella nunca se hubiera ido. La confianza no se reinstala inmediatamente con un anillo de bodas, haciendo el amor, o preparando el desayuno. Sabía que ella continuaba guardando sentimientos sobre ésto. Me sentía impotente, sabiendo que ella necesitaba liberarse de esta angustia. Deseaba que ella se diera la oportunidad de desahogarse, y que me permitiera asumir mi responsabilidad.
*****
CPB (Contado Por Bella)
Debo haberme quedado dormida. Me desperté y estaba oscuro. Nuestros cuerpos yacían entrelazados, Edward dibujaba círculos con su mano a lo largo de mi espalda. Él seguía callado cuando me desperecé, su cuerpo siguió totalmente quieto.
“Ahhh, qué siesta gloriosa.” Me estiré en sus brazos.
Él seguía congelado en el lugar. Esperé sus palabras. Sabía que algo ocupaba su mente.
“Bella, ¿porqué lloraste en la playa después de que hicimos el amor, la otra noche?” Su voz sonaba angustiada.
No sabía de dónde venía su pregunta pero lo miré, sintiendo mis ojos cálidos de tanto amor por él.
“Porque me sentí abrumada. Estoy tan enamorada de ti, que no puedo contenerlo. No quiero vivir sin ti. No quiero perder esto.”
Él miraba mi cara, sus ojos comunicaban cierta angustia privada.
“Te amo Bella. Con todo lo que tengo. Te amo.”
“Te amo, también.” Susurré, deseando poder leer su mente.
Edward se inclinó detrás en la manta y me miró quedamente. Después de varios minutos de no saber qué decir, tome mi libro y comencé a fingir que leía. Edward se levantó lentamente y caminó hacia la silla blanca, tomando su diario. El silencio era ensordecedor.
*****
Tomé un baño, pensando en la expresión que Edward tenía antes. Me di cuenta de que seguramente yo había hablado dormida y me rompí la cabeza tratando de recordar mi sueño, cualquier rastro de él. Fallé. Caminé a la cocina, envuelta en una bata. Él me hacía un licuado de fruta. Me miro cuando entré y me sonrió, el alivio se notaba en su cara.
Puse mis brazos alrededor de su cintura y enterré mi cara en su pecho. Él envolvió sus brazos alrededor de mí y besó mi cabeza. Miré hacia arriba para encontrar sus ojos.
“Hola.” Me dijo suavemente, apoyando su frente contra la mía.
“Hola.” Dije, apretándolo contra mí.
“¿Estás bien, Edward?” Le pregunté, ansiosa.
“Estoy mejor que bien, Bella.” Me dijo suavemente, sonriéndome. Él se inclinó abajo para besarme, mi boca contra la suya, nuestras lenguas, tocándose, provocadoras. Gemimos juntos.
Él se alejo renuente y me dió mi licuado. “Gracias.” Lo besé suavemente y me senté en la mesa. Él se inclinó contra la mesada, mirándome. Era tan hermoso, su cuerpo de mármol casi vulnerable delante de mí en sus bóxers. Sus ojos intentaban leer mi cara. No sabía qué pasaba por su cabeza. La tensión del momento era demasiado para mí, yo necesitaba bajar la intensidad.
“¿Quieres jugar una partida de Damas?” Le pregunté haciendo muecas.
Su sonrisa era cálida, encendiéndose encima de sus ojos ambarinos. “Totalmente.”
“Vas a caer, Cullen.” Lo provoqué.
Edward me levantó una ceja captando el doble sentido de mis palabras. “¿Estás segura de que estás lista para eso, reina del desmayo?”
Golpeé su brazo, e inmediatamente tomé mi mano, haciendo muecas de dolor. Él sacudió la cabeza, riendo.
Le fruncí el ceño, “Sólo mantén guardados tus dedos pegajosos, ladrón.”
Él se rió y me apretó en un abrazo feroz. “Nunca.” Susurró.
*****
Edward me ganó rápido a las Damas y después se fue a una cacería rápida mientras que yo me prepare para dormir. Él prometió que volvería antes de que me hubiera dormido. No quería dormir, yo no estaba cansada. Quería sacarle a Edward cualquier mal humor que lo estuviera opacando.
Caminé hacia la maleta, y saqué un bolso suave de satén. Saqué la hermosa prenda negra de encaje, el corpiño que hacia juego, y la ropa interior, el portaligas, y las medias. Busque la caja con los hermosos estiletos. Tomé una respiración profunda, y me vestí para Edward. Encontré unas cintas largas de satén negro en la parte inferior del bolso y las saqué, un plan se formaba en mi cabeza.
Edward volvió un poco más tarde. Lo oí caminar en el dormitorio, y le dije en voz alta desde el cuarto de baño. “¿Edward?”
“¿Sí?”
“¿Podrías quitarte la ropa y subir a la cama?”
“Por supuesto.” Él masculló, prestándose al juego. Oí caer su ropa rápidamente y el sonido de las sábanas que caían hacia afuera en la cama. Apagué la luz del cuarto de baño y caminé en el cuarto a oscuras. Edward jadeó cuando me vió y gimió.
“Oh dios Bella. Tú… te ves asombrosa.” Él exhaló pesadamente, comenzando a incorporarse.
“Quédate allí, amor.” Caminé hacia a él, sorprendida de cómo me hacía sentir la lencería, mis piernas se sentían asombrosamente largas y torneadas con los tacos. Sus ojos miraron cada movimiento que hice. Tiré de las cintas entre mis manos, sonriéndole.
“¿Qué tienes allí, mi dulce esposa?” Él me gruñó juguetonamente, sus ojos estaban cargados de deseo, su cuerpo se movió hacia atrás acostándose lentamente en la cama, su silueta magnífica era larga y delgada a través del colchón.
“Tengo algo que tú vas a fingir te esta atando con fuerza a la cama.” Reí.
Él miro las cintas y dijo en voz baja, con la voz llena del amor que se veía en sus ojos. “Sería como que te atara a ti con tallarines, Bella.”
Subí sobre él, montando su cuerpo a horcajadas. “Lo sé. Sera un delicioso ejercicio de restricción. Personal y de la otra.” Le hice un guiño y él gimió, sus manos que se movieron a mis caderas.
“No, no, No.” levanté sus brazos y los empujé sobre su cabeza, atándolos juntos, atando las cintas tan apretadas como podía. Edward se rió entre dientes de mis esfuerzos, su cara se puso seria cuando le di una mirada severa.
“Edward, finge. Finge que no puedes tocarme. Tú no tienes permiso para tocarme. Las cintas están aquí apenas como recordatorio.”
Le hice un guiño y dejé que mi lengua corriera a través de mis labios. Él asintió, cautivado, sus ojos se movían vagando sobre mi cuerpo, el suyo se crispo cuando sus ojos alcanzaron el portaligas.
Bajé un poco de su cuerpo y me coloqué sobre sus piernas. Separé mis piernas, doblando en mi cintura de espaldas a él, dándole un gran primer plano de mi cola mientras que ataba cada uno de sus pies a un poste de la cama de modo que él quedara sujeto de mentira en la cama. Até sus brazos juntos sobre su cabeza.
Me saqué los tacos lentamente, bajando mis medias una a una, luego me quité el portaligas. Su respiración se volvió dura a medida que el observaba mi pequeño "strip-tease".
Monté su cintura a horcajadas, su dureza empujaba hacia arriba contra mi cola. Me incliné abajo y le besé los labios suavemente y sollozó contra mis labios, su cuerpo temblaba, desesperado por liberarse y poder tocarme. Me lamí los labios, y arrastré mi lengua bajo su mentón, su cuello y hasta su clavícula donde aspiré el aroma de su piel y lo mordí. Él gimió y se retorció bajo mi tacto. Mi boca lamía, mordía, y jugueteaba con sus tetillas, mis dedos que acariciaban sus costados suavemente mientras que mis caderas se movían sobre él, frotando mi ropa interior húmeda sobre su vientre.
“Bella…” él gimió, “necesito tocarte, por favor.”
“No.” le susurré, sacudiendo mi cabeza. “Esta noche es mía.”
Arrastré mi lengua sobre su ombligo, aspirando su piel dura, mordisqueando con mis dientes su piel, los músculos se crispaban por debajo mis labios, sus caderas se arqueaban para encontrar mi boca. Él empujó hacia arriba contra mí, moviendo sus caderas, gimiendo mi nombre mientras que mis dedos tocaban su pecho sobre mi cabeza.
Me arrastré abajo y recorrí con mi lengua el largo de su muslo, aspirando su piel por un momento, dando pequeñas lamidas a lo largo de la piel sensible en la parte interior de su muslo. Él gritó, empujando sus piernas, empujando sus caderas contra mí. Me moví mis labios hacia él, lamiendo sus testículos lentamente, frotando mis manos en sus muslos internos, gimiendo su nombre. Mis labios se movieron más arriba, besando la punta de su miembro duro, mis besos leves y cortos. Él gimió frustrado, empujando su cuerpo hacia mis labios. Abrí mi boca sobre él, bajé sobre su miembro duro y lo succioné, tirando mi boca hacia arriba y hacia abajo sobre él, frotándolo duramente con mis manos, trayéndolo al borde del clímax. Entonces me detuve. Gemí contra él, besando la punta suavemente y saqué mis manos de su cuerpo. Él miraba en agonía.
“Dios de Bella… oh me estas matando.” Sus piernas se sacudían debajo de mí.
Bajé mi tanga, y las tire haciéndolas aterrizar en el pecho de Edward. Edward jadeó, gritado mi nombre. Monté su muslo duro a horcajadas y desabroche mi corpiño, liberando mis pechos, luego los cubrí con mis manos. Miré su boca abierta, intentando formar una palabra, sus ojos quemaban en mi cuerpo. Comencé a moverme en su pierna, mi cuerpo mojado resbalaba contra su piel.
“Oh, dios, oh…” él gimió, mirándome frotarme contra él.
“¿Qué quieres hacerme?” Le pregunté suavemente.
“Quiero tocarte, amor.” Gimió.
Sonreí y recorrí mi torso con mis manos encima de mis pechos.
“¿De esta forma?” Él gimió, asintiendo, su cuerpo empujaba contra el mío, su pierna se sacudía debajo de mí.
“Quédate quieto, mi amor.” Susurré, moviéndome sobre él, encontrando mí ritmo, mis latidos acelerándose, mi respiración atrapada en mi garganta.
“Bella, oh mi dios, Bella…” sus ojos se nublaron con la lujuria, su boca permaneció abierta. En mi mente su cuerpo estaba atrapado debajo de mí, mío. Él respiraba profundamente, absorbiendo mi aroma, su cuerpo duro como una roca delante de mí. Él era tan hermoso, su cara me miraba con tanto amor, mi corazón se sentía como se estrellándose en mi pecho.
*****
CPE (Contado Por Edward)
Bella se movió sobre mí. Yo estaba en agonía. Las cintas no eran nada contra mi piel, pero sabía que no podía tocarla; ella necesitaba controlar este momento. Yo era su esclavo. Ella me había traído al borde del clímax, y después se había detenido. Ella seguía frotando su cuerpo asombroso contra mi muslo. Podía decir por el latido de su corazón y por su olor que ella estaba cerca de su clímax.
“¿Tú me amas, Edward?” Ella gimió, moviéndose más rápido sobre mi muslo. Sus movimientos se volvían menos controlados, más rápidos.
“Más allá de la comprensión…” Susurré mirando su hermosa cara, oyendo un cambio en el latido de su corazón.
“Di las palabras.” Pidió ella suavemente, poderosamente, con la voz quebrada.
“Te amo, Bella. Tanto que duele.” Mi voz era ronca, mi cuerpo desesperado para ella.
“¿Tú me necesitas?” Ella preguntó, su voz pequeña, su tono ahora había cambiado también.
“Dime que me necesitas.”
Su cuerpo se movió sobre mí, el latido de su corazón acelerado pero muy pesado. Ella tomó sus pechos con sus manos y me miró fijamente a los ojos. Sus ojos me suplicaban.
Vacilé por un momento, mientras comprendía sus palabras. Mi voz fue suave.
“Te necesito, Bella. Te necesito… oh dios, no puedo vivir sin ti.” Dije jadeando las palabras. “Perdóname por favor.” Le pedí, demasiado bajo para que ella pudiera oír.
Ella cerró los ojos y empujó más fuertemente contra mí. Y entonces vi dos lágrimas caer por sus mejillas.
“Prométeme que nunca volverás a dejarme,” me dijo con la voz estrangulada, su cuerpo se ralentizó sobre mi pierna, “Dímelo.”
Dejé escapar un sollozo seco. “Nunca te dejaré, Bella. Nunca te dejaré.”
Ella se derrumbó contra mí, su orgasmo olvidado, sus lágrimas fluían ahora constantemente. Me incorporé, rápidamente sacudiendo las cintas al lado de la cama, envolviendo mis brazos alrededor de su pequeño cuerpo, repentinamente mucho menos poderoso que unos momentos antes.
“Lo siento tanto, Bella, oh mi dios, lo siento tanto.” Gemí contra ella, mis labios besaban su piel desesperadamente.
“Estoy bien.” Jadeó ella contra mi hombro. “De verdad, es que todo es tan intenso; No sé qué me paso.”
“Yo sí sé, Bella,” yo le besé el cuello, su hombro, su pelo.
“Bella, lo siento tanto.”
“Estoy bien, en serio, estoy muy bien.” Ella inhaló profundamente y me miró. Inhaló profundamente y me dió una sonrisa débil.
“Supongo que todavía me duele a veces.”
Mi cara se rompió con esta admisión, su admisión de que ella todavía estaba herida. La relevación me inundó, la angustia me inundó, la culpabilidad me inundó; mi cabeza cayó contra su hombro.
“Deseo cada segundo haber podido tomar otra decisión.”
“Lo sé.” Ella puso su cara contra la mía, besándome suavemente. “Ahora me doy cuenta de eso. Tú cometiste una equivocación. Te perdono, yo realmente lo hago.”
CHIQUITAS,
COMO ANDAN?
ESTO SI QUE FUE PARA UNA "COMBUSTION ESPONTANEA"!!!
UUFFF....
QUIERO COMENTARIOS!!!
BESOS CULPOSITOS,
LADY G
2 comentarios:
OMG! ¡¿Quien quiere una probadita del veneno de Edward...?
Yop! Yop! Yop!
¿¿Estara contraindicado en mi estado??
Ohhhhhhhhhhhhhh ya no tengo palabras. Me encanta la historia
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