jueves, diciembre 02, 2010

Deja Brillar Tu Luz - Capítulo 8 - La Versión de Edward

 Me incliné sobre el pecho de Edward; sus piernas se estiraron junto a las mías en el sofá, sus brazos se envolvieron alrededor de mis hombros. Chopin sonaba suavemente en el cuarto y un tazón de uvas estaba depositado en mi regazo; yo comía de ellas perezosamente. Las manos de Edward jugaban tocando la música en mis brazos. Era un momento íntimo, después de una noche inolvidable.
Sentí a Edward reír detrás de mí silenciosamente, su cabeza se dobló para pasear sus labios a lo largo de mi mentón.
“¿Cuánto tiempo más?” Pregunté, con una sonrisa clara en mi voz, fallando en mi intento de sonar molesta.
“Eternamente”, él se rió entre dientes.
“Nunca dejaré de gozar de estos recuerdos.”
Sus brazos se apretaron alrededor de mí, sus labios acariciaron mi oído.



Habíamos intentado otra vez la noche anterior. Yo había sido insaciable, necesitando su boca en mí constantemente. Él no requirió convencimiento, solo había murmurado contra mi oído que estaba bastante seguro que yo tendría la misma reacción. Tenía razón. Hiperventilé y caí desplomada. Otra vez.
Él me había cantado luego mi nana, su risa ocasionalmente interrumpía la melodía, y cada vez que lo hacía yo gemía, avergonzada. Y cada vez él me agradeció por la imagen que lo salvaría en tiempos de oscuridad, y entonces yo me disolvía en risas. Caí dormida en sus brazos, despertando con su olor delicioso, su sonrisa delirante. Él no podía contener su dicha. Él no lograba mantener sus labios apartados de mí. Era adorable.
Me levanté para alcanzar su mano. “Vayamos a caminar.”
Edward fingió shock. “¿Salir… de la casa?”
Reí nerviosamente. “Sí. Afuera. Aire fresco. Nada de sexo. No estoy segura que mi ego pueda realmente resistir más apagones.”
Él gruñó en mi oído y me tomó de la cintura. “Tu nunca me negarías sexo, ¿verdad mi Bella?”
Me incliné hacia él, besando su mejilla.
“Nunca, mi amor.”
Nuestros labios se encontraron en un beso tierno, sus ojos se perdieron en los míos. Nunca había visto a Edward cerrar los ojos cuando me tocaba.
*****
Caminamos a lo largo de la playa, salpicándonos con agua. Edward se veía delicioso en su traje de baño azul profundo, su pelo desordenado y hermoso. Él me alzó y salió corriendo, el aire azotaba atrás nuestro, mis piernas envueltas alrededor de su cintura. Podía asegurar que él amaba correr. Cuando él me bajo a la arena sonreía y me beso profundamente.
“Estoy más que felíz.” Dijo simplemente, sus manos acariciaban la parte baja de mi cola, jugando con sus dedos en el borde de mi bikini. Cerré los ojos ante sus palabras, sintiendo la brisa contra mi cara, deseando poder detener el tiempo en ese instante.
Miraba alrededor nuestro. Habíamos recorrido varias yardas hasta un área boscosa de la playa. A continuación se podía ver un claro grande, y un ciervo que pastaba.
“¿Cuán grande es esta isla?” Pregunté a Edward.
“Realmente no te he dejado salir mucho de la casa, ¿verdad?”
Puso cara de culpa y se rió.
“Tiene unas cuantas hectáreas. Hay una cabaña en el otro extremo.”
Él señaló en una dirección remarcando sus palabras.
“Es un poco más rústica, pero Esme tiene planes para reciclarla, para cuando estemos todos aquí juntos alguna vez.”
“¿Cuántas veces vienen ustedes aquí?” Pregunté, esperando que nosotros pudiéramos volver a menudo. Habíamos estado en la isla por casi una semana. Y ya la sentía  como nuestro hogar, como si ella perteneciera a nosotros.
“Un par de veces al año, como mucho.” Él me miro, con expresión tierna.
 “Me imagino que en el futuro vendremos más a menudo. Ahora ocupa  un lugar levemente más sentimental en mi corazón.” Sonrió suavemente al ver el alivio en mi cara.
“¿Qué cazas aquí?” Pregunté, mirando alrededor, preguntándome si habría algún otro animal además de ciervos. Incluso no estaba segura de cómo había llegado ese hasta aquí.
Él leyó mi expresión.
“No había mucho aquí antes de que Carlisle comprara la isla. Pájaros, serpientes, insectos. Carlisle la convirtió un poquito en  reserva natural. Él reintrodujo lobos y ciervos nativos y algunos roedores sudamericanos a la isla. Cazamos lobos y ciervos. Cualquier población que necesite decrecer, esa es la que cazamos.” Él me miraba y anticipó mi pregunta.
“Sólo estoy cazando lobos en este viaje. Hay demasiados en este momento.”
Me quedé pensando en esto, en la simplicidad de la solución. Tenían una existencia tan organizada, una vida tan estructurada. Podría decirse en gran medida que se sentirían solos y aislados, pero habían hecho lo que podían para crearse un mundo. Un mundo cómodo, para sí mismos.
Edward me miraba, su cara se veía frustrada como cuando él deseaba poder leer mis pensamientos.
“Bella, ¿estás asustada?”
Lo miré, sorprendido. “Para nada. Todo lo contrario realmente. Sólo me… impresiona el nivel de detalle con que ustedes construyeron un mundo para ustedes mismos.”
“Mmmm,” él suspiró y cabeceó. “Eso es todo gracias a Carlisle y a Esme. El resto de nosotros estaría perdido sin ellos.” Él miraba alrededor. 
“¿Tú piensas en cómo  será tu vida después de que te hayas transformado? ¿Qué te gustaría hacer?” Su voz era suave.
“No tengo ninguna idea de cómo me sentiré, Edward. Tú tienes, lejos, más experiencia en esa área que yo. Yo solo quiero estar contigo.” Le sonreí amándolo abiertamente.
“¿Dónde piensas que te gustaría vivir?” Me preguntó.
“Dondequiera que tú y nuestra familia estén.” Contesté.
“¿Tú no tienes ningún pensamiento sobre lo que quisieras hacer, después de que te hayas asentado un poquito?” presionó.
“Bueno, te puedo garantizar que quisiera unas vacaciones de la secundaria.” Reí secamente.
“Quizás con tu experiencia médica y la de Carlisle podríamos hacer algún trabajo humanitario en alguna parte…”
Él me sonrió, y después se rió. “Espera, ¿ tú necesitas vacaciones de la secundaria? Bella”, me dijo, haciéndome cosquillas en los costados.
“¿Así que tú crees que no necesitaras a tus consejeras de guerra?”
Me reí. “¿Te refieres a Jessica y Lauren? Um… creo que la respuesta sería… No.” Hizo su sonrisa torcida, y me besó la nariz.
Caminamos un poquito y nos detuvimos, yo me incliné contra un árbol, sus manos se apoyaron contra el árbol a los lados de mi cabeza. Él se inclinó y me besó apasionado, su lengua presionaba contra mis labios, gimiendo suavemente en mi boca.
Luego se retiró y me miró, estudiando mi cara. Sabía que él quería preguntarme algo pero intentaba leer mi expresión primero. Mire sus ojos, sonriendo, animándolo a preguntar.
“Sobre tu fantasía del vampiro sexy…”  me hizo su sonrisa torcida.
Gruñí. “OK, Edward, en serio. Te dije lo que pienso. Te dije porqué lo quiero. Ya basta de tomarme el pelo y de tortura.”
Él se puso serio.
“No estoy intentando torturarte. Es sólo que estamos en distintos lugares sobre esto, y es un tema serio. He estado evitando el asunto bastante tiempo. Es algo que se debe discutir y… planear.” Había una tirantez en su voz que no podía identificar. Busqué en sus ojos una pista de sus pensamientos, pero no podía imaginar qué se escondía detrás de sus palabras.
Asentí, esperando. “Bueno, entonces dime tu versión.”
Él giro la cabeza ausente, sus ojos lanzados de nuevo sobre mí, calibrando mi humor.
“Yo creo que va a ser muy emocional para mí. Emocional bueno, Bella. Pero aun así… abrumador. Nunca lo he hecho antes, y eres tú.” Él sonrió débilmente, ansioso porque yo entendiera.
“Asumí que Carlisle estaría conmigo, en caso de que no pueda parar…”
Di vuelta su cara hacia la mía. “¿Eso todavía es algo que te preocupa? Incluso después…” Mire detrás hacia la casa, en donde toda nuestra pasión había sido liberada, empujando nuestra relación en una nueva dimensión, comenzando nuestro matrimonio.
“Por supuesto.” Su expresión era dolida.
“Así que entonces, tu quieres volver a Forks y transformarme con Carlisle allí. ¿En su oficina? ¿En el sótano?”
“En el sótano, sí.”
“Guau.” Murmuré. “Nuestras versiones no podrían ser más diferentes, ¿verdad?”
Él dijo algo en voz baja, y después sacudió la cabeza.
“No, Bella. No puedo hacerlo solo.”
Tomé su mano y volvimos a caminar, el silencio envolviéndonos mientras que dejábamos vagar nuestros pensamientos.
“¿Bella? Dime más.” Susurró.
Yo lo mire, insegura  de qué quería decir.
“¿Vampiro sexy…?” Sonrió y me reí a pesar de mi misma.
“Ya te lo expliqué.”
Me encogí de hombros, insegura de si él no me había entendido la otra noche, o si lo que él quería era saber más sobre mis deseos para poder encontrar alguna manera de acercar nuestras posibilidades. Él apretó mi mano, animándome a hablar.
“Puede sonar naif e idealista, puede ser muy lejano a la realidad. Pero me he dado a ti en matrimonio, te he entregado mi cuerpo enamorada. Quiero tener esas cosas alrededor nuestro cuando tú me des… eternidad.” Deseaba tanto lo que describía que me dolía el pecho.
“¿Y planearíamos esa noche? ¿Hablaríamos de ella de antemano?” Me preguntó, estudiándome.
“No, realmente.” Admití. No tenía nada que perder diciéndole la verdad.
 “Estoy lista en cualquier momento. Tú lo sabes. Parte de ello está en que me tomes cuando soy totalmente tuya. No cuando estoy pensando en ello, preguntándome cómo se sentirá… confió en ti, sino no querría hacer ésto.” Mis palabras se arrastraron apagándose y golpeé una ramita con el pie en el camino.
Él exhaló lentamente, su cara miró hacia el cielo. Su piel brilló en el sol y yo no podía apartar mis ojos de su belleza, su mentón fuerte apretado con sus pensamientos. Él paró de caminar y tiró de mí hacia él. Se inclinó y cubrió mi boca con la suya, gimiendo mi nombre, colocando ambas palmas a los lados de mi cara.
“Suena realmente hermoso, Bella. Lo siento tanto.” Me besó otra vez. “Me duele negarte cualquier cosa.”
Me apoyé en su pecho, inhalando su olor. La decepción corriendo en el borde de mi mente, pero más que cualquier otra cosa me sentía aliviada de que pudiéramos hablar de ésto sin pelear. Liberada por poder hablar honesta y tranquilamente sobre un tema que había creado alguna vez mucha tensión.
*****
Nos dirigimos de nuevo a la casa cuando el sol comenzó a bajar y mis brazos tenían piel de gallina. Hice una cena ligera y me fui a la cama temprano. Edward insistió en que durmiera más. No me opuse. Estaba agotada. Me puse una musculosa de seda y una bikini y me acurruqué bajo las sabanas. Edward me rodó sobre mi estómago y frotó mi espalda, aliviando la tensión en mis músculos. Me dormí con el sonido de él tarareando en mi oído.
*****
Desperté con la sensación de dedos que tocaban mi entrepierna, moviéndose lentamente. No era la sensación de los dedos en sí, sino la temperatura de estos dedos, lo que me hizo despertar sobresaltada.

Estaba oscuro como boca de lobo en el cuarto y mis ojos tardaron un momento en adaptarse. Me di cuenta de que mi mano estaba por debajo mi ropa interior, tocando mi cuerpo muy mojado, mis rodillas levantadas y abiertas. Miré para arriba y vi a Edward, desnudo, arrodillándose entre mis piernas, su cuerpo duro contra mi muslo.
“No pares por favor, Bella.” Su tono era desesperado.
“Ven a mí,”le dije, pero él sacudió su cabeza y bajó mi bikini lentamente, inhalando profundamente. Él puso mi mano otra vez en mi cuerpo.
“Por favor, no pares.” Él repitió, tocándose con su mano, frotándose ligera y lentamente.
Era una de las cosas más eróticas que había visto nunca, su cuerpo sobre el mío, su mano agarrando su miembro duro, sus ojos mirándome. Gemí y froté mi cuerpo lentamente, todavía sintiéndome pesada y sensual por el sueño. No podía quitar mis ojos de él que movía su mano sobre su carne dura, su antebrazo fuerte se doblaba con el movimiento. La vista de sus músculos del brazo que se movían por debajo su piel me hizo gritar. Su mano se movió más rápidamente, sus  ojos fijos en mi mano.
“¿Es así cómo te tocas cuando piensas en mí?” me preguntó quedo.
Moví una mano a mi pecho y apreté mi pezón, asintiendo, con la boca abierta. Lloriqueé levemente.
 “¿Qué piensas cuando lo haces? ¿Qué es lo que yo te hago?” Su voz era apenas un susurro, sus palabras apenas controladas.
“Tus manos me están tocando.” Introduje un dedo, y después otro dentro de mi sexo mojado y gemí su nombre.
“Tus dedos están dentro de mí, Edward.” Estaba sin aliento, mi mano se movía más rápidamente, mi otra mano pellizcaba mi pezón endurecido.
“Sí. Mierda, Bella.” Él gimió, su mano se movía más rápidamente sobre su cuerpo, su otra mano frotaba ligeramente mi muslo externo.
“Amo tocarte, Bella. Tu dulce cuerpo es tan suave, tan húmedo para mí.”
“¿En qué piensas, bebé?” Le pregunté, mi respiración salió entrecortada de mi cuerpo que dolía por él. Podía sentir mi clímax cercano, pero quise contenerme mientras podía, para saborear la imagen de él sobre mí.
“Tu boca suave en mí, lamiéndome, tragándome. Tus ojos mirándome mientras me chupas…” gimió, su mano bombeaba más rápidamente, sus caderas se movían con su mano. Estaba cerca pero me contenía mientras podía, queriendo verlo acabar antes que yo.
“Después te inclino sobre el sofá y empujo dentro de tu pequeño cuerpo apretado, haciendo que gimas diciendo mi nombre…”
“Quiero verte acabar…” Jadeé. “Por favor Edward, acaba para mí.”
Él gimió y se frotó más rápidamente, su mano libre empujó mi rodilla a un costado, separando mi cuerpo para él, sus ojos estaban oscuros por el  éxtasis.
“Bella, eres tan hermosa. Tu cuerpo es tan hermoso. Mírate… he  querido verte haciendo esto durante tanto tiempo…” sus ojos quemaban sobre mi piel, su mano se movía fuerte contra su miembro.
“Por favor Edward, acaba para mí,… quiero mirarte por favor…” Le pedí, empujando mis caderas de la cama contra mi mano, arqueando mi espalda, frotando mi palma duramente contra mi cuerpo.
“¿Quieres verme, Bella? ¿Ahora?” Asentí, mi respiración se cortó en mi garganta. Él gritó, moviéndose mas rápido, su cuerpo se sacudía sobre mí. Él acabo duramente sobre mí, derramándose sobre mi estómago y mis pechos, sus ojos atrapados  en los míos durante su clímax. La sensación de su estallido, del líquido frio sobre mi cuerpo me bastó, mi orgasmo cayó sobre mí sin demora, mis caderas empujaban contra la cama, mi cabeza cayó nuevamente sobre la almohada.
Edward inmovilizó mis manos sobre mi cabeza y empujo dentro de mí, inmediatamente erecto otra vez, gimiendo mi nombre, lamiendo mi cuello, empujando en mí. Grité a medida que mi orgasmo continuó, mis manos deliciosamente inmovilizadas, el cuerpo frío y duro de Edward bombeaba contra el mío.

Él levantó mi pierna y la puso sobre su hombro, moviéndose profundamente en mí, su miembro se frotaba contra mi clítoris. Sus ojos se centraron en mis labios, sus gruñidos se escuchaban bajos con cada estocada. Sabía que estaba cerca otra vez y él susurró en mi oído, empujándome más cerca del clímax.

“Estas tan apretada para mí, Bella. Dios te sientes tan apretada alrededor mío. Nunca tendré suficiente de ti; Nunca dejare de hacerte el amor, mi Bella…”
Me perdí en la sensación de él contra mí, su hermoso cuerpo pálido que se movía sobre mí en el claro de luna. Puse mis manos en su cara; su lengua lamió mis dedos, chupándolos cuidadosamente en su boca. Él giró su cara de nuevo para mirarme, mis ojos miraban fijamente su boca magnífica susurrando mi nombre. El clímax me sumió completamente, sacándome un grito largo a medida que acababa fuertemente contra él, gritaba mi amor por mi marido, mi Edward.
Él se detuvo y me besó profundamente, bajando mi pierna de su hombro y envolviendo ambas alrededor de su cintura. Se movió en mí lentamente, calmando mi cuerpo con el suyo. Sus ojos se encontraron con los míos, nuestra respiración era el único sonido en el cuarto. Su cabeza bajó a mi hombro, sus brazos soportaban su peso fuera de mí. Me dormí con nuestros cuerpos unidos, su piel fresca sobre la mía en la noche calurosa.

CHIQUITAS:

QUE LES PARECIO ESTO??? UFFFF....DEFINITIVAMENTE "INTENSO"!!! 
Y COMO VERAN EL BLOG ME ESTA PERMITIENDO AGREGAR MAS FOTOS QUE ANTES.
QUE LES PARECIO EL CAPITULO??? QUIERO OPINIONES!!!
BESOS CULPOSITOS,
LADY G

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto!!!

Paola Guevara dijo...

Ame el cap!!!!!!!!!!!!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...