Aterrice en el ultimo piso de un salto, que no fue tarea fácil en estos zapatos, empujé la puerta de metal para abrirla y me incliné contra la pared, jadeando. ¿Qué carajo acaba de suceder? ¿Acabo de cogerme a mi jefe en las escaleras? ¿Acaba de darme sexo oral? Jadeé y mis manos volaron a mi boca. ¿Acaso yo le ordene que lo haga? Oh, Jesús. ¿Qué anda mal conmigo?
Aturdida, tropecé alejándome de la pared y entrando al sanitario más cercano. Los suplementos de cafetería estaban en la planta baja, gracias a Dios, así que estaba bastante vacío. Camine adentro, e hice un chequeo rápido bajo todas las puertas para cerciorarme de que estaban vacíos y luego trabe la cerradura en la puerta principal. Cuando vi mi reflejo en el espejo del cuarto de baño, hice una mueca de dolor. Mierda. Me veía como si me hubieran montado fuerte y duro y me hubieran puesto afuera a secar. Había oído el término “recién cogida” antes, pero no lo había apreciado completamente hasta ahora.
Mi pelo era una maldita pesadilla. Todas mis perfectamente ondas labradas eran ahora una masa de enredos salvajes. Aparentemente al Sr. Cullen le gustaba mi cabello suelto. Casi nunca lo usaba así, pero siempre lo hacía con este vestido. Solo pensar en cómo sus manos se enredaron en mi pelo mientras que él me besaba, envió un temblor hacia mi muy recientemente bien-trabajada zona femenina. Huuh, me encogí de hombros; Tendría que recordar eso para futuras referencias. ¿Qué? ¿De dónde diablos vino eso? No tendría que recordar eso para nada. ¡Ugg! Golpee el lavabo con mi puño cerrado y me acerque más para examinar el daño.
Mis labios estaban hinchados, mi maquillaje corrido, mi vestido colgaba casualmente sobre mí y nuevamente había perdido mi ropa interior. Hijo de perra. Ése era el segundo par. ¿Dónde mierda estaban de todos modos? “¡Oh Dios!” Dije, aterrada. ¿No estaban apiladas en alguna parte de la sala de conferencias, o si? Quizá el las recogió y se deshizo de ellas. Tengo que preguntarle pensé, mientras caminaba en círculos en el cuarto de baño. Si seguro. Eso no va a suceder. No le daría la satisfacción siquiera de reconocer esta… esto… ¿Qué carajo será esto?
Sacudí mi cabeza, refregando mi cara con las manos. Dios, había hecho un lío sin remedio.
Cuando entre a la oficina esta mañana, tenía un plan. Iba a entrar allí, lanzarle el recibo en su linda carita y le diría que se fuera a la mierda. Pero él lucia tan endemoniadamente sexy en ese traje, y su pelo batido hacia arriba como un gran cartel de neón que gritaba “cógeme” y acabe perdiendo todo pensamiento coherente. Puse el sobre en su escritorio y salí sin una palabra. Patética.
¿Qué tenía él que me apagaba el cerebro y humedecía mi bombacha?
Esto no era bueno. ¿Cómo mierda iba a hacerle frente sin imaginármelo desnudo? Bueno, quizá no desnudo. Técnicamente no lo había visto totalmente desnudo todavía, pero pensar en lo que si había visto causo que otro temblor corriera a través de mí. Oh Dios. ¿Acabo de decir “todavía”?
¿Qué voy a hacer? Podría renunciar. Pensé en eso por un minuto y no me gusto como se sintió. Amaba mi trabajo, y el Sr. Cullen puede ser un gran idiota pero yo había lidiado con el por 9 meses. Amaba la empresa y aunque odiara admitirlo, amaba verlo trabajar.
Mas allá de las razones obvias, él realmente era un genio en el mundo publicitario. Su familia entera lo era. Y eso era otra de las cosas. Su familia. Carlisle Cullen era el presidente de Cullen Inc., y también era como un padre para mí. Mi papá estaba en casa en Washington, y cuando comencé como recepcionista mientras que aún cursaba en la universidad, él había sido tan agradable. Todos ellos lo habían sido. Su hermano Emmett era otro ejecutivo Senior y era el tipo más agradable que había conocido jamás. Amaba a todos aquí, así que el renunciar simplemente no era una opción.
Con eso decidido, sabía que necesitaba un plan de acción. Yo solo tenía que seguir siendo muy profesional y cerciorarme de que nunca, jamás sucediera otra vez. Seguro, éste era lejos con certeza, el más caliente e intenso sexo que había tenido nunca en mi vida. Quizá él tocaba mi cuerpo como a un instrumento, apenas un roce de él encendía todos mis sentidos y dejaba a mi cuerpo gritando por más, pero yo era una mujer fuerte, independiente. Mi mente y mi cuerpo no eran gobernados por la lujuria. Yo solo tenía que recordar lo idiota que era él. Era un mujeriego, arrogante, cerdo, y un mocoso malcriado. El mundo le había sido dado, y la única persona que a él le preocupaba era sí mismo. Era un cerdo repugnante, y odié todo que él representaba. “Hmph,” bufe orgullosa de mi, y me sonreí en el espejo. Carajo, esto sería más fácil de lo que pensaba.
Teniendo un nuevo sentido de determinación, enderecé mi vestido, alise mi cabello lo mejor que pude, y sin bombacha marche fuera del cuarto de baño. Rápidamente conseguí el café que necesitaba y me dirigí de nuevo a mi oficina, cerciorándome de evitar las escaleras.
Tomando una respiración profunda, abrí la puerta externa de la oficina y caminé dentro. La puerta de la oficina del Sr. Cullen estaba cerrada, y ningún ruido venía desde adentro. Él seguramente había salido. Como si fuera tan afortunada. Sentándome en mi silla, abrí mi cajón y quité mi bolso de cosméticos, arreglando mi maquillaje antes de seguir con mi trabajo. La última cosa que yo quería hacer era enfrentarlo, pero si no pensaba renunciar, eso tendría que suceder eventualmente.
Abriendo mi agenda, me alivio ver que había logrado de alguna manera sostener el horario y solo necesitaría substituir mi Blackberry. Echando un vistazo al diario de citas, noté que tenía una presentación para los otros socios el lunes. Hice muecas cuando entendí que esto significaba que no tendría más opción que hablar con él hoy. También teníamos una convención en Seattle el próximo mes, lo que significaba no sólo que yo tendría que estar en el mismo hotel que él, sino también en el avión, el coche de la compañía, y cualquier reunión que surgiera. No, ninguna dificultad allí en absoluto.
Por la siguiente hora y media que seguí trabajando, me encontré echando vistazos hacia su puerta. Y cada vez que lo hice, las mariposas en mi estómago comenzaron a agitarse. ¡Esto era ridículo! ¿Qué mierda era lo que estaba mal conmigo? Cerré de golpe el archivo que estaba mirando y sostuve mi cabeza entre mis manos cuando oí que se abría su puerta.
El Sr. Cullen salió, sin encontrar mi mirada. Había acomodado su ropa, el sobretodo le colgaba del brazo y llevaba su maletín en mano, pero su pelo seguía siendo el mismo revoltijo con que lo había dejado. “Me estoy yendo por el resto del día, Srta. Swan,” me dijo en un ladrido, “cancele mis citas y haga cualquier ajuste necesario.”
Casi estaba fuera de la puerta cuando recupere mis sentidos. “Sr. Cullen,” dije con frialdad, haciendo que se detenga, con su mano reclinada sobre la puerta. “Usted y los socios tienen una presentación el lunes a las 10:00 de la mañana,” le dije a sus espaldas. Él todavía seguía como una estatua, con los músculos tensos y evitando mi mirada. “Las hojas de balance, las listas y los materiales de diapositiva estarán preparados en la sala de conferencias el lunes cerca de las 9:30 de la mañana.” Un poco disfrute de esto. No había nada sobre su postura que gritara “comodidad.” Él cabeceó concisamente y comenzó a hacer su salida por la puerta cuando lo paré otra vez. “Y Sr. Cullen” Agregué, con un poco de sarcasmo a mi voz. “Necesito sus firmas en estos informes de costo antes de que usted se vaya.”
Sus hombros cayeron levemente y él exhaló una respiración profunda, girando sobre sus talones para dirigirse a mi escritorio. Nunca busco mis ojos, se inclinó encima del escritorio y tomo de un tirón las formas. Parada enfrente de él, coloqué una pluma en el escritorio. “Por favor, firme donde están las marcas, señor.”
Su mano se detuvo a la mitad de una firma y él levantó lentamente su barbilla, trayendo sus ojos verdes justo hacia los míos. Nuestros ojos se trabaron por lo que parecieron minutos, ninguno de nosotros aparto la mirada; los únicos sonidos que se escuchaban eran el clic del gran reloj art déco en la pared y nuestras respiraciones agitadas. Sus fosas nasales se agrandaron y su quijada se apretó mientras sus ojos agujereaban los míos. Mis pezones se endurecieron y mi corazón se aceleró, y por un breve momento sentí un impulso irresistible de inclinarme hacia él y morder su labio inferior que sobresalía en un puchero.
“No remita mis llamadas,” escupió, firmando rápidamente el ultimo formulario y dando una vuelta para irse sin más palabras.
“Bastardo,” dije con desprecio cuando lo vi desaparecer tras la puerta.
Decir que mi fin de semana fue un asco, seria minimizarlo. Apenas comí, dormí apenas y el poco sueño que conseguí fue interrumpido por candentes imágenes de escapadas sexuales en varias locaciones y en diferentes etapas de nudismo. La mañana del sábado, me desperté de mal humor y frustrada, pero de alguna manera conseguí organizar mi humor de mierda y me ocupe del quehacer doméstico y de las compras en la tienda de comestibles, junto con otras varias tareas mundanas que llenan la vida cotidiana.
La mañana del domingo sin embargo, no fui tan afortunada. Desperté absolutamente excitada, jadeando y temblando; mi cuerpo sudoroso y torcido en una masa de sabanas de algodón blanco. El sueño que tenía era tan intenso, que realmente había tenido un orgasmo. Habíamos estado en la mesa de la sala de conferencias otra vez, pero esta vez estábamos ambos totalmente desnudos. Él estaba acostado de espaldas, mis piernas lo montaban a horcajadas, mi cuerpo subía y bajaba sobre su miembro. Sus manos recorrían todo mi cuerpo; a los lados de mi cara, abajo de mi cuello, a través de mis pechos y a mis caderas donde él dirigía mis movimientos.
“Mierda,” gemí mientras saltaba de la cama. Esto iba de mal en peor rápidamente. Siempre había tenido fantasías sobre este hombre. Él era jodidamente hermoso, pero su personalidad había sido siempre tan anti clímax. ¿Quién habría pensado que el hecho de que él fuera un cabrón daría lugar a que yo terminara siendo cogida contra una ventana? Y que me gustaría. Jesús, este tren de pensamiento no ayuda para nada.
Camine hacia el cuarto de baño, y comencé a ducharme. Pero parada allí, esperando que el agua se caliente, mis pensamientos comenzaron a vagar otra vez. Su lindo pelo entre mis piernas, sus ojos buscando los míos mientras él me lamia y chupaba, su mirada de lujuria cuando cogimos, y el sonido de su voz cuando él gritó en su clímax. Dios yo sí que estaba fregada.
Me duche y vestí rápidamente, dejándome el tiempo justo para encontrar a Ángela y Alice para almorzar. Ángela y yo nos veíamos a diario en el trabajo, pero Alice, con quien habíamos sido mejores amigas desde la secundaria, tenía un horario más difícil de trabajo. Ella era una compradora para Gucci, y era mi principal surtidora para alimentar mi adicción a la moda. Gracias a ella y a sus descuentos asombrosos, yo poseía alguna de la ropa más hermosa que el dinero podría comprar. Aun así pagaba unos buenos morlacos por ellas, pero lo valían. La familia de mi madre estaba bien de dinero, y yo ganaba una suma increíble en Cullen Inc., pero aun así no podía pagar U$S1900 en un vestido sin querer matarme. A veces pensaba que Carlisle me pagada tan bien porque él sabía que yo era la única persona que podía manejar a su hijo. Oh, si él supiera.
Decidí que sería una mala idea hablar con las chicas sobre lo que estaba sucediendo. Me refiero a que, Ángela trabajaba para su hermano, y veía al Sr. Cullen en la empresa todo el tiempo. Además de eso, ella era una pésima mentirosa. Una sonrisa boba de él y a ella se le aflojarían las rodillas y comenzaría a revelar la historia de su vida y la mía. Alice por otra parte, me patearía el culo. Por casi un año ella me había escuchado quejarme de lo cretino que era, y a ella no le complacería descubrir que yo me lo estaba cogiendo.
Dos horas más tarde me sentaba con mis dos mejores amigas, bebiendo Mimosas en el patio de nuestro restaurante preferido; hablando de hombres y ropa y trabajo. Alice me había sorprendido con un vestido a estrenar que yo había ojeado, la compra en Gucci había sido posible por su descuento del 60%. Era un vestido abrigado marrón chocolate, hecho de la tela más suntuosa que había sentido nunca. Lo tenía en una bolsa sobre la silla a mi lado, junto con la nueva Blackberry que había comprado en el mall.
“¿Y cómo va el trabajo, Bella?” Pregunto Alice mordisqueando su melón. “¿Ese tarado de jefe todavía te da problemas? ¿Cuál era el apodo que le pusiste? ¿Bastardo o algo?¨
“Es Hermoso Bastardo.”Corrigió Ángela, intentando sofocar su risa. Me quede mirándola, queriendo que pare de hablar. “Dios deberías verlo, Alice. Es el apodo más perfecto que he oído nunca. Él es un Dios griego. Y lo digo en serio. No hay nada mal en él, físicamente. Cara perfecta, cuerpo, ropa, Dios del pelo… ¡Oh!, ese pelo. Se ve como si él acabara de voltearse a alguien hasta dejarla sin sentido.” Ella se reclinó sobre su silla riendo y yo rodé los ojos, pero no podía evitar que se elevaran las comisuras de mis labios.
“Pero eso no es todo,” dijo ella, limpiando lagrimas de sus ojos, “él es el imbécil más grande que he conocido nunca. Quiero decir, yo quise pinchar sus neumáticos a los 15 minutos de conocerlo.”
“Dios. ¿Es cierto eso Bella?” Pregunto Alice, sus ojos azules prácticamente estallaban fuera de su cabeza.
“See, muy buenmozo. Él es magnífico, y es el mayor idiota que me he encontrado nunca. No sé cuál es su problema.” Dije indiferente. Esta no era realmente una conversación que quisiera tener en este momento.
“Bien,” Dijo Alice, encogiendo sus hombros y tomando un largo sorbo de su bebida, “Quizá él está enojado porque tiene un pito pequeño.”
Caí en mi silla mientras que mis dos amigas reían a los gritos. Ése ciertamente no era su problema.
La mañana del lunes, yo era un paquete de nervios pero me las arregle para llegar a la empresa. Había tomado mi decisión; Yo no iba a sacrificar mi trabajo debido a nuestra carencia de juicio. Había trabajado duramente para llegar hasta donde estaba, y era más fuerte que esto. Yo solo lidiaría con la situación actual, y seguiría adelante.
Sintiendo la necesidad de una subida en mi autoconfianza, estrene el vestido nuevo que Alice me había dado. Abrazaba cada una de mis curvas sin ser demasiado provocativo. Pero mi arma secreta era mi ropa interior. Había tenido siempre una cosa con la ropa interior costosa. Usar algo sexy debajo de mi ropa me daba confianza, y el conjunto que tenía puesto hoy de seguro haría posible el truco. Era de Tul negro, embellecida con un bordado y la parte posterior consistía en una serie de delicadas cintas de Tul, entrecruzadas para encontrarse en el centro cerca del nacimiento de mi cola con un delicado arco negro. Dejaba casi todo mi trasero expuesto y era increíblemente sexy. Con cada paso, el suave Jersey de mi vestido acariciaba mi piel desnuda, dándome una sensación de sensualidad y confianza. Podría enfrentar cualquier cosa que ese nabo tuviera para decir hoy, y podría devolvérselo directamente en su cara.
Llegué temprano para tener tiempo para preparar la presentación. El área de recepción estaba casi vacía, cuando atravesé el elegante pasillo. El ancho espacio se habría en tres pisos y brillaba con las paredes pulidas y el suelo de granito travertino. Cuando las puertas del elevador se cerraron detrás de mí, me di una charla de preparación mental. Recordando nuevamente todas las discusiones habíamos tenido y los comentarios que el imbécil había dirigido a mí, reforzaba mi resolución. Yo podía hacer esto. El bastardo había escogido joder a la chica equivocada, y me llevaba el diablo si lo dejaría intimidarme. Bajé mi mano a mi trasero y sonreí traviesa….bombachas poderosas.
Como esperaba, la oficina estaba todavía vacía cuando llegué. Acopie todos los materiales que necesitaría, y me dirigí a la sala de conferencias para hacer los preparativos. Ahh… la escena del crimen. Eche un vistazo alrededor de la gran y soleada sala de conferencias; Caminé lentamente adentro, acomodando los archivos y las carpetas en la larga mesa. Mis dedos acariciaron la madera pulida, pensando en la vez última que la había tocado. Entonces sacudí la cabeza levemente, intentando aclarar mi mente, y comencé a preparar la sala.
Veinte minutos más tarde las propuestas estaban en su sitio, el proyector preparado y los refrigerios listos. Me encontré con varios minutos libres y me acerque a la ventana. Apoye mis manos sobre el vidrio, abrumada por las sensaciones que trajo; el calor de su cuerpo contra mi espalda, la sensación del vidrio fresco contra mis pechos cubiertos por el fino encaje de mi soutien y el sonido crudo y primitivo de su voz en mi oído. Cerré los ojos y me incliné en el vidrio, presionando mis palmas y mi frente contra la ventana y dejé que el poder de las memorias me envuelva.
El sonido de una garganta aclarándose detrás de mí me sobresalto sacándome abruptamente de mi fantasía. “Sr. Cullen,” jadeé, girando mi cuerpo hacia él. Nuestros ojos se trabaron momentáneamente y me impacto de nuevo su hermosa apariencia. Rompiendo el contacto visual conmigo, su mirada recorrió el cuarto.
“Srta. Swan,” dijo, con voz concisa, “daré la presentación a los otros ejecutivos en el 4to piso.”
“¿Disculpe?” Pregunte, sin ocultar el shock en mi voz. “¿Por qué va a hacer eso? Siempre usamos este sitio para las reuniones. ¿Y por qué esperó hasta el último minuto para decirme?”
“Porque, Srta. Swan,” él agregó, inclinándose sobre sus puños en la mesa, “Yo soy el jefe. Yo hago las reglas, y decido cuando y donde suceden las cosas. Quizá si usted no estuviera soñando despierta contra las ventanas, tendría tiempo para hacer su trabajo. ¿Cree usted que pueda lograr hacer eso, Srta. Swan?” Él continuó mirándome fijamente, retándome a contraatacar.
El muy reventado hijo de puta. ¿Dónde está la cinta adhesiva cuando uno la necesita? Las imágenes candentes de mí rasgando su garganta y de un bate de béisbol estrellándose contra su hermoso coche deportivo negro brillante, llenaron mi mente. Tomó cada pedacito del poco control que me quedaba no saltar a través de la mesa y estrangularlo. Una sonrisa de satisfacción se extendió sobre su cara; y con cada momento de silencio que yo permitía que pasara, él parecía más contento consigo mismo.
Ohhh… así es cómo iba a ser esto. Bueno de seguro que dos pueden jugar este juego. “Oh, por supuesto, Sr. Cullen. Usted no se preocupe por nada.” Lo aguijonee, sonriéndole dulcemente. “Nada en esta sala dura nunca más que unos pocos minutos de todos modos.”
Bueno, eso limpió el aire satisfecho de su cara de golpe. Él abrió la boca como para responder y la cerro de golpe. Sus puños se apretaron firmemente a los lados de su cuerpo, él casi parecía temblar de rabia. En todo el tiempo que yo trabajé para él, nunca lo había visto tan evidentemente enojado; y gocé cada minuto de ello.
Permanecimos uno frente al otro, separados por la gran mesa; un chisporroteo de electricidad llenaba el cuarto. De nuevo, él abrió su boca como para hablar, pero cambio de idea. Y sin una palabra, se volteo rápidamente, volando fuera del cuarto, y cerrando la puerta de golpe detrás de él.
No pude controlar la risa que burbujeó hacia arriba de mi pecho. ¿Con quién se pensó que trataba ese boludo?. Una vez más baje mi mano, acariciando a mi trasero y sonreí… bombachas poderosas. Sintiéndome literalmente intoxicada de poder, rápidamente recolecte todo el material, puse los artículos en una caja y me dirigí hacia el ascensor.
Asomándome en la sala del 4° piso, mis ojos encontraron inmediatamente al Sr. Cullen. Sentado en su silla, con las manos cruzadas delante de él, por el ceño fruncido en su cara era notorio que todavía estaba enojado. Pero mi atención pronto vagó hacia la persona al lado de mí.
“Ven déjame ayudarte con eso, Bella,” dijo una voz agradable, paternal, mientras que le daba a su hijo una mirada de reproche.
“Gracias, Sr. Cullen.” Dije agradecida, cuando él tomó la pesada caja de mis manos.
“Bella,” dijo él, con una sonrisa sincera en su cara, “¿Cuántas veces tengo que decirte que me llames Carlisle?.” Él colocó la caja en la mesa de la sala de conferencias y tomo asiento al lado de su hijo. Carlisle era tan buenmozo como sus hijos. Alto y delgado, aunque fibroso, compartían las mismas facciones cinceladas. Su pelo era rubio y levemente grisáceo en las sienes, pero él seguía siendo uno de los hombres más guapos que yo había conocido.
“Lo siento, Carlisle,” contesté feliz. “¿Cómo está Esme?” Una sonrisa se encendió en su cara cuando él pensó en su esposa.
“Bien, ella está muy bien. Me sigue insistiendo en que te lleve a casa, sin embargo,” agregó con un guiño. No escapó mi atención que el Sr. Cullen resopló calladamente y rodó sus ojos.
“Pronto. Lo prometo.” Agregué asintiendo con mi cabeza. “Mándele mi cariño.”
Escuche pasos ruidosos detrás de mí, y no me sorprendió sentir un beso cálido en mi mejilla, pero me hizo reír nerviosamente. “Buenos días, Bella,” dijo Emmett mientras que entraba en la sala. “Siento llegar tarde gente. Creí que nos encontraríamos arriba en tu piso.”
Eche una mirada con aire satisfecha en la esquina de mi ojo, encontrando la mirada del Sr. Cullen. Mirando lejos le sonreí ampliamente a Emmett mientras que comencé a pasar los materiales de la presentación alrededor de la mesa. “Y buen día a usted, Sr. Cullen. ¿Cómo esta esa hermosa esposa suya?.”
“Bella,” él gimió. “Por favor llámame Emmett. El Sr. Cullen es mi papá. Y ese forro intratable de allá.” Él señaló hacia su hermano, que se incorporó y lo fulmino con la mirada a cambio. “Y Rose esta perfecta como de costumbre. Ella quisiera que tu le presentaras a esa amiga tuya que trabaja para ese diseñador famoso.” Dijo mientras sacaba una silla.
“Oh, ¿Alice? Por supuesto, Emmett. Dile que la llamare esta semana.” Agregué, dándole sus documentos.
Camine hacia la punta de la mesa y coloque la última carpeta de la presentación delante del tarado de mi jefe. “Aquí tiene, Sr. Cullen,” dije fresca.
Sin siquiera mirarme, él comenzó a pasar a través de sus papeles. “Srta. Swan.” Contestó a cambio. Cerciórese de que el equipo de proyección esté encendido y listo antes de traernos el café.” Bueno, no habría ningún “llámame Edward” viniendo de él hoy. Idiota.
Justo cuando me daba la vuelta para irme, la voz bulliciosa de Emmett me detuvo. “Oh Bella, mientras que estaba esperando en la sala de arriba, encontré éstos en el piso.” Echando un vistazo, vi dos botones de plata antigua apoyados en la gran palma de su mano. “¿Preguntarías a ver si alguna de las asistentes ha perdido éstos? Parecen un poco costosos. ¿Y cómo es que alguien pierde dos botones de una camisa y no lo nota?” dijo, riendo entre dientes y sacudiendo la cabeza.
Puede ser que haya sido solo yo, pero juro que la respiración se me entrecorto con un audible grito de asombro. Me había olvidado totalmente de los botones. “Si ee Um…… seguro, Emmett.” Tartamudeé.
“Emmett, ¿puedo ver ésos botones un minuto?” Grazno el imbécil repentinamente, tomando los botones de la mano de su hermano.
“Pero… Srta. Swan,” dijo, con una boba sonrisa traviesa en la cara, “¿no tiene usted una blusa con los mismos botones? Me parece que sí, y digo, no soy ningún experto, pero creo que era algo costosa.” Eché un vistazo rápidamente alrededor del cuarto; Emmett y Carlisle parecían absortos conversando con el resto de los socios, inconscientes del alcance del episodio delante de ellos.
El Sr. Cullen se levanto, y camino alrededor de la mesa. Tomando mi mano, él recorrió con un dedo desde el interior de mi brazo hasta mi mano, colocando los botones en mi palma y cerrando la suya alrededor de la mía. Mi respiración se congelo en mi garganta y mi corazón golpeteaba en alta voz contra mi pecho. Sentí que mis pezones se endurecían y mi garganta se seco repentinamente. Inclinándose cerca, y con su respiración caliente en mi oído, él susurró, “yo odiaría pensar en arruinar una prenda tan hermosa. Usted realmente debe intentar tener más cuidado.”
Intenté mantener un comportamiento tranquilo mientras que bajé mi mano de la suya. “Gracias, Sr. Cullen,” contesté a través de dientes apretados, antes de que él se alejara. Encendí rápidamente el proyector y tomé asiento mientras que él comenzó la reunión. Ese maldito hijo de puta. ¿A que estaba jugando? Tomaría solamente un momento para que su padre y hermano oyeran por casualidad algo, y que sumaran dos más dos. Sin importar cuán buena fuera en mi trabajo, coger con mi jefe en salas de conferencias y escaleras no iba a ayudar a mi carrera.
Durante la reunión nos echamos vistazos el uno al otro; la mía llena de cólera y la suya con un pretencioso aire de satisfacción. Él era malditamente bueno en lo que hacía y lo sabía.
Demasiado bueno. Mire las hojas de la carpeta delante de mí tanto como me fue posible para evitar mirarlo. Tan pronto como la reunión hubo terminado, recolecté mis cosas rápidamente y salí de esa sala del infierno. Pero como no podía ser de otra manera, él me siguió con el aliento en mi nuca hasta el ascensor y allí dentro nos acomodamos silenciosamente en la parte trasera de camino a nuestro piso.
Me pare delante del Sr. Cullen, positivamente lívida de furia por lo que él había hecho de mí en la sala de conferencias. ¿Por qué este ascensor no se apresura a subir, y por qué alguien en cada piso decidía que necesitaba utilizarlo justo ahora? Para el momento en que alcanzamos el undécimo piso, el elevador casi estaba a la capacidad plena. Cuando la puerta se abrió y tres personas más decidieron entrar, fui empujada más contra él, mi espalda contra su pecho y mi trasero contra su…. oh mi…
Sentí el resto de su cuerpo endurecerse sutilmente y lo oí tomar una respiración aguda; y aunque mi clítoris zumbaba con el contacto de nuestros cuerpos, no pude evitar una sonrisa de sorna. La venganza es el placer de los Dioses, imbécil.
Por el piso catorce, había lugar solo para mover los codos y yo permití que una de las carpetas se deslizara de mis manos. “Oops, perdóneme, Sr. Cullen. Se me cayó algo,” dije tranquilamente y comencé a bajar hacia el piso lentamente, permitiendo que mi cuerpo se frotara firmemente contra su erección que rabiaba. Me mordí para aplacar mi sonrisa boba mientras que repetía mis movimientos hacia arriba, su miembro se reclino contra mi trasero otra vez. Gracias por los tacos, Alice, pensé para mí mientras que discretamente me presionaba más contra él. “Discúlpeme, señor.”
Él se presionó detrás contra mí y apenas pude contener un grito de asombro. No, Bella. Tu no vas a permitir que él te afecte más esta manera, me regañe mentalmente. Pero sentí toda la longitud de él presionada contra mí, ya sentía el calor esparcirse entre mis piernas. Era hora de ponerlo de rodillas pensé y luego una sonrisa de suficiencia subió por mi cara al recordar los eventos pasados. Un pequeño pensamiento vicioso estallo en mi mente. Pero… ¿podría hacerlo? Eche un vistazo hacia él, y él me miro inmediatamente. Oh si, podría y lo haría.
Alcanzamos el décimo quinto piso y algunas personas más bajaron. Me aleje de él levemente, y mire hacia atrás para cerciorarme de que tenía su atención. Bastante seguro, su mirada estaba clavada directamente en mi culo. Perfecto. Tomando a una respiración profunda deslicé mi mano hacia abajo y tome el dobladillo de mi vestido, levantándolo para exponer mi pequeña bombacha negra. Oí que él jadeaba y sonreí con aire satisfecho, bajando mi vestido cuando las puertas del elevador se abrieron.
El décimo sexto piso. Más gente salió, y de nuevo, levanté mi falda. Al echar un vistazo detrás de nuevo para asegurarme de que sus ojos estaba justo donde los quería. Su labio inferior estaba entre sus dientes, y su respiración se había agitado definitivamente. Un hombre grande delante de mí eligió ese momento para caminar hacia atrás, enviándome de nuevo contra el cuerpo de Edward. Violentamente. Mi trasero prácticamente desnudo hizo contacto directo con su miembro. El tomo mis brazos para evitar que me caiga, y tiró de mí hacia él sofocando un gemido. Esto era muy divertido. Estaba tentada a burlarme de él.
¿Qué piensa ahora, idiota? ¿No es muy divertido cuando juegan con usted, verdad?
“Dios, soy tan torpe, Sr. Cullen.” Dije al echar un vistazo hacia él. Sus ojos se cerraron firmemente y su cara estaba lívida. “¿Se siente usted bien, señor? Parece como si estuviera afiebrado.” Él abrió los ojos para mirar abajo hacia mí, y me pregunte repentinamente si ésta había sido una buena idea. Despejando mi garganta mire alrededor, había solamente 5 personas en el elevador con nosotros y solamente dos pisos por subir. La puerta se abrió otra vez y los últimos caminaron hacia fuera. Un piso más por subir y yo podría salir de aquí, dejándolo a él y a su mortal erección detrás.
Tan pronto como las puertas se cerraran y el elevador comenzó a moverse, oí un gruñido detrás de mí y vi un movimiento repentino mientras que el Sr. Cullen apretó de golpe la mano contra el botón de stop en el panel de control. Sus ojos voltearon hacia mí y eran de un verde más profundo de lo que los había visto nunca. “Mala idea, Srta. Swan,” dijo él con desprecio, y en un movimiento fluido, su cuerpo vino contra el mío, fijándome contra la pared del elevador y estrellando sus labios contra los míos. Nuestras lenguas lucharon, nuestros quejidos llenaron el espacio silencioso. Alejándose de mí él gruñó, “No se mueva.” Y aunque quise decirle que se vaya a la mierda, mi cuerpo me rogo hacer lo que él decía.
Buscando en mis archivos desechados, él encontró un post-it y lo puso en la lente de la cámara del techo. Un temblor de anticipación corrió a través de mí, luchando con mi impulso constante de parar esto… esta cosa entre nosotros. Nunca había estado tan confundida antes. No quería esto con él, pero cada nervio dentro de mí gritaba por su tacto. No había ninguna forma de negar lo que él me hacía sentir.
Él volvió a mí, sus labios tomaron de nuevo posesión de los míos, y un gemido involuntario retumbo en mi garganta mientras que su miembro endurecido presionó contra mi estómago. Mi cuerpo comenzó a actuar por instinto y mi pierna se envolvió alrededor de la suya, presionándome más contra su erección, mis manos encontraron el camino hacia su pelo. Después de un momento de devastar nuestras bocas mutuamente, él se alejó y sus dedos bajaron ágilmente el cierre en mi cintura, y mi vestido cayo fluidamente delante de él.
“Muy, muy mala idea,” grazno a través de sus dientes. Poniendo sus manos en mis hombros, y mirándome a los ojos, resbaló la tela hacia el piso. Sus manos tomaron las mías volteándome, y llevándolas hacia arriba, y luego presiono mis palmas contra la pared. Allí estaba yo con mi espalda de nuevo hacia él, desnuda excepto por mi ropa interior, y cuando él se apoyo contra mí sentí la humedad traidora en mi bombacha. Subiendo una mano, él quitó el broche de plata de mi pelo dejándolo caer sobre mi espalda desnuda. Él tomo un mechón en sus manos y tiró bruscamente mi cabeza hacia un lado, dándose acceso a mi cuello. Besos calientes y húmedos llovieron bajo mi columna vertebral y a través de mis hombros. Su tacto dejó una chispa de electricidad hasta abajo, sobre cada pulgada de piel que él tocó. Sentí sus manos tomar mi trasero y apretarlo, su respiración caliente y pesada en mi oído. “Es una chica muy traviesa.”
Jadee en sorpresa cuando sentí que su mano golpeo duramente contra mi trasero, y mi única respuesta fue un quejido de placer. ¿Qué carajo me estaba haciendo? Yo nunca hice estas cosas. Y aun así, aquí estaba, jadeando pesadamente con sus toques violentos. Respiré otro grito agudo de asombro cuando sus manos tomaron la escasa tela en mi trasero para, otra vez, arrancarla fuera de mi.
“Espere otra factura, imbécil.”
Él se rió entre dientes de mi gruñido agitado, y lo oí inhalar lentamente a través de su nariz cuando su cuerpo se presionó contra el mío otra vez, la pared fría contra mis pechos enviaba temblores a través de mi cuerpo. “Vale cada centavo.” Mierda, allí va otro delicioso temblor. Su mano resbaló alrededor de mi cintura y bajo mi abdomen, deslizándose más abajo hasta que sus dedos alcanzaron mi clítoris. “Sabe, Srta. Swan, creo que usted usa esta lencería para provocarme.” La presión de su tacto me hizo doler, sus dedos presionando y soltando, dejándome con las ganas. La necesidad dentro de mí crecía, y yo necesitaba desesperadamente la fricción. “¿A usted le gusta coger conmigo, no es cierto? Pequeña calentona.” Moviendo su mano más abajo, sus dedos pararon justo en mi entrada, la palma de su mano ahora se movía lentamente contra mi clítoris inflamado.
“Váyase a la mierda.” Gemí. Sus dedos largos circundaron alrededor de mi entrada, provocándome, cada movimiento enviaba un quejido a través de mí.
“Oh, ¿usted quiere que la coja no es cierto? Mi pija hundiéndose de golpe dentro y fuera de usted, haciéndola acabar sobre mí. ¿Usted quiere eso, no es verdad, provocadora?” Gemí cuando su dedo finalmente me penetro, presionándome nuevamente hacia él. “Dígalo, Srta. Swan. Dígalo y yo le daré lo que usted quiere.” Un segundo dedo se unió al primero, y la sensación me hizo gritar. Sacudí mi cabeza, pero mi cuerpo parecía traicionarme. Cerré los ojos, intentando despejar mis pensamientos, pero esto era demasiado. La sensación de su cuerpo arropado contra mi piel desnuda, el sonido de su voz áspera, y la sensación de sus dedos largos que se hundían dentro y fuera de mí me tenían al borde. Su otra mano subió, pellizcando firmemente mi pezón a través de la tela transparente de mi soutien, y gemí en voz alta. Estaba tan cerca. “¡Dígalo!” gruñó él en mi oído mientras que su pulgar rodaba sobre mi clítoris.
“Dios, sí.” Gemí finalmente. “Quiero que usted me coja.” Él dejó salir un quejido bajo y estrangulado y descanso su frente en mi hombro. Sus dedos comenzaron a moverse más rápidamente, a hundirse y a acariciarme, y él estaba cogiéndome con su mano. Sus caderas se golpeaban contra mi trasero, su miembro se frotaba fuerte contra mí. “Oh dios,” gemí, la espiral de placer se apretaba en mi interior, y cada uno de mis pensamientos se centraba en el placer que rogaba por liberarse.
Los sonidos rítmicos de nuestros jadeos y gemidos fueron silenciados repentinamente por el sonido chillón de un teléfono. Nos calmamos cuando ambos comenzamos a entender donde estábamos. Oí que una maldición escapaba de su boca y él se alejo de mí. Jadeando, me di vuelta para verlo alcanzar el teléfono dentro del panel de control. Tome mi vestido del piso, lo deslicé en mis hombros, y comencé a sujetarlo con manos temblorosas.
“Sí.” Él habló en el teléfono, nuestros ojos se trabaron a través del elevador. “Entiendo… no, nosotros estamos bien…” él se agacho lentamente tomando mi bombacha rasgada y desechada en el piso del elevador. “No, solo se detuvo.” Continuó, frotando la tela entre sus dedos. “Está bien.” Acabó, colgando el teléfono. Intenté calmar mi respiración, pero cada parte de mi cuerpo todavía dolía de deseo.
El elevador se movió de un tirón cuando comenzó lentamente a ascender otra vez. Él miro el encaje en su mano y luego de nuevo a mí. Cerrando los ojos, llevo la tela a su nariz e inhaló profundamente. Los abrió otra vez lentamente, y encontró mi mirada de nuevo, se sonrió, y caminando lejos de la pared se acerco a mí. Puso una mano en la pared al lado de mi cabeza, y se inclinó, susurrando en mi oído, “Usted huele tan bien como sabe.” Una respiración entrecortada escapó de mi, “Y esto,” dijo, indicando mi ropa interior en su mano, “es mío.”
El elevador chillo cuando se detuvo en nuestro piso. Las puertas se abrieron y sin otra palabra, él deslizó la tela en el bolsillo de la chaqueta de su traje y salió.
Bueno, supongo que ahora se adónde fue a parar toda mi ropa interior.
~@~
Chichis, estoy poniendo links de los cap. de La Oficina, para aquellas personas que pasan por el blog y aun no la leyeron, si gustan las invito a dejarme un comentario, en caso de que no lo hayan hecho antes..., si ya me dejaron un comentario, porque no dejar otro???
Besos Culposos,
Mrs. Jones
The Guilty Pleasure Diaries
4 comentarios:
"Bueno, supongo que ahora se adónde fue a parar toda mi ropa interior."...sin palabras....Mori!
o que les digo esos dos ya parecen animales segados por la lujuria. digo en un ascensor ? suena mmm
HOT!!!!!!!!!!!!!!!1
me encantooo!! no puede ser mas sexy!! no puedo parar de leer! recien hoy arranque con éste porque estube leyendo mi si mi no!
este es espectacular!!
omg a este paso Bella se va a quedar sin ropa interior jajaja lo bueno es que Edward esta dispuesto a pagar por ella :D
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