Capítulo 8: Nuestra confesión
Me ayudó a incorporarme y acomodamos nuestra ropa antes de que él me levantara, esta vez, sujetándome frente a él. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y enlace mis dedos alrededor de su cuello, apretando mi pecho contra el suyo.
"Te amo," le susurre antes de besarlo, manteniendo mis ojos abiertos esta vez.
"Yo también te amo."
Me llevo a casa, con sus labios sobre los míos. Sus palabras de alivio, de felicidad, de arrepentimiento, se empujaron suavemente contra mi boca.
Por primera vez en meses, se mantuvo envuelto alrededor de mí, toda la noche, mientras yo dormía.
*****
Me desperté en mi cama e inhale profundamente, sintiéndome ahogada.
Mi ventana estaba abierta de par en par y el aire de la mañana era frío, pero se sentía glorioso.
Me sentía como si hubiera estado bajo el agua y ahora salía a la superficie, finalmente completa de nuevo.
Abrí mis ojos y mire hacia abajo. Estaba cubierta con mi grueso edredón, mis pantalones de jean, descartados en el piso junto a mí. No podía recordar habérmelos sacado – solo recordaba haberme acostado arrebujada contra Edward, en mi cama y sus brazos envolviéndome. Asumí que me había quedado dormida al instante y que él me había desnudado. El solo pensar en sus manos tirando suavemente hacia abajo mis pantalones, en sus brazos acomodándome en el colchón y poniendo el edredón sobre mí, hizo que mi cuerpo entero se ruborizara y encendiera. Gire en la cama y percibí una sensibilidad entre mis piernas. Espontáneamente, las imágenes vinieron a mí: su cuerpo contra mis manos anoche en los bosques, sus manos acariciando hacia abajo de mi estómago, sus dedos empujando dentro de mí, sus suaves gemidos mezclados con mis ruegos.
Salte de la cama, mordiendo mi labio y cubrí mi rostro con mis manos.
Necesitaba verlo.
Me duche rápidamente, me puse lo primero que saque de mi placard y baje corriendo a la cocina para tomar una barra de cereales. Abrí la puerta de un tirón y entonces lo vi, apoyado contra su coche, luciendo tan ansioso como lo había hecho cada mañana antes de la de hoy. Me sonreí y mordí mi mejilla para no lanzar una carcajada de emoción. El cielo estaba oscuro, amenazando con lluvia, y yo camine hacia mi camioneta, tire de la puerta rudamente para abrirla y me incline dentro para buscar mi parka.
Salí de la camioneta y la cerré de un portazo, mirando a Edward mientras la pesada puerta pasaba mi punto de visión. Él estaba empezando a caminar hacia el lado del conductor de su Volvo. Él se veía ligeramente encorvado, y su cara luchaba por ocultar su decepción. Entonces se enderezo y se volteo hacia mí, y su cara se relajo inmediatamente cuando me vio caminando hacia él.
El pensó que yo iría a la escuela en mi camioneta.
Sus ojos me observaron mientras yo me acercaba, volviéndose más hambrientos con cada uno de mis pasos. Por último, comenzó a caminar hacia mí, impaciente. Yo enterré mi cara en su pecho, mientras sus brazos me envolvían y el suspiraba suavemente, una vibración baja agito su pecho bajo mis manos, cuando me volví y bese su esternón, murmurando, "Buenos días."
"Bella," me susurró. "Gracias."
Lo miré, descansando mi barbilla sobre su pecho. "¿Gracias? ¿Por qué?"
En lugar de responder, besó mi frente y susurró, "Te ves hermosísima cuando estas agitada y ruborizada, corriendo para verme. No sé cómo he vivido sin esta imagen."
"Oh," sonreí, parándome en puntas de pie para besar sus labios una vez y, luego, una vez más, sin alejarme.
Me vio morderme los labios, luchando por esconder mi sonrisa. "¿Estás adolorida?" Su voz era un susurro.
Asentí, sintiendo como el rubor cubría mi cara. "Un poco."
Él se inclino y besó mis labios una vez, suavemente. "¿Estás bien con lo que ocurrió anoche?" Sus ojos parecían buscar en los míos cualquier residuo de la dolorosa distancia entre nosotros.
Asentí una vez más, incapaz de contener mi sonrisa. Él sonrió y me apretó contra su pecho.
"Casi no puedo soportar tener que llevarte a la escuela," murmuro, dejando que sus manos acariciaran hacia abajo de mi espalda y rozaran mi cola antes de volver a subirlas y envolverlas a mi alrededor, alzándome ligeramente.
"Yo no puedo esperar a estar contigo esta noche," ronronee en su oído, sonriendo contra su piel.
"Sería feliz comenzando ahora mismo, si quieres," me contestó y yo sentí que, en verdad, el estaba listo. "Sin embargo, ambos hemos perdido demasiadas clases. Vámonos."
Gemí suavemente, pero me subí al Volvo mientras el mantenía la puerta abierta para mí. Cuando cerró mi puerta, miré dentro del auto. El olor, la apariencia, y la sensación del cuero debajo de mi cuerpo me trajeron muchos sentimientos encontrados, nostalgia, alivio, tristeza y añoranza.
El se subió sentándose junto a mí y sólo tuvo que mirarme una vez, para entender por qué mis ojos estaban ligeramente brillantes y yo me mordía el labio.
"Haremos nuevos recuerdos aquí también," me susurró. "¿Qué te parece un viaje por la carretera?"
"Cuando me dejaste, lo hiciste manejando este coche," espire, habiendo hecho la promesa silente de dejar salir toda la angustia. "¿Lo llevaste contigo todo este tiempo?"
Él sacudió su cabeza y corrió un mechón de cabello de mi mejilla. "Huele como Bella."
Entonces inhale profundamente. Solo olía a él aquí, y a cuero y al aire frío de la mañana, pero no a mí.
Puso su mano en mi pierna. "Lo deje en un estacionamiento bastante rápidamente, y me compré un Chevy totalmente destartalado."
No pude evitarlo; y me reí de esa imagen. "¿Estás bromeando?"
Él sonrió, contento de que yo estuviera relajada otra vez. Continuó mirándome mientras movía su mano y sus dedos encendían el auto fluidamente. "Lo digo enserio. Un Camaro IROC de 1985. Era una bestia. Habrías estado orgullosa." Dijo esto como si lo hubiera comprado precisamente por esa razón.
"¿Y donde esta?"
Él se encogió de hombros. "Lo deje en América del Sur antes de salir para Italia."
La idea de un afligido Edward conduciendo un viejo Chevy parecía tan ajena a lo que estaba viendo ahora frente a mí, que me desconcertó.
"¿Vas a contarme adonde te fuiste? ¿Lo que hiciste?"
El ya me había contado mucho, pero todavía había piezas que faltaban, piezas que él había insinuado: cuando estaba demasiado loco para pensar correctamente, demasiado descorazonado para tomar decisiones racionales. Yo sospechaba que cuando acudió a los Volturi no fue la primera vez que el considero terminar su eternidad mientras estábamos separados, y ese pensamiento me rompió en pedazos.
"Eventualmente," dijo con suavidad, volteando su cara hacia la carretera. "Eventualmente sabrás todo. No estoy seguro de poder explicar mi reacción a estar lejos de ti todavía." Su voz cayó. "No estoy seguro que tu…" se detuvo y me miró brevemente antes de elegir en su lugar decir, "¿Te parece bien?"
Asentí.
"Me comprometo a decirte todo en cuanto encuentre las palabras para explicarlo," me dijo, mirándome nuevamente. Sus ojos se veían completamente llenos de adoración.
Sonreí y el volvió a mirar la carretera. Apoye mi cabeza contra el asiento, cerrando mis ojos e inhalando profundamente. Su olor me había rodeado en el coche y se sentía tan bien poder realmente llenar mis pulmones de aire, sentirlo junto a mí.
Exhale en un tranquilo suspiro.
"¿Estás bien?" preguntó, observándome.
Asentí, abriendo mis ojos y rodando mi cabeza para verlo. "Sólo disfruto el respirar de nuevo. Siento como que ya no tengo que sostener mi pecho para que no se rompa." Le sonreí y gire mi cabeza para observar como los bosques pasaban moviéndose lejos de nosotros.
El coche comenzó a disminuir su marcha y los árboles a un lado de la carretera parecieron acercarse más.
Lo mire para preguntarle que estaba sucediendo, pero él ya estaba moviéndose hacia mí, sus ojos oscuros. Cuando el coche se detuvo, su boca se reunió con la mía, comunicando su alivio con un suspiro. Sus labios se separaron, y su aliento se trasladó a mi boca en ráfagas lentas y suaves. Gemí suavemente, elevando mis manos, enredando una en su pelo y apoye la otra sobre sus hombros, trayéndolo cerca.
Nos besamos durante varios minutos. No hablamos ni lo llevamos más allá de besos: suaves y castos, abiertos y succionando suavemente, después, profundos y hambrientos, dejándome sin aliento y dejándolo ahogado en nuestros aromas.
Volvimos a calmarnos, retornando a besos pequeños mezclados con sonrisas y suaves susurros.
"Necesito esto. Necesito verte feliz conmigo," murmuro él. "Lo necesito más que nada."
Yo lo bese una vez más y él se enderezo en su asiento, encendiendo su baliza y sonriéndome.
"Te amo," le dije.
Él cerró sus ojos por un momento. "Yo también, te amo."
*****
Tuvimos casi todas las clases juntos. Antes de anoche, había sido una tortura estar físicamente tan cerca de él en la escuela sin saber cómo reconstruir lo que habíamos perdido.
Ahora también era una tortura, pero debido a lo que nos habíamos dado mutuamente anoche. Yo sabía cómo se sentía tener sus manos sobre mí. Él sabía cómo se sentía mi cuerpo bajo sus dedos.
Sus ojos miraban mis dedos mientras yo tomaba notas en clase. Sus labios se curvaban en una sonrisa cuando yo enganchaba mi cabello detrás de mi oído para mirarlo a él a mi lado. Durante una película corta su mano dibujó espirales en mi rodilla, recordándome la forma en que sus dedos habían identificado tan meticulosamente lo que se sentía bien para mí.
Cada vez que miraba sus labios veía su boca besando mis pechos. Cada vez que sus dedos rozaban los míos, los sentía moverse dentro de mí. Su voz en mi oído me recordó sus gemidos cuando me hizo acabar. Necesitaba escucharlo hacer esos sonidos de nuevo.
Juntos en el pasillo, podía sentir su aliento en mi cuello, sus dedos rozando mi espalda. En el almuerzo, sobre el dulce parloteo de Alice, lo escuche instándome en voz baja a que comiera un poco más, empujando mi plato cerca de mí, acariciando con sus dedos la parte interna de mi mano. En la clase de inglés, su mano se apoyo sobre el borde de su escritorio mientras él se inclinaba cerca de mí. Lo oí murmurar, "Estoy enloqueciendo," en mi oído, dejando que sus labios acariciaran el lóbulo de mi oreja.
Gemí suavemente y él se estremeció, jadeando entonces susurro, "Bella."
Cuando lo mire, sin fijarme donde estábamos, o quien estuviera mirándonos, él pasó su pulgar a lo largo de mi mandíbula y murmuro, "Pronto."
El merodeaba a mí alrededor, me tocaba, me susurraba, y me miró todo el día. No era suficiente. Yo quería sentir su boca. Quería que me tocara realmente. Quería sentir su peso en mi mano de nuevo.
Para cuando termino el día de escuela yo estaba positivamente frenética por sentirlo.
Colgué mi mochila sobre mi hombro antes de que él me la sacara. "Yo llevare esto," dijo, dejando que sus dedos permanecieran sobre mi hombro y se deslizaran luego hacia el frente de mi cuerpo, tocando mi pecho levemente con el canto de su mano, mientras tomaba la correa de la mochila.
"Gracias," balbucee, acercándome a su lado y mirando la línea de su mandíbula.
Su mano corrió hacia abajo de mi brazo y entrelazo sus dedos con los míos. Su pulgar trazaba círculos al costado de mi mano, dando vueltas lentamente. Me miro mientras caminábamos, totalmente despreocupado del camino delante de nosotros.
“¿Disfrutaste de la clase de índices de crecimiento?" Le dije intentando iniciar una charla superficial, sintiendo los ojos de todo el cuerpo estudiantil sobre nosotros mientras caminábamos de la mano, obviamente reconciliados.
“¿La clase? No." Su voz era un suave gruñido y yo leí el mensaje entre líneas. El desgraciado sabía perfectamente que yo no había escuchado una sola palabra de ella a causa del asuntito de su mano en mi rodilla.
Lo miré y él sonrió, empezando a disfrutar la estática.
"¿Estas contenta de que hayamos terminado con los orales en la clase de inglés?" Su voz era baja y suave. Yo estaba segura de que él podía sentir cada molécula en mi cuerpo suplicándole que me besara.
"Sí."Lo miré y mordí mi labio.
Él tarareaba suavemente. "Yo, también. Quedan muy pocas cosas originales por decir sobre “Brave New World”. Sin embargo, me temo que lo mismo puede decirse de “Of Mice and Men…” Podía sentir sus ojos sobre mí, podía percibir las vibraciones de su cuerpo mientras él moría por acostarme sobre el capo del auto más cercano y apretarse contra mí. "Y tenemos que ocuparnos de encontrarlas para esta clase."
"Necesito ir a la librería," murmure, caminando cada vez más rápido hacia su auto. "Necesito comprar el libro todavía."
El maldito auto parecía estar a una milla de distancia.
"Lo sé," dijo suavemente. "Te llevo."
Al tiempo que llegamos al auto, su dedo medio se curvo hacia adentro trazando mi palma y eso fue demasiado para mí.
“¿Y, luego, vendrás a casa?” Jadee, mientras él se paraba detrás de mí y se apoyaba contra mi espalda.
"Sí," me susurró colocando su mano sobre mi hombro y, a continuación, estirando la otra frente a mí para abrir mi puerta. Él se inclino hacia adelante y puso sus labios contra mi oído, "Aunque desearía que pudiéramos irnos directamente a tu casa.”
Me voltee en sus brazos y lo miré. Todo el mundo a nuestro alrededor se volvió gris cuando su cabeza se inclino hacia mí, y su boca cubrió la mía.
"Pensé que iba a explotar," dije sonriendo contra sus labios.
Él me sonrió, "Estuve mirándote todo el día."
Deje escapar un quejido contra su boca y tire de su cabello. Después de un momento él se alejo un poco y yo me balancee hacia adelante, tratando de mantenerlo cerca de mí.
"Bella," murmuro, frotando mis brazos. "Bella…"
Lo miré, aturdida. "¿Qué?"
Él puso cara compungida y miró hacia atrás sobre su hombro, escuchando la multitud de reacciones a nuestro pequeño espectáculo.
Mire y me di cuenta de que gran parte del cuerpo estudiantil estaba mirándonos – algunos lo hacían de forma sutil, otros lo hacían fijamente con absoluto descaro. No podía siquiera imaginar lo que pensaban, al vernos a Edward y a mí haciendo esto.
Tampoco me importaba.
Me incline hacia adelante y bese su mejilla, "Podrás besarme todo lo que quieras cuando lleguemos a mi casa."
*****
Nos perdimos en nuestra charla dentro de la librería, hablamos de nuestros libros favoritos, los que nos decepcionaron y sobre los que habíamos leído muchas veces. Mi pecho se sentía cálido y completo y curado y encantado de estar cerca de él, mientras manteníamos un flujo de conversación normal sobre lo que nos rodeaba, tan fácilmente, hablábamos como amigos en lugar de amantes descorazonados.
Tras una pausa tranquila me dirigí hacia la mesa de novedades, y lo escuche murmurar. "Dios, no he leído en meses." Sus dedos pasaban las páginas de un libro mientras él sacudía su cabeza.
Camine hacia él y bese su mejilla antes de dirigirme a la sección de literatura a buscar el libro de John Steinbeck. Cuando regresé lo encontré absorbido en otro libro.
"Toma," me dijo ausente, mientras me entregaba su billetera y un libro que quería. "Te encuentro en el mostrador en un minuto."
Dudé y él me miró. Sacudió la billetera suavemente, instándome a tomarla. Compartimos un momento de comunicación silenciosa. Se sintió tan marital, el entregándome dinero casualmente, para que yo pagara nuestra compra.
Su rostro se suavizo y pude ver que me pedía con la mirada que lo tomara. La última vez que el tuvo una oportunidad de darme algo – mi cumpleaños – yo me había negado a que me deseara un feliz cumpleaños, ni hablar de comprar me nada. Observé su expresión, viendo su necesidad de cuidar de mí mezclada con la comprensión de que debíamos hacer las cosas diferentes esta vez. Asentí, reconociendo que esta vez teníamos que ser socios: dar lo que podíamos, aceptar amablemente lo que el otro nos daba. Tomé la billetera y el libro y sonreí cuando él se inclino a besarme.
"Veintitrés con cuarenta y cuatro," dijo la vendedora cuando termino de pasar los libros por el scanner.
Abrí la billetera y saque el dinero. Un pequeño trozo de papel salto de entre los billetes y cayó al piso. Me agache a tomarlo.
Era un trozo de papel de anotador desgastado, doblado y arrugado, borroso y sucio. En un momento había sido arrugado y, luego, lo habían estirado.
Bella,
Te amo. No hay verdad mayor.
Siempre me sorprenderá que tú me hayas amado.
¿Era una carta que él había comenzado? ¿Quería el que yo la viera?
Observe las palabras escritas en el papel desgastado, sintiendo como mi estomago se llenaba de nudos ante este fragmento de nosotros que él había mantenido en su billetera.
Estaba desgastado y ajado. El no había querido olvidarme.
El no me había dejado nada para recordarlo.
*****
Me centré en el sonido de los árboles azotándose contra el auto. Un arrullo, un crescendo, un arrullo.
Envolví mis brazos sobre mi pecho, manteniéndolo unido otra vez.
"Estas muy callada," señaló, poniendo una mano suavemente sobre mi muslo. "¿Estás bien, Bella?"
Mire fijamente los árboles. Contándolos.
"¿Bella?"
Lo mire desde mi asiento. "Encontré una nota en tu billetera."
Sus ojos se agrandaron y su boca formo un 'oh '. "Bella –"
"No es nueva, Edward. Está hecha pedazos."
Él miro fijamente hacia delante el camino antes de asentir lentamente. Después de al menos un minuto dijo, "Hay más."
"Me lo imaginé." Mi voz era chata. "La nota está cortada."
Él me miró, midiendo mi estado de ánimo. "Está oculta en tu habitación."
En tu habitación.
No tenía ninguna respuesta inmediata a esto. Mi mente realmente explotó.
"Imagino que estas herida." Su voz sonó cautelosa y medida.
Después de un momento sacudí la cabeza, diciendo, "No lo sé. Estoy tan aliviada y tan furiosa contigo por dejarme la mitad de una nota que yo nunca encontraría."
Lo vi asentir y voltee mi cabeza para mirar por la ventana.
Me sentí retraerme y oí el temblor en mi voz; las lágrimas amenazantes me picaban los ojos. "No te importo romperme el corazón. Tú sabías lo que me estabas haciendo, y no te importo."
Dos pasos adelante, un paso atrás.
Podíamos hablar como amigos, pero éramos amantes descorazonados.
Respira, Bella.
Oí frustración en su voz por primera vez en meses. "Por supuesto que me importo." El inhalo profundamente y dijo en voz baja, "A pesar de nuestra necesidad de reconectarnos, de tocarnos y decirnos palabras de amor, me doy cuenta que todavía tenemos muchas cosas difíciles de las que hablar."
"Sí." Mi tono fue cortante.
El resto del viaje a casa fue tenso. El aire cargado de tensión sexual que nos impulsaba a tocarnos se había evaporado. En su lugar quedo el silencio de una mujer que necesitaba respuestas y un hombre al que se le acababan las disculpas.
Estacionó delante de la casa. Charlie no había llegado todavía, y por primera vez fui yo quien siguió a Edward mientras el caminaba hacia la puerta, abrió rápidamente con mis llaves y me llevó arriba.
Parecía acelerar con cada paso, como si él estuviera a punto de finalizar un viaje y quedaron sólo unas pocas millas restantes. Él se arrodilló en mi piso y levanto una tabla, sacando hacia afuera el contenido y sosteniéndolo hacia mí.
Observe fijamente el CD, las fotografías, el trozo de papel mellizo del que tenía en su billetera que contenía el resto de su carta.
Puede que no te merezca, pero siempre te querré.
Edward
Saco la nota de su billetera, entregándome todo lo que tenía.
Encaje las piezas. Se había llevado mi nombre con él. Había dejado su nombre en mi habitación.
"Esto estuvo aquí todo este tiempo." No era una pregunta, yo ya sabía la respuesta. Lo miré.
"Sí."
El hecho de que hubiera dejado estas cosas donde sería tan improbable que yo las encontrara se sintió tan contradictorio con el gesto en sí mismo, y aún así, tan coherente con la forma en que me había dejado, para empezar.
No quiero quitarte tus recuerdos, pero no puedes tenerlos.
Te amo tanto que no puedo estar contigo.
"Es... desgarrador," le dije contundente, mirando los objetos.
"Lo sé."
"Cristo, Edward. Me dejaste totalmente impotente." Me hundí en el colchón, permitiendo que las cosas cayeran junto a mí en la cama y colocando mi cabeza entre mis manos. "Quiero demostrarte que soy fuerte y autosuficiente, que no necesito que me cuides, pero ni siquiera pude encontrar las respuestas a todas mis preguntas en mi propia habitación."
Se arrodillo en el suelo delante de mí, descansando sobre sus talones y saco mis manos de mi cara, sosteniéndolas. "Lo siento."
Asentí, mirando nuestras manos.
"Yo no soy perfecto, Bella."
"Lo sé," dije, frustrada.
"No." Su voz fue ronca y firme. "No."
Lo miré, esperando que se explicara.
"Tuve noventa años para cimentar la idea en mi cabeza de que no podía tener una relación y un año y medio más o menos durante el cual sólo he probado que yo estaba en lo correcto. Pero, Bella, yo deseo esto. Te deseo a ti más que a nada en este mundo. Quiero estar contigo, ser tu otra mitad, tu amante, tu mejor amigo…." Su voz descendió a un susurro y las palabras salieron lentamente. "Simplemente no sé lo que estoy haciendo."
Se veía tan vulnerable, tan confundido.
Me moví, sentándome en la cama y el se sentó en el piso, inclinándose contra el colchón para quedar a mi lado. "Tú siempre has estado tan seguro sobre cómo hacer todo," le recordé suavemente. "Siempre parecías saber más que yo."
"Estaba equivocado."
Las palabras eran tan simples y parecían resonar en un eco silencioso.
"Bella…" dijo dudando. "Me ayudaría mucho ahora… que tu no esperaras que yo siempre este en lo correcto. Yo te herí terriblemente, lo sé. Espero nunca volver a hacer nada parecido pero voy a equivocarme y me volveré loco y te hare enojar."
Me subí a su regazo, colocando mis piernas a ambos lados de las suyas. Pase mis dedos a través de su cabello y lo bese en la boca una vez y, luego, una vez más.
"Quiero trabajar en esto," me dijo. "No puedo estar sin ti, pero tú tienes que ayudarme a hacerlo bien."
Apreté mi boca contra la suya, sintiendo que no era suficiente. "Entonces, lo que me estás diciendo es," le dije suavemente, besándolo entre cada palabra, "¿Que quieres que resolvamos esto juntos. Que confías en mí. Que sabes que no siempre será fácil, pero que deseas estar conmigo para siempre?"
Él me sonrió, comprendiendo que nuestras definiciones de amor acababan de coincidir. "Tú estás atascada conmigo ahora," me dijo inspirando profundo. "Lo Sabes, ¿cierto?"
"Te amo, Edward “no- soy-perfecto” Cullen."
Él tarareo y besó mi hombro, sonriendo. "Y, para que quede registrado, tu eres más fuerte que yo," murmuro. "Al menos intentaste seguir adelante. Yo sólo, me revolqué en mi miseria y me volví loco. Y tu viniste a salvarme, incluso después de que yo te había abandonado.
"Tal vez soy más tenaz," le dije sonriendo, y me incline a besar su cabello.
Él sonrió tranquilamente. "Me gusta eso."
Miré junto a nosotros en la cama y vi las dos mitades de la nota allí. Una nítida y nueva, la otra apenas en una pieza.
"¿Por qué la arrugaste?"
Él se apoyo en mi cuello e inhalo, antes de besarme suavemente cerca del oído.
"¿Tienes palabras?" Pregunté, sabiendo que esta historia podría conducir a algo más oscuro, algo que él podría no estar listo para explicar.
"Creo que sí," dijo. "Al menos… puedo intento."
Frota su espalda y él levantó su cabeza, mirándome. "Maneje todo un día antes de deshacerme del auto. Me había llevado unas cuantas cosas tuyas – una remera, una tarea de literatura vieja, donde tu habías escrito mi nombre en la parte posterior una y otra vez, una hebilla para el cabello y un lápiz labial."
Observe sus labios mientras me decía todo esto, comprendiendo que yo ni siquiera había notado la ausencia de cualquiera de estas cosas. Yo solo había sentido la ausencia de él.
"Yo estaba tan…" miro hacia arriba, buscando las palabras. Cuando las encontró, me miró, determinado. "Estaba devastado, Bella. Cerraba mis ojos para parpadear el polvo y tú estabas allí. Inhalaba y tu olor inundaba mi auto. Tragaba y te saboreaba en el aire alrededor de mí. Fue una tortura."
Apreté mis labios contra su mejilla, mientras él hablaba.
"Y, entonces, me enoje… No merecía estar molesto, quebrado o herido. No te merecía a ti. No te pertenecía, no pertenecía a tu mundo. Estaba totalmente convencido que dejarte había sido lo mejor."
Tragó fuertemente y giró su cabeza, por lo que se tocaron nuestros labios. Parecía que él estaba trayéndose a sí mismo de vuelta a este instante y me acerque más, dejándolo totalmente rodeado por mis brazos, mis piernas, nosotros. Yo lo bese en la medida en que él iba necesitándome. Se tiró hacia atrás y miro fijamente mis ojos, mirando pero sin ver, aun perdido en sus recuerdos.
"Me detuve a cargar combustible y tire todo a la basura en la estación de servicio." Él se ahogo al decir estas palabras, cerrando sus ojos.
"Recorrí unas doscientas millas de distancia antes de darme cuenta de que me volvería loco si no podía encontrar tus cosas. Di la vuelta y regrese por ellas, necesitaba tu remera, necesitaba – sobre todo – ver mi nombre escrito por tu mano.
"Amorcito," le susurre, besando su cuello.
"No pude encontrar nada. No sé por qué." Él subió su mano y se rascó la cabeza, pareciendo confundido todavía por esto. "Rompí el tacho de basura más cercano por la mitad, vaciándolo completamente. No encontré nada. No fue sino hasta más tarde que me di cuenta de que estaba tan loco, que fui a la estación de servicio equivocada. Yo ni siquiera sabía dónde estaba, Bella." Él me miro, con ojos desencajados e instándome a que comprendiera cuan monumental fue para él equivocarse.
Puse mis manos sobre su cara, anclándolo aquí, en mi habitación.
"Pero la nota…" Le recordé. "¿Donde estaba la nota?"
"Había caído entre la puerta y el asiento. Nunca la había tirado." Él pasó sus manos por mi espalda y me atrajo totalmente contra él. "La única cosa que era mía de todo lo que tenia. Era mi letra, mi nota. Y era lo único que me había quedado de nosotros. Me enojo tanto que eso fuera todo lo que me quedaba."
"Por eso la arrugaste." Le dije suavemente.
Él asintió. "Odiaba esa nota y me obsesione con el resto de tus cosas, Bella. Durante semanas, me obsesione sobre lo que podría haberles ocurrido. En mi mente, veía tu remera sobre la piel de otra persona…imaginaba que alguien totalmente borracho encontraba tu remera y arruinaba todo lo perfecto de ella. Tu hebilla cubiertos de polvo y suciedad, o peor, sujetando el cabello de alguien." Él se ahogo en un sollozo. “¿La hoja? ¿Con mi nombre? La veía húmeda y decolorada en algún lugar, cubierta de gaseosa derramada y de comida. Mis sagradas reliquias perdidas…disolviéndose en el polvo."
Había algo tan simbólico en el hecho de que él tomara algo que no le pertenecía, cosas que estaban seguras, tal como estaban, para luego abandonarlas en la basura, descartándolas tan completamente. Él no podía saber quién podría estar tocándolas o si se habrían arruinado. Tuvo que imaginarlas siendo pisoteadas por el mundo, sabiendo solo que él no las merecía. Pero las deseaba, de alguna manera sabía que estarían más seguras con él que solas. Esos elementos ordinarios le habían mostrado más acerca de lo que su salida de mi vida había significado que cualquier cosa que él o yo pudiéramos decir jamás.
Y había pasado el primer día que él me dejó.
Él paso sus manos por mi cabello y me besó profundamente, suspirando. "Pero tenía que recordarme que: tu no estabas muerta o destruida," me susurró. "Tú estabas aquí."
¿Acaso no sabía nada acerca de lo del prado? ¿Alice se lo habría ocultado?
Estaba casi muerta, casi destruida, pensé, presionando mi cara contra su cuello.
*****
Edward me dio un beso de despedida antes de que Charlie legara a casa para la cena. Prometió volver a mí cuando ya estuviera en la cama.
Intentado leer, pero no podía parar de pensar en él manejando frenéticamente, aterrorizado de no tener nada de nosotros a lo que aferrarse. Cada vez que lo imaginé llorando sobre la basura, me acordaba como yo misma había caído de rodillas cuando supe que él había tomado mis fotos y el CD.
Lo escuché en el árbol de afuera y exhale.
Le oí pararse detrás de mí, sacándose los zapatos y el abrigo. Se metió bajo las sabanas conmigo y me abrazo con todo su cuerpo.
"Hola," susurre, volviendo mi cabeza sobre mi hombro para darle un beso.
"Hola." Él me besó y, a continuación, enterró su cara en mi cabello.
Su mano corrió a lo largo de mi brazo, jugando con la manga de mi remera. Lo sentí inclinarse para oler la tela antes de que él presionara su nariz a mis cabellos.
Después de un rato, colocó su mano sobre mi pecho, sobre mi corazón. "¿Sólo dejaste de comer, Bella?"
"Supongo," le dije suavemente. "¿Te molesta cómo me veo ahora?"
"No de la forma que tú crees."
"Está bien," susurre, comprendiendo. Él no me quería ver delgada así como yo no quería verlo con los ojos negros y totalmente famélicos, aunque el siempre era hermoso para mí. Estábamos en silencio y yo sabía que él sentiría que mi corazón comenzaba a latir más fuerte a causa de sus dedos.
Me quede dormida con su aliento en mi cuello y sus brazos sujetos a mí alrededor.
~@~
Bueno Chikies, hasta aqui por hoy, pronto subire la ultima parte de este cap. que es de mis preferidos.
Ya me diran Ustedes....
Besitos culposos,
Mrs. Jones
4 comentarios:
Woow! No puedo creer que han pasado 24 hs desde que subi este update de MsMn y nadie ha comentado...
¿Que pacho? ¿No gusto? :(
JONES:
ME ENCANTO ESTA 1° PARTE....RECIEN TUVE TIEMPO PARA LEERLA...
ASI QUE A LA ESPERA DE LOS RESTANTE!!!
BESOTESSS
LADY G
heeeeeeeeeeey!!! mrs Jones!!!! como no va a gustaaar!! si es espectaculaaaar!!!!!! amo esta historiiaaaa!!!! me encantaaa!!
yo tambien recien la leo!!
gracias portraducir!! siempreee!! son un amoor! las dosss!
DIOS PERO QUE CAPITULO! QUE CAPITULO!
ME ENCANTO, SENTI LA SENSACION DE FRUSTRACION Y DOLOR DE ELLOS, TANTO; ME SALIERON LAGRIMAS!!!!!!!!
debo confesar que este fic me gusta, pero tampoco me habia llamado mucho la atencion hasta ahora pero hoy declaro que este capitulo y este fic es el mejor de todos los que he leido! SIN DUDA ALGUNA!
yo no se pero lola shoes es una tremenda escritora, pero mucho peso de este capitulo es de la traductora, nena tu tienes una forma de plasmar las emociones de los personajes que siento como si los estuviera viendo!
INSISTO, EL MEJOR CAPITULO QUE HE LEIDO DE TODOS LOS FICS!
NO PUEDO ESPERAR PARA LA SEGUNDA PARTE!
curioso porque mis fics favoritos estan en esta pagina: mi si y mi no y la oficina. los mejores de todos los fics que e leido. Y MIREN QUE E LEIDO MUCHOS E!
te extraño jones, un monton, y te juro que en cuento salga de este ultimo examen que tengo este proximo domingo ya no voy a soltar tu pagina, ni tu correo, ni tus fics, ni nada tuyo!
te quiero un monton amiga!
p.d. saque 5 minutos para entrar a tu pagina y dejrte un mensajito y me encuentro con este cap! asi que ahora vuelvo a estudiar mas contenta.
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