jueves, diciembre 16, 2010

Rec de un blog que amo, y que Uds. deberian leer mientras esperan...

Link al Blog de Heidi!!!! 

Aquí encontraran anécdotas reales, de una mujer única, que no solo escribe de forma desopilante, sino que, además, es absolutamente autentica! (Por si se lo preguntan, yo soy C en esta historia y la peli era Eclipse...)

agosto 07, 2010


¿Miedo yo?...


La idea era ir al cine a ver la última película del galancete de moda. Y yo que hacia tres meses que estaba encerrada en casa porque desde que entraron en mi casa a robar, mientras yo dormía con mi hijito, no tenía ni ganas de asomar la nariz luego de las seis de la tarde; Entonces dije que si. Era hora ya de salir al mundo, de volver a insertarme en la vida social porqueestoshijosdeputa no van a lograr que me encierre en mi casa. Entonces junté coraje y les dije a mis amigas C. y M. que iría. Me saqué la jogguineta que tenía incrustada desde que decidí encerrarme en casa como monja de clausura y me vestí de mujer..hasta me maquillé. La ocasión lo ameritaba sin duda alguna.
Previo le hice prometer sobre la mismisima Biblia a M. que, como vive cerca de casa, me traería hasta la puerta de la mía sana y salva.
La noche fue increíble, como toda salida entre mujeres que se ven poco, además son cotorras con incontinencia verbal y a las tres nos da una paja terrible llamarnos por teléfono. Por consiguiente luego de la cena y el Vainilla Latte de rigor en Starbucks, nos acomodamos en la sala del cine.




Llegó el momento de la salida. Miércoles, una de la madrugada, el DOT...o sea ni el loro en la calle. A esto hay que agregarle que llevaríamos a C. a su casa que, bonitademicorazón, vive en la concha del pato. Pero, la queremos, con el alma. Esto quiere decir que tomamos la Panamericana y M. puso la pata en el acelerador para tratar de llegar lo más rápido posible.
El viaje venía viento en popa, disertando sobre la actuación de los protagonistas y las similitudes y discordancias con el libro..."Nunca pero nunca una película superará al libro” aunque reconocimos que lo único que nos interesaba era verlo a élllll. ¿Babosas?...Quizás
Antes de lo previsto mi amiga C. le hace tomar otra salida de la autopista. Imaginen mi cara, sentada en la parte trasera de un Ka, ergo, encerrada sin puerta por donde escapar por si algo sucede. No querrán imaginar mi expresión cuando veo que el camino, que de por si estaba oscurísimo y desolado dada la hora y que era miércoles; Cuando veo que a ciento cincuenta metros el camino estaba cerrado porque estaban asfaltando. Miré para un lado y para el otro y empecé a moverme dentro del pequeñísimo receptáculo del Ka con cara de fiera enjaulada. Zona fabril, o sea, a chuparla diría Diego Armando en conferencia de prensa.
Mientras, salían de mi boca todo tipo de interrogantes que se deslizaban sin que yo fuera totalmente consciente de ellos. ¿Y ahora? ¿Para dónde vamos? ¿Qué hacemos?, C.... permanecía calmada como es su costumbre, impávida, mientras me agarraba la mano, que yo, había apoyado en el respaldo de su asiento: “Tranquila gordita”, me decía con voz de cuento, “Ahora doblamos acá y ya estamos”. Por un momento tuve la sensación que era uno de sus hijos con pesadillas nocturnas. Esto no esta pasando lalalala, canturreaba yo para mi misma de manera casi psicótica.
Cuando M. dobló “acá” según las indicaciones recibidas de su copiloto, nos encontramos con la desolación misma, la nada, el abismo, la calle no solo estaba a oscuras completamente, sino que era el territorio inexplorado de la luna. Un cráter tras otro.
Entones, con una decisión propia de ella, M. aplicó todos sus conocimientos automovilísticos, lo cual no es un detalle menor ya que M. maneja hace dos años, aceleró a fondo y encaró por la calle a la voz de “Si se cruza alguien lo piso ¡mierda!”. Cerré los ojos, mientras C. seguía tranquilizándome impertérrita, y se prendía un pucho. Imaginarán que, a estas alturas me encontraba con el celular en la mano para llamar a...El Chapulín Colorado o... Rezando y haciendo todo tipo de promesas si llegábamos sanas y salvas a destino.
Y así, de la nada, volví a a sentir que el corazón me latía, estábamos nuevamente en un lugar conocido, luces y autos, pocos, pero autos al fin. C. seguía fumando y me decía “No te asuste Hei, ya llegamos”. 
Yo me desplomé en el asiento y casi, casi vuelvo a fumarme el mismísimo estado de Arizona.


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