“Sí…” Contesté quedamente.
Él se quedó cerca de la puerta sin moverse. Lo miré inquieta; su mirada era inquebrantable. Ya no me sentía intimidada por su presencia como antes, pero su intensidad era difícil de leer esta noche. Mis ojos se lanzaron sobre su torso desnudo y luego a su cara nuevamente. Él me sonrió, detectando el despertar de mi excitación. Ahora sabía que no podía ocultarle ninguna de mis reacciones físicas.
“Te estás ruborizando, amor.” Susurró.
“Por supuesto que lo hago.” Le sonreí, mientras mi mano tocaba mi ceja en un gesto nervioso.
“¿Soy yo quien te hace ruborizar?”
“Eres tú.” Contesté, sonriéndole otra vez, mientras lo veía disfrutar de mi pudor.
“¿Cómo me quieres esta noche?” Su voz era baja, seductora.
“Desnudo.” Susurré, mirando a sus ojos bajar por mi cuerpo.
Él se alejó de la puerta, pero no caminó hacia mí.
“Romántico.” Murmuré. Entonces, pregunté insegura, sin poder explicar mis nervios: “¿Tú cómo me quieres?”. Me sentía arrebatada, por un calor repentinamente opresivo.
“Te quiero cómo siempre te quise: húmeda, alrededor de mí, y gimiendo en mi oído.” Él sonrió lentamente, su mirada se mezcló con un gruñido.
Alejé brevemente mi mirada y luego retomé la suya, que era muy intensa.
“Ahí está otra vez. El rubor.”
Sus ojos eran ahora juguetones. Mi mente se retorcía para imaginar como querría hacer el amor él, esta noche. Por primera vez no sabía hacia dónde íbamos. Sentía que me faltaba un dato importante detrás de nuestros juegos preliminares.
Asentí, tocándome las mejillas con mis manos, sintiendo la piel caliente debajo de mis dedos.
“¿Lo extrañarás?” No contesté. “Tu rubor.” Su aclaración era impasible. Él dio un paso hacia mí. Silenciosamente di un paso atrás. Una expresión herida destellaba a través de su cara antes de ser remplazada por una de comprensión. Se detuvo, ablandando su semblante.
“No.” Mi respuesta sonó firme. Él enarco una ceja.
“¿No?” Su voz fue suave. “Es una cosa tan humana, ruborizarse. ¿No lo extrañarás?”
“Realmente, no.” Intenté hacer que mi voz sonara firme, pero me sentía perdida en nuestra conversación, no entendía.
“Es horrible para alguien como yo no poder ocultar sus sentimientos, particularmente vergüenza o ansiedad.”
Exhaló con un suspiro bajo, sus manos cayeron suavemente a sus costados.
“Tú te ves tan claramente a ti misma en ciertas cosas, y en otros simplemente no te ves. Tú eres realmente asombrosa.”
Parpadeé y alejé la vista de él por un momento, intentando adivinar su humor. Lo miré y sentí la preocupación en mi cara, oí el temor en mi voz.
“¿tú lo extrañarás?”
“Creo que estaré demasiado ocupado adorándote como para extrañar cualquier cosa.”
Su respuesta fue dicha sin ninguna vacilación. Sus ojos me quemaban. Otra vez percibí cuanto me deseaba. Para siempre. Sentía mis mejillas calientes por su respuesta. Ambos reímos.
Miré alrededor del cuarto, intentando encontrar la niebla invisible de tensión que nos rodeaba.
“¿Qué… qué te está sucediendo a ti esta noche?” Pregunté finalmente, en voz baja.
Él me sonrió, intentando relajar su cuerpo tenso.
“He intentado explicarte. No estoy haciendo un buen trabajo aparentemente. Me enamoro más de ti cada día. Siento que me he vuelto un poco loco.”
Él rió, sacudiendo su cabeza.
“No puedo explicarlo bien, y estoy teniendo problemas para contenerlo. No quiero parecerte extraño esta noche. Es solo que no consigo sobreponerme a… esto.” Él señaló el espacio que me rodeaba.
Mi voz era un susurro: “Bebé…, acércate.” Sentí alivio al comprender lo que el necesitaba. Comencé a caminar hacia atrás dentro del dormitorio, con mi mano extendida hacia él.
Él caminó hacia mí, envolviéndome en sus brazos, sus labios tomaron los míos hambrientos.
“Bella te necesito demasiado.”
Lloriqueé contra él. No podía apretarlo lo suficientemente fuerte y sentía su cuerpo temblando a mi lado por el esfuerzo que le tomaba a él no aplastarme.
“Estoy sin palabras.”
Lo oí decir apenas. Me besó profundamente, su lengua empujaba en mi boca, su quejido en mi garganta, sus manos en mi pelo, en mi piel. Me llevó a nuestro cuarto, depositándome suavemente delante de la cama.
“¿Necesitas… un minuto humano?” Me preguntó quedamente.
Asentí, dirigiéndome al cuarto de baño para mi ritual nocturno: me lavé la cara, cepillé mis dientes, y desenredé mi cabello. Él me siguió dentro, mirándome silenciosamente inclinado contra el umbral.
Caminé hacia la maleta, planeando ponerme algo para dormir.
“Quédate desnuda conmigo, Bella.”
Su voz era baja sobre mi hombro, mis latidos se aceleraron levemente por la cercanía de su presencia repentina detrás de mí.
Volteé hacia él y me quité lentamente la ropa. Me quedé a su lado mientras que él se zafaba de sus jeans y bóxers. Él me sonrió antes de llevarme suavemente a la cama. Edward se subió a mi lado, tirando mi cuerpo sobre el suyo para besarme profundamente por varios minutos, sus manos vagaban por mi espalda. Luego nos rodó de lado de modo que quedamos frente a frente.
“Te amo, Bella.” Me susurró.
Tarareé mi contestación, besándolo, necesitándolo dentro de mí. Entonces alejo su cara de nuevo para darme una sonrisa feliz. Su voz era tierna y suave.
“Amo cómo suena tu voz cuando dices mi nombre. Amo la manera en que tus dedos se mueven cuando te quitas un mechón de pelo de la cara.” Él me besó la nariz. “Amo tu risa cuando digo un chiste malo; es más dulce y más tonta que la risa que te sale cuando mis chistes son buenos. Amo cómo tiemblan tus manos cuando canto tu nana y cómo dejas de respirar a veces cuando estás escuchando mi voz.” Se rió entre dientes, besándome el cuello. “¿Lo ves? Respira, Bella.”
Sus manos se movieron por mi cara, y sus pulgares frotaron ligeramente mis mejillas.
“Amo cómo tus ojos se estrechan cuando te provoco, tan sensuales y juguetones. Amo tu sabor y la sensación de tu piel suave debajo de mis dedos. Amo abrazarte mientras que duermes, pero amo aún más abrazarte cuando estas despierta.”
Lo miraba, resistiendo el impulso de hablar, detectando que todavía tenía más cosas por decir. Y tenía.
Edward suavemente me contó la historia de cómo se enamoró de mi, cosas que yo ya sabía pero de las que no habíamos vuelto a hablar. Cómo pensó que me odiaba el primer día que me vio, porque lo había hecho sentir como un monstruo; como él creía tener una vida segura, una vida que él podía predecir y entender, y que cuando yo entré en su mundo él ya no tuvo ningún control. Él me conto cómo me había observado, mis modos tranquilos, y mi comportamiento torpe. Él describió cómo lo había dejado totalmente estupefacto darse cuenta de que se estaba enamorando de mi, como se había asustado, se había detestado a sí mismo, se había regocijado, se había sentido torpe, y locamente enamorado. Él me dijo cómo yo lo sorprendía todo el tiempo, que yo era valiente cuando él esperaba que estuviera aterrorizada, cómo había sido fuerte cuando él esperaba que me derrumbaría, que había sido audaz cuando él esperaba que me sentiría intimidada, que había sido indulgente cuando él esperaba que yo fuera despiadada. Su risa era magnífica al lado de mi piel. Él me dijo cómo se sentía cuando estaba cerca de mí, cómo yo hacía que su garganta quemara, su cuerpo doliera, su mente se nublara. Él me dijo cómo había luchado para estar conmigo, para amarme sin odiarse. Él me dijo cómo se sintieron mis labios contra los suyos la primera vez que nos besamos. Me dijo cuánto lo torturaba detenerse cuando yo comenzaba a besarlo, como mi excitación lo empujaba como una niebla. Él describió cómo se sentía mi cuerpo debajo del suyo la primera vez que hicimos el amor. Él me dijo cómo conocía mi cuerpo mejor que yo misma, cómo él leía mi cuerpo mejor de lo que podía leer la mente de cualquier persona.
Edward se quedó silencioso por un minuto, y entonces me dijo cómo lo apesadumbraba haberme dejado. Intenté detenerlo en ese momento pero él presionó sus labios sobre los míos para silenciarme. Me dijo que él trabajaría todos los días para ganar mi perdón. Él me dijo cuanto le pesaba no poder darme una familia.
Entonces, su voz se ablandó y él me contó sobre su día, que estaba orgulloso de haber podido suturarme, que él lamentaba haber sido brusco conmigo en la mañana, pero que había tenido una buena charla con Alice. Me dijo que amaba verme con su familia, que ellos me adoraban, que él deseaba que yo pudiera ver nuestro futuro con ellos.
Edward me dijo todo.
Yo enmudecí. Estaba desterrada dentro del silencio. Él miró mi cara, y sus labios rozaron mi mentón.
“¿De qué se trata esto?” No podía parar las lágrimas que se derramaban sobre mis mejillas y las enjugaba, queriendo despejar mi vista.
Me sonrió, riéndose entre dientes.
“Te digo estas cosas, bueno, una variación de ellas, cada noche mientras que duermes.”
Tomé su cara, pestañeando. “¿Cuando duermo? ¿Cada noche?”
Él asintió, y su expresión se volvió tímida.
“Supuse que debía decírtelo cuando estuvieras despierta alguna vez. Supuse que tu querrías oírlo.”
Me subí encima de él, besándolo con abandono, presionando mis caderas en las suyas, tomando su pelo fuertemente con mis manos. Sus manos vacilaron por un momento antes de enredarse en mi pelo, su cuerpo se arqueo hacia el mío. Se movió debajo de mí; sus caderas empujaban hacia arriba contra mi cola, sus gemidos salían ruidosamente dentro de mi boca. Temblaba. Éramos un enredo de miembros, calientes y fríos. Duros y delicados. Me moví más abajo en su cuerpo, poniendo sus piernas alrededor de mis costillas y lo tome con mi boca, acercándolo, probándolo, sus manos nunca dejaron de tocar mi piel hasta que él estuvo cerca, entonces me soltó para apretar una almohada. Gimió, empujando sus caderas contra mí, moviéndose en mi boca, más rápido, sus palabras ahora salían en una mezcolanza, sus piernas temblaban más ahora. Él gruñó fuerte y grave cuando acabo dentro de mi boca, sus manos rasgaron la almohada por debajo de él.
Me subió hasta él y me acostó de un tirón sobre mi espalda, sus ojos miraban los míos.
“Bella…” susurró. “Tan bueno…” él movió las caderas contra mí. Esperó un largo momento, pareciendo comunicarse silenciosamente con mi cuerpo, mientras el suyo volvía a la vida. Empujó dentro de mí lentamente.
“Ahí está. Esa es mi mirada.” Gimió, con los ojos oscuros, eróticos. “Tengo esa mirada presente todo el día.”
Antes de darme cuenta de que quería que él se moviera más rápido, el comenzó a moverse más rápidamente. Más duro. Más lento. Más profundo. Su mirada nunca dejaba la mía.
Gruñí exhalando mi respiración con sus embistes, sus ojos miraban como mi boca intentaba formar palabras. Mis manos empujaron hacia abajo su cabeza a mis labios, mi voz en su oído, “Bebé, ya estoy cerca.”
“Lo sé.” Sonrió. Entonces se retrasó, besándome suavemente.
“¿Tú me amas, Bella?”
Mis palabras de la otra noche volvieron a mí. Recordé mi necesidad de oírlo decir estas cosas. Gemí contra él, entendiendo la necesidad de tranquilizarme que el debe haber sentido en aquel momento.
“Te amo. Te amo más que a cualquier cosa en este mundo” Gemí, mi cuerpo oscilaba en el borde, sus movimientos me traían tan cerca y me detenían allí. Mi cuerpo lo exprimió, mis piernas lo empujaron más profundo en mí.
Él jadeó, y su lengua dibujó una larga trayectoria a lo largo de mi cuello, prendiendo fuego mi piel, sus labios hablaron contra mi piel.
“Dime que me necesitas.”. “Dime cuánto…”.
“Te necesito Edward. Te necesito tanto. Yo no puedo existir sin ti. Tú eres mi mundo…”
“Por siempre, Bella,”; él empujó dentro de mí, con sus manos a los lados de mi cara, y sus labios todavía encendiendo mi cuello.
“Dime que serás mía por siempre, que perteneces a mí.”
Su voz era baja, su respiración rápida, aspiraba el aire alrededor de mí, tragaba el olor de mi piel. Mi cuerpo dolía, palpitando contra él.
El entendimiento se empujó en el borde de mi mente. Susurré, desesperada por acabar, “Soy tuya por siempre, mi Edward.”
Él miro mi pecho, el rubor del clímax que se arrastraba sobre mi piel, la respiración que se enredaba en mi garganta. Me sonrió cuando mi cuerpo se retorció debajo de él.
Bajó su mano a mi carne húmeda, frotando a lo largo del espacio adonde acabamos juntos. Sus dedos tocaron sus labios y después se esparcieron contra mi cuello, mojando mi piel con nuestro olor.
Y después él cerró los ojos y se inclinó hacia atrás.
Edward cerró los ojos mientras me hacía el amor.
En ese momento, entendí.
Entendí que la familia nunca había estado en Perú. Supe que habían venido aquí solamente por nosotros.
Entendí que él quería que yo estuviera tan segura de ellos como lo estaba de él.
Supe que Carlisle estaba aquí, en esta casa.
Supe que mi marido me había escuchado, y había planeado meticulosamente transformarme de esta manera.
Y en el mismo instante mi orgasmo vino cerrándose de golpe sobre mí, arqueando mi espalda contra el cuerpo frío de mi marido, el puño de Edward se estrelló contra la cabecera, pulverizando la pared detrás de la cama. Grité su nombre y grité mi amor por él mientras que él se acercaba a mi cuello.
CHICHIS,
QUE TAL???
HASTA ACA, LA 1° PARTE DEL CAPITULO....
PRONTITO SUBIRE LA 2° PARTE QUE ES CONTADA POR EDWARD Y SABRAN QUE SUCEDIO...
QUIERO COMENTARIOS DE QUE LES PARECIO!!!!
BESOS CULPOSOS,
LADY G
6 comentarios:
Es bru-bru-brutal!!! Creo que la mejor escena erótico-romántica que has narrado!!!
Me he sentido Bella por momentos! Qué envidia, por Dios...
Ha sido genial, de verdad. Te vas superando :)
Estoy haciendo un par de imágenes con Photoshop para vosotras^^
LO que me parecio es que LolaShoes es mi heroina!!!
La admiro tanto..., ella es capaz de transportarme dentro de una escena como nadie!!!
Gracias LG!!!
CHICAS:
ME ALEGRO QUE LES HAYA GUSTADO ESTA 1° PARTE Y PUEDO DECIRLES QUE LA 2° ES WOWWWWWWWWWWW...
CLAIRE, ESTAREMOS A LA ESPERA DE TUS IMAGENES.
BESITOSSSS MIL...
Me encanto!!!!
Lo de las imagenes es muy original y le agrega un toque extra!!!
gracias por escribir y ya te sigo!!!
que buen capitulo....guayyyyyy espero ansiosa el proximo.... pffff me has dejado dura,.,,, genial lasfelicito chicas.... besos...Lucia
NOELLE Y LUCIA: BIENVENIDAS A NUESTRO BLOG!!!
NO LAS VAMOS A DEFRAUDAR.
BESOSSS
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