viernes, octubre 22, 2010

Deja brillar tu Luz - Capítulo 3: Shock


 “Bella,” se quejó Edward, frotando sus manos sobre su cabello ya despeinado “No es ciencia  espacial.”
Rodé mis ojos. “Tu estas  malhumorado porque no puedes leer mi mente para saber mi estrategia.”
“¿Estrategia?” dijo alejándose para mirarme. “Bella, solo estamos jugando a las Damas.”
Mire sobre el tablero de damas. Estábamos sentados en la alfombra, uno frente al otro en una pequeña mesa ratona. “Hay todo un arte para jugar Damas, ya lo tendrías que saber. Además, Edward, te dije que no jugare al ajedrez con un vampiro que tiene casi 100 años de experiencia más que yo. Pero puedo jugar a las Damas.”
“Te enseñare mis trucos.” Dijo él, guiñándome un ojo. “Es algo que debes considerar… para después de que te hayas transformado,” agregó rápidamente, sabiendo que con eso había captado mi atención. “Cuando no duermes, por toda la eternidad, el ajedrez…  se convierte en un juego bastante atractivo. Como pausa para el sexo, quiero decir.” Él arqueó una ceja mirándome y casi rompí la tabla tratando de llegar a él.
“Honestamente,” mascullé, intentando aquietar mi pulso desbocado, “a menos que puedas enseñarme a leer mentes, yo sospecho que me pondría un poco menos nerviosa, aprendiendo con Bobby Fisher. Además, yo creo que haces trampa.” Le dije echando un vistazo al número de fichas que él había ganado. Habría podido jurar que él solamente me había ganado dos legítimamente. Pero había tres fichas rojas apiladas cerca de su mano izquierda.
Edward rió, echando la cabeza hacia atrás, su risa hizo eco maravillosamente en el cuarto. “Una referencia de Bobby Fisher… fantástica.” Edward parecía anhelante. “Él era fascinante de observar. Ésos fueron buenos tiempos.”
Sonreí, asintiendo. “Lo fueron. Yo tenía… menos dieciséis.” Coloqué mi barbilla en mi mano, mirando hacia arriba, fingiendo recordar.
“Y yo tenía diecisiete… como siempre.” Dijo Edward en tono seco. Estallé en carcajadas, tirándome sobre la almohada detrás de mí.
Luego mire el tablero, y ahora había cuatro de mis fichas en una pila al lado de su mano. “¡TRAMPOSO!” Grité, señalándolo con el dedo, como si hubiera testigos invisibles a nuestro alrededor. ¡“Tramposo, justo aquí! ¡Eres un tremendo tramposo!” Dije indignada. Edward se descostilló de risa.
“Bella, la cara que pusiste no tiene precio.” suspiró, sacudiendo su cabeza.


“No tendré la visión o los reflejos extraños de un vampiro, pero puedo contar. ¡Y tu deberías tener solamente dos de mis Damas!”
Edward se arrastró sobre sus manos y rodillas poniéndose encima de mí, y me besó suavemente, frotando sus labios hacia adelante y hacia atrás sobre los míos. “Mmmmm…” Me miraba a los ojos, mientras su olor delicioso me intoxicaba. “¿Perdonado?”
“Quizá,” conteste, con la respiración tambaleante. “Aunque, tal vez deba castigarte.”
Él dejó escapar un gruñido bajo en mi oído. “Piensa en algo bueno mientras que salgo a cazar.”
“OK.” Prometí, besándolo, y dejando a mi lengua resbalar entre sus labios, deseando que él me tocara con la suya. Empujaba los límites de su boca y lo sabía. Una parte de mí sospechaba que Edward se preocupaba más de lo necesario porque su veneno no tocara mi piel. “¿Tengo tiempo para tomar un baño y una siesta?”
“Absolutamente. Tú has estado durmiendo tanto como yo los últimos dos días.” Me besó, retrasándose sobre mi boca, tarareando contra mis labios.
“Vete,” lo impulsé, “antes de que te taclee.” Edward se rió entre dientes de solo imaginarlo, me dio un último beso, y se levantó. Lo miré alejarse de mí, su cuerpo desnudo a excepción de sus ajustados bóxers grises, que invitaban al pecado. Caminó hacia el dormitorio y lo vi deslizarse en unos pantalones de jean y una remera  y dirigirse hacia fuera de las puertas francesas para ir a cazar.

El baño le sentó divinamente a mi cuerpo. Mi piel estaba dolorida por el roce y la fricción constantes; la piel entre mis piernas estaba blanda e inflamada. Sabía que no podríamos parar de devorarnos el uno al otro en cada ocasión que tuviéramos, de modo que disfruté estos pocos minutos de soledad en la tina caliente.
Todos los acontecimientos que conducían a esta luna de miel me parecían  borrosos, sentía como si hubieran pasado años desde todo lo ocurrido antes. Recordaba nuestros votos, mi torpe danza y el adiós de Charlie, los zumbidos de entusiasmo de Alice. Y ahora ésto. Esta isla se sentía ya como nuestro hogar, incluso después de solamente dos días de estar aquí. Sabía que Edward tenía planes para nosotros después de la isla. No sabía cuánto tiempo permaneceríamos aquí y no me importaba. No sentía ninguna necesidad de saber lo que nos deparaba el futuro para mañana, menos aún para la semana próxima. Sabía que Edward era mío, para siempre. Ése era el detalle más importante; todo lo demás, era secundario.
Después de un rato, el agua comenzó a enfriarse,  salí renuente de la tina, y me puse una suave bata de algodón. Fui y me senté en el piso delante de la maleta que Alice había empacado para mí. Intimidaba. Había hurgado dentro de ella en dos ocasiones, pero nunca había mirado de cerca lo que contenía. Sabía que Edward estaba deseoso por verme con algunas de las cosas que Alice había comprado para mí. Miré detenidamente adentro, con cautela toque la pila de ropa interior y de vestir.
Dentro, encontré algunas de las más hermosas piezas de lencería que yo hubiera podido imaginar, organizadas en pilas, pequeños bolsos de satén, y cajas. Colores impresionantes, todas hechas de las sedas más deliciosas, encajes, e incluso algo de algodón suave estilo Bella. Saqué un pequeño bolso de satén que contenía un corpiño negro de encaje que hacia juego con la más diminuta bikini, portaligas y medias de seda. Otro pequeño bolso contenía un negligé rojo de encaje minúsculo, con una bikini haciendo juego… ¿sin entrepierna? Me ruboricé aunque estaba totalmente sola y empujé ese bolso a la parte inferior de la maleta. Sentí una caja en un lado de la maleta y la desenterré, contenía un par de sandalias de tiras negras de Manolo Blahnik con taco aguja de por lo menos seis centímetros. ¿Qué pretendía Alice que hiciera con ésto? ¿Acaso no recordaba esa vampira loca mi falta de habilidad para caminar en zapatos normales?

Cuando cavé más profundo, las pilas de ropa interior de encaje se desparramaron delante de mí  y comencé a sentirme abrumada. Nuestra relación física era tan nueva; Todavía fantaseaba sobre cómo vagaron sus ojos hambrientos sobre mi cuerpo desnudo, cómo él nunca cerraba los ojos cuando me besaba. Él había explorado cada pulgada de mi cuerpo, memorizando mi piel, mis reacciones, mis curvas. Me ruboricé al imaginar su cara cuando me viera con alguna de estas cosas. Cavé mas a través de las pilas hasta que encontré algo que combinaba comodidad y atractivo, y opté por unos shorts azules de encaje y un corpiño que hacia juego. Subí sobre la enorme cama, y me acurruqué para dormir una siesta, dejando el corpiño a mi lado, me lo pondría para Edward cuando él volviera a casa.
    *****
Cuando me desperté estaba oscuro; Edward no estaba conmigo. Una brisa fresca soplaba adentro a través de las puertas francesas, ondulando las cortinas y la red de mosquito diáfana alrededor de la cama. Me cubrí con las sabanas para calentarme, y tire de ellas cuando me incorporé lentamente en la cama, froté mi cara con las manos. Edward apareció, inclinado contra el marco de la puerta. Él se veía impresionante, usando solamente un par de shorts verde oscuro que se ajustaban a sus caderas, revelando la V en su abdomen tonificado, su pelo adorablemente desordenado, y una sonrisa torcida jugaba en sus labios.
“¿Cómo descansaste, amor?” me preguntó suavemente. “Te ves adorable. Deliciosamente arrugada.”
“Mmmm, estuvo bien.” Me estiré. “¿Por qué no me despertaste? ¿Cuando volviste?”
“Hace aproximadamente una hora. Calculé que necesitabas descansar.” Se encogió.
Oí la música que venía de la sala de estar y sobre su hombro podía adivinar las sombras de un fuego que oscilaba en las paredes apenas más allá de la puerta del dormitorio.
“Ven siéntate conmigo.” Me dijo extendiendo su mano hacia mí. “Debes tener hambre, también.”
“Estaré allí en un minuto.” Dije con un bostezo, y sosteniendo un dedo en el aire. “Momento humano se requiere.”

Él sonrió y me dejó con mi momento. Salté fuera de la cama, sintiéndome mareada y desorientada. Entré el cuarto de baño y me salpiqué un poco de agua sobre la cara y cepillé mis dientes, intentando despertarme. Fui nuevamente al dormitorio, me puse el corpiño azul y comencé a revolver en busca de ropa pero cambie de  idea. ¿Para qué ponerme algo que solamente duraría puesto 10 minutos? Sonreí ante este pensamiento.

Cuando caminé a la sala de estar, encontré que Edward había puesto la comida para mí delante del fuego. El queso, el pan, las uvas, y una copa de vino presentados en una bandeja, sobre una hermosa manta blanca de cachemir, delante del fuego. Edward estaba sentado en una silla al lado de la chimenea, sosteniendo un libro. Su boca estaba abierta, mientras sus ojos devoraban mi cuerpo.
“¿Qué?” Me aterré, mirando hacia abajo. “Oh.” Había olvidado la ropa interior. Sonreí coqueta, dando una vuelta para él, y ronroneé, “¿qué, esta cosa vieja?”
“Bella.” Me dijo suavemente. “Si mi corazón todavía latiera se habría detenido viendo como luces en eso…”
“Edward, ¿acaso estas tratando de levantarme?” Lo embromé. Mi sonrisa desapareció mientras miraba la intensidad de su expresión. Mi corazón comenzó a golpear en mi pecho. Sentí una oleada repentina de energía que venía de él, viendo que reaccionaba a mí de esta manera solo por la ropa interior. Gracias, Alice.
Él asintió, deslumbrado. “Absolutamente.” Sus ojos brillaron enfocándose en mí y me indico hacia la manta, “por favor, Bella, come algo.”
Caminé hacia la manta, oyendo su respiración entrecortarse en su garganta cuando me agaché y me acosté sobre mi estómago, doblando las rodillas y enganchando mis pies juntos. Tomé la copa de vino y bebí un sorbo, echando un vistazo sobre mi hombro para verlo sentado detrás de mí, inmóvil.

“Hermosa…” murmuró, mirándome intensamente.
Mordisqué un poco de queso y pan, tomando a algunos sorbos más de vino. Sentía la mirada de Edward quemándome la espalda. “Bella, me estás matando. Come más rápido o ponte algo de ropa.” Su voz sonó áspera, seductora.
“Nunca esperé que mi súper- controlado y malhumorado marido, fuera tan insaciable.” Dije manteniendo mi voz baja, y ronroneante.
“Nunca pensé que mi novia pudorosa y con ojos de corderito se convirtiera en una gatita seductora,” me  retrucó, emparejando mi tono ronco.
 Sus palabras hicieron que mi cuerpo respondiera inmediatamente, yo sentía fluir la humedad entre mis piernas. Edward jadeó detrás de mí. Subí mi cuerpo, apoyándome sobre mis manos y rodillas, arqueando mi espalda y sacudiendo mi pelo a un lado, lo mire sobre el hombro. El  dejo escapar un gruñido bajo de su garganta.

En un instante, estaba detrás de mí. Oí el sonido de tela rasgándose y vi caer a mi lado los jirones de su short. Su cuerpo duro se presionó contra mí urgente. Una punzada momentánea de tristeza me embargo al ver su short arruinado antes de darme cuenta de lo que él hacía, rápido, y totalmente diferente. Él gruñó y dio un tirón a mi bikini bajándola levemente antes de rasgarla sobre mi cuerpo en un solo movimiento, después rompió el broche de mi corpiño, dejando caer los breteles por mis brazos hacia el suelo. Gemí profundamente. Él asió mis caderas introduciendo de golpe su longitud dura dentro de mí, empujando rápidamente, mientras gemidos roncos y bajos escapaban de su garganta. Jadeé y arqueé la espalda, y su cuerpo se movió más rápidamente, empujando profundamente en mí. Sentí su mano trasladarse a mi pelo y repentinamente él tiraba de mi cabeza, su mano cerrada en un puño. Él gimió en voz alta, empujando con abandono contra mi carne, su otra mano todavía tomaba mi cadera poderosamente. Me di cuenta que no podía mover mi cuerpo lejos de él en absoluto; Su apretón me atrapaba. Los latidos de mi corazón se aceleraron y él reaccionó inmediatamente, inclinando su cabeza cerca de mi cuello, gruñendo.
Una pequeña parte de mí sintió temor. Nunca había visto a Edward así. Una parte más grande de mí se sintió increíblemente excitada, al verlo así de desesperado por mí, al entender el efecto que yo tenía sobre él. Unos  momentos después de que él me penetrara,  había empujado dentro de  mí tres veces y dejó escapar un quejido profundo, casi un sonido animal. Su cuerpo se estremeció, su miembro pulsaba dentro de mí, sus piernas se sacudían violentamente contra la parte posterior de mis muslos. Entonces se calmó, apenas un segundo después, salió de mí apresuradamente, y voló hacia atrás para sentarse apoyando la espalda contra el sofá, un brazo le cubría la cara, el otro abrazaba sus rodillas dobladas.

Me congelé en el lugar, respirando pesadamente, no supe por un momento qué acababa de suceder. La interacción entera había durado probablemente solo treinta segundos, y aunque podía apenas contener mi respiración del entusiasmo, podía detectar que el humor de Edward era profundamente diferente del mío.
“Edward.” Dije suavemente. Él seguía en silencio. “Edward, por favor. Háblame.”
“Dame un momento, Bella.” Su voz era dura. Me senté y lo miré por lo qué se sintió como una eternidad. Él no movió un solo músculo. Podría asegurar que no respiraba.
“Edward,” dije otra vez. “Estoy bien.”
“Bella…” él casi sollozó mi nombre.
Mire hacia abajo e hice una inspección rápida de mi cuerpo. No sangraba; mis caderas estaban rojas pero no había contusiones, aunque aparecerían probablemente por la mañana. Todo mi cuerpo se movía normalmente, se sentía normal.
“Edward, estoy bien.” Lo tranquilicé otra vez. “Mejor que bien, realmente. Más excitada que cualquier otra cosa. ¿Puede ser mi turno ahora?” Le dije intentando sonar graciosa.
Él bajó su brazo y me miro en shock. “¿Excitada? Bella, acabo de atacarte.”
“Si. Y fue increíble.” Mi tono era desafiante. No lo dejaría rehusarse a un momento de pasión desenfrenada.
“¿Increíble?” Sus ojos ardían de rabia. Sabía que no era dirigida a mí. “Bella, pude haberte lastimado en serio.”
“¿Acaso ibas a morderme?” Pregunté, sabiendo la respuesta.
“No, por supuesto que no.” Él casi sonó ofendido.
“¿Tu crees que me lastimaste?” Pregunté.
Él se quedó en silencio por un momento. “No lo creo, por lo menos espero no haberlo hecho. Pero es una línea muy fina. No tuve ninguna consideración con tu cuerpo, ni tus deseos. Pensé que yo tenía más… control que ésto. Pensé que podía darte placer a ti primero y sobre todo. Yo solo quise poseerte, y lo hice, como un maldito animal…” dijo, poniendo la cabeza entre las piernas.
Me levante y caminé hacia él. “Edward, mírame.” Él no se movió.
“Mí-ra-me” dije, con voz dura.
Él miro hacia arriba, y vi como sus ojos exploraban mi cuerpo más cuidadosamente en busca de marcas, para encontrar cualquier muestra de  que me hubiera lastimado. Me coloqué delante de él, sus ojos se congelaron en mi cuerpo, con cara dolida.
“¿Podrías por lo menos abrazarme, hablarme?” Le pedí quedamente, doblando mis brazos alrededor de mi cuerpo, en gesto protector.

Él abrió los brazos hacia mí y me acurruqué en su regazo, besándole el cuello, la mandíbula, los labios sin respuesta. “¿Puedo decirte cómo fue para mí?” Él seguía en silencio.
“Porque fue asombroso.” Quise que pudiéramos hablar de lo qué sucedió. Quise que fuera seguro entre nosotros, que pudiéramos permitirnos ser egoístas, cachondos, o salvajes el uno con el otro.
“Por supuesto, amor, cuéntame.” susurró contra mi hombro.
“Me gusto provocarte.” Dije simplemente. “Me gusto hacer que me desearas. Ha sido duro para mí, durante tanto tiempo, verte capaz de resistirme tan fácilmente.” Lo oí burlarse de mis palabras.
“Espera, de verdad. Te estoy contando como lo viví yo, mi experiencia. Sé que a ti se te hizo muy difícil, al principio, resistirte a mí sangre. Pero siempre pasabas de mi cuerpo muy fácilmente. Ése nunca fue el caso para mí. He necesitado el contacto físico contigo durante tanto tiempo, yo siempre necesitaba más. Tú me besabas y mi corazón se sentía como si estallara dentro de mi pecho. Como si fuera a romperse cuando tú me alejabas. No puedo explicarte cuán excitante fue esta noche cuando te vi perder el control sólo por verme en ropa interior, y cuando detectaste la reacción de mi cuerpo a tu voz,” tu respiración silbó adentro de tu pecho, “y me tomaste de esa forma, sólo para tu placer, simplemente porque me necesitabas con urgencia…” Me acerqué y toqué su cara, queriendo que mirara mis ojos.
Él considero mis palabras. “Bella, yo siempre te deseé. No puedo expresar en palabras cuánto te he deseado.” Él me miro, y oí la verdad en sus palabras, pero sabía que una parte de mí nunca podría entender realmente cómo él pudo evitar tocarme durante tanto tiempo sintiendo lo que sentía. “Es solo que… yo tengo que ser siempre cuidadoso con la fuerza que uso contigo, especialmente ahora que hemos cruzado esa línea. No puedo regresar a lo de antes. Te necesito. Hacer el amor contigo me es tan vital ahora como la sangre. Y esa necesidad me asusta porque necesito saber que puedo confiar en mí. Necesito estar en control de mi mismo.”

“Y lo estás.” Contradije, mi cuerpo entero invadido por sus palabras. Hacer el amor contigo  me es tan vital ahora como la sangre.
“Tu nunca cruzaste esa línea, incluso cuando me tomaste con tanto abandono esta noche. Tú mismo lo dijiste: tú puedes leer mi cuerpo, incluso aunque no puedas leer mi mente. Tu solo necesitabas…” Sonreí pesarosamente, dejando la palabra colgar entre nosotros.
“¿Necesitaba qué?” Me miro, y sus ojos comenzaron a suavizarse.
“Tu sabes.” Dije, ruborizándome.
“Dímelo, Bella.” Sus ojos se enfocaron en mis labios, sus ojos ardiendo.
“Tu solo necesitabas… cogerme.” Dije, empujando hacia arriba mi barbilla, encontrando fuerza en la verdad. Él dejó escapar un quejido suave y su cabeza cayó hacia atrás sobre un almohadón del sofá. “Creo que eso es bastante normal.”
 “¿Que es lo normal aquí? No estoy seguro que yo pueda encontrar  muchos vampiros con experiencia en esta materia en particular.”
“Pienso que es simplemente una cuestión de índices de población, amor.” Dije intentando sacarle una sonrisa.
Él no hizo caso de mi humorada. “Supongo que nunca creí que yo podría ser algo más que tierno y suave contigo, sin hacerte daño. Todavía no sé donde están los límites, y eso es lo que me asusta.”
Podía entender eso. Mi corazón dolía por él. Atraje su cara y lo besé suavemente, y sentí sus labios respondiendo a los míos. “¿Puedes ser suave conmigo ahora? Porque necesito que me hagas el amor.” Besé sus mejillas, su barbilla, y rocé el lobulo de su oreja con mi lengua.
                                  *****

Edward me llevó al dormitorio y me acostó sobre la cama, estirando su cuerpo a mi lado, como lo habia hecho nuestra primera noche juntos. Él dibujo suavemente círculos en mi estómago, las yemas de sus dedos se movían lentamente dibujando círculos alrededor de mis pezones. Se inclinó para besarme, y un quejido apretado escapó de sus labios. Él necesitaba calmarse. 
Él necesitaba que yo lo ayude.
Me subí sobre sus piernas a horcajadas, apenas sobre sus rodillas, mis manos frotaron su pecho y estómago suavemente. Mantuve mis ojos trabados en los suyos. Bajé las manos a sus piernas, frotando sus muslos suavemente. Movi mi mano a su miembro, y me incliné para besarle el estómago, bajando los labios, sin romper nunca el contacto con sus hermosos ojos ambarinos.

Él vaciló. “Probablemente es mejor que no intentes poner tu boca en mí todavía, amor.” Me dijo, suavemente. “No sé si…” él arrastró sus palabras.
Asentí y sonreí comprendiendo sus palabras. Podíamos trabajar en esto. Trabajaríamos sobre eso.
Puse mi mano alrededor de su miembro y lo froté ligera y suavemente, mirando su cara relajarse, ninguno de nosotros hizo un sonido. Sus ojos se ablandaron, sus manos se alzaron a mis pechos. Sus dedos frotaron ligeramente mis pezones, pellizcándolos y rodándolos suavemente entre sus pulgares y dedos índices. Deslicé la mano a lo largo de él lentamente por varios minutos, su miembro lanzaba pequeñas cantidades de lubricación mientras yo lo frotaba ligeramente, mi otra mano tocaba suavemente sus testículos, acariciándolos, y disfrutando con la sensación de su cuerpo magnífico en mis manos. La intimidad cerrada de este momento casi me dejo sin respiración.

Moví mi cuerpo sobre el suyo, dejando que el calor de mi cuerpo tocara su fría dureza, y me incliné para besarlo, frotándome contra él, nuestros cuerpos se resbalaban fácilmente uno contra otro. Sus ojos estaban llenos del amor más intenso, hicieron que mi  corazón martillara en mi pecho por la emoción de verlo mirarme con tal desnuda adoración  y deseo. Bajé sobre él, jadeando al sentirlo tan profundamente en mí. Edward me miró tiernamente mientras que yo luchaba para no gritar.
“Te amo, Bella,” él casi estranguló las palabras al decirlas.
Toqué su mejilla con mi mano antes de moverme sobre él, oscilando mis caderas sobre las suyas, encontrando mi propio ritmo. Sus ojos permanecían bloqueados en los míos, su boca se abrió levemente mientras que yo resbalé sobre él.
Hicimos el amor suavemente esta vez, sus ojos nunca dejaron los míos, mientras sus manos frotaban ligeramente mis caderas, sus labios formaban silenciosamente la forma de mi nombre.

                                                                     ~@~
 Bueno Chikies, hasta aquí el cap. 3, editado por nuestra querida Lady G, que por problemas técnicos me ha pedido que lo suba yo.
En solo unas horas mas se producirá un encuentro cumbre y mas que esperado....
Lady G, estará visitándome en casa mañana y podremos vernos las caritas culpables por primera vez!!!!!
Muero de ansiedad!!!! Estoy planeando hacer una entrada conjunta mañana por la tarde para sellar el evento!
Están todas invitadas a merodear el chat del blog cerca del mediodía,  para charlar o mejor dicho, chatear a dúo!!!!! 

Besos Ansiosos,

                           Mrs. Jones

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